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La Concertación y sus gobiernos

¿Mal menor o mal mayor a estas alturas?

Fuentes: Kaos en la Red

Desde la segunda vuelta delectoral del 16 de enero de 2000, en la que el concertacionista Ricardo Lagos ganó estrechamente por 160.000 votos a la ‘cara amable’ del pinochetismo UDI (Joaquín Lavín), una creciente duda se ha instalado en una amplia franja del electorado de izquierda progresista, crítica o al menos desencantada de estos 17 […]

Desde la segunda vuelta delectoral del 16 de enero de 2000, en la que el concertacionista Ricardo Lagos ganó estrechamente por 160.000 votos a la ‘cara amable’ del pinochetismo UDI (Joaquín Lavín), una creciente duda se ha instalado en una amplia franja del electorado de izquierda progresista, crítica o al menos desencantada de estos 17 años de gobiernos concertacionistas.

Esa duda, creciente por los efectos del sistema económico que co-administran los dos bloques políticos que permite el estafador y aún inmodificado sistema electoral binominal, se puede expresar en una pregunta: Hoy, a casi 20 años del Plebiscito, ¿sigue siendo la Concertación y sus gobiernos el «mal menor» o han devenido en algo peor?

Para continuar respondiendo negativamente la pregunta anterior hay algunos concertacionistas -los que se expresan porque la mayoría ha caído en un depresivo y casi catatónico mutismo- que tienen la necesidad de inventarse un país que dejó hace mucho de existir.

Son concertacionistas que interesada y muy poco honestamente quieren que sigamos atados al SI y al NO del plebiscito del 5 de octubre de 1988, evitando mirar el significado profundo y los resultados, principalmente en el plano económico, de los casi 2 años transcurridos de la aparente derrota de Pinochet y el proyecto asociado, que en definitiva era lo sustancial.

A resultas de lo anterior tratan de revivir el país del SI y el NO de 1988 a como dé lugar para seguir instalados en el gobierno y sus numerosos cargos fiscales asociados, en las influencias y su tráfico en la mitología -ya mentirosa- que encubre esa interesadas posiciones que hoy son la condición básica para mantener viva una coalición que ya no tiene razón ni base social para seguir existiendo.

Esos concertacionistas ya olvidaron (o quizá desconocen amnésicamente) que el «pueblo concertacionista» movilizado de ese 6 de octubre de 1988 fue mandado a paseo -por la transverzalizada cúpula concertacionista – la noche siguiente del triunfo ciudadano que sólo pudo impedir que Pinochet siguiera en la Presidencia hasta 1997, pero no que lo hiciera como custodio del modelo económico, social e institucional de la dictadura hasta 1998 desde la Comandancia en Jefe del Ejército.

A ese tipo de concertacionistas, que a veces argumentan con la irracionalidad de «fans» de un mal conjunto rockero impuesto a punta de marketing, para iniciar su proceso de «desasnamiento» se les recomienda leer el libro «Chile; una democracia tutelada» (Ed. SudAmericana, 2000), del sociólogo, ensayista e historiador chileno, de pasada militancia PDC, Felipe Portales Cifuentes, para que se vayan ubicando en la dura realidad.

Cuando ese libro fue presentado en marzo de 2000 en la Biblioteca Nacional, en un muy mal momento ya que Ricardo Lagos acababa de ganar la segunda vuelta, uno de sus presentadores (Tomás Moulian) dijo que «la obra de Portales es el libro más cruel que he leído en mi vida». Esa crueldad derivaba de la crudeza de los hechos, que exponía con detalles de entomólogo alemán el desencantado autor, que mostraban cómo la cúpula concertacionista se había ido auto-amarrando las manos para justificar su antigua y pusilánime opción por la impotencia y por la co-administración subordinada del modelo neoliberal-dictatorial.

Las renuncias del gatopardista Plebiscito confirmatorio y maquillador del 31 de julio, en la que se le puso soga constitucional a ese autoamarramiento de manos, fueron particularmente vergonzosas y explican bastante el por qué a 20 años de 1988 Chilesigue institucional y constitucionalmente en una ya eterna y morosa «transición» a ninguna parte que no sea la ya archiconocida.

