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Un filósofo marxista que inició su prolongada militancia en las filas del PSUC y del PCE

Manuel Sacristán contribuyó decisivamente a la difusión y consolidación de los estudios de lógica y filosofía de la ciencia en España

Fuentes: Rebelión

Su caso no fue frecuente en el marxismo hispánico e internacional: un militante y dirigente del PSUC y del PCE, uno de los intelectuales más comprometidos en la lucha antifranquista a lo largo de dos décadas de militancia en las filas de dos de los partidos más castigados y perseguidos por el régimen fascista nacional-católico […]

Su caso no fue frecuente en el marxismo hispánico e internacional: un militante y dirigente del PSUC y del PCE, uno de los intelectuales más comprometidos en la lucha antifranquista a lo largo de dos décadas de militancia en las filas de dos de los partidos más castigados y perseguidos por el régimen fascista nacional-católico español, el probablemente mayor filósofo marxista que ha generado nuestro país hasta estos momentos, jugó al mismo tiempo un papel decisivo en la difusión, enseñanza y consolidación de la lógica formal y de materias afines en nuestro país, a lo que hay que sumar sus decisivas traducciones de grandes clásicos de esa tradición y la autoría de un libro de introducción a la lógica formal que instruyó y marco filosóficamente a varias generaciones universitarias. Eso sí, instancias de poder universitarias muy próximas al Opus Dei, los caminos del señor son diáfanos… en última instancia, impidieron que en 1962 el traductor de Quine y Hasenjaeger pudiese acceder a la segunda cátedra de lógica dotada en nuestro país.

Las aportaciones de Manuel Sacristán en este ámbito han sido estudiadas espléndidamente, entre otros, por Luis Vega Reñón, Paula Olmos, Jesús Mosterín y Albert Domingo Curto. Un libro donde el lector/a puede encontrar artículos de interés, las contribuciones de Paula Olmos y Albert Domingo y el largo y sustantivo escrito de Luis Vega Reñón especialmente, es Donde no habita el olvido. Montesinos, Barcelona, 2005.

Aquí se intenta un breve apunte, una sucinta aproximación a este amplio jardín que el lector/a podrá completar con un libro de próxima edición en libros-libres de rebelión: Cinco historias lógicas… y un cuento breve, con prólogo de Luis Vega Reñón.

Manuel Sacristán había regresado a España en 1956, tras renunciar a una plaza de profesor ayudante en el Instituto de Lógica Matemática y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Münster, la institución donde había cursado cuatro semestres de lógica y epistemología entre 1954 y 1956, y poco después de incorporarse a las entonces poco concurridas agrupaciones («células») del PSUC-PCE en la primavera de ese mismo año y asumir las arriesgadas y agotadoras «gestiones» que esa decisión conllevaba. Esta toma de posición, su militancia política, su compromiso político-filosófico fue causa de su renuncia a la aceptación de la plaza de profesor ayudante en el Instituto de Lógica Matemática de Münster.

Había sido su segunda visita a la República Federal Alemana. En 1950, junto a Carlos Barral, Joan Reventós, Hilari Raguer y otros amigos, Sacristán había estado en Heidelberg donde conoció a Luis Martín-Santos, el malogrado autor de Tiempo de silencio. Él mismo escribió una nota sobre el viaje para Laye [1] y varias cartas a su amigo de juventud Josep Mª Castellet [2] donde manifestaba el deslumbramiento que para él había significado conocer la vida universitaria alemana.

Seis años más, regresó de su segundo viaje, tras la decisión tomada en la primavera de 1956 [3] y sus inevitables consecuencias: la imposibilidad, tras su renuncia a ser profesor en Münster y pasar a participar activamente en las organizaciones y movilizaciones del principal partido de la oposición antifranquista, de seguir haciendo lógica y epistemología en serio, profesionalmente, con la «inconsecuencia», según su propia reflexión posterior, de no evitar equívocos presentándose a las oposiciones a la cátedra de lógica de Valencia celebradas en Madrid en 1962 bajo la hegemonía político-cultural del Opus Dei.

