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Métodos reformistas para objetivos revolucionarios

Fuentes: Rebelión

El artículo publicado en el sitio rebelion.org (www.rebelion.org/noticia.php?id=190364&titular=miguel-enr%EDquez-y-las-m%E1scaras-de-la-revoluci%F3n-venezolana-) establece un paralelo entre las situaciones chilenas del período de Allende y venezolana de hoy día, tratando de hacer validar las tesis de Miguel Enríquez, secretario general del MIR, para aplicarlas a la situación de la Venezuela actual. En lo fundamental, el autor sostiene, sobre el conocido […]

El artículo publicado en el sitio rebelion.org (www.rebelion.org/noticia.php?id=190364&titular=miguel-enr%EDquez-y-las-m%E1scaras-de-la-revoluci%F3n-venezolana-) establece un paralelo entre las situaciones chilenas del período de Allende y venezolana de hoy día, tratando de hacer validar las tesis de Miguel Enríquez, secretario general del MIR, para aplicarlas a la situación de la Venezuela actual.

En lo fundamental, el autor sostiene, sobre el conocido desenlace de la experiencia chilena, retomando palabras de M. Enríquez, que » Allende no cae por socialista sino por sus concesiones al reformismo «. La política aplicada por el gobierno de Allende fue su programa y no una supuesta concesión a una imaginaria tendencia reformista. Es más, al interior de la coalición de la Unidad Popular (UP) solo existía la oposición de izquierda compuesta por algunos partidos y sectores (PS, IC, MAPU Garretón *1). Viejo debate al que el autor nos retrotrae con ocasión de la ofensiva de la derecha al proceso revolucionario en Venezuela. Porqué la UP habría cedido al reformismo si cumplió su programa íntegramente ? O bien será que el gobierno popular no accedió a las presiones y exigencias provenientes de ciertos sectores militantes minoritarios y radicalizados ?

Para comprender la coyuntura de la derrota de Allende se requieren algunas precisiones preliminares acerca del proceso chileno. La unión de partidos políticos en el seno de la UP se forjó como resultado de años de lucha social y política del pueblo chileno. Esta alianza política reflejaba las aspiraciones de amplios sectores populares por mejorar sus condiciones de vida, que fueron plasmadas en el programa de gobierno.

Es por este programa de gobierno y no por otro ni por otra vía que el pueblo chileno optó el 4 de septiembre de 1970.

Hasta prueba de lo contrario, en un sistema democrático el resultado de los comicios constituye uno de los mejores instrumentos para medir el pulso del movimiento popular de un país. La elección de 1970 mostró que si bien este proyecto congregaba el apoyo popular no reunía aún la mayoría absoluta. Entre paréntesis, esta es una diferencia no desdeñable con lo que ocurre hoy en Venezuela.

Una de las tareas esenciales del gobierno popular era, entonces, al mismo tiempo de cumplir fielmente las promesas electorales, tratar de atraer a otras capas de la sociedad para arrebatar la hegemonía a los partidos burgueses y lograr mayoría parlamentaria para impulsar las reformas. Condición indispensable para poder profundizar los cambios y proponerse nuevos objetivos.

La consigna oportuna

La validez de una consigna política es la identificación y apropiación de ésta por el pueblo. La adopción de una política o consigna sin tomar en cuenta las condiciones concretas puede resultar contraproducente y es lo que ocurrió en Chile con la ala izquierda de la UP y el MIR, quienes pretendieron forzar el programa de Allende sin contar con el apoyo popular. De este fracaso proviene la acusación de reformismo al gobierno popular. No fue la actitud de estos sectores radicalizados la causa fundamental de la derrota, pero constituyó uno de los factores, aprovechados por la derecha, que no contribuyó a la defensa del gobierno popular. Una consigna justa depende de las condiciones concretas. Es el requisito para que la población las haga suyas. Es la oportunidad, en el buen sentido de la palabra, de un lema.

Numerosos son los ejemplos en la historia. En Rusia, Lenin lanzó su consigna » todo el poder a los soviets » (en julio de 1917, cinco meses después de la revolución de febrero), solo cuando las condiciones estuvieron reunidas para que fuera comprendida por las masas. Los bolcheviques la impulsaron cuando llegaron a ser justamente eso bolcheviques, vale decir mayoritarios (*2) en el seno del soviet. No antes.

En Cuba, Fidel declaró que la revolución cubana tenía carácter socialista solo el 15 de abril de 1961, la víspera del desembarco yanki en Playa Girón y después del bombardeo de sus aeropuertos, más de tres años después de su entrada en La Habana.

En Venezuela, Chavez declaró que el objetivo de su gobierno era el socialismo del siglo XXI solo en diciembre de 2003, cinco años después de su acceso al gobierno.

Resulta imposible que un grupo o movimiento, por muy revolucionario que se declare, sea capaz de suplantar las aspiraciones populares. Un revolucionario no lo es por su lenguaje sino por la capacidad de guiar, nunca alejado de los pueblos, la lucha de los movimientos populares por el bienestar, la justicia, la democracia y la libertad. Y también por el valor de tener que reconocer sus errores. Cuestión, esta última, en la que ciertos movimientos o grupos políticos chilenos se han, hasta el presente, mostrado incapaces. El presidente José Mujica (ex guerrillero tupamaro en plena democracia) ha confesado su » arrepentimiento de haber invertido tanto sacrificio y tanto esfuerzo » para, llegado el momento, fracasar en el deber de enfrentar la dictadura. De la misma manera el Che Guevara, de vuelta de su fracasada experiencia en el Congo en 1965, escribió ‘ : » Nosotros no podemos liberar con nuestro propio esfuerzo a un país que no está dispuesto a luchar «.

Métodos reformistas para objetivos revolucionarios

Otro aspecto que ha sido muy poco desarrollado y que se presta a confusión -y en el que cae nuestro articulista- es el empleo del reformismo.

Sería deseable que pudiésemos ser capaces de separar en todo gesto político el método de la finalidad declarada. No hay nada más fácil : basta prestar atención a lo que los dirigentes declaran. Allende siempre afirmó que el objetivo de su gobierno era la construcción del socialismo democrático que, consciente del alcance histórico e inédito de tal idea, lo definía como socialismo » con empanadas y vino tinto «. Lo original de esta empresa era el método : respetando la legalidad y las leyes en vigencia. De ahí el éxito que hoy vemos multiplicado en diversas experiencias en el continente. En el método, el proyecto de Allende y la UP, era reformista -reformas profundas pero reformas al fin y al cabo-, y revolucionario en sus fines. Etapa tras etapa se iría consolidando el siguiente paso, siempre ampliando la democracia y la participación.

El vice presidente de Bolivia, Álvaro García Linera definió el primer gobierno de Evo Morales como aquel de la » consolidación y desarrollo del capitalismo andino «. A pesar -o tal vez gracias a ella, para esa situación particular-, que tal consigna es francamente reformista, el apoyo del pueblo boliviano a su gestión de profundos cambios, no ha hecho más que reafirmarse. Evo Morales no ha jamás ocultado su aspiración de crear en Bolivia, con el concurso de todos, una sociedad socialista. Métodos reformistas para objetivos revolucionarios.

Enfrentamos enemigos que cuentan con fuerzas y recursos formidables. No tenemos derecho a privarnos de instrumentos que nos serán útiles en las futuras batallas por la liberación de nuestros países. La reforma con objetivos revolucionarios es uno de ellos.

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(*1) PS : Partido Socialista, IC : Izquierda Cristiana, MAPU Garretón: Movimiento de Acción Popular Unitaria

(*2) en ruso bolcheviques significa mayoritarios

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.