Es habitual ante la crítica política o denuncias concretas contra la Concertación y sus gobiernos, que se pretenda acusar a los articulistas del ‘Paskín’ -y otros medios Internet y papel alternativos- como unos irresponsables «tontos útiles» proclives a una hoy fantasmal «derecha golpista».

Eso resulta surrealista después de todas las traiciones, renuncios, acomodamientos en directorios de grupos económicos, peregrinaciones, ya cuasi religiosas, a Casa Piedra, consensos, acuerdos -y acuerdines de «manos tomadas»- de estos 18 años concertacionistas, y cabe calificar esas maniobras y cortinas de humo de hipócritas y totalmente ilógicas y ahistóricas.

Seamos claros, los gobiernos de la Concertación y sus tecnócratas de MIDEPLAN y los asociados de los organismos internacionales, vienen falseando crecientemente, desde 1997, la relevante encuesta CASEN para disfrazar la pobreza real y simular que el modelo económico neoliberal de capitalismo desregulado y concentrador -quesubordinadamente co-administran con la más reaccionaria derecha económica- no es tan desigual ni tan malvado.

El último ejemplar del periódico mensual chileno «El Ciudadano» lo demuestra a partir de esta penúltima semana de diciembre, en un detallado reportaje de portada.

Para qué vamos a hablar de lo que hacen y han hecho los ministros de Hacienda de los «socialistas» Lagos y Bachelet con nuestras reservas y excedentes (que ya van en unos US$50.000 millones), exportados desde hace años mayoritariamente en dólares -«endepreciación» creciente desde el 2003- a la banca y a instituciones financieras y especuladoras internacionales, que hoy están «pasando susto» con la crisis de las hipotecas basura. Susto que también ha afectado a los privatizados Fondos de Pensiones que en este tembladeral financiero han llegado a registrar pérdidas de US$ 8.000 millones este año (el 7% del fondo formado en 27 años de uso y abuso de los ahorros de millones de trabajadores y profesionales).

Esas discutibles y poco «patrióticas» actuaciones financieras de nuestros Ministros de Hacienda y directivos del Banco Central, además de subsidiar el creciente déficit comercial de los EEUU, que ya va en US$1.500 millones diarios, y ayudar al esfuerzo de guerra de Mr. Bush, le han significado a Chile pérdidas de capital por unos US$18.000 millones de dólares en seis años, por no cambiar los depósitos a monedas como el euro, el yen o incluso los apreciados reales brasileños.

Son ya innegables las consecuencias para la masa trabajadora de los continuos desfiles o «peregrinaciones» -como escriben algunos columnistas más agudos- de los gobiernos concertacionistas en pleno a los aquelarres empresariales realizados en Casa Piedra por el CEP, ENADE, CPC, SOFOFA, ICARE, Consejo Minero y Asociación de Bancos, para recibir aplausos y declaraciones de amor… o «coscorrones», si hay alguna medida de un ente estatal que afecte el 2% de las ganancias o amenace la política de destrucción sindical, iniciada brutalmente con el golpe de 1973, continuada con las Leyes laborales Piñera de principios de los 80´s y perfeccionada en estos años concertacionistas con la subcontratación masiva y los RUTs múltiples para la misma actividad empresarial.

El último «coscorrón Casa Piedra» del capo CPC-SONAMI-Consejo Minero, Alfredo Ovalle, a la Presidenta Bachelet y su Ministerio del Trabajo, por las resoluciones de la Dirección del Trabajo que tratan de hacer cumplir la violada Ley de Subcontratación vigente desde principios de año, tuvo sus efectos: el gobierno ha avalado que los directivos de las empresas estatales que violan la Ley de Subcontratación recurran a los Tribunales de Justicia para convertir la publicitada ley del 2006 en «papel mojado», lo que ha generado una inocultable y nueva crisis dentro de los partidos de la Concertación y del mismo gobierno Bachelet.

