¿Qué es mejor para Cuba y para el sector, seguir expandiendo ad infinitum las capacidades habitacionales o aprovechar estos años que vienen en consolidar y mejorar lo alcanzado?
“¿Y cómo le irán a poner al hotel, hermano, hotel Moscú?“ me dijo alguien allí en el mercado agropecuario de mi pueblo. Luego un amigo con un poco de más años me dijo que si fuera él aprovechaba eso de la historia y lo bautizaría con el nombre de Hotel Montmartre Habana Five Star. Total, como no es una pyme pues no importa el idioma.
Lo cierto es que la noticia de que el edificio donde se encontraban el restaurante Moscú y el cabaret Montmartre se convertiría en hotel me produjo sensaciones encontradas; ¡qué bueno que al fin haremos algo en un pedazo de tierra vedadense que por décadas ha estado desperdiciado como fuente de ingresos para el país y espero que para el territorio también! Pero inmediatamente me pregunté ¿y por qué ahora? ¿y se hará con fondos cubanos? ¿y quién lo va a construir? ¿y cómo recuperarán la inversión?, ¿y en qué tiempo? Aunque se agradece la noticia, faltaron algunas informaciones que hubieran ilustrado al dueño —el pueblo de Cuba— de los elementos decisivos para formarse un criterio fundamentado de la decisión.
Definitivamente hay cosas que casi caen del cielo. Estar en el sur del hemisferio norte, ser el más extenso de todos los territorios insulares del Caribe, estar protegido de las olas frías por la corriente del Golfo, tener centenares de isletas y cayos rodeando la isla mayor y una diversidad geográfica como ningún otro territorio insular, poseer miles de kilómetros cuadrados de playas de buenas arenas bañadas por un mar que hasta en invierno tiene una temperatura que raramente baja de los veintiséis grados, estar tan cerca de países tan grandes, con niveles de ingresos per cápita elevados donde el frio es dueño y señor desde octubre hasta abril, todas esas ventajas, nos hizo ser, sin proponérnoslo, un territorio destinado al turismo. ¿Hay quien lo dude?
Si hemos aprovechado bien o no esa ventaja es más difícil de explicar. De una parte existe todo un grupo de factores que hablan a favor, como el hecho real de que luego de ser pioneros en esta industria allá por la década del veinte y del treinta del siglo pasado, por razones bien conocidas nos apartamos —y nos apartaron— de la naciente industria global en la que se convirtió el turismo desde mediados de los cincuenta, en buena parte de la mano de la aviación y las comunicaciones y de la elevación del ingreso per cápita de los países capitalistas avanzados. Habernos convertido muy rápido, en los noventa y a pesar del bloqueo estadunidense, en uno de los diez primeros destinos turísticos en la región y también el hecho de que durante algunos años el turismo logró encadenar algunas industrias, incluso a pesar de políticas a veces muy erradas al respecto, habla a su favor.
De otra parte, la persistencia de un grupo de fallas, desde los débiles encadenamientos con la industria y la agricultura, y consecuentemente el alto componente importado de sus costos, por decisiones y políticas que lo rebasaban, la excesiva estatización de la actividad hotelera y extra hotelera durante una buena parte de los años posteriores a su resurgimiento, la apabullante cantidad de “habitaciones fuera de orden”, la persistencia de una baja cultura del servicio, la alta relación precio/calidad de los servicios, la baja repitencia de los turistas, la persistentemente baja ocupación lineal de los hoteles, los alto precios de los autos de renta y otros servicios asociados, la débil red extrahotelera durante más de diez años, la mala calidad de las instalaciones aeroportuarias, si las comparamos con otros destinos de la región, hablan en su contra.
Pero a pesar de todo, de políticas erróneas, de prejuicios heredados y renacidos, de una red extrahotelera que limitó el gasto del turista, de una infraestructura de transporte con altas limitaciones, terrestre y por avión, a pesar de todo eso —en mucho no achacable al sector—, el turismo ha sido una de las primeras fuentes de ingresos por exportación del país. Lo hizo en una competencia desigual con destinos ya establecidos, logró —luego de mucha resistencia— incorporar al sector no estatal dentro de sus fortalezas (resistencias aún permanecen y no admiten que nacionales desarrollen determinadas actividades de forma privada, con la falta que nos haría). El turismo cubano ha fomentado alianzas con importantes cadenas hoteleras y se ha insertado, de forma relativamente exitosa en la cadena global del negocio, aun cuando el lugar dentro de la cadena no sea el que permite una mayor apropiación del valor agregado que el “negocio turístico” genera.
Son esas las razones que permiten afirmar que el turismo es y será, un sector estratégico en los esfuerzos de crecimiento y desarrollo de nuestro país.
La pandemia y otros temas que la rebasan, nos obliga a otras lecturas sobre el sector turístico y sus tendencias a escala mundial. El primer reporte del 2022 del Barómetro de la OMT del Turismo Mundial considera lo siguiente:
“El turismo mundial experimentó un incremento del 4% en 2021, en comparación con 2020 (415 millones frente a 400 millones). Sin embargo, las llegadas de turistas internacionales (visitantes que pernoctan) se mantuvieron un 72% por debajo de las de 2019, el año previo a la pandemia, según las estimaciones preliminares de la OMT. Son cifras que siguen a las de 2020, el peor año en los anales del turismo, cuando se registró un descenso del 73% en las llegadas internacionales.
