Recomiendo:
0

Marzo es feminista, de clase, radical y autónomo

Fuentes: Rebelión

El feminismo no debería buscar unirse al E$tado y no tendría porqué mimetizarse con la República o el Liberalismo. O con ambos, que actualmente hacen un muy buen matrimonio. Por otra parte, al feminismo no lo inventaron ni el movimiento del Género, ni la Academia, ni movimientos de la Diversidad Sexual. Más bien el feminismo […]

El feminismo no debería buscar unirse al E$tado y no tendría porqué mimetizarse con la República o el Liberalismo. O con ambos, que actualmente hacen un muy buen matrimonio. Por otra parte, al feminismo no lo inventaron ni el movimiento del Género, ni la Academia, ni movimientos de la Diversidad Sexual. Más bien el feminismo les parió a ellos. 

El feminismo nació autónomo porque es el empeño de las mujeres de rebelarse a la dominación y reconocerse como un sujeto independiente en vez de objeto de otros. El feminismo no aceptaría jamás que hombres hablaran por él. Y no se trata de biología, anatomía, hormonas, si no de una vivencia particular histórica y material. (Las ideas del feminismo pueden ser de todos, la vivencia feminista, no).

Marzo es feminista. Memoria de opresiones, de resistencias, de rebeldías, de luchas. Una memoria negada por los intereses políticos de la Historia del Hombre y sería -es- vergonzoso -entre la mezquindad y la ignorancia – que nosotras mismas nos omitamos (en general y unas a otras).

Todas trabajamos

Marzo es de las mujeres trabajadoras y todas trabajamos, no sólo las asalariadas o las que reciben monedas por lo que sea que hagan para parar la olla.

Si hay un trabajo generalizado en esta División Sexual del Trabajo diseñado por el Modo de Producción Doméstico, es el Trabajo de las Mujeres en la casa, en el barrio, en la Junta de Vecinos, en la Asociación de «Padres y Apoderados» (a la que van más que nada madres, hermanas, abuelas, tías…), en el Partido Político, en la Organización social, en el Centro Cultural, en la Comunidad, en la Okupa, y entre otros espacios, en todas las causas «solidarias» habidas y por haber (damas de rojo, verde, azul y todo el arcoíris).

El trabajo de las mujeres reproduce la sociedad. Entrega las condiciones para el funcionamiento social. Pero como es un trabajo segregado e invisibilizado, en vísperas del 8 de Marzo, van a hablar de «El Día de la Mujer Trabajadora», entendiendo por ésta a una supuesta Mujer tipo asalariada, solapando todo el trabajo sin paga desplegado por las mujeres en el mundo y deslizando -sin decirlo- que este No es un día feminista.

Reproducción social material

Según estudios -que siempre estiman menos de lo que es- en Chile, en la Región Metropolitana, el trabajo no pagado de las mujeres aporta 17 mil millones de dólares a la economía. Eso es el 26 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Casi el 70 por ciento del trabajo no remunerado en Chile, lo hacemos las mujeres. Entregamos 6,3 horas de trabajo impago al día, mientras los hombres entregan solamente 2,5 horas (1). Si hacemos una proyección básica de los tiempos de las mujeres y de los hombres -en la Región Metropolitana- a las mujeres nos quedan sólo cerca de 40 minutos para el ocio, la creación y la organización social y política, mientras que a los hombres les quedan 4 envidiables horas para lo que quieran (2).

Pero no es sólo en Chile, diversos estudios sobre el trabajo de las mujeres en el mundo demuestran que si se contabilizara este trabajo invisible resultaría que cerca de 2/3 partes de la riqueza del mundo es creada por las mujeres (3).

Así se desarrollan las fuerzas productivas del patriarcado capitalista: sobre la División Sexual del Trabajo, sobre las mujeres, parecido a lo que expresaban con un dibujo de portada las costureras anarquistas chilenas en el periódico «La Palanca» en 1908 (4), mucho antes de que algún economista se ocupara de medir el trabajo no remunerado de las mujeres.

