Este autor enumera los pasos que obligatoriamente se deben seguir para que un golpe de Estado sea exitoso; los mismos consisten en asaltar primero y tener bajo control los resortes básicos de la maquinaria estatal: electricidad, agua, correos, prensa hablada y escrita, sistemas de comunicación, transporte e información, aeropuertos y, actualmente, habría que añadir televisión, […]
Este autor enumera los pasos que obligatoriamente se deben seguir para que un golpe de Estado sea exitoso; los mismos consisten en asaltar primero y tener bajo control los resortes básicos de la maquinaria estatal: electricidad, agua, correos, prensa hablada y escrita, sistemas de comunicación, transporte e información, aeropuertos y, actualmente, habría que añadir televisión, internet, redes sociales y ONG.
Sostiene Malaparte que, según Trostky, «el problema del golpe de Estado moderno es un problema de orden técnico. La insurrección es una máquina; se necesitan técnicos para ponerla en movimiento y únicamente unos técnicos pueden pararla». Exactamente eso fue lo que hizo Trostky para conseguir el triunfo de la Revolución Rusa, controlar los órganos técnicos y no los políticos, y «Stalin fue el único hombre de Estado europeo que supo sacar provecho de la lección de octubre de 1917», pues evitó posteriormente ser derrotado por igual procedimiento; de manera que cuando en 1920 Trostky intentó derrocarlo, Stalin controlaba ya todos esos centros neurálgicos y pudo ser parada la maquinaria insurreccional.
Lo que ni en sueños se le hubiera ocurrido a este ingenioso escritor toscano es que con esta finalidad se pudiera también contratar el servicio de mercenarios criminales, por ejemplo a «blackwater», especializados en disparar certeramente contra los órganos vitales tanto de los manifestantes como de las fuerzas del orden. Luego de obtener la concebida mortandad, acusar al gobierno, que se pretende derrocar, de reprimir la voluntad popular y después convencer a la opinión pública mundial de la veracidad de esta falsedad, mediante una campaña orquestada por la monstruosa maquinaria de propaganda que diariamente engatusa a la humanidad.
Este método, inverosímil por lo inhumano, se ha vuelto verosímil después del pinchazo a la conversación entre la alta representante de la UE, Ashton, y el Ministro de Relaciones Exteriores de Estonia, Paet, quienes nos revelan que los que dispararon en la plaza de Maidán y que causaron cerca de cien muertes fueron francotiradores vinculados a la oposición nazi actualmente en el poder. Las víctimas mortales conforman la gota que derrama el vaso y permite el derrocamiento de un gobierno malo pero legítimo para instaurar un gobierno malo e ilegítimo.
Probablemente en Lituania se ensayó esta novísima «técnica del golpe de Estado», cuando en 1991, ante la sede de la TV de Vilna se eliminó a trece manifestantes del movimiento opositor de ultraderecha «Sajudis» y se hirió a muchos más, la gran mayoría del Ejército Soviético, para luego acusar al KGB de cometer estas atrocidades. En abril del año 2000, en nº 12 de la revista «Obzor», Audrius Butkevicius, alto dirigente del movimiento «Sajudis», financiado por los EE.UU., reconoce que necesitaban de muertos y que nada les impidió conseguirlos disparando contra su propia gente, lo que a la larga les resultó ventajoso. Este hecho fue determinante en la desintegración de la URSS, por cuya integridad habían votado mayoritariamente en plebiscito sus integrantes.
Hace doce años, en Caracas, se disparó contra los partidarios del gobierno y la oposición causando más de veinte muertes. (A buena hora que todo este evento fue filmado y fue luego proyectado por Telesur). La intentona fracasó porque los complotados no habían leído a Malaparte, por lo menos con atención, ni tampoco gozaban de las condiciones propicias para tener éxito. Poco después, el usurpador Carmona fue sacado de su fugaz solio y Chávez, luego de tener un píe en el patíbulo, regresó a Miraflores más fuerte que nunca. Este método, empleado por los servicios especiales de los EE.UU., explica lo que está pasando actualmente en Venezuela y lo que pasó hace poco en Ucrania.
¿A qué otro artilugio recurrirá el imperio luego de que fracase irremediablemente en la actual coyuntura ucraniana? Pues sólo cuentan con el endeble y forzado apoyo de la UE. Sus cipayos de Kiev no controlan ni a sus aliados más cercanos, peor a la población ruso hablante, son más frágiles que huevo recién puesto por gallina clueca y pueden reventar en mil pedazos, ya que deben a las once mil vírgenes y están más paupérrimos que sacerdote franciscano sin sotana.
Pronto se sabrá.
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