El triunfo del SI fue contundente. Sin marginar el análisis que habrá que hacer en algunos resultados provinciales y considerar detenidamente las diferencias entre el SI y el NO en las diversas preguntas, no cabe duda que el pronunciamiento del pueblo ecuatoriano es categórico. Basta comparar los magros márgenes que obtuvo el correísmo en la […]
El triunfo del SI fue contundente. Sin marginar el análisis que habrá que hacer en algunos resultados provinciales y considerar detenidamente las diferencias entre el SI y el NO en las diversas preguntas, no cabe duda que el pronunciamiento del pueblo ecuatoriano es categórico. Basta comparar los magros márgenes que obtuvo el correísmo en la consulta popular del 7 de mayo del 2011.
Sin minimizar para nada este pronunciamiento, no debe entenderse como la culminación de un período nefasto para el país, sino como la señal de partida de un nuevo proceso. El pueblo intuye cuáles son los caminos. Por eso se manifestó en forma afirmativa, aunque los contendidos aprobados en la consulta sean insuficientes y hasta confusos para trazar una ruta segura.
Los resultados de la consulta popular no constituyen por sí solos una solución para los problemas del país. Más bien pueden ser la llave para abrir las puertas que el Ecuador tiene al frente para definir su futuro. La opción transformadora depende tanto de la voluntad política del gobierno como de la capacidad de las fuerzas sociales que intervienen en las diputas por el poder.
No podemos continuar en el pantanoso territorio de la ambigüedad, de la postergación indefinida de las grandes decisiones. El reino de la tibieza mantendrá la inercia del autoritarismo y la corrupción del anterior régimen. Es el camino cierto del fracaso. Y en ese escenario continuará el manejo económico del correísmo, que ha favorecido a los grupos más privilegiados de la sociedad, bajo del manto de un inexistente socialismo. Tampoco sería aceptable que el gobierno de Lenín Moreno caiga presa de los cantos de sirena del neoliberalismo, cuyos apologistas quieren una vez más asaltar el control del Estado.
Luego del triunfo en las urnas, el presidente Moreno debe abrir la puerta de la democracia, de la reconstrucción institucional y de la recuperación del tejido social. Implica el ingreso al prolífico campo de la participación social, del debate abierto, del respeto a las libertades y derechos, de la construcción colectiva del futuro. Debe entender el mensaje profundo del pueblo ecuatoriano e incluso ir mucho más allá de la letra de las preguntas aprobadas.
La defensa de la Naturaleza no se restringe al texto de las preguntas 5 y 7, relativas a la minería y al Yasuní. Es necesario avanzar hacia un modelo de economía que supere el extractivismo como principal fuente de generación de ingresos fiscales y que nos mantiene atados a una modalidad de acumulación primario exportadora que explica el rentismo económico, el clientelismo social y el autoritarismo político.
Tampoco la democratización del poder se resuelve con la aprobación de las preguntas 2 y 3, relacionadas con la reelección indefinida y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. La prohibición de la reelección indefinida para todas las autoridades de elección popular, como se estableció en Montecristi, es una gran oportunidad para democratizar profundamente los partidos y movimientos políticos, liberándolos de las ataduras caudillistas. Mientras que la designación de las principales autoridades de la Función de Transparencia, empezando por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, es un reto mayor que debe responder al legítimo anhelo de transparencia, honestidad y probidad de la ciudadanía; recuperar la confianza perdida en las instituciones de control es fundamental parea garantizar la convivencia social.
El presidente Moreno debe acoger aquellas propuestas surgidas desde los movimientos y organizaciones sociales para integrar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio, y evitar el juego de intereses y presiones particulares o los acuerdos de trastienda. Por su parte, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social deberá aplicar mecanismos de selección de autoridades que superen el viejo reparto de cuotas, y que atienda a los requisitos de rectitud, profesionalismo, independencia y compromiso social que exigen esas funciones. La inhabilitación política para los corruptos, aprobada en la pregunta 1, tampoco resuelve un problema estructural que atañe a la exclusión de las organizaciones sociales de la fiscalización pública. Sin injerencia ciudadana en los asuntos de Estado es imposible combatir la corrupción. El presidente Moreno tiene la gran oportunidad de rehabilitar todos los espacios, mecanismos e instancias de participación social -como son las veedurías ciudadanas- que fueron mañosamente desarticulados por el correato con el único fin de allanar la vía al monumental saqueo de fondos públicos operado durante una década.
Igualmente, el combate a los delitos sexuales no se solventa únicamente con la aprobación de la pregunta 4. Es fundamental la prevención de la violencia contra niños, niñas, adolescentes y mujeres, iniciando con el reconocimiento y la necesidad de cambio de la sociedad machista en la que vivimos. La violencia, en todas sus manifestaciones, es producto de un sistema que deforma los comportamientos.
Una democracia autentica exige condiciones de equidad y oportunidad para todos y todas, de manera que la convivencia se asiente en la solidaridad antes que en la competencia despiadada. Únicamente así se previenen los abusos como respuesta individual a los conflictos.
Ratificamos nuestro compromiso con el país, insistiendo, una vez, en la necesidad de profundizar un proceso de permanente radicalización de la democracia.
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