«Empoderamiento» no es feminismo

Marzo es memoria de resistencia al Patriarcado y autonomía. Y esto no es lo mismo que llegar al Poder, tener presidentas de la República, subirse a los carros políticos del momento y acceder al Mundo Público desde esa mirada que dice que hay dos ámbitos estancados y carcelarios: el Público y el Privado.

El devenir humano es más complejo, demos gracias a las diosas y a las feministas radicales que enunciaron lo íntimo, lo personal y lo público.

Las luchas feministas para muchas no han significado llegar al Poder como sea, con quien sea, hacer lo que sea o aquella hipocresía de «cambiar el sistema desde adentro».

Lo que sí hemos visto es que el sistema «desde adentro», puja por cooptar a las feministas. Y hemos contemplado que «adentro» pareciera producirse tremenda contradicción interna entre lo soñado y el realismo patriarcal.

Cuando el patriarcado nos deja entrar es para incluirnos en lo suyo y no para autodestruirse. ¡Qué imbécil sería el patriarcado si aceptara el feminismo!

Por eso para muchas feministas la lucha no es la búsqueda de ser incluida, y menos de manera individual. Flora Tristán por ejemplo se negó a entrar a las organizaciones de los socialistas utópicos cuando excepcionalmente la invitaron. Ellos no dejaban entrar mujeres.

Y no fue para congraciarse con los hombres, ni con los curas ni con los revolucionarios, que las costureras anarquistas de Chile escribieron:

«Vosotros hombres de fe ¿qué habéis hecho si no persuadirla (a la mujer) de lo irremediable de su servidumbre, hacerla adorar sus cadenas, nutrir sus almas con creencias destinadas a eternizar su cautiverio?

Y vosotros revolucionarios, ocupados en hacer y deshacer constituciones ¿cómo no habéis pensado en que toda libertad será un fantasma mientras viva en esclavitud la mitad del género humano?» ( 5).

Tampoco parece que las mujeres organizadas en los clubes de librepensadoras inspirados por la portoriqueña-española anticlerical Belén de Zárraga buscaran acceder al Poder.

En 1906, Carmela Jeria, una obrera tipógrafa, editora de «La Alborada», revista anarquista, reclamaba a sus compañeras dejarse llevar por la ambición y la vanidad que nos hacen instrumento de los hombres:

«No creo, ni me es posible creerlo, que la mujer pueda emanciparse de los egoísmos del hombre y de la avaricia del «patrón», por más que se instruya y se organice en sociedades de resistencia, si no procura cambiar sus propias costumbres. De lo contrario siempre será un juguete del hombre y un instrumento del patrón; los que explotan su ambición y su vanidad».

Esta cita parece perfectamente aplicable a la ambición actual de ser incluidas por los hombres en sus instituciones como partidos políticos, ministerios, gobiernos, ejércitos o incluso en costumbres masculinas como acosar y hacerse parte de sus burlas y agresiones misóginas y machistas atribuyéndolo a una supuesta «igualdad de género».

Ni voto ni patria ni propiedad privada

En octubre de 1922, en «Verba Roja», tribuna anarquista en territorio chileno, una colaboradora, Aura, que no tenía nada de republicana o «demócrata», escribía un artículo llamado Liberación femenina:

«Por fin: después de cientos de años de profundo sueño, comienzan, las mujeres a tornar a la vida; que es lucha y es movimiento. La culpa de este tardío despertar no ha sido nuestra, ya que de antaño, la Iglesia por un lado y el Estado por otro, se han complacido en sumirnos cada día, en más horrorosos prejuicios y mayor esclavitud; de tal manera, que la rutina, impedía a la generalidad de la mujeres, a pensar siquiera, en una posible liberación. En este movimiento, como ocurre en todas las cuestiones ideológicas, hay diversas tendencias. Algunas mujeres, generalmente las burguesas y «aburguesadas», pretenden obtener derecho a voz y a voto, en otros términos, desean que la mujer intervenga en lo que llaman «política» y junto con ello obtener un mejoramiento económico, que les daría derechos a administrar libremente sus bienes.

Por otro lado el resto de las mujeres, deseamos también mejoras políticas, en el sentido a exijir se nos considere, como entidad integrante de un todo, que es la sociedad; también deseamos mejoramiento económico; pero no pretendemos que ese mejoramiento quede encerrado dentro de una clase, ni dentro de las fronteras, sino que él se haga extensivo a todos los seres humanos que pueblan este planeta» (6).

