Quizás Hayao Miyazaki requiera una breve presentación en el mundo del pensamiento crítico de izquierda. Miyazaki es catalogado por los especialistas como el mejor creador de cine de anime de la historia. Nació en 1941 en Tokio, Japón. Aunque estudió economía, su verdadero interés fue siempre el anime y el manga.
Inició su carrera en el mundo de la animación en 1960 como dibujante para la empresa Toei Animación. Derivado de las condiciones laborales de sobreexplotación que padecían los trabajadores de Toei, Miyazaki se convirtió en dirigente sindical en 1964. Su militancia sindical influyó a que, junto a quien sería su más cercano colega Isao Takahata, no renunciará a imprimir una crítica social en su obra fílmica.
Miyazaki logró consolidarse como diseñador de escenas, animador, guionista y director. En 1985, junto a Isao Takahata y el productor Toshio Suzuki fundaron Studio Ghibli, el estudio de animación más influyente de los últimos 30 años. En el año de 2002, la fama de Miyazaki se extendió cuando su película, el Viaje de Chihiro, recibió el Oscar como la mejor película de animación y el Premio Bafta como mejor película de habla no inglesa.
La obra de Miyazaki está marcada por varias temáticas: la época de la posguerra y la crítica al belicismo, los dilemas morales de la vida y la existencia, así como la contradicción desatada por el devenir de las sociedades modernas con la espiritualidad ancestral, particularmente, expone la conflictiva relación entre las sociedades industriales y la naturaleza. Es por ello que Miyazaki ha ilustrado en su obra las reflexiones ecológicas entorno a las sociedades que padecieron hecatombes por su obsesión con el desarrollo tecnológico e industrial, y aquellas donde la espiritualidad y la cosmovisión contravienen con el espíritu del progreso. Estos tópicos son explorados, aunque no exclusivamente, en películas como Nausícaa del Valle del Viento (1984) y La Princesa Mononoke (1997).
Nausica y la ruptura sociedad-naturaleza
Nausícaa del Valle del Viento, relata la historia de un mundo tras el colapso de la sociedad industrial y la devastación causada por la guerra. La guerra elevó la contaminación a niveles críticos, destruyó ecosistemas naturales y creó el Mar de Putrefacción, un nuevo ecosistema tóxico para la humanidad, con gases irrespirables que envenenaron los océanos, mares y bosques.
Mil años después del colapso Nausica y el Valle del Viento encabezan una epopeya de resistencia, ante una doble amenaza: por un lado, la expansión del Mar de Putrefacción; por otro, la guerra desatada por el reino imperialista de Tormekia que pretende robar a la nación de Pejite, la tecnología conocidos como «Dioses de la Guerra», para destruir el Mar de Putrefacción.
Nausica explora la crítica a la devastación ecológica provocada por las sociedades industriales obsesionadas con la tecnología y su uso militar, cuyo resultado es la destrucción de ecosistemas y la contaminación en niveles críticos. En otras palabras, Nausícaa ilustra la contradicción desatada entre el progreso técnico-militar y la naturaleza. Es por ello que en los ecos de Nausícaa, se escucha el dolor del pueblo nipón por la devastación ocasionada por las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), así como la creciente conciencia ecológica que refleja el trauma generacional por el impacto ambiental de la hecatombe nuclear.
Si bien Miyazaki no expone estos tópicos en contextos de sociedades capitalistas, tiene un paralelismo sustancial a la crítica que el marxismo ecológico ha desarrollado contra el capitalismo. El Mar de Putrefacción es una advertencia sobre las posibles implicaciones del cambio climático y la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera causada por la industrialización capitalista.
Nausica ilustra el rompimiento de la relacion orgánica entre naturaleza y sociedad, o lo que los ecólogos marxistas llaman fractura metabólica, y con ello la ruptura de los procesos ecológicos que garantizan las condiciones materiales para la existencia de la sociedad humana y de gran parte de la vida en el planeta. De esta forma, El Mar de Putrefacción es una metáfora sobre la crisis ecológica, cuya expresión es la degradación de la fertilidad de la tierra, la desertificación de antiguas áreas boscosas, el cambio del clima transformado y reorganizado radicalmente, y con ello la creación de entornos hostiles a la vida humanai.