Esta incuestionable verdad ahorra más ejemplos. Lo que ha hecho Codelco, y lo que hacen BancoEstado, Metro -con sus 1.500 cajeros(as) ilegal y corruptamente subcontratados(as)- , Polla Chilena y otras empresas y entes estatales -con la notable excepción de ENAMI y su Presidente PS Pérez de Arce que incorporaron de «motu propio» a más de 200 trabajadores tercerizados en agosto pasado – es simplemente vergonzoso, ya que el Estado debió haber dado el ejemplo y Bachelet y su gobierno cumplir sus reiteradas promesas electorales y posteriores.

Se debe recordar que además de una actuación ilegal esas empresas y entes estatales tienen directivos y hasta ejecutivos de directo nombramiento presidencial. Con su actuación reciente, en violación o elusión de la Ley de Subcontratación, el gobierno Bachelet y sus ministros de Hacienda y Minería, ambos miembros del directorio de CODELCO, se han colocado definitivamente a la derecha de la derecha.

La política cuprífera de la Concertación -que ha desnacionalizado seis veces más cobre que la dictadura y ya provocó US$150.000 millones de pérdida patrimonial a Chile- es otra imagen potente sobre la carencia de características progresistas o siquiera nacionales de estos cuatro gobiernos pusilánimes, visceralmente entreguistas y carentes de algo que se pueda llamar «proyecto nacional» o algún otro que no sea convertir a Chile en una simple factoría o satélite de las trasnacionales, asociada por cierto con un puñado de grupos económicos criollos.

Que los desinformados defensores de la actual administración bacheletista vayan a Tomé (Bellavista), o a Cabrero (MASISA), y pregunten por el reciente resultado de las políticas económicas e industriales antinacionales y entreguistas de estos 34 años.

¿Qué porcentaje del empleo textil, cuero y calzado y metalúrgico de hace 30 años sobrevive? Aplicando uno de los más socorridos dogmas neoliberales resulta notorio que Chile tenía y tiene ventajas comparativas enormes en los tres rubros , tanto por sus materias primas como por sus técnicos y operarios especializados, pero a los dirigentes de la cúpula de la Concertación de Partidos por la Democracia (¿?), esos vitales asuntos y notorias contradicciones al parecer les importan bien poco, preocupados como están y han estado en estos años de co-administrar el modelo neolieberal, atendiendo hasta los más mínimos gestos de los poderes fácticos de la derecha económica y trasnacional.

Para abundar en el tema, un detalle relevante: si el problema mayor (o el temor mayor) de los seguidores a ultranza de los gobiernos concertacionistas es «la derecha golpista y los Ricardos Claros», podrían hacerse la siguiente pregunta: ¿qué hacen habitualmente esos personajes en todos los actos y viajes presidenciales?

Basta ver las fotografías del último «tour» de nuestra agnóstica presidenta y su comitiva al Vaticano, donde el fascista, golpista y notorio represor Ricardo Claro (dueño de MEGA y de otras empresas) está en la foto oficial a dos metros de Michelle Bachelet.

No está demás recordar, por lo que algunos han escrito o dicho de la Presidenta de Argentina, los cuentos fascistas pre y post golpe sobre el «borracho y corrupto» Salvador Allende para demostrar que cada vez que hay un gobierno que afecte los intereses estratégicos y las ganancias de miles de millones de US$ de las empresas más depredadoras y tiburonescas, inmediatamente aparecen las conocidas campañas de desprestigio, desestabilización y demolición y hay bobos arribistas y despistados que se las tragan.

Por esto toda la prensa trasnacional y sus socios de la prensa chilena, como COPESA y El MERCURIO -súmele a ellos diarios regionales satélites de El Mercurio como El Rancagüino- le prende velas al modelo chileno (de «piernas y billeteras abiertas») y odia a Chávez, a Morales, a Correa, a Cristina Fernández, a Ortega, a veces a Lula, a Tabaré Vásquez, y a cualquier gobierno que no les permite ganar el 1.000 por ciento y les impida pagar impuestos ridículos (como ocurre con los empresarios mineros de consorcios internacionales que en Chile tributan un ridículo 8% real en impuestos).

En la RB de Venezuela -y es sólo un ejemplo- gracias al alza de los precios del petróleo, que este año igualaron en valor real los precios de 1973-74, el gobierno del Presidente Chávez bajó el regresivo IVA a la mitad (de 16 % a 8%) mientras el gobierno Bachelet- Andrés Velasco- Karen Poniachick prefiere mantener el 19% y regalarle miles de millones de US$ al Tesoro de los EEUU; a un puñado de trasnacionales y conglomerados económicos privados y mantener inmodificadas las bases del sistema de AFP´s, que utilizan el dinero ahorrado por generaciones de los trabajadores y las comisiones que les rebajan y convierten en ganancias inmediatas, para aumentar el poder económico-político de los grupos económicos nacionales y trasnacionales, y así seguir aumentando la descomunal brecha de ingresos queobliga a los administradores concertacionistas y a su tecnocracia a falsear crecientemente las estadísticas sociales como la CASEN.

¿Quieren aún más derecha real los guardianes ad honorem de la Concertación que escriben tautologías y fantasiosas alegorías pro Bachelet y pro Lagos en estas páginas?

Es que seguramente ellos pertenecen al grupo de concertacionistas que sienten dolor de estómago cuando comprueban que nuestra Presidenta, en estricto rigor, no es quien gobierna, pues -tal cual señaló el prestigioso cientista político y economista mexicano/alemán Heinz Dieterich en La Nación Domingo el pasado septiembre- doña Michelle sólo se ha dedicado a administrar el equilibrio de la correlación de fuerzas dominantes y fácticas pre-existentes, a las que ha permitido seguir creciendo exponencialmente en lo económico -y en sus corruptoras influencias políticas y sociales- sin interesarse en satisfacer las necesidades de la mayoría de la población, especialmente de aquella que votó por la actual gobernante y que fue atrapada porel engaño mediático y marketero que sentó en el cada vez más simbólico e irrelevante Palacio de La Moneda a quien ha demostrado poseer tanto escasas cualidades políticas como voluntad de cumplir sus promesas.

Lo que no es detalle, lamentablemente, resulta ser el chovinismo descarado e insanable que algunos concertacionistas esgrimen para defender la administración de doña Michelle, e insistan en que la mandataria está realizando un buen gobierno.

La mayoría de los chilenos rechaza o sospecha de esa poco demostrada aseveración. A menos, claro, que debamos aceptar como «buen gobierno» a los doce meses de pésimo Transantiago; a la brecha económica en exponencial crecimiento; al escándalo y corruptela en varias instituciones fiscales; a una educación pública en franco deterioro; a la entrega gratuita y voluntaria de nuestros recursos naturales a grupos financieros sin patria, Dios ni ley…

…al abandono de las regiones; a las casas Serviu de país de US 3.000 que se deterioran con la primera lluvia; a una tasa de desempleo abierto real (no las mediciones artificiales del INE que califican de empleado hasta al que trabaja una hora a la semana), que en regiones no baja del 20% como promedio anualizado; a un salario mínimo africanizados y absurdo en relación al costo actual de cualquier canasta básica de bienes y servicios básicos de consumo familiar; al aislamiento de Chile en América Latina; a la inaceptable exclusión de nuestro país del anillo energético impulsado por el Mercosur y Venezuela…

…a una educación y salud de cierta calidad basadas en el lucro y en la pésima calidad y falta de recursos y capacidad de gestión de un sistema estatal sobrepasado por leyes y derechos ciudadanos que no puede cumplir como el AUGE; delincuencia creciente como producto de una realidadlaboral y cívico educacional heredada de la dictadura y en continuo deterioro; previsión social privada cara y jubilaciones económica y socialmente inaceptables; autopistas, carreteras y calles principales en manos extranjeras que cobran a los chilenos por transitar en Chile; servicios esenciales como agua potable, electricidad, telecomunicaciones y teléfonos desnacionalizados a «precio de huevo», en manos deempresas que colocan la rentabilidad y exportación de ganancias a sus casas matrices como primera prioridad..

…a la contaminación de ríos y lagos en beneficio de capitalistas foráneos y criollos; desprecio absoluto por las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles; legislaciones que favorecen únicamente al empresariado y que el propio Estado las viola; evasión de impuestos generalizada en las capas de más altos ingresos, pues la masa asalariada no puede evadir el regresivo, desproporcionado e injusto19% de IVA ni el de la renta que le descuentan automáticamente; libertad de prensa asfixiada desde La Moneda a través del avisaje oficial que subsidia al duopolioCOPESA-MERCURIO y a los medios empresariales.

Es por lo anterior que resulta extraño, y hasta paradojal, observar a personas supuestamente inteligentes e informadas, aplaudiendo a una mandataria que bajó del 37% en la aceptación ciudadana (obtuvo el 54% en segunda vuelta) dependencia absoluta de la voluntad e intereses de países industrializados; gobiernos que aseguraron»alegría para todos», pero que han satisfecho exclusivamente las necesidades e intereses del exiguo sector de las 5.000 familias «evaporadas» de la CASEN 2006 (precisamente de aquellos que no requieren de apoyo estatal y que ni siquiera votan Concertación enun o más por ciento); o a no escuchar, atender ni respetar a trabajadores, etnias originarias, pobladores, estudiantes, temporeros, pescadores, obreros forestales, funcionarios públicos y municipales, sindicatos, empleados, pequeños agricultores ypequeños comerciantes, pymes y profesionales.

Todos ellos manifestando una abierta disconformidad con el actual estado de cosas, amén de un rechazo concreto a las políticas pusilánimes y entreguistas en beneficio único de la derecha económica y sus allegados.

¿Ese es el «buen gobierno» que los concertacionistas, sean interesados fanáticos, asustados conformistas o desinformados mitológizados, defienden con dientes y muelas?

En estricto rigor, quienes cuestionamos a la Concertación estamos también criticando severamente a la Derecha, puesto que ambas son «abejorros del mismo panal».

Y que los concertacionistas más fanáticos no teman por posibles atentados a la democracia, pues difícilmente esas dos primas hermanas (Alianza y cúpula de la Concertación ) – socias desde hace ya muchos años en esta nueva cofradía de intereses económicos, políticos y sociales – provocarían un absurdo auto-golpe, menos aún si ya han convencido a algunos chilenos -timoratos y desavisados- con el viejo cuento del lobo, o del ‘cuco’ militarista, para que sigan apoyando las tareas que el empresariado transnacional ordena mes a mes al gobierno, tal como lo publicó el Rector de la UDP Carlos Peña el mismísimo diario ‘El Mercurio’ (la columna «Mande Patrón») sin que doña Michelle Bachelet o sus asesores lo hayan desmentido, lo que obliga a aplicar el viejo refrán: ‘quien calla, otorga’.

En estricto rigor el único golpe a la limitada democracia estafadora y tutelada que padecemos es el que le pueden dar sus co-administradores, con permiso del gran patrón norte eso si, en el caso de una crisis política, social y económica que desborde los férreos controles binominales e institucionales de la maquillada Constitución de 1980 y sus leyes orgánicas de quórum calificado.

En nuestra calidad de ciudadanos, agradecemos los ácidos comentarios de algunos(as) fanáticos(as) concertacionistas, porque ello significa haber logrado un importante objetivo: que esos incondicionales oficialistas lean, analicen, comprueben y reflexionen respecto de lo que muchos articulistas y columnistas piensa y exponen respecto de un gobierno que ha cometido el peor de los errores en política, como es el intentar mantener engañado al pueblo con falsos ropajes de «progresismo»: ese que copia a los automóviles que señalizan a izquierda para doblar siempre a la derecha.

Es de esperar que las próxima opiniones de esos concertacionistas «para todo servicio» se acompañen alguna vez de algún dato duro, cifra o estadística real en lugar de inútiles pataleos e insultos gratuitos que sólo sirven para evidenciar obsecuente servilismo a un determinado y temporal mal gobierno, amén de desnudar una pobreza intelectual y cultural suicida.

Y a propósito de suicidios: si no ejercen pronto un mínimo de autocrítica ante el notorio descalabro, el presunto «femicidio político» del que se quejaba hace un tiempo la Srta. Presidenta se puede convertir en un seguro «suicidio político» -como ácidamente escribió el periodista de origen PRSD Wilson Tapia V. en Granvalparaíso- en las elecciones de 2008-2009, por mucho que los mandantes poderes fácticos, que mueven los hilos de la mayordomizada cúpula concertacionista, traten de evitarlo.