1. Raúl Zibechi es un pensador uruguayo. Usa en su artículo a cuatro personajes: al historiador Todd, al pensador Marx y a los escritores Wallerstein y Fanon obligándonos a pensar en el futuro y las dificultades revolucionarias. De entrada señala que Todd reflexiona sobre las elecciones en Francia señalando que «desde hace varias décadas existen […]
1. Raúl Zibechi es un pensador uruguayo. Usa en su artículo a cuatro personajes: al historiador Todd, al pensador Marx y a los escritores Wallerstein y Fanon obligándonos a pensar en el futuro y las dificultades revolucionarias. De entrada señala que Todd reflexiona sobre las elecciones en Francia señalando que «desde hace varias décadas existen campos de fuerzas sociales estables, que le permiten asegurar que la sociedad está dividida en dos mitades y que esa división permanece casi inalterada». Señala de entrada que a pesar de la división social de clases no hay lucha social de fondo y nada cambia.
2. Reflexiona Todd: ¿Por qué en los últimos 25 años el rechazo al modelo neoliberal No ha crecido (en Europa), pese al aumento de la desocupación y al fracaso del euro? Se responde: Un dato estructural que tienden a minimizar los analistas es que en Francia, la población envejeció desde 1992 y, de hecho, los ancianos han perdido el derecho de voto, porque una salida del euro derrumbaría sus pensiones. Este es un pensamiento estratégico de la burguesía: «los tenemos agarrados de … las pensiones» y si no es por ahí será de otro lugar. Siempre se aprovechan de la cobardía de la gente.
3. Otro asunto importantísimo a reflexionar: la estratificación educativa. Señala Todd: «La gente con estudios superiores produjo una oligarquía de masas y esa élite pasó de 12 por ciento de la población en 1992 a 25 por ciento, en sólo 25 años. La conclusión brutal: una población envejecida sumada a una mayor masa oligárquica desemboca en un creciente conformismo de la mitad de la población, mientras la otra mitad de abajo se ha deteriorado notablemente desde el tratado europeo de Maastricht de 1992.
4. Analiza muy bien Sibechi: «Cuando Marx escribió el Manifiesto Comunista, la relación entre los de abajo y los de arriba era de nueve a uno. No había pensiones para los mayores y la universidad estaba reservada para las élites. Era un sistema inestable, donde 90 por ciento tenía interés en derribarlo… Todavía en 1960 abundaban los universitarios como el Che, dispuestos a utilizar sus conocimientos junto a los oprimidos. El sistema supo comprender que tenía un punto débil entre los jóvenes universitarios y tomó medidas».
5. Ahora (muchos) docentes de ese nivel ganan fortunas, hasta 30 veces el salario mínimo en varios países. Los estudiantes cuentan con becas que les permiten estirar los estudios de posgrado hasta bordear los 40 años y luego aspiran a ingresar en la élite universitaria. En el imaginario colectivo el ascenso social pasa por los estudios superiores a los que se entrega buena parte de la vida. Esto es brutal porque el 95 por ciento de los estudiantes y académicos universitarios se han convertido en privilegiados del sistema de opresión
6. Ha escrito Wallerstein que bajo el capitalismo la clase alta creció al pasar de 1 a 20 por ciento de la población mundial. En América Latina las cifras deben matizarse, pero vamos hacia allá. Es posible que estemos bordeando la dominación perfecta: sociedades divididas en partes casi iguales, entre los que necesitan patear el tablero y los que temen cualquier cambio. Una mitad conformista y la otra mitad apabullada por la cuarta guerra mundial. Por encima de ambas, 1 por ciento controla el poder estatal, el material y las democracias electorales.
7. A medida que se expanden las dimensiones del grupo en la cima, a medida que vamos haciendo a los miembros del grupo de la cima cada vez más iguales entre sí en sus derechos políticos, se hace posible extraer más de los de abajo, escribe Wallerstein en su libro: Después del liberalismo (página 168). Y agrega que un país mitad libre y mitad esclavo sí puede durar mucho tiempo De aquí saca conclusiones: La democracia electoral tiene sentido para la mitad de arriba, pero es una cárcel para los de abajo.
8. Los partidos de centro-izquierda recogen las aspiraciones, y los miedos, de esa mitad de la población que sólo quiere cambios cosméticos y cuyo ejercicio político excluyente es votar cada cinco o seis años y asistir a mítines para aplaudir a sus caudillos. La mitad de abajo no puede confiar en un sistema político que de manera permanente habla de democracia y libertad pero funciona en todo el mundo como una dictadura «democrática» de empresarios, banqueros y políticos.
9. Una estructura política con total libertad para la mitad de arriba puede ser la forma más opresiva que se pueda imaginar para la mitad de abajo. Por ello escribió Franz Fanon en los Condenados de la Tierra: Los que viven en la zona del no-ser son los que resisten y construyen otros mundos, por mera necesidad de sobrevivir. Pero son bombardeados por la fantasía de que pueden cambiar su destino sin quebrar el sistema.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.