Esto es sólo parte de la extensa memoria feminista de estos territorios.

Las herramientas del amo

A inicios del siglo 20, en Argentina las obreras anarquistas, en México las profesoras anarquistas, en Puerto Rico, Uruguay y varios países más de América Latina, Belén de Zárraga, en Perú Flora Tristán, subrayan el parecido de las mujeres con la clase obrera, explotadas también. Flora dice: «La mujeres son las proletarias de los proletarios». Y Belén expresa que las mujeres estamos atrofiadas por los consejos de los curas.

Las prácticas y discursos de Clase, anticlericales, libertarias -no liberales- en el feminismo latinoamericano y caribeño han sido una constante. Se desarrollan, avanzan, se radicalizan. Más al Norte de Abya Yala, Audre Lorde, feminista de color -afro-, lesbiana, poeta, de Harlem, lo deja claro:

«Las que estamos fuera del círculo de la definición que esta sociedad da, de mujeres aceptables; las que hemos sido forjadas en las encrucijadas de las diferencias -las que somos pobres, que somos lesbianas, que somos negras o que somos más viejas -sabemos que la supervivencia no es una habilidad académica. Es aprender cómo estar en pie sola, impopular y a veces vilipendiada, y cómo hacer causa común con esa otra gente identificada como ajena a las estructuras, con el fin de definir y buscar un mundo en el que todas nosotras podamos prosperar. Es aprender cómo coger nuestras diferencias y convertirlas en potencias. Porque las herramientas del amo no desmantelarán nunca la casa del amo. Nos permitirán ganarle provisionalmente a su propio juego, pero jamás nos permitirán provocar auténtico cambio. Y este hecho sólo resulta amenazador para esas mujeres que todavía definen la casa del amo como su única fuente de apoyo» (7).

No es en la Academia, no es en el Gobierno, no es con leyes de matrimonio igualitario, aborto «terapéutico» o «violencia intrafamiliar» que se realiza el feminismo.

El feminismo es complejo porque surge de cuerpos complejos, cuerpos vivenciados de mujeres. Es una experiencia material histórica que no es universal:

«Estar juntas las mujeres no era suficiente, éramos distintas. Estar juntas las mujeres gay no era suficiente, éramos distintas. Estar juntas las mujeres negras no era suficiente, éramos distintas. Estar juntas las mujeres lesbianas negras no era suficiente, éramos distintas. Cada una de nosotras teníamos sus propias necesidades y sus objetivos y alianzas muy diversas. La supervivencia nos advertía a algunas de nosotras que no nos podíamos permitir definirnos a nosotras mismas fácilmente, ni tampoco encerrarnos en una definición estrecha…»(Audré Lorde) (8).

Difícilmente una cátedra universitaria pueda enseñar feminismo. Describirlo, hacer un recuento, relatar algunas de sus ideas, sí, pero… ¿se puede «enseñar» a ser negra, india, migrante, mestiza…?

El feminismo de Europa no fue pura República

Las dificultades del Saber suelen estereotipar lo que hemos entendido por feminismo. Y en estos territorios a menudo se ha pintado el feminismo como un fenómeno «de afuera», gringo, europeo, burgués y blanco.

No es extraño que los hombres de izquierda quieran hacerlo parecer así para frenar el feminismo en sus compañeras y así conservar sus privilegios. Por otra parte, la ignorancia coopera, pero no es sólo eso. Desde un cierto feminismo criollo, el feminismo se muestra, a menudo, como un típico relato sobre Derechos Humanos. Unos «Derechos Humanos» que conviven con la asimetría, la estratificación y las jerarquías sociales-. Porque el relato de los «Derechos» pretende decirnos que somos iguales aunque sabemos -porque vivenciamos la desigualdad- que no somos iguales. Es un relato que  cuestiona el poder en la violencia contra las mujeres, en el colonialismo, en el racismo, en el clasismo, en la homofobia, pero sin desmantelarlo, y ni siquiera develar la dominación. Es un relato «relativo» que parece decirnos que es una lástima la pobreza, pero al fin y al cabo no importa -tanto- porque todas y todos tenemos acceso a los DDHH.

