El imperio británico emprendió la colonización del Caribe desde los inicios del siglo XVII: Islas Bermudas (1612), Barbados (1627), San Cristóbal y Nieves (1628) y Montserrat (1632), entre otras colonias. “En la mayoría de los territorios se estableció un sistema de plantación basado en la producción masiva de materias primas mediante el trabajo forzado de esclavos de origen africano, quienes formaron la mayoría de la población”, explica el antropólogo Daniel Montañez Pico (Madrid, 1986), autor de Marxismo negro. El pensamiento descolonizador del Caribe anglófono, publicado por Akal.
El imperio británico emprendió la colonización del Caribe desde los inicios del siglo XVII: Islas Bermudas (1612), Barbados (1627), San Cristóbal y Nieves (1628) y Montserrat (1632), entre otras colonias. “En la mayoría de los territorios se estableció un sistema de plantación basado en la producción masiva de materias primas mediante el trabajo forzado de esclavos de origen africano, quienes formaron la mayoría de la población”, explica el antropólogo Daniel Montañez Pico (Madrid, 1986), autor de Marxismo negro. El pensamiento descolonizador del Caribe anglófono, publicado por Akal.
Cuando el Parlamento del Reino Unido abolió la esclavitud en 1833, el Caribe británico contaba con 800.000 esclavos, lo que contrasta con los cerca de 200.000 en el resto del Caribe. Bermudas, Anguila, Islas Vírgenes, Islas Caimán, Montserrat e Islas Turcas y Caicos continúan siendo, actualmente, territorios británicos de ultramar.
Daniel Montañez Pico es profesor en la Universidad Nacional Autónoma (UNAM) de México. Destaca, como uno de los elementos clave del marxismo negro, que en la práctica los conceptos de raza y clase son complementarios e inseparables; así, la raza no tiene un sentido biológico, sino que básicamente determina jerarquías sociales y es uno de los ejes de la explotación capitalista. La noción de marxismo negro tiene como precedente el libro Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition, publicado por el académico afroestadounidense Cedric Robinson en 1983.
Otra aproximación al concepto puede hallarse en una carta que el intelectual y político de Martinica, Aimé Césaire, escribió en 1956 al dirigente del Partido Comunista Francés, Maurice Thorez: “Quiero que el marxismo y el comunismo estén puestos al servicio de los pueblos negros y no los pueblos negros al servicio del marxismo y el comunismo (…). No me entierro en un particularismo estrecho. Pero tampoco quiero perderme en un universalismo descarnado”. Los marxismos negros del Caribe anglófono se vincularon, en la primera mitad del siglo XX, a movimientos políticos que luchaban por la independencia de las colonias, como el Panafricanismo; y en los años 60 de la centuria, a otros como el Black Power surgido en Estados Unidos.
Colaborador los periódicos Gara y La Jornada de México, Montañez Pico aborda en el volumen la trayectoria política e intelectual de nueve representantes de este enfoque marxista y antirracista. Entre ellos el sociólogo Oliver C. Cox (Trinidad, 1901-Detroit, 1974), uno de los primeros autores que analizó el capitalismo como sistema-mundo; así lo reconoció por ejemplo Immanuel Wallerstein. A los 18 años Oliver Cox emigró a Estados Unidos, en 1938 se doctoró en sociología en la Universidad de Chicago y comenzó a impartir clases en las “escuelas negras” de Texas y Alabama. Consideraba que uno de los elementos esenciales del capitalismo era el control del comercio exterior -su carácter expansivo e imperialista-, lo que le conduciría a una crisis terminal.
A la etapa estadounidense corresponde el libro Caste, class and race (1948), en que vincula el racismo al sistema capitalista; el autor situaba los orígenes del racismo moderno a finales siglo XV, cuando en el Tratado de Tordesillas (1494) las dos principales potencias colonizadoras –Castilla y Portugal- se repartieron las zonas de la conquista de América. Retornó a la cuestión en su última obra (póstuma) Race Relations: A Study in Social Dynamics (1976). Además participó en las discusiones políticas de su época. Así, frente a las posiciones de Malcolm X, los Panteras Negras o la tradición del Black Power, tenía entre sus principales referentes a Martin Luther King Jr.
Roda E. Reddock (Kingstown, San Vicente y las Granadinas, 1953) es “una pionera del feminismo académico en Trinidad y Tobago y, en general, en todo el Caribe”, subraya el autor de Marxismo negro; en su obra más destacada, Women, Labour & Politics in Trinidad and Tobago: A History (1994), “apostó por una lucha contra el patriarcado que no busque un buen lugar para las mujeres dentro del sistema, sino que trate de transformarlo desde su raíz”, añade Daniel Montañez. Nacida en una familia de clase media, Reddock se doctoró en Sociología en la Universidad de Amsterdam. Entre 1985 y 1994 ejerció como profesora en la University of the West Indies, Campus Mona, de Jamaica; además fue la primera directora del centro de Estudios del Género y el Desarrollo en el campus St. Augustin de Trinidad.