A la atmósfera «político-cultural» de esta oposición se refería el propio Sacristán en una carta dirigida a Carmina Virgili i Rodón en julio de 1980, a propósito de su no nombramiento como catedrático extraordinario por el consejo de rectores de la época :

    «Estimada amiga,

    reciba mi agradecimiento por su carta del 27 de junio (que he recibido hoy lunes, a causa de que la Facultad de Económicas no está donde dice su sobre en el edificio central, sino en Pedralbes), y también por todas las molestias que se toma en este fastidioso asunto del consejo de rectores. Probablemente le estoy más agradecido de lo que usted pueda pensar, porque he de confesar que a mí no me ha indignado ni sorprendido la decisión del consejo de rectores. Primero, porque uno mismo conoce sus insuficiencias mejor que los demás, y, segundo, porque sé quiénes son la mayoría de esos rectores, y cómo piensan. Por ejemplo: el rector Candau [4] fue secretario del tribunal de mis únicas oposiciones, en 1963 o 1964 [SLA: 1962 en realidad], y no tuvo reparo en denunciarme públicamente (por motivos políticos) desde la mesa ya en el primer ejercicio [5]. Eran, dicho sea de paso, oposiciones a una cátedra de lógica, y no había pizarra en el aula. Tuve que pedirla, con regocijo del tribunal, y me la trajeron una tan pequeña que, para una demostración de poca importancia, tuve que borrar tres veces…»

Concluía su carta Sacristán admitiendo que, en su opinión, a pesar de todo, algo se había progresado.

Empero, a pesar de esa supuesta inconsistencia, a pesar de su renuncia a la plaza de profesor en el Instituto de Lógica alemán, a pesar de su frenética y agotadora militancia en el PSUC-PCE, especialmente a lo largo de toda la década de los sesenta, no es insustancial el balance de las aportaciones lógicas de Sacristán.

Poco después de su regreso de Alemania escribió una necrológica sobre el lógico Scholz que publicó la revista Convivium: «Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz». Durante el curso 1956-1957, al igual que durante el curso siguiente, la Cooperativa Universitaria de la Universidad de Barcelona editó su primer libro no juvenil: Apuntes de filosofía, cuyo núcleo central estaba dedicado a temas de lógica. Son de 1961 y 1962 su memoria de oposiciones y su investigación «Sobre el Calculus Univeralis de Leibniz en los Manuscritos números 1-3 de 1679». Sacristán escribió también en 1967 una entrada sobre «Lógica formal» para la Enciclopedia Larousse y dos años más tarde fueron varias las voces por él escritas para la edición castellana del Diccionario de filosofía editado por Dagobert D. Runes cuya traducción castellana coordinó. Church, Lesniewski, Quine, Scholz, son algunas de esas entradas. En 1978 o 1979 escribió un esquema desarrollado, casi redactado, sobre «El principio de la identidad de los indiscernibles en Leibniz». Fueron numerosas sus traducciones de lógica así como sus prólogos y presentaciones: cinco Quines, Granger, Hassenjaeger, Curry-Feys y su manual de lógica combinatoria, Newman, etc.

Además de todo ello, es necesario añadir sus clases de «Metodología de las ciencias sociales» y sus seminarios sobre clásicos de la epistemología e historia de la ciencia de los años setenta (Popper, Bunge, Kuhn, Feyerabend, Lakatos, entre otros), tras su vuelta a la Universidad después del fallecimiento del general africanista golpista, un tratado de lógica de 1964 escrito para una enciclopedia temática que pensaba editar Labor (que fue editado póstumamente por su hija Vera Sacristán con el título Lógica elemental, y con prólogo de Jesús Mosterín) y, desde luego, su Introducción a la lógica y al análisis formal (ILAF), un libro que, como ha señalado Luis Vega Reñón, ha sido esencial para la consolidación de los estudios de lógica en nuestro país y para guiar, en sus primeros pasos lógicos y epistemológicos, a muchos universitarios españoles.