También es cierto que el enfoque de «los derechos» surge en Europa y se desarrolla a partir de los valores de la Revolución Francesa, pero la memoria del feminismo europeo no es sólo «Ciudadanía». El feminismo en Europa también parece haber sido vivenciado radicalmente, desde una mirada de clase, desde el anarquismo y el anticolonialismo…

En la Comuna de París, Louise Michel, Elizabeth Dimitrief, Sophie Poirier, Andrée Leo, Beatriz Excoffon y otras feministas de la Comuna exigieron la abolición de la servidumbre sexual y de la prostitución, economía de intercambio y entre otras medidas, distribución del trabajo de las mujeres por las propias mujeres. No estaban ahí para refundar un E$tado sino para desmantelarlo, como dijo en Estados Unidos Audré Lorde 2 siglos más tarde. Y no sólo eso, Louise Michel, única comunera -mujer- que fue exiliada luego de la derrota de la Comuna, en Kanaky -archipiélago de Nueva Caledonia- se unió a la lucha anticolonial de los kanakas contra el Estado francés. Esto, mientras sus compañeros, también exiliados de la Comuna, a cambio de tierras y cargos políticos, peleaban en contra de los kanakas y a favor del colonialismo(9).

Cada quién elige y sabe muy bien qué y por qué. Aunque igualmente no deja de ser contradictorio que el feminismo que nace enfrentando la dominación para desmantelarla, tan a menudo en las últimas décadas, hable «inclusivo», renovado, adecuado al sistema patriarcal.

Menos mártires, más luchadoras

Con toda la furia feminista que nos merecen los asesinatos patronales, el 8 de Marzo es la conmemoración no sólo de muertes, sino de vidas, luchas, goce, creaciones, conciencia feminista y logros.

El sacrificio y el sufrimiento de las mujeres es algo de lo cual goza mucho el patriarcado -también el de izquierda, el indigenista, el indianista y el cristiano-. Tiene que ver con la adoración del alma y la guerra. El sufrimiento del cuerpo purifica el alma y en la guerra los vencidos reciben como premio de consuelo los honores que se les hacen a los héroes muertos. Pero las mujeres no tenemos honor y las feministas somos impuras… Hablar sólo de las obreras calcinadas sin mencionar siquiera las luchas revolucionarias, las denuncias, las acciones, los debates feministas, no es ningún halago. Casi como flores y chocolates. Tan ofensivo como «celebrar» el 8 como si fuese el «día de la Madre» o el «día del Amor».

La historiadora norteamericana Mari Jo Buhle en su obra «Women and American Socialism 1870-1920» estudió el incendio de la «Triangle Shirtwaist Company» que ocasionó la muerte de un ciento de obreras que perecieron calcinadas pues no pudieron salir de la fábrica porque el patrón las tenía bajo llave para que no robaran mercancías. La mayoría eran jóvenes inmigrantes entre los 17 y 24 años. Pero Buhle, la historiadora, parece haber descubierto además que este crimen patronal sucedió un 25 de marzo de 1911 y no un 8. Dos años y cuatro meses antes, a fines de Noviembre de 1908, en Nueva York había comenzado una insurrección de 20 mil mujeres, trabajadoras de la Confección y tal vez muchas de las que murieron en 1911 habían estado en esa gran Huelga. Resistieron 13 semanas en las que hubo hambre, despidos y más de 600 detenciones, pero ganaron algunas cosas: Aumento de salarios, reducción de la jornada laboral porque trabajaban más de 12 horas, y derecho a sindicalizarse(10).

Según el Grupo de estudiosas de san Francisco, el Women´s History Group, el 8 de Marzo de 1909, las huelguistas hicieron una gran manifestación para celebrar lo ganado y mostrar su fuerza. Entre los carteles que exhibían, se demandaban mejores condiciones laborales, fin al trabajo infantil y derecho al voto femenino.

