Ya arrancó el carro de las elecciones. Y nosotros los ciudadanos de a pie: ¿Activos o inactivos, interesados o indiferentes, enojados o esperanzados, decididos a participar o muy ocupados en otras cosas?… Porque sí, estás elecciones van a decidir si queremos más o menos de lo mismo. Lo vamos a decidir nosotros porque somos nosotros quienes votamos.
La votación será para presidente, vicepresidente, asambleístas y parlamentarios andinos. Nos han traicionado una vez… Votamos para la continuidad con correcciones de la Revolución Ciudadana y el presidente y 40 asambleístas de Alianza País se han entregado a la derecha, es decir, ‘al enemigo’ capitalista. Frente a esta traición no solamente no hemos protestado mucho, sino que los hemos confirmada cuando luego hemos votado ‘7 veces SÍ’. Les hemos dado la potestad de despojarnos legalmente de nuestros salarios, nuestros empleos, nuestros derechos… Por eso, la culpa de lo que nos está pasando es culpa nuestra porque así lo hemos permitido y autorizado. Ahora nos quejamos porque esa derecha capitalista corrupta, traidora y represora se ha afianzado en su poder de dominio, explotación y represión. ¿Vamos a tomar los medios necesarios para que no nos traicionen una segunda vez? Si nos quedamos de mirones o de borregos, eso es lo que va a pasar. Se dice que “si se nos engaña una vez, la culpa la tiene el que nos engaña; pero si nos engañan una segunda vez la culpa es nuestra”, por tontos y bobos. Así que ¡a ponernos las pilas!
Parece que ya hemos perdido una batalla: la de la elección de los candidatos presidenciales. ¿Por qué no se nos ha consultado para proponer nombres? La ley electoral habla de la necesidad de elecciones ‘primarias’, es decir, la elección de los candidatos a los puestos de mayor responsabilidad como son la presidencia, la vice presidencia y la asamblea legislativa. No se nos ha consultado para elegir a los candidatos por 2 motivos: sea porque no estamos inscritos o, si estamos inscritos en algún partido y tal vez no lo recordamos, tampoco se nos ha invitado a acercarnos para que se escuche nuestra opinión y se conozca nuestras preferencias. O, segundo motivo, porque los candidatos han sido elegidos por un grupo limitado y ‘selecto’ que decide por todos, con un ojo sobre las amistades y otro sobre las encuestas… ¿Vamos a dejar que pase lo mismo para la elección de los candidatos a asambleístas?… para que no pasen tantos corruptos ni cambios de camisetas y ‘bajones de la camioneta o del helicóptero’.
Primera conclusión: Estamos en una democracia restringida, no tanto porque no se nos consulta, sino porque no exigimos que se nos escuche para exponer nuestras necesidades y las prioridades a resolver para que salgamos en el infierno en que nos hemos dejado encerrar, con la pandemia por encima. Segunda conclusión: Ahora sí, se nos va a solicitar para dar nuestro vota para tal o tal candidato. Pero, ¿vamos a poder comunicarnos con los ‘elegidos’ para decirles nuestros puntos de vista y conocer el programa de gobierno que van a llevar adelante? ¿O vamos a seguir de ‘bobos y borregos’?
Tercer conclusión: Si queremos que otros no deciden en nuestro nombre lo que nos conviene o no nos conviene, tenemos que organizarnos para que se nos escuche y se nos respete. Para lograr eso tenemos no sólo que unirnos para protestar en la calle y frente a las centrales de los partidos políticos, sino ir con propuestas. Eso significa que vamos a reunirnos, virtual o presencialmente, para escribir nuestras necesidades, indicar cuáles son las prioridades, y exigir planes de resoluciones de estas necesidades prioritarias. Si no hacemos esto, seguiremos de ‘bobos y borregos’ además de tontos útiles más ‘esquilados’ que nunca.
Esta participación activa, eso es democracia, es decir, poder popular y eso se organiza, se desmenuza y se defiende. Eso es dignidad personal, colectiva y nacional. Eso es hacer patria… Pero parece que la dignidad la tenemos por los suelos y bastante pisoteada porque no la protegemos ni la proclamamos ni la defendemos. Y si decimos que queremos tranquilidad, será la tranquilidad de los cementerios o el miedo a ser perseguidos o la cobardía por no protestar. Somos bien poco “¡Madera de guerrero!” y mucho “¡Guerreros de madera!”. Allí están las consecuencias: un país saqueado con nuestra complicidad, sueldos de miseria por nuestra pasividad, salud y educación cobradas por nuestra ‘bobería’, aumento de los precios por nuestro individualismo, engaños de medios de comunicación por nuestro borreguismo, saqueo de nuestro dinero con nuestra indiferencia… y un largo etcétera.
Hace 3,300 años Moisés que buscaba sacar a su pueblo de la esclavitud de Egipto supo escuchar los consejos de su suegro, nómada en el desierto del Sinaí: “¿Por qué estás ahí tú solo y todo este pueblo queda de pie a tu lado desde la mañana hasta la tarde?… Elige entre los hombres del pueblo que sean valiosos y que teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez. Ellos harán de ‘jueces’ para tu pueblo a cualquier hora.”
Se trata del comienzo de la repartición de poderes y de responsabilidades, y se llama ‘subsidiariedad’ u organización democrática. Las actuales elecciones por todos los ciudadanos es una paso adelante, pero muchos pensamos que por haber ido a votar ya está la democracia andando… La democracia es una manera permanente de decidir juntos nuestra manera de vivir, curarnos, educarnos, convivir… sin dar a nadie todos los poderes para decidir en vez nuestra. ¿Cuándo dejaremos de firmar una página en blanco el día de las elecciones para dar poder a un ‘salvador’ que es incapaz de salvarnos correctamente sin nuestra participación consciente, activa y valiente?