La Princesa Mononoke y la crítica al industrialismo
Por su parte la Princesa Mononoke, narra la guerra entre los guardianes de los bosques (dioses de la naturaleza y Mononoke) contra la Ciudad de Hierro. La guerra es desatada después de que la Ciudad de Hierro, gobernada por Lady Eboshi, destruye el habitad natural de los animales debido a su proceso de industrialización. Para asegurar el desarrollo de la Ciudad de Hierro, Lady Ebosshi forma un ejército que sistemáticamente atacan a los espíritus del bosque.
La guerra se extendió a la aldea de los Emishi, hogar de uno de los protagonistas, el príncipe Ashitaka, quien después de haber sido atacado por el demonio del dios jabalí Nago, contrae una maldición sobre su cuerpo. Ashitaka debe viajar para descubrir por que los dioses de la naturaleza se han convertido en Tatarigamis (demonios) que atacan su aldea.
La Princesa Mononoke, es una metáfora de cómo el desarrollo industrial en su lógica productivista y expansiva, atenta contra la existencia del mundo natural, a tal grado que la naturaleza, como diría Engels, cobra su venganza. Quizás este es uno de los significados de los Tatarigami: la guerra contra la Ciudad del Hierro y el ataque a los Emishi, no es más que la lucha de las fuerzas de la naturaleza, sus espíritus, fuerzas o leyes, por restaurar el equilibrio.
El desarrollo y progreso de la Ciudad de Hierro muestra las consecuencias ecológicas del desarrollo industrial: deforestación, reducción de la biodiversidad, o la expulsión de especies de sus medioambientes. Lady Eboshi, personifica el espíritu de la industrialización que responde a la lógica del capital, que “aborrece el vacío de la naturaleza salvaje”, donde la diversidad biótica, es vista como la frontera de conquista y expropiaciónii.
La maldición que adquiere el príncipe Ashitaka al enfrentarse al dios jabalí Nago, infectado y transformado en demonio por encarnar un pedazo de fierro desechado por la Ciudad del Hierro, es la metáfora perfecta de cómo se pueden desarrollar nuevos patógenos desconocidos, debido a que la deforestación expulsa a especies de su habitad y multiplica el contacto entre distintas especies animales y humanos, multiplicando los riesgos de zoonosis. Tal como aconteció con el origen de la pandemia por COVID en 2020.
Tanto la deforestación, presionada por la industrialización, que expulsa a los animales de su habitad, como los procesos de zoonosis, exhiben que el metabolismo sociedad-naturaleza dirigido por la lógica del capital es una amenaza a todas las formas de vida.
Reflexiones finales
Como se observa, tanto en Nausícaa como en la Princesa Mononoke aparecen críticas sobre la devastación ambiental ocasionado por las sociedades cuyo paradigma de progreso se basa en el desarrollo industrial y militar.
Además, muestran como el militarismo es algo propio de las sociedades industriales expansionistas, ya que es la política predilecta para la apropiación, control y dominio de recursos naturales. En ambos casos, es un gran atino histórico que la resistencia contra el expansionismos industrialista y la guerra es protagonizada por mujeres jóvenes: La princesa Mononoke y Nausícaa. Aunque podría ser una coincidencia, los nombres de ambos personajes simbolizan su papel en los dramas históricos de sus respectivos universos: Nausícaa significa “‘la que quema barcos’ y Mononoke espíritu vengador.
Finalmente, en ambas películas Miyazaki expone el dilema sobre los modelos civilizatorios: Por un lado, las sociedades modernas e industriales y militaristas: como la Ciudad de Hierro en la Princesa Mononoke o el reino de Tormekia en Nausícaa; por otro, las pequeñas comunidades agrarias ancladas y en armonía con la naturaleza, como las pequeñas aldeas de los Emishi o el mismo Valle del Viento. Este dilema que, ante la crisis ecológica que vivimos, debería ser un tema fundamental en el debate sobre el devenir de la sociedad humana.
Notas:
i FACUNDO NAHUEL MARTÍN. El «leninismo ecológico» es la respuesta a la crisis climática
ii Ibid.
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