Al año siguiente, en 1910, los días 26 y 27 de agosto se celebró en Copenhague el Segundo Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas y este evento estableció el 8 de marzo como día Internacional de la Mujer. Clara Zetkin y Kathy Duncker lo propusieron en representación del Partido Socialdemócrata Alemán, mismo partido que 6 años más tarde (en 1916) excluyó a Clara Zetkin porque ella en 1914 junto a Rosa Luxemburgo formó el grupo antiguerra, «Spartakus», mientras su partido se había unido a la burguesía alemana pro guerra (Primera Guerra Mundial). La consigna del Spartakus fue «Guerra a la Guerra», Clara fue encarcelada en 1915 y se le prohibió hablar en público.

Volviendo al 8 de Marzo, no era tan inédito lo de un día en marzo para conmemorar a las mujeres. Las socialistas estadounidenses venían conmemorándolo desde 1908, pero para ellas el Women’s Day tenía una finalidad reivindicativa por el derecho al voto, para Clara Zetkin y Kathy Duncker que también querían el derecho a voto, tuvo más que ver con luchas y movilizaciones de las obreras.

Voto o Revolución, poco cambió

Los feminismos han sido diversos, pero todos nacieron por el afán de autonomía de las mujeres y muchos eventos de la Historia del Hombre ha ido radicalizando a diversos feminismos. Porque la radicalidad no es una perfomance ni un dogma sino una consecuencia de los devenires históricos y políticos.

Diversos feminismos desde fines del siglo XVIII persiguieron el derecho a sufragio -o voto- y a la vez lucharon con ovarios por gobiernos revolucionarios, imaginando que el cambio del poder desde una clase social a otra, desde unos hombres burgueses a otros proletarios -compañeros nuestros- traería liberación a las mujeres y un cambio radical del sistema patriarcal. Pero nada de eso pasa aún… Emma Goldmann, lo advirtió:

«Innecesario sería decir que no me opongo al sufragio femenino; en el sentido convencional de la idea pura, debería ejercerlo. Ya que no veo por cuáles razones físicas, psicológicas y morales la mujer no posee los mismos derechos del hombre. Mas esto no me ciega hasta llegar a la absurda noción que la mujer ha de llevar a cabo cosas en las que el hombre fracasó. Si ella no las hará peor, tampoco las hará mejor»…

«La historia puede ser muy bien una compilación de mentiras; no obstante, algunas verdades contiene, y éstas son la sola guía para el futuro. La historia de las luchas políticas llevadas a cabo por el hombre nos demuestra que nada le benefició sin que le costara largos o graves quebrantos. En una palabra, cada pulgada de tierra conquistada, le valió un constante combate, una incesante brega para afianzar sus derechos, y no fue logrado esto mediante el sufragio. No hay, pues, razón para creer que la mujer, si quiere escalar las vallas de su propia emancipación, deberá ser ayudada por el voto político»… (11).

Son sólo un par de párrafos de todo lo que escribió Emma en 1910 o antes sobre el voto femenino, nuevo «fetiche» –como le llamó- del Capitalismo. Contemporánea a las sufragistas fue totalmente visionaria. Sobre la Revolución Rusa y su «dictadura del proletariado», en Berlín, en el mes de abril de 1924, desilusionada escribió:

«Algún día comprenderán seguramente los trabajadores la completa significación de esa dictadura. Entonces comprenderán que sólo han sido títeres en el teatro del comunismo y han contribuido por eso a poner en escena el drama ruso, aquel drama que ha enterrado la revolución, paralizado el pensamiento y los actos de las masas y que ha creado un sistema de persecuciones políticas como apenas había visto antes el mundo. Entonces reconocerán que bajo la dirección del comunismo han restablecido el capitalismo»… (12)  

La Marcha del Pan en Rusia, un 8 de Marzo

El feminismo no tiene una fórmula única, ni debería tener dogmas. Más cercano a lo libertario, jamás ha negado la experiencia de clase social que une a hombres y mujeres en el Capitalismo y la necesidad de las revoluciones anticapitalistas. Muy por el contrario las ha llevado a cabo aunque más tarde estas revoluciones no lo reconocieran ni desarrollaran postulados feministas más que en el maquillaje.

