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Modo de producción y dialéctica

Fuentes: Rebelión

Una nota Introductoria: El modo de producción es una categoría de la filosofía especulativa (1) de Hegel, de la que Marx se apropia en su obra. Como todo concepto es una abstracción, una construcción abstracta de determinado aspecto de la realidad. Durante muchos años ha sido objeto de interpretaciones de manuales, de concepciones y debates […]

Una nota Introductoria:

El modo de producción es una categoría de la filosofía especulativa (1) de Hegel, de la que Marx se apropia en su obra. Como todo concepto es una abstracción, una construcción abstracta de determinado aspecto de la realidad. Durante muchos años ha sido objeto de interpretaciones de manuales, de concepciones y debates que van incluso sobre la cientificidad de la dialéctica. Considerando que el tema no ha sido abordado con la suficiente claridad por algunos marxistas, la propuesta es reflexionar (en términos lógicos no de lenguaje) sobre el concepto y su alcance.

Antes de adentrarme en eso, sería necesario hacer algunas aclaraciones, sin las cuales, todo lo escrito a continuación podría ser malinterpretado. Lo primero es tener claro que todo lo expuesto aquí sobre el estudio realizado, son esencialmente interpretaciones de la obra de Marx y Hegel sobre el modo de producción, donde más que intentar explicar lo que ellos quisieron decir en sus obras, haré aclaraciones y reconstrucciones sobre estos conceptos que considero correctas. Más que un intento rescate a Marx, es un rescate también a las construcciones teóricas de la dialéctica.

La lógica de interacción: una respuesta a la identidad (clásica)

El modo de producción es una categoría que ha sido usada indiscriminadamente, incluso por mí, en muchas ocasiones. Para adentrarse en ella, habría que plantearse qué tipo de pensamiento conduce a ella, qué es lo que describe y qué abarcabilidad tiene.

Posiblemente, Hegel, cuando planteara sus ideas de la «destrucción fructífera» (3) y la autoproducción de la razón, no se imaginaría que esto revolucionaría la cabeza de un joven intelectual (Marx) que a su vez, revolucionaría el mundo. Lo cierto es que la idea del modo de producción que hoy llega sale de la dialéctica, por eso, en la génesis de esta está el por qué de la construcción teórica en cuestión.

¿Qué debía entender la filosofía? Por suerte, Hegel intentaba escapar de las formas físicas, de las unidades materiales de la realidad (no por gusto se planteo la dialéctica de las ideas). Si de lo que se huye es del mundo físico-incómodo de conocer-; Hegel con su método, no se centrará entonces en estudiar las estructuras materiales del mundo. No cometería el mismo error que algunos griegos y que por desgracia repetiría el querido Feuerbach (4).

. Sabía que las cosas, para existir, debían y tenían (lo hacían) interactuaban con el mundo, porque estaban en él. Pero como el objeto no es armar a Hegel, continúo intentando no enfatizar mucho en las evoluciones de cada autor.

A la lógica que existía en época de Hegel, algo le estaba faltando. La lógica formal había revolucionado la ciencia. Había y sigue cambiando el mundo. Sin embargo, está condenada lo a la pasividad, con identidad establecida, perfectamente determinada y que no genera conflictos. ¿Qué problemas reales presentaba la lógica de la identidad para explicar el mundo?

Esto, vistos así, en abstracto, parecen pura charlatanería, por eso, lo mejor es usar ejemplos. Imagínese una sociedad de dos grupos humanos que van a intercambian, unos sus cultivos y otros su ganado. Para hacerlo tiene que haber un acercamiento, un proceso de identificación.

La lógica formal, plantea recoger una relación de cambio, dígase 5 libras de cultivo por 1 de carne, a partir de identificar la cantidad de lo que es carne y lo que es cultivo. La matemática solo muestra el establecimiento de una identidad de cantidades sin más, y se realiza el cambio. ¿Acaso esto no parece demasiado pacífico? Si todo es así, con una identidad establecida, el mundo no tiene contradicciones algunas, y no tiene como cambiar. Hay proporciones fijas y todos son felices.

Resulta evidente que en ningún mundo las cosas funcionan así. La historia de la humanidad es de luchas, de luchas de humanos por imponer y que se reconozcan sus condiciones. La identidad existe, pero algo tiene, y es que su conformación no es nada tranquilo. La lógica formal posee otras numerosas deficiencias, pero el punto de partida para superarlo, es que no contempla movimientos. En pocas palabras, ella expresa armonía y no las contradicciones. Su método, no explica las interacciones, sino solo hacía comparaciones respecto a identidades ya establecidas a partir de la forma. Es decir, tanta cantidad de esto por tanta de aquello. Lo que permitía formar los conjuntos, era la identidad de su exterioridad, para muchos: su forma.

¿Por qué estaban establecidas esas identidades? Esa podía ser una buena pregunta que empezaría a responder la dialéctica. ¿Cómo se determina la identidad?

