Este artículo tiene por objetivo caracterizar el momento coyuntural, signado por la llamada “muerte cruzada” y examinar las principales tendencias en juego.
La «muerte cruzada” decretada por el presidente Guillermo Lasso en días pasados abre el camino para disputar y, eventualmente, concretar y afianzar la hegemonía económica neoliberal y fondomonetarista, que ha tenido dificultades para ser impulsada, en los dos años del gobierno de Lasso.
Se da como alternativa constitucional al juicio de censura y destitución del presidente de la República, que pendió sobre su cabeza en los últimos dos meses. Dicho decreto constituye una coartada, para evitar la investigación fiscal, de la denuncia de la existencia de vínculos de la cúpula gubernamental con la corrupción y el narcolavado.
Se promueve y ensaya este giro político hegemónico, impulsando de acuerdo a la norma constitucional un proceso electoral para elegir presidente y vicepresidente como asambleístas; en circunstancias en que el gobierno ha asumido como prioridad el combate a la inseguridad, las mafias criminales y el narcotráfico; para lo cual ha decidido militarizar el Estado y las instituciones de seguridad incluyendo a importantes personajes, héroes del Cenepa, que han prestado sus figuras y prestigio personal para imponer una línea autoritaria.
La mencionada norma constitucional decretada por Lasso que corresponde, de manera coherente, al conflicto político e institucional del Ecuador, y pone de manifiesto la continuidad de los mecanismos del llamado estado de excepción, como son la arbitrariedad y el autoritarismo, de los que Lasso ha hecho uso para suplir su déficit de hegemonía neoliberal, y su límite gubernamental, como el escaso apoyo político y popular. En este aspecto basta recordar la forma como promovió y protegió a la Presidenta de la Asamblea Nacional, la ex militante del M. Pachacutik, Guadalupe Llori, en el periodo anterior, para zanjar diferencias y, eventualmente, aprobar medidas antipopulares.
En medio del conflicto y crisis política de las últimas semanas, la decisión mencionada, ha liberado, de manera urgente e improvisada el campo de la lucha político electoral, de las fracciones, tendencias y agrupaciones comprometidas con esta actividad. Las mismas que se han lanzado de manera rápida, confusa, y dispersa, a obtener votos para la elección de la presidencia y vicepresidencia, y la representación parlamentaria; donde se ha evidenciado, en algunos casos, capacidades político electorales y de comunicación, como la del movimiento Pachacutik, que obtuvo un importante número de asambleístas en 2021, y en el 2023 significativas alcaldías como la de la ciudad de Ambato; y UNES o Revolución Ciudadana, por otro lado, que logro llegar con 46 asambleístas, obteniendo adicionalmente en el 2023 acaldes y prefectos destacados como en el caso de Guayas en que Unes o revolución ciudadana alcanzo la prefectura, y la alcaldía de Guayaquil, como también en forma similar, Pichincha y Quito; poniendo así de manifiesto su crecimiento político -aunque cuantitativamente limitado – si observamos su votación efectiva, equivalente a nivel nacional, a un rango de entre 25-30%.
Fue en este contexto electoral, por otro lado, que Guillermo Lasso llega, en la segunda vuelta de las presidenciales de 2021, y derrota al candidato correista Arauz, en medio de situaciones de fraude que se evidenciaron en la primera vuelta, y de un apoyo relativamente ficticio en la segunda vuelta, utilizando la coartada o estrategia de la derecha ecuatoriana consistente en la bipolaridad correismo-anti correismo.
En consecuencia, la “muerte cruzada” abre un nuevo momento electoral-sui generis– de medio periodo- que pone a prueba la existencia y continuidad de los actores y tendencias del pasado inmediato, en presencia -como ya ocurrió y ahora tiende a ocurrir en la escena política electoral- de dos rasgos contradictorios concretos: la dispersión y la polarización.
Examinaré en este artículo algunas características de cómo se manifiestan estos rasgos y su posible desenlace en los resultados electorales de primera vuelta en el mes de agosto y de segunda vuelta en octubre, de acuerdo al calendario electoral propuesto por el CNE. Proceso electoral, de otro lado, en el que se ha decidido incluir la consulta popular sobre la no explotación del petróleo en el Yasuni, y el NO a la minería en la zona del Choco en Quito-Pichincha.
II
La pregunta–como se suele decir del millón- que nos hacemos los ecuatorianos es ¿qué es lo que expresa esta situación y conflicto electoral urgente, disperso y confuso, que estamos y vamos a vivir en las próximas semanas?