11 años antes de la desilusión de Emma, en 1913, las rusas ya habían comenzado a conmemorar el 8 de marzo. Y debieron defenderlo ante sus compañeros. Alexandra Kollontai, la revolucionaria rusa que 70 años más tarde casi no era mencionada en la Historia Revolucionaria -que nos enseñaban en la Unión Soviética-, se encargó de explicarles porqué conmemorar un Día de las Mujeres no era «dañino para la unidad del movimiento obrero». Ella ironiza con el calificativo de «dañino»: «Esas cuestiones todavía se oyen en Rusia, aunque ya no en el extranjero. La vida misma les ha dado una respuesta clara y elocuente a estas preguntas». Para ella «el día de la mujer es un eslabón en la larga y sólida cadena de la mujer en el movimiento obrero. El ejército organizado de mujeres trabajadoras crece cada día. Hace veinte años las organizaciones obreras sólo tenía grupos dispersos de mujeres en las bases de los partidos obreros… Ahora los sindicatos ingleses tienen más de 292.000 mujeres sindicadas…»(13)

Tres años más tarde de ese artículo de Alexandra, vino la Revolución Rusa en 1917, la que, justamente, desataron mujeres un 8 de marzo del calendario gregoriano occidental (23 de febrero del calendario juliano ruso). De manera espontánea, obreras de Viborg declararon la huelga y cientos de mujeres para apoyarlas llevaron a cabo una marcha que se llamó «¡Por el Pan!» (¡Za jleb!). Gritaban consignas por la igualdad entre mujeres y hombres, «¡Abajo el zar!» y «¡Pan!». Ellas subrayaban su vivencia de llegar sin pan a casa al final del día. Los hombres revolucionarios en cambio, pensaban que aún no era el momento de salir a las calles. Pero ellas lo hicieron igual. A esta movilización se le llamó «La Revolución de Febrero».

Así se gestó la Revolución Rusa que generalmente se recuerda en el mundo por la Toma del Palacio de Invierno en Octubre del mismo año, que es una gesta que se imagina netamente masculina.

Sobre La Revolución de Febrero, Trotsky dice: «… la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias;… de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil…»…»Manifestaciones de mujeres en que figuraban solamente obreras, se dirigían a la Duma municipal pidiendo pan.»(14)

Las Naciones Unidas reconoció el día 8 de Marzo en 1975 y parece que hizo todo lo posible por no mencionar los sucesos de Rusia, que en los años 70 era socialista y una potencia mundial que amenazaba a Occidente.

Contra la Violencia Machista

Pero Marzo no sólo ha sido lucha por la precariedad del trabajo o el hambre del pueblo. Cinco años antes de la gran marcha de Nueva York, en 1905, en Francia, Limoges, el empresario de porcelanas Haviland tenía mujeres trabajando por bajos salarios y en pésimas condiciones, sin embargo para esas obreras fue más importante luchar contra el acoso sexual que sufrían de parte de los capataces.

Michelle Perrot, historiadora, rescata este hecho (15). Dice que «las obreras estaban expuestas a los avances de los capataces, más todavía que a los directores de las fábricas…». Ellas lo habían denunciado al movimiento obrero y a la patronal. Lo que movía a esas mujeres no era la búsqueda de una simbólica igualdad, si no la experiencia material del machismo en sus cuerpos. El abuso sexual las sublevó.

Los abusadores -como pasa actualmente también- eran sus propios compañeros de clase aprovechándose del escaso poder que el patrón les entregaba y usándolo contra el estrato que viene directamente «bajo ellos» en la jerarquía patriarcal, las mujeres de su misma condición social.

Las obreras declararon la huelga el 28 de Marzo en Limoges y otros talleres de mujeres se plegaron. Veinte días más tarde, el 17 de abril, no habiendo logrado que las insurrectas desistieran, la patronal envió soldados a disolver la huelga. El E$tado francés disparó contra ellas, quedaron varias heridas y, al parecer, una asesinada llamada Camille Vardelle. Si Camille hubiese sido un hombre, de seguro habría cantatas y numerosos trozos de la Historia del Hombre la mencionarían. Pero era mujer y hay un libro que no es un clásico mundial -como «Germinal» de Zola por ejemplo- si no la novela Le Pain noir de Georges-Emmanuel Clancier(1975), que dio lugar a una telenovela en Europa. Y también una antigua y muy poco conocida película «La grève de Limoges» («La huelga de Limoges») (16).