En Women, Labour & Politics in Trinidad and Tobago: A History, la investigadora analiza la división sexual del trabajo en el sistema esclavista de plantación. Las fluctuaciones del comercio internacional y el precio del azúcar en el siglo XVIII condujeron a que los propietarios defendieran la reproducción autóctona de la mano de obra y, ya iniciado el siglo XIX, se incentivara la natalidad y promovieran leyes en “defensa” de las esclavas.
En ese contexto, “el aborto se generalizó como práctica de resistencia frente a los amos”, apunta Montañez Pico; las mujeres realizaron trabajos de todo tipo en las plantaciones y encabezaron rebeliones de esclavos. Mediado el siglo XIX, como consecuencia de la abolición de la esclavitud, llegaron a Trinidad y Tobago familias procedentes de la India, en régimen de servidumbre por contrato; las mujeres indias percibían salarios mucho más bajos y fueron sometidas a procesos de domesticación y feminicidio.
C. L. R. James (Caroni, Trinidad, 1901-Londres, 1989) también se crió en una familia de clase media y estudió en el colegio Queen´s Royal College de Trinidad. En 1934 migró a Londres, donde además de trabajar como periodista de críquet, se implicó en organizaciones trotskistas y antiimperialistas. En este periodo se inscriben algunas de sus obras principales, como World Revolution: 1917-1936, su primer libro sobre marxismo,de 1937, y Los jacobinos negros (1938). El libro de Akal subraya que la obra de James fue precursora en aspectos como la novela caribeña, la historia “desde abajo” o la reflexión filosófica marxista de la dialéctica hegeliana.
Para publicar Los jacobinos negros. Toussaint Louverture y la Revolución de Santo Domingo, C. L. R. James estuvo seis meses en los archivos de París. El libro incluye algunos ejes de sus reflexiones: la relación entre el líder revolucionario y las masas; una doble interpretación respecto a Occidente (admiración por la cultura y la ciencia, pero desprecio por la esclavitud y el imperialismo) y la adopción de un punto de vista global (el nexo entre la revolución en Santo Domingo, la Revolución Francesa y la elevación de Estados Unidos a la condición de potencia).
En 1938 James emigró a Estados Unidos, donde formó con Raya Dunayevskaya la tendencia Johnson-Forest dentro del Partido de los Trabajadores; la corriente abogaba por la “automovilización de las masas”, profundizó en la teoría del “Capitalismo de Estado” aplicada a la Unión Soviética e impulsó los movimientos revolucionarios, principalmente de negros y mujeres. En 1953 el activista fue deportado en el contexto de los procesos macartistas, retornó a Londres y en 1958 llegó a Trinidad para participar, como asesor, en el People’s National Movement (PNM) de Eric Williams, del que sería expulsado dos años después. Otro de sus libros relevantes fue Beyond a Boundary (1963), sobre el uso del críquet –un deporte introducido por los colonos blancos- para las reivindicaciones nacionales de la población negra en Trinidad. En las décadas siguientes desarrollaría un trabajo militante conectado al Panafricanismo y el Black Power.
El libro de Daniel Montañez Pico recoge las aportaciones de George Padmore (Trinidad, 1953-Londres, 1959), quien llevó “toda una intensa vida de activismo antiimperialista”, estuvo afiliado al Partido Comunista de Estados Unidos (en 1934 fue expulsado del Comintern) y destacó como uno de los organizadores, junto a W. E. B. Du Bois, del V Congreso Panafricanista celebrado en Manchester, en 1945; además asesoró en los años 50 al gobierno de Kwame Nkrumah, en la Ghana independiente; Montañez también estudia las contribuciones de Eric Williams (Puerto España, Trinidad, 1911-1981), historiador, autor de Capitalismo y esclavitud (1944) y primer ministro de la República de Trinidad y Tobago entre 1962 y 1981; y de Lloyd Best (Tunapuna, Trinidad, 1934-2007), quien teorizó sobre la economía de plantación junto a la economista canadiense Kari Polanyi.
Marxismo negro dedica un capítulo al economista jamaicano George Beckford (1934-1990), quien sostuvo que el sistema de plantación es racista y provoca el subdesarrollo; al historiador guyanés Walter Rodney (1942-1980), autor del volumen De cómo Europa subdesarrollo a África (1972) y asesinado en 1980 con una bomba en su automóvil en Georgetown (capital de Guyana); en otro apartado del ensayo se incluye a Stuart Hall (Kingston, Jamaica, 1932-Londres, 2014), marxista heterodoxo, referente de los Estudios Culturales y la New Left británica que reflexionó sobre la intersección entre raza y clase.