En sus textos, sus entrevistas y sus poemas, brillaba una verdad muy personal que siempre me ayudó (a mí y a muchos y muchas más) a no sentir miedo, a no sentirte sola, a no percibirte absurda cuando sospechabas que tu verdad íntima se hallaba en algo que a veces tu entorno no compartía.
No tengo palabras para expresar la sensación profunda de pérdida personal que siento desde que hace unas horas he sabido que Adrienne Rich había muerto ayer, 28 de marzo, a los 82 años, víctima de las complicaciones producidas por la artritis reumatoide que sufría desde hacía décadas.
Adrienne representó en mi vida no sólo el contacto con una voz poética excepcional que me comunicaba de una manera tremendamente original cosas esenciales, sino el impacto incuestionable de un ser humano lúcido y extraordinariamente honesto que me ayudó a ordenar mi pensamiento crítico y, por qué no decirlo también, mi vida personal, por el mero y nada trivial hecho de transfundir valentía, honestidad y sinceridad en cada una de sus palabras. Con ella aprendí lo necesario que era reivindicar la palabra «marxismo», hoy tan aparentemente poco trendy, y a reirme de aquellos profesores universitarios campanudos y ridículos, sometidos muchos de ellos sin criterio personal alguno a las reglas del «publica o perece» y alejados de la literatura como algo que es sangre y sudor y lágrimas y tan esencial como el pan.
Aprendí que lo personal es inseparable de lo político y que la imaginación tiene el poder subversivo de hacernos soñar con un mundo diferente; que siempre hay que plantearse la opción del «¿qué pasaría si…?», y que los pequeños actos de supervivencia cotidiana de los desfavorecidos, de los excluidos de la gran mesa del capitalismo occidental, tienen también el poder de transformar el mundo; que el lugar y el momento en que se produce un texto son esenciales a la hora de analizar ese acto de escritura y que olvidarlo (como un cierto sector de crítica muy establecida hace) traiciona el significado último de ese texto; que el lenguaje es poder y que el desprecio del otro es ya de por sí un gesto que antecede a cualquier política autoritaria y fascista.
En sus textos, sus entrevistas y sus poemas, brillaba una verdad muy personal que siempre me ayudó (a mí y a muchos y muchas más) a no sentir miedo, a no sentirte sola, a no percibirte absurda cuando sospechabas que tu verdad íntima se hallaba en algo que a veces tu entorno no compartía.
Recuerdo cuando me escribió diciéndome que en la lenta y triste recuperación de una intervención quirúrgica había recibido «nuestro» libro; refiriéndose a la Antología poética publicada en la editorial Renacimiento en 2002 que yo había seleccionado, traducido y prologado. Me habló de la inmensa alegría que había sentido con «nuestro libro en sus manos», una generosidad innecesaria que me conmovió profundamente. Recuerdo también cuando la conocí y vi su diminuta figura cruzando la puerta de la librería Village Voice, en París, en la que Rich iba a leer varios poemas suyos, una calurosa tarde de julio de 2006.
Ella misma me había invitado a ir. Sentí una enorme emoción al verla, pequeña, delgada y escudada en un andador, pero con una voz llena de autoridad que logró el silencio absoluto de manera inmediata. Toda su figura irradiaba fuerza y autoridad. Allí estaban Mavis Gallant, Michelle Cliff y Marylin Hacker, entre otras, pero su figurilla imantaba, brillaba con luz propia. Cuando acabó la lectura se irguió con dificultad para plantarme dos besos en un saludo alegre y cariñoso. No creo que llegara al metro cincuenta pero ante mis ojos se erguía como un titán, una giganta.
Descansa en paz, querida amiga.
Fallece la poeta feminista Adrienne Rich
(AP)
Durante su carrera exploró temas como los derechos de las mujeres, el racismo, la sexualidad, la justicia económica y el amor entre las mujeres.
Rich. La poeta estadounidense Adrienne Rich, cuyos versos con contenido social influyeron en una generación de feministas, activistas por los derechos de los homosexuales y pacifistas, ha muerto. Tenía 82 años.
Rich murió el martes en su casa en Santa Cruz por complicaciones de artritis reumatoide, dijo su hijo, Pablo Conrad. Había vivido en Santa Cruz desde la década de 1980.
En su literatura, Rich exploró temas como los derechos de las mujeres, el racismo, la sexualidad, la justicia económica y el amor entre las mujeres.
Rich publicó más de una decena de títulos de poesía y cinco colecciones de textos de no ficción. Ganó el Premio Nacional del Libro de Estados Unidos por su colección de poemas «Diving into the Wreck» en 1974. En 2004 obtuvo el premio Nacional del Círculo de Críticos Literarios en la categoría de poesía por su colección «The School Among the Ruins».
Logró notoriedad a nivel nacional con su tercer título de poemas: «Snapshots of a Daughter-in-Law» en 1963. Al citar el poema que daba título al libro, el profesor de la Universidad de Maryland Rudd Fleming escribió en el Washington Post que «demuestra poéticamente lo difícil que es ser una mujer: una integrante del segundo sexo».
Rich y su esposo tuvieron tres hijos antes de que ella lo dejara en 1970, cuando el movimiento feminista brotó a nivel nacional. Retomó sus experiencias como madre para escribir «Of Woman Born», su reveladora crítica feminista al embarazo, el alumbramiento y la maternidad, publicada en 1976.
Ese mismo año se mudó con quien fue su pareja el resto de su vida, la escritora y editora Michelle Cliff.
Rich creía que el arte y la política no debían estar separados y se consideraba socialista.
«Para mí, el socialismo representa el valor moral, la dignidad y los derechos humanos de todos los ciudadanos» dijo al diario San Francisco Chronicle en 2005. «Es decir, los recursos de una sociedad deberían ser compartidos y la riqueza distribuida tanto como sea posible».
Rich fue profesora en muchos colegios y universidades, incluyendo Brandeis, Rutgers, Cornell, San Jose State y Stanford.
Ganó la beca MacArthur «genius», dos becas Guggenheim y muchos reconocimientos literarios, incluso el Premio Bollingen, la medalla a las artes creativas Brandeis, el premio de poesía Ruth Lilly y el premio Wallace Stevens.
Cuando el entonces presidente Bill Clinton le otorgó la Medalla Nacional de las Artes en 1997, Rich se negó a aceptarla por las «políticas cínicas» de esa administración.
En 2003, Rich y otros poetas se negaron a asistir a un simposio de poesía en la Casa Blanca para protestar por la invasión a Irak.