Una huelga como esta, de tan clara resistencia a la violencia contra las mujeres poco sirve para ilustrar revoluciones masculinas, por esto probablemente no se mencionará en estos días.

Siglo XXI: se profundiza el Intercambio de Mujeres

Unos tratan el 8 como un día comercial, otros como un día «clasista» en el sentido marxista-leninista que invisibiliza que las mujeres somos una clase de seres apropiados por medio del Matrimonio, la Maternidad y la Familia, como instrumentos de reproducción y producción social. Lo que Colette Guillaumin, feminista materialista francesa llamó Sexaje (17). Una clase que sostiene en promedio en el mundo, la mitad del Producto Interno Bruto de cualquier país, pero que a la vez vive la realidad de tener entre sus filas al 70 por ciento de la gente más pobre del mundo, que son mujeres.

Negocio redondo este del Patriarcado -que es sumamente material-: trabajamos más, trabajamos gratis «por amor», ganamos menos o no ganamos nada, porque las más pobres del mundo sobreviven con menos de un dólar al día, pero igual trabajan, paren y crían guaguas para los ejércitos de pobres y los ejércitos de guerra.

Somos una clase compleja cruzada profundamente por clases sociales mixtas, opuestas, millones de etnias diversas, pueblos originarios perseguidos, saqueados, viviendo en territorios colonizados y tomados por los nuevos imperialismos, migraciones de la pobreza y desplazamientos de las guerras y guerrilas; otras viviendo en territorios que han construido su bienestar a costa de los pueblos invadidos. Somos mujeres con prácticas sexuales, deseos, estéticas y miradas éticas distintas, también lesbianas políticas. De diversas culturas, idiomas, costumbres. Todas sin embargo, en riesgo de muerte por el sólo hecho de ser mujeres. Y no es riesgo de muerte sólo en el matrimonio, la pareja, la familia, o en la prostitución, sino en masa, en la nueva esclavitud: el Tráfico de Personas.

El cuerpo vivenciado y sus experiencias materiales no se relativizan ni con los nuevos y brillantes lenguajes postmodernos. El Intercambio de Mujeres, que subrayó Levi Strauss, está más vigente que nunca en el siglo XXI. Las instituciones internacionales confiesan que hay 1 millón y medio de esclavas sexuales en el mundo y 28 millones de esclavos de trabajo forzoso, cuya mayoría son mujeres, niñas y niños.

Siddharth Kara, estadounidense de origen indio, entrevistó a casi 300 personas en el mundo, mujeres víctimas de tráfico, familiares de víctimas, hombres que compraron mujeres y traficantes (18) y reveló las razones por las cuales la Esclavitud Sexual, cuyo objeto son las mujeres, es más rentable que el Tráfico de Drogas: La mujeres no se cultivan y una sola mujer se usa muchas veces… A una niña de 16 años ya la han violado cien hombres en ese negocio criminal.

Esto es apropiación de los cuerpos de las mujeres como instrumentos. Una manifestación cruda y evidente del mismo fenómeno, la Violencia Estructural Contra las Mujeres…

¡La mujer no es una perfomance! El Patriarcado no es sólo símbolos y lenguaje, es sobre todo crueldad material, concreta y práctica.

¿Qué liberación nos trajeron la República, los estados de Derecho, el voto femenino, las revoluciones socialistas?… Nuestras elecciones podrían estar claras ante la aplastante realidad de las mujeres como clase y como individuas, pero no lo están… 

El patriarcado que es precapitalista, capitalista, socialista y postsocialista, es un sistema material de acumulación, asimétrico que jerarquiza, segrega y estratifica a los seres para apropiárselos y explotarlos. Primeramente a los animales, luego a las hembras humanas.

Las mujeres no somos un hecho sólo simbólico. No somos seres humanos que nos sentimos mujeres… No. Cada ser humano puede sentirse lo que desee, es ético y justo que lo reivindique, lo actúe, lo vivencie. Pero las mujeres en el Patriarcado, independiente de lo que sintamos, somos seres material e históricamente usados como cuerpos esclavizados, productores y reproductores. No disputamos feminidad -al contrario-, pero sí la vivenciamos individual y colectivamente.