¿Se trata tan solo de un conflicto político en escena? ¿Dependerá su interpretación tan solo de los “lugares comunes” que analizan el conflicto?, o ¿aquello que nos pueda decir la inteligencia artificial (IA) y los métodos virtuales?, o, más bien ¿hay un trasfondo propio de la dinámica del bloque dominante o bloque en el poder, el mismo que genera conflictos específicos en la escena, que influyen en la representación, la comunicación y la participación electoral, y en consecuencia inciden en el proceso y desenlace político en ciernes?,
Trasfondo que debe observarse, principalmente, en la dinámica actual de la economía ecuatoriana, y en el comportamiento de determinados sectores, donde se encuentran importantes productores y exportadores, que han manifestado su contrariedad, y se han enfrentado al predominio de banqueros y financistas, ligados al presidente Lasso, del cual han obtenido beneficios importantes (como muestran los indicadores financieros) resultado de la tarea ejecutiva del gobierno como es el caso de un decreto emitido, a favor de los banqueros hace unos meses atrás.
Desde esta constatación u observación empírica, (que requiere de una investigación de mayor nivel y profundidad por parte de profesionales de la economía) sostener –como hacen algunos analistas- que entre los sectores en conflicto habría una acuerdo encaminado al reparto económico y político, como de los integrantes de la asamblea nacional, próxima a constituirse, sosteniendo-dicen- que existe un pacto“ (el lado oscuro del proceso) que muestra la gobernanza tripartita, de tres agrupaciones o sectores: Creo-Psc-Unes, las mismas que buscan ordenar y organizar el poder político. Dicha postura cae en una interpretación subjetiva carente de percepción política y económica de la realidad en ciernes, y de los distintos niveles de la disputa del poder.
Dichos sectores económicos y sociales, que obviamente, han chantajeado y tensionado en el contexto del conflicto político; tratando de disputar el proceso y su desenlace hacia sus intereses pecuniarios. Más allá de la descripción de los “lugares comunes”, aquí está la razón de ser del conflicto principal de la coyuntura, y del proceso electoral en ciernes en el contexto de la “muerte cruzada”. Es aquí donde nuestra interpretación advierte-como se ha advertido en otros artículos- la necesidad de utilizar el ejercicio del poder para imponer medidas neoliberales, como el caso de las zonas francas -como decreto urgente- entregado por el ejecutivo a la Corte Constitucional (CC), así como la realización de determinadas privatizaciones pendientes como Telecomunicaciones, el Seguro Social, el Banco del Pacifico, etc. al mismo tiempo que se prepara un decreto fiscal que eventualmente aliviaría el pago de impuestos a la población.
Dichos analistas, por otro lado, que justifican una posición política (en principio cercana de Lasso), no alcanzan a ver las fisuras circunstanciales (no exactamente estructurales) propias de la dinámica económica actual y del modo en que se benefician de manera particular banqueros y financistas, en el proceso de configuración hegemónica, tensión y forcejeo, del bloque dominante; que se encuentra adicionalmente atravesado por un marco de inversión proveniente del narcotráfico, todavía oculto y no suficiente investigado y revelado.
Sin duda Lasso y sus amigos se aprestan a esta orientación y buscan y han buscado la hegemonía, en el contexto de los compromisos contraídos con el FMI, de esta manera apuntan a dirimir la escena actual a su favor con las elecciones de presidente y asambleístas para consolidar esta línea.
III
Teniendo en cuenta lo antes mencionado, y el intento por concretar el giro y afianzamiento hegemónico, se puede observar la correlación de fuerzas, vale decir, la existencia, -conforme a la clasificación que proponemos- de dos campos o conjuntos electorales confrontados. Y cuya fortaleza de cada una de las agrupaciones dependerá de la fuerza estructurada, del nivel de representación político- ideológica, y de la capacidad de comunicación, hoy claramente ligada al uso (y abuso) de las llamadas redes sociales y la inteligencia artificial(IA); como también dependerá de los recursos económicos.
Uno de los campos agrupa a las organizaciones de la postura de la derecha ecuatoriana, donde han comenzado a manifestarse candidatos algunos con perfiles, especialmente de outsiders, (vale decir, indefinidos políticamente, ambiguos ideológicos, y apolíticos -anti política); como son los casos, del propuesto por los socialcristianos, el empresario Jan Topic, en quien se espera encontrar el reflejo de una figura y proyecto “rambo” que enfrente la in seguridad; de otto Sonnenholsner, ex vicepresidente de la república que cuenta con organizaciones que han decidido apoyarlo; y otros, de menor nivel, como Villavicencio vinculado a la representación anticorrupción y el gobierno de Lasso. En este campo se encuentra también el candidato Noboa, hijo del millonario Alvaro Noboa, etc En el último momento se ha sumado a este proceso electoral el caso de Hervas, candidato en 2021 de Izquierda Democrática.