Volviendo al ejemplo anterior, es necesario levantar el supuesto de intensidades establecidas, y ver qué ocurre. Si un grupo va a intercambiar con el otro, intentará imponer unas condiciones. No llegará diciendo lo tuyo es mejor, dame solo un poco de eso. Al contrario, intentará apropiarse de la mayor cantidad de producto ajeno posible. El otro extremo del intercambio buscará lo mismo. Se producirá un forcejeo entre hombres que terminará con alguna regla de intercambio, con una identidad resultante. Con esto queda, que la identidad, más que un algo dado, es el resultado de luchas entre estructuras, y que la generación de su determinación, crea contradicciones, por tanto movimiento.

De la dialéctica a la actividad: el camino al modo de producción:

La ruptura con la lógica de la forma, conduce al movimiento, a la lucha por la creación de una identidad no basado en la forma per se, sino en algo más, en una especie de cualidad. Esa cualidad estuvo atormentando a Aristóteles y a muchos economistas. En las interacciones hay relaciones de cuantos, pero, ¿qué genera las proporciones del cambio, las relaciones de esos cuantos? Ahí es donde la dialéctica, necesita obrar y llegar al final del camino que ella misma planteó al preguntarse el origen de la identidad.

Se cambian determinadas cantidades, por las cualidades que tienen esas cosas que recogemos como cuantos. ¿Tienen esas cualidades o se las damos? Los que ofrecen su cultivo en el cambio, ¿buscan resolverles el problema a los ganaderos?

En realidad no, se aprovechan de que los otros necesitan sus cultivos para lograr el mayor reconocimiento posible de lo que ofrecen (expresado en la cantidad que recibirán). Entonces no es el cultivo per se, como estructura con tallo etc., por lo que va a ser reconocido intercambiado con los ganaderos, sino porque estos van a reconocer en el cultivo determinadas características que ellos consideran necesarias en su reproducción como individuos. Es el reconocimiento social del producto lo que le da la cualidad a este, y lo que determina la relación de cantidades(a partir de la identidad de las cualidades conseguidas) en el cambio. Por tanto, tal identidad (valor), depende del papel del trabajo objetivado en la sociedad. Entonces, la cualidad de la que se habla no es algo intrínseco de las cosas, sino que depende del contexto en el que este insertado.

¿Y por qué es necesario establecer identidades? Decir que A es igual a A, implica que hay un B igual a B. Si todo el mundo fuera A, no sería necesario establecer identidades. Entonces, ¿qué es lo que hay diferente en el cambio? En primera instancia se diría que se busca la identidad de cosas diferentes, de productos diferentes, es decir, resultados diferentes que implican formas que creación diferentes. En pocas palabras: actividades creadoras diferentes.

De todo ese movimiento, la dialéctica, busca su identidad: la identidad del contenido, trascendiendo más allá de la forma.

Cuando hablamos de esa identidad, sin dudas nos referimos a la categoría valor. Ella es la que recoge como concepto en el sistema categorial de Marx, ese reconocimiento alrededor de la actividad humana. Con eso, además, que toda historia es la historia de un contenido, y que la dialéctica es una ciencia del contenido, puede pensarse esto relacionándolo con el modo de producción.

Ya que el modo de producción es una categoría dialéctica, entonces habría que entender, que no es precisamente eso que se entiendo solo como capitalismo, o comunismo. El modo de producción, como categoría, se refiere al total de determinaciones abstractas que hacen referencia a la producción de un contenido, es decir, a un aspecto de la realidad, donde, de los elementos relacionados en él, se centra en el contenido que obtienen en la interacción social, tal y como el salario se determina en la lucha del obrero y el capitalista, y como el precio de un producto en la lucha entre los diferentes productores entre sí y con los consumidores. El modo de producción, recoge las relaciones establecidas por ese contenido que el mismo hombre produce. Este, puede ser la producción de capitalismo, o la producción de una simple realidad familiar, porque el hombre como sociedad siempre generando contenido, identidades en su accionar. Como mismo lo hace en el centro de trabajo, lo hace fuera de este en su casa, con amigos, etc.

Por eso, habría que comenzar a pensar el concepto, más allá de una categoría economicista, o que se refiere a formaciones económicas sociales. Es decir, el concepto no se refiere a una estructura técnica-productiva social, sino al sistema de relaciones conscientes (relaciones intersubjetivas) que establecen los hombres, donde va implícita la generación de identidades de un contenido, que también se genera en la propia actividad social. Siendo un poco consecuentes con la dialéctica, eso es lo que queda.

Nota del autor:

Fragmento de un ensayo escrito luego de leer «El joven Hegel», y antes de leer «La ciencia de la lógica».

(1)Forma de Hegel de referirse a su filosofía.

(2) No se deja de reconocer los grandes aportes de estudiosos, entre los que destaca el cubano Jorge Luis Acanda.

(3) Expresión para referirse al trabajo.

(4) Se debe recordar cómo Feuerbach al igual que muchos griegos tenían filosofías muy parecidas a la antropología.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.