Así, cualquier alianza política con movimientos antipatriarcales debería partir de la devolución de la reproducción a las mujeres. Nada de «Aborto Terapéutico» u otra acomodación; despenalización del aborto sin manipulaciones del E$tado; una nueva relación social del trabajo, desarrollo feminista de las fuerzas productivas, reconocimiento explícito de la estatificación, la jerarquía y la segregación que dan origen a los privilegios masculinos para desmantelarlos con la renuncia… ¡Y claro! Nada de dictaduras, tampoco del proletariado.

Referencias

1. Estudio de Corporación Domos, SERNAM y Universidad Bolivariana (2008)

2. En una proyección básica de estas estadísticas 8 horas de sueño, 8 horas de trabajo con paga, 6,3 horas trabajo sin paga: a las mujeres nos quedan sólo 1 hora 40 minutos para comer y además crear, descansar, participar en organizaciones, y a los 4 horas libres y una hora y media para comer. Lo dijimos en 2005 sin saber las estadísticas criollas en el artículo «No voy a votar por Bachelet». ALDUNATE MORALES, VICTORIA. «Cuerpo de Mujer, Riesgo de Muerte. Ed. Sarri Sarri, Santiago 2012.

3. Causas fundamentales de la pobreza, la inequidad y la degradación ecológica: necesidad de rediseñar la creación del dinero y la asignación del crédito, y de reestructurar los sistemas financieros. Julio de 2009. En: www.eclac.org/mujer/noticias/paginas/5/36595/Henderson_espanol.pdf

4. Ver portada «LA PALANCA», Revista mensual. Órgano de la Asociación de Costureras de Chile, 1º de Mayo de 1908.

5. LA PALANCA», Revista mensual. Órgano de la Asociación de Costureras de Chile, 1º de Mayo de 1908.

6. PALOMERA, ADRIANA y PINTO, ALEJANDRA. «Mujeres y prensa anarquista en Chile, 1879-1931». Edición Espíritu Libertario, Santiago 2006.

7 y 8. LORDE, AUDRE. «La Hermana, La Extranjera: Artículos y Conferencias», Ed. Horas y Horas, Madrid 2003.

9. MACLELLAN, NIC. «Louise Michel: «Mujer socialista, luchadora incansable, enamorada de la vida». Colección «Vidas Rebeldes». Ediciones Ocean Sur. Melbourne, Australia. Marzo 2004. También Ver artículo de 2008 en kaos en la Red Louise Michel: «Ahora el pueblo está encadenado para hacerle creer que es libre» (Victoria Aldunate) http://old.kaosenlared.net/noticia/louise-michel-ahora-pueblo-esta-encadenado-para-hacerle-creer-libre o en http://www.generacion80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=7582

10. ÁLVAREZ GONZÁLEZ, ANA ISABEL. «Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945». KRK-Ediciones. Oviedo 1999. 

11. Y 12. Marxists Internet Archive, enero de 2010. Publicado por vez primera En inglés en los EE.UU., en Anarchism and Other Essays (1910).

13. Marxists Internet Archive, mayo de 2002.

14. TROTSKY, LEÓN. «Historia de la Revolución Rusa». Ed. SARPE, Madrid 1985.

15. PERROT, MICHELE. «Mi historia de las mujeres». Fondo de Cultura

16. MEUSY, JEAN JACQUES en colaboración con LOISEL, GEORGE y MILCOT, ANDRÉ. «Cinémas de France, 1894-1918. Une histoire en images». Fragmento de (Pág 48 y 49). Ed. Arcadia Editions, París 2009.

17. MÉNDEZ, LOURDES. Antropología feminista. Ed. Síntesis. Madrid 2007 y CURIEL, OCHY/ FALQUET, JULES (Compiladoras). «El Patriarcado al Desnudo. Tres feministas materialistas. Colette Guillaumin – Paola Tabet – Nicole Claude Mathieu. Ed. Brecha Lésbica. Buenos Aires 2005.

18. SIDDARTH, KARA. «Tráfico Sexual: El Negocio de la Esclavitud Moderna». Alianza Editorial, Madrid 2010

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.