En el otro campo político electoral – que he clasificado- de confronta miento, en la escena, se encuentran organizaciones y candidatos que podrían ubicarse en la llamada Centro Izquierda e izquierda: por caso, Yaku Perez, que surgió y se originó, en forma individual, en la importante fuerza del movimiento indígena, Conaie y Pachacutik, en el 2021, y que en la actualidad se encuentra aliado con fuerzas tradicionales de la centro izquierda, los viejos partidos Socialista y la Unidad Popular, por una parte; y por otra, el candidato del movimiento Pachacutik, que ha decidido, en medio del conflicto interno, con el importante movimiento social, la CONAIE, deponer la candidatura a la presidencia de Leónidas Iza. Controvertido personaje, que ha puesto el énfasis en la misión de avanzar en el fortalecimiento, depuración y firmeza ideológica de este movimiento político. Quien ha demandado, por otra parte, corrección en las condiciones establecidas, como es el caso del rechazo a los candidatos de la lista nacional encabezada por un advenedizo, ligado al presidente Lasso; e impulsar desde la base decisiones colectivas para definir candidatos provinciales a la Asamblea abriendo un abanico de posibilidades a la presidencia, aun no resuelto, como la candidatura de Salvador Qhishpe, o finalmente la decisión de no presentar candidato a la presidencia, incertidumbres que se combinan con una última decisión de apoyo a Yaku Pérez.
En este mismo campo, se ubica, aunque con diferencias- algunas de tinte ético- con las otras tendencias mencionadas la del populismo -del correismo- , donde uno de los candidatos, Arauz, quien participó en el 2021, al parecer sería también candidato en esta ocasión (aunque a la vicepresidencia), mostrando-como reconocen algunos analistas- una estructura orgánica importante, representación popular y manifiesta capacidad de comunicación. De todas maneras a su interior se ha discutido la conveniencia de participar en la contienda de agosto de 2023, como expresión ganadora, y proyectarse en perspectiva en forma más eficaz hacia el 2025.
En el curso de los últimos dos años en este espacio se han observado cuatro momentos o conductas político tácticas, de enfrentamiento al presidente neoliberal Lasso y su representación financiero-bancaria: el voto nulo de la segunda vuelta para rechazar la candidatura de Lasso; la importante movilización nacional indígena de junio de 2021; la postura en torno al NO de la consulta en las elecciones de febrero de 2021; como la decisión y compromiso en la Asamblea Nacional, con el juicio político de censura y destitución del Presidente de la Republica.
Acumulado de conducta política que con diferencias y coincidencias entre las distintas agrupaciones de este campo en la escena inmediata de agosto de 2023, disputaran entre ellas el predominio y la ventaja electoral. Constituyendo un momento opuesto a la voracidad del capitalismo financiero, el extractivismo así como la arbitrariedad y el autoritarismo de la gestión gubernamental, en pos de las reivindicaciones sociales, ecológicas propuesto en este periodo.
Dimensiones mencionadas, por otra parte, que ponen en tensión dos visiones y posiciones político-ideológicas de la sociedad ecuatoriana, sobre distintos aspectos, como la importancia de la intervención y de la participación del Estado para impulsar el desarrollo y definir la política pública, como también la social, al igual que los acuerdos con el FMI. En este nivel reconocemos, por una parte, aquella que representa la postura neoliberal, que busca prescindir y desmantelar el estado, y favorecer unilateralmente la acumulación privada empresarial; ligada especialmente al estractivismo minero y la determinación financiera; y de otra reconocemos la del campo de la llamada centro izquierda e izquierda, que promueve una activa participación estatal, que conduzca a la “revolución pasiva” -como solía decir Gramsci- en el marco del llamado progresismo latinoamericano, tales como son los casos, especialmente, de los presidentes Petro en Colombia y Lula en Brasil, en el contexto de una situación geopolítica conflictiva y en crisis en la región. Ambito donde se expresan además las posiciones contrarias al estractivismo minero (aunque no suficientemente), y apoyan en firme, en la consulta en ciernes del Ecuador, la no extracción del petróleo, que ha sido planteado por el grupo de los Yasunidos, así como la NO minería en la zona del Choco Andino en Quito-Pichincha
Esta es la efectiva correlación de fuerzas, que expresa el confrontamiento político-ideológico de los dos campos mencionados, que disputarán las elecciones en estos próximos meses, y