Europa y las Américas registraron los mejores resultados en 2021 en comparación con 2020 (+19% y +17% respectivamente), pero ambos siguen estando un 63% por debajo de los niveles prepandémicos.
Los ingresos por exportaciones del turismo internacional podrían superar los 700.000 millones de dólares en 2021, una pequeña mejora respecto a 2020 debido al mayor gasto por viaje, pero menos de la mitad de los 1,7 billones de dólares registrados en 2019.“
Parece existir bastante certeza de que si bien la actividad se recupera, aun está muy lejos de los niveles alcanzados en 2019. En Cuba ocurre lo mismo.
La misma fuente considera que: “Los escenarios de la OMT indican que las llegadas de turistas internacionales podrían crecer entre un 30% y un 78% con respecto a 2021. No obstante, son porcentajes que están aún un 50% y un 63% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.“
Volvamos a nuestra tierra. Además de los efectos de la pandemia, Cuba debe enfrentar los efectos de las medidas de la administración norteamericana, que ya había tenido un un impacto negativo sobre los arribos de ciudadanos norteamericanos y también sobre la visitas de ciudadanos cubanos residentes en Estados Unidos.
En el 2018 Cuba alcanzó la mayor cantidad de arribo de turistas con 4 683 655, en el 2019 se redujo a 4 263 115 y en el 2020 solo arribaron 1 084 728. En el 2021, Cuba recibió 573 944 viajeros internacionales, esto es una reducción de casi un 52,9% en relación a los turistas del 2020, y de un 39,8% del total de viajeros. Un comportamiento contrario a lo que fueron las tendencias internacionales del sector.
Saquemos cuentas, suponiendo que en el año 2022 Cuba alcance una proyección de crecimiento entre el rango estimado por la Organización Mundial del Turismo (39% -79% de arribos), por ejemplo 50% respecto lo alcanzado en el 2021, entonces para este año 2022, llegaríamos a 1 021 620 turistas en la Isla.
En el mes de enero habían llegado al país 86 000 visitantes, asumiendo que todos fueran turistas, entonces alcanzaríamos en el año 2022 la cantidad de 1 032 000, asumiendo también que todos los meses se comporten como los meses de mayor arribo, algo que está relativamente lejos del comportamiento típico.
Este año en el plan de la economía nacional que se aprobó por nuestra Asamblea Nacional, se proyecta la terminación de 4 mil 607 habitaciones nuevas, alcanzando las 84 mil 906 habitaciones en el sector estatal. Se aprobó también que 27 443,5 millones de pesos (el 24% de la inversión total del país) se dedicara al turismo. No hay información de cuánto de esa inversión corresponde a dólares u otro tipo de divisas.
En el año 2018, el de mayor arribo de turistas a Cuba, la ocupación media anual de todos los establecimientos hoteleros fue de 49,5%, los hoteles cinco estrellas fue de 56,9% y los cuatro estrellas 51,6% . Con esas tasas de ocupación resulta muy difícil recuperar la inversión en el tiempo planeado.
La pandemia hizo cambiar la dinámica del negocio turístico. Los pronósticos son de una moderada recuperación, en nuestro caso no hemos experimentado tal recuperación en el 2021 y si bien es cierto que el arribo de visitantes de enero del 2022 duplica el del mismo mes del año pasado, a ese ritmo alcanzaremos poco más de un millón de turistas. Si asumiéramos que en los próximos años la dinámica de recuperación del sector alcanzará un valor promedio anual de crecimiento del 50% , solo en el año 2026 nos acercaríamos a los 4 400 mil turistas. En el 2018, con 67 904 habitaciones físicas en hoteles (y unos 84 000 totales) se alojaron 4 683 655 y la ocupación media no rebasó el 70%, entonces ¿Para qué hace falta construir más habitaciones? ¿Cuánto tiempo demorará recuperar esas inversiones? ¿Qué se hará de hoteles casi recién estrenados, que hoy permanecen vacíos o semivacíos expuestos a una intensa corrosión salina?
¿Qué es mejor para Cuba y para el sector, seguir expandiendo ad infinitum las capacidades habitacionales o aprovechar estos años que vienen en consolidar y mejorar lo alcanzado?
Es probable que no tenga toda la información sobre las razones que avalan seguir invirtiendo en un sector que todo indica no se recuperará tan rápido —al menos eso dicen los datos públicos— y cuyos mercados están aun deprimidos, por la pandemia, por la pérdida de empleo provocada por aquella y además amenazados con una mayor depresión por la creciente inflación a escala mundial, que lógicamente hace que las personas de ingresos medios y bajos, que son la mayoría de los turistas que vienen a Cuba, replanteen sus prioridades.
Que el antiguo Moscú, al fin sea convertido en un hotel me ha causado mucha alegría, pero mi alegría sería mayor si esa inversión no se hiciera con dólares del pueblo de Cuba y sí con inversión extranjera.
Fuente: https://oncubanews.com/opinion/columnas/contrapesos/mas-hoteles-mas-turistas/