Se ha convertido en hecho usual en Nicaragua. Los rostros demacrados de niños y ancianos. Los padres peregrinando en busca de limosna. Implorando misericordia para no perecer. Nicaragua, según la FAO, es uno de los 14 países con inseguridad alimentaria. Otros están en África. En sus zonas desérticas o semidesérticas. Con carencia crónica de agua, […]
Se ha convertido en hecho usual en Nicaragua. Los rostros demacrados de niños y ancianos. Los padres peregrinando en busca de limosna. Implorando misericordia para no perecer.
Nicaragua, según la FAO, es uno de los 14 países con inseguridad alimentaria. Otros están en África. En sus zonas desérticas o semidesérticas. Con carencia crónica de agua, de tierra.
Desde 1990 el país rueda cuesta abajo. La corrupción se ha incrustado en los estratos políticos. El desgobierno se ha hecho crónico. La desigualdad se ha convertido en norma.
El gobierno, como si no existiera. A efectos prácticos no existe. Sólo en las nóminas del Estado. Cobrando salarios obscenos. Haciendo que hacen sin que nunca hagan nada.
El hambre que oprime al país es la mejor muestra. Nicaragua tiene tierras fértiles, clima propicio, agua. No debería padecer hambre. Todo lo contrario. Podría exportar alimentos.
No exporta y sufre miseria. Porque no hay gobierno. Nadie que organice, invierta, dirija la producción agropecuaria. Lo que debería hacerse no se hace. Pasa lo que no debería pasar.
Nicaragua es país a la deriva. Seguirá así, mientras gobiernen los mismos. Propio de estas democracias bananeras. Que una mayoría de pobres vote por quienes la matan de hambre.