No es aquí lugar para una presentación detallada de este ensayo. Cabe señalar sucintamente lo siguiente:

ILAF está dividido en cuatro partes. La primera, «La lógica formal y las ciencias reales. Categorías lógicas», con cuatro capítulos -1. Noción de lógica formal. 2. La lógica formal en la investigación de fundamentos. 3. El ideal del lenguaje bien hecho y 4. Las categorías lógicas-, presenta una introducción a asuntos epistemológicos generales y a temáticas de filosofía de la lógica y de la matemática que aún hoy se lee con agrado y con aprovechamiento y en donde la perspectiva gnoseológica singular de Sacristán no está ausente dentro de un marco básicamente didáctico.

La segunda parte -El sistema de la lógica elemental-está dividida en dos secciones: la primera, «El lenguaje de la lógica elemental», está compuesta de dos capítulos: 1. La composición de enunciados. Lógica de enunciados y 2. La estructura de los enunciados atómicos. Lógica de predicados, y la segunda sección -«Cálculos lógicos elementales»- consta de cuatro capítulos: 1. Presentación axiomática del cálculo de preciados de primer orden. 2. La deducción a partir de premisas. 3. Técnica de la deducción natural. Algunos teoremas, y 4. Formas normales. Comparación del sistema axiomático con el cálculo de deducción natural. Esta apartado es, básicamente, una introducción, con axiomática incluida, a la lógica proposicional y a la lógica de predicados de primer orden, con especial énfasis en procedimientos de deducción natural.

La parte tercera de ILAF la componen dos secciones. La primera -«Limitaciones del cálculo lógico»- está formada por tres capítulos: 1. Rendimiento del cálculo lógico elemental, 2. La lógica de predicados de orden superior y el teorema de incompletud de Gödel y 3. Decidibilidad en la lógica elemental; la segunda sección -«El alcance analítico del cálculo lógico»- tiene dos capítulos: la lógica de clases y la lógica de relaciones. Esta tercera parte, acaso la más larga del ensayo, consta de dos importantes apartados: uno de resultados metalógicos esenciales y un segundo que es una ampliación de la lógica elemental en terrenos de la teoría de clases y de la lógica relacional.

La cuarta y última parte -«Lógica formal y metodología»- está constituida por dos capítulos: «La división y la definición», y «El análisis formal de la inducción», temáticas que tradicionalmente habían sido tratadas en manuales de lógica o de metodología.

Finalmente, una relación sucinta de teoremas lógicos, la bibliografía consultada donde destacan las referencias a Boole, Frege, Mates, Moody, Couturat, Quine, Scholz, Hermes, Ackermann, Tarski, Prior, Carnap, E. Casari, Church, Kleene, Lorenzen o Hao Wang, algunas de ellas comentadas sucintamente [6] y un índice analítico y nominal.

Sacristán nunca dejó de tener aficiones lógicas, jamás abandonó el cuidado de esta parcela estimada. En 1983, en una carta escrita desde México donde estaba impartiendo dos cursos de posgrado en la UNAM [7] a su amigo, compañero y discípulo Antoni Doménech, Sacristán admitía su «dependencia» lógico-formal. Lo hacía en los términos siguientes:

    «[…] El segundo comentario es subjetivo: desde que estoy aquí estoy, como quizá te dije, enterrado en temas de lógica; durante el semestre pasado hice inducción, y este semestre, que ahora empieza, estoy haciendo dialéctica. En un rincón de la estantería tengo libros que tratan de cosas, y no de palabras -desde lengua náhuatl hasta entropía-, pero la verdad es que no tengo tiempo de mirarlos. Las cuestiones lógicas son (al menos para los aficionados) mucho más peligrosas que la morfina; cuando me dieron morfina en cantidad, a los veintitantos años, no me crearon hábito; en cambio, la lógica crea inmediatamente adicción. Pero, de todos modos, durante todo el año he estado sabiendo que trabajar es lo otro. Tu ponencia me ha devuelto a las cosas reales, y aunque no creo que en lo que queda de semestre pueda dedicarme a ellas, me ha agudizado mucho la esquizofrenia lógico-material».

