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Manuel Sacristán: autodeterminación e internacionalismo (II)

Fuentes: Rebelión

La primera parte de este conjunto de notas fue publicada en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=156238

Verano de 1970, pleno del comité central del Partido Comunista de España. Manuel Sacristán (1925-1985), entonces miembro del Comité Central, interviene sobre la política del PSUC-PCE respecto a las nacionalidades ibéricas (Manuel Manzanera incluyó la trascripción de su intervención en uno de los imprescindibles anexos documentales de su tesis doctoral).

De entrada, señaló el entonces autor de Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores, la doctrina del PSUC y del PCE respecto al tema le parecía clara y sin problemas de conceptos. «Ser radical, decía Marx, es coger las cosas por la raíz, y la raíz de las cosas es el hombre. La raíz de nuestra concepción del problema de las nacionalidades no son conceptos más o menos mitológicos, de patriotismo antiguo, de fidelidades feudales, ni de mitos burgueses». En absoluto. ¿Cuál era entonces la raíz política comunista? «La presencia real de los individuos con sus características nacionales en las diversas localizaciones geográficas».

Tras argumentar contra la cosmovisión lysenkista que descalificaba o marginaba una determinada temática por su origen social -en este caso, por su origen burgués-, el traductor de El Capital matizaba que sin negar, desde un punto de vista histórico, la fecundidad de la burguesía como clase emergente [1], ya reconocida en el propio Manifiesto Comunista, lo que no era ni mucho menos verdad, era «que el fenómeno de la constitución de las nacionalidades haya sido un fruto tan recto de la evolución burguesa como parece en las historias». No se veía por qué, no existía ninguna ley interna a los rasgos nacionales que diera cuenta ello, «para que lo que se llama la nación francesa tuviera que ser más nación que lo que habría podido ser una nación occitana con trozos de lo que hoy es Francia y trozos de lo que hoy es España». En el caso de Euskadi, exactamente igual añadía.

Lo que era fruto de la burguesía era el Estado nacional. Un estado que no coincidía necesariamente -como manifiestamente lo probaba el caso español, y también otros como el francés- con una única nacionalidad. Era nacional en otro sentido, en el sentido que representaba el dominio y hegemonía de la función dirigente de una determinada burguesía nacional. En el caso de Francia la burguesía del centro, la del núcleo parisiense, y en el caso español, señalaba con admirable modestia intelectual, «no me atrevo a decirlo porque es demasiado complicado históricamente». En el caso italiano, sería la burguesía de la Toscana.

La predominancia del aspecto cultural en determinados acontecimientos nacionalitarios era explicada por el ex miembro del comité ejecutivo del PSUC del modo siguiente. «Precisamente esto, la no coincidencia estricta entre cosas a las que se pueden llamar nación, por ejemplo Euzkadi, por ejemplo Occitania y aquello a lo que se llama «nación» en las historias burguesas y que es el estado nacional, a saber, que en el fenómeno nacional tal como lo conocemos ahora, sin resolver por la burguesía, hay un visible predominio del elemento sobreestructural» .¿Por qué ese predominio? Porque los elementos básicos (en el sentido marxista de la expresión), los económicos, «fueron más o menos cristalizados con la constitución del mercado que en cada caso dio pie al Estado nacional». Como el «Estado nacional» no era exactamente una nación, permanecían elementos «no fundamentados ni en la delimitación del mercado, ni por tanto recogidos por el poder, que quedan no sólo como sobreestructuras, sino como sobreestructuras sin política, casi sólo como cultura».

De ahí, infería, el aspecto muy cultural que adquirían algunos fenómenos nacionales.

Proseguía el estudioso y amigo de Joan Brossa señalando que no había que olvidar, por otra parte, que algunos de estos rasgos nacionales tenían un carácter radical. Eran rasgos que estaban en el ser humano: «su lengua, su constitución psicológica, muchísimos otros elementos que no se trata de enumerar y que precisamente porque no se quedaron calcados en la realidad económica la burguesía no resolvió, pues ella ha sido un agente muy fecundo, pero dentro del reino de la necesidad».

Finaliza Sacristán su intervención en el pleno señalando que este asunto de las nacionalidades, en lo que tenía de problema irresuelto apuntaba, como otros tantos problemas de génesis burguesa, como los de las libertades o los de la democracia por ejemplo, «precisamente más allá del reino de la burguesía». Hacia más allá, por tanto, del reino de la necesidad, hacia el reino de la libertad y la autodeterminación.

Dos años después, en 1972, en un documento inédito hasta la fecha, en el que el autor de El orden y el tiempo comentaba el proyecto de introducción al programa del PSUC de los años setenta, pueden verse algunas reflexiones significativas complementarias. Dos de ellas.

Reproducía Sacristán un fragmento del proyecto de introducción del PSUC -«Sobre una base objetiva diferencial históricamente formada -un territorio, un particular desarrollo económico, una lengua y una cultura comunes, una psicología de pueblo-, la burguesía, como clase dirigente de la sociedad catalana, promovió el movimiento nacional y fue así configurando Catalunya como una nación moderna»-, señalando que «aunque es correcto, y pese al adjetivo «moderna», puede dar a lectores susceptibles la impresión de que se afirma que no ha habido nación catalana hasta el siglo XIX».

Recogía Sacristán también el punto 13 del proyecto: «Los comunistas consideramos que la nación catalana está constituida por todos los que viven y trabajan en Catalunya». En su opinión, era un intento de precisar los términos y las tesis discutidas, la definición declaraba implícitamente «de nacionalidad bajo-sajona a los obreros de Toledo o de Ripoll que trabajan en Volkswagen». Por lo demás, era arbitrariamente falsa. Usada por las fuerzas nacionalistas independentistas de aquellos años -como el FNC [Front (Frente) Nacional de Catalunya] o el PSAN [Partit Socialista d´Alliberament (Liberación) Nacional]-, podía servir «para preparar la opresión de las minorías nacionales de habla castellana y/o francesa en un futuro estado catalán».

Los comunistas, concluía Sacristán, no debían aceptar la cerrada alternativa imperialista, tanto la del tradicional imperialismo español como la del nuevo imperialismo catalán, «implicada por esa definición de untuosa apariencia generosa y humanista». Eran argucias entre representantes de «patrias» y «patriotismos». Los proletarios «y los que nos adherimos al proletariado» no tenemos patria.

No tenían Patria, pero sí nacionalidad «como elemento de la formación de la personalidad individual, de un modo más acentuado en unos que en otros, los cuales pueden cambiar (relativamente) de nacionalidad, o bien conseguir una consciencia casi a-nacional además de apátrida».

Años antes, había irrumpido la experiencia de Nous Horitzons, la primera publicación escrita totalmente en catalán durante la dictadura franquista. Sacristán fue su director clandestino durante unos cuatro o cinco años. Entrevistado por la redacción de la revista en 1979 [2], valoraba la experiencia en los siguientes términos:

«Sobre la importancia de Nous Horitzons (que, por cierto, al principio no se llamó «Nous Horitzons» sino «Horitzons»: hubo que poner el «Nous» por un problema de derechos registrados) en el debate y la lucha ideológica de la Cataluña de principios de los años 60, creo que no fue grande en sí misma, pero que respecto de la situación de la época y del reducido ambiente que se podía tomar en cuenta sí que valió la pena. Discúlpeseme la siguiente trivialidad porque para aquellos años no lo era: ya la mera solidez física, por así decirlo, de «Horitzons» daba aliento, en forma nada despreciable, a los militantes en particular y a los marxistas en general. El número 2 (no cito el 1 porque alguien se me lo ha «prestado» irreparablemente y no puedo precisar sobre él) tiene 88 páginas y lleva cubierta de cartulina a dos colores; es del primer trimestre de 1961. No menos interesante es el hecho que la gran mayoría de sus páginas está escrita en el interior, principalmente en Barcelona: ocho de los once artículos que presenta. Cosas así eran en aquellos años todavía duros, una realidad muy prometedora. Seguramente contribuyeron a dar seguridad a los militantes, identidad al partido y confianza a otros marxistas».

 

Sacristán era más crítico respecto a la calidad científica de la revista:

«[…] no me parece que «Horitzons» y «Nous Horitzons» valieran gran cosa en aquellos años. Nuestro marxismo estaba todavía empapado de euforia por la victoria de la URSS sobre el nazismo, por la victoria de la revolución china y, en aquellos mismos meses, de la cubana; y también por el derrumbamiento del viejo sistema colonialista. Esa euforia alimentó un marxismo muy alegre (lo cual estaba muy bien) y asombrosamente confiado (lo cual estuvo muy mal, y visto desde hoy pone los pelos de punta). El principal valor ideológico de «Nous Horitzons» en aquella época fue, repito, su mera presencia». Su qué, concluía, fue mejor que su cómo.

En cuanto a su finalidad: no pretendían elaborar teorías.

«No en lo político, por las mismas razones que expuso para sí mismo Althusser, de manera inolvidable, en el prólogo al Pour Marx: la literatura política se nos aparecía en aquella época a los comunistas sólo como exposición de los clásicos para formación de militantes o como fundamentación, comentario y propaganda de la política del partido. Y tampoco teoría especulativa, porque ésta, afortunadamente, no gozaba de la simpatía ni de los assenyats catalanes de la redacción ni de los no-catalanes de ella, los cuales, aunque mucho menos assenyats, éramos gente de formación demasiado crítica, y hasta hipercrítica [3], para especular».

 

Sí que aspiraban, eso sí, a elaborar y comprender realidad con la teoría disponible y con la crítica. Mucha realidad, toda la posible, la básica y la más sofisticada.

» Quizá parezca ridículo a la vista de los resultados, pero el hecho es que al menos la redacción de «Horitzons» en el interior quiso practicar desde el principio   un   programa gramsciano ,   un programa de   crónica crítica de la vida cotidiana   entendida como totalidad dialéctica concreta, como la cultura real. Este no es interpretación a posteriori: ese programa era explícito y querido por los redactores. Y su realización, por modesta que fuera, permitió a «Nous Horitzons» algunos aciertos que no da rubor recordar, por ejemplo, haber tratado en serio los problemas de la mujer cuando no eran muchas las mujeres (y menos los hombres) conscientes de esa problemática. […] NH de 1960 se proponía llegar, sobre todo, a las organizaciones del partido, para promover su crecimiento intelectual, y a los intelectuales antifascistas, para darles constancia de la existencia de una intención cultural en el movimiento obrero marxista y para invitarles a una tarea que podía ser en parte común. No me atrevo a decir si se logró algo con ello».

Fue en estas revistas donde Sacristán publicó artículos en catalán que fueron traducidos al castellano y editados muchos años después. Por ejemplo, «Tres notas sobre la alanza impía».

El siguiente texto [4], dedicado a Ernesto Guevara, fue publicado en catalán en 1969. Justo es reproducirlo:

Guevara, Ernesto (llamado Che) (1928-1967).

Como si para siempre/ te llevases contigo (…)/ tu huella de héroe / luminosa de sangre/ (…) Pero esto/ de golpe da vida a las «quimeras»/ muestra/ la médula y la carne/ del comunismo.

V. Maiakovski, Al camarada Nette .

No ha de importar mucho el cobarde sadismo complacido con el que la reacción de todo el mundo ha absorbido los detalles macabros del disimulo, tal vez voluntariamente zafio, del asesinato de Ernesto Guevara. Posiblemente importa sólo como experiencia para las más jóvenes generaciones comunistas de Europa Occidental que no hayan tenido todavía una prueba sentida del odio de clase reaccionario. Pero esta experiencia ha sido hecha, larga y constantemente, en España, desde la plaza de toros de Badajoz hasta Julián Grimau.

Importa saber que el nombre de Guevara ya no se borrará de las historias, porque la historia futura será de aquello por lo que él ha muerto. Esto importa para los que continúen viviendo y luchando. Para él importó llegar hasta el final con coherencia. Los mismos periodistas reaccionarios han tributado, sin quererlo, un decisivo homenaje al héroe revolucionario, al hacer referencia, entre los motivos para no creer en su muerte, en sus falsas palabras derrotistas que le atribuyó la estulticia de los vendidos al imperialismo.

En la montaña, en la calle o en la fábrica, sirviendo una misma finalidad en condiciones diversas, los hombres que en este momento reconocen a Guevara entre sus muertos pisan toda la tierra, igualmente, según las palabras de Maiakovski, «en Rusia, entre las nieves», que «en los delirios de la Patagonia». Todos estos hombres llamarán también «Guevara», de ahora en adelante, al fantasma de tantos nombres que recorre el mundo y al que un poeta nuestro [5], en nombre de todos, llamó: Camarada.

 

Notas:

[1] Sacristán se manifestó en otros lugares con matices de interés sobre este tópico de la tradición.

[2] «Entrevista con Nous Horitzons «, Intervenciones políticas , Icaria, Barcelona, pp. 280-283.

[3] Un ejemplo de este hipercriticismo. La redacción de Barcelona formuló una crítica colectiva al número 9 de NH , fechada en junio de 1967. Dirigida a la dirección del PSUC en París, llevaba la siguiente advertencia: «Los comentarios están hechos rápidamente y sería necesario argumentar más: perdonad que no lo hayamos hecho esta vez, pero nos ha parecido que os sería útil recibiéndolos ahora. Insisto en el punto de que estas notas han sido elaboradas por acuerdo unánime de los seis miembros de la redacción barcelonesa».

Los comentarios:

«Nota: El número del margen izquierdo indica la página del trabajo.

3 [Inutilidad de un referéndum] Nos ha parecido pobre de argumentación. Tenía que ser más profundo

4 [Nuevos elementos en la lucha de la clase obrera] Correcto

7 [La enseñanza del catalán] Hecho muy rápidamente. Poco riguroso. Título desafortunado. Era necesario decir «la enseñanza en catalán» (no solamente del catalán).

9 [La Universidad en primera línea] Acierto en poner este trabajo aquí. Lástima que no se haya vigilado la ordenación: el texto del Dr. Rubió tenía que abrir la sección y de manera más destacada

29 [Lenin y la cuestión nacional]. Más que la reproducción de un fragmento de la biografía de Lenin nos hubiera interesado una reseña larga del libro.

33 [El verdadero problema no son los inmigrantes, R. Vidiella] Es una nota más apropiada para un lingüista que para un combatiente. Renovamos la petición hecha en otras ocasiones: es necesario convencer al compañero Vidiella para que escriba sus memorias. ¡Todos sus escritos sobre hechos vividos por él son enormemente bien acogidos! Repetidle el encargo, por favor.

37 [La emocionante ayuda de los pueblos soviéticos al Vietnam, Emili Vilaseca] Propagandísticamente es muy flojo, ineficaz. Cuando sea necesario criticar la desviación de Mao y de su grupo, no recurráis más a la prensa occidental.

46 [El PSU y la guerra nacional revolucionaria, 1936-1939] Demasiado general y sabido. En cambio, es necesario que el camarada Moix (como hemos pedido al camarada Vidiella) diese cuenta de hechos de su experiencia sindical (Sabadell, etc). Esto es muy importante.

53 [El ciclo de Teatro Latino, Hernani] Es decente, periodísticamente muy atractivo.

59 [En el centenario del Maestro Millet, T. P. Beltran] Interesante como experiencia vivida.

62 [Homenaje de Barcelona a Picasso, Un estudiante] Un ejemplo de lo que sería necesario NO repetir. En primer lugar: una autocrítica nuestra por no haber hecho la nota. Ahora todos estos sucesos vendrán reseñados por nosotros. Una recomendación: cuando recibáis una nota de un francotirador llena de anomalías como esta haced el favor de no incluirla. Nosotros con tiempo ya os anunciaremos los temas y hechos que trataremos en cada número.

63 [Paris, por los 85 años de Picasso, R. Güell] No es un artículo para NH; el tono es muy flojo.

65 [Un buen ejemplo] Es una versión de política cultural populista, no marxista. De todas maneras, aporta elementos interesantes. Creemos que la presentación tendría que haber sido crítica (no paternalista), situando correctamente al lector enfrente del documento.

70 [Algunas buenas cosas del Sant Jordi] Nos parece una nota desafortunada: una reseña de los premios de Santa Llúcia tiene que ser más ajustada.

79. Felicidades por la iniciativa. ¡Que se repita!.

[4] «En memoria de Ernesto «Che» Guevara», Nous Horitzons 16, 1er trimestre 1969, p. 39.

[5] Rafael Alberti.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.