Notas:

[1] Manuel Sacristán, «Heidelberg, agosto de 1950. Notas de un cursillista de verano». Laye 8 y 9, octubre-noviembre de 1950, páginas 9 y 11.

[2] Josep Mª Castellet, Seducts, il.lustrats i visionaries, Ediciones 62, Barcelona, 2009, pp. 49 y 56-57.

[3] Véase sobre este punto las declaraciones de Albert Domingo Curto y Juan-Ramón Capella para los documentales dirigidos por Xavier Juncosa, «Integral Sacristán», El Viejo, Topo, Barcelona, 2006.

[4] Alfonso Candau Parias era entonces catedrático de «Fundamentos de Filosofía e Historia de los sistemas filosóficos» de la Universidad de Valladolid. Figuraba en la terna propuesta por el Consejo Nacional de Educación y había seguido, como Sacristán, cursos de posgrado en la Universidad de Münster. Fue asiduo colaborador de Arbor, Ateneo y El Alcázar.

[5] Candau Parias intervino el 5 de julio de 1962 en torno al artículo «La filosofía desde la terminación de la II Guerra Mundial hasta 1958» (ahora recogido en Papeles de filosofía, Icaria, Barcelona, 1984, el segundo volumen de sus «Panfletos y Materiales»), afeando a Sacristán que gran parte de su trabajo se ocupara del marxismo y de la filosofía analítica y preguntándole si eso era lo que «el señor opositor» entendía por filosofía. En las deliberaciones últimas del tribunal, a propósito de este trabajo para la enciclopedia Espasa Calpe, se señalaba: «De carácter expositivo, indica una buena preparación instrumental de su autor, aunque sea muy discutible la proporción que, desde el punto de vista de la extensión, establece entre las distintas corrientes filosóficas» [el énfasis es mío]. He tomado la información de Christian Martín Rubio, «Mientras la esperanza espera. Materiales en torno a la oposición a la cátedra de lógica de la Universidad de Valencia en 1962». En S. López Arnal, Albert Domingo et al (eds), Donde no habita el olvido. Montesinos, Barcelona, 2005, pp. 257-286.

Entre los cinco miembros del tribunal, sólo Leopoldo Eulogio Palacios Rodríguez era catedrático de Lógica de la Universidad de Madrid. Era, de hecho, la única cátedra de lógica dotada en la España de aquellos años. Julián Besteiro la había ocupado en tiempos de la II República Española.

Además de la exposición oral del «Concepto, método, fuentes y programa» presentado por los opositores, recogido parcialmente en M. Sacristán, «Apuntes de filosofía de la lógica», Papeles de filosofía, ed cit pp. 220-283, uno de los temas expuestos por Sacristán fue la lección número 21 del programa por él defendido: «Motivación y estructura del cálculo de inferencia natural».

[6] Así, al comentar el libro de Lukasiewicz, Sacristán señalaba: «Es el estudio formal más importante de la silogística aristotélica realizado con métodos modernos». De la misma forma, a hablar de Scholz y su Geschichte der Logik apuntaba: «Al revés que el anterior [el estudio de Prantl] es muy breve y no trae documentos históricos; pero su moderno punto de vista ha influido en la mayoría de los estudios históricos contemporáneos».

[7] Sobre «Karl Marx como sociólogo de la ciencia» y sobre «Inducción y dialéctica». El primero dio pie a un artículo con ese mismo título que inicialmente fue un libro editado en México. Se conservan también grabaciones de algunas clases de ese curso. Materiales del segundo curso (esquemas desarrollados, apuntes, fichas comentadas) pueden consultarse entre los materiales depositados en Reserva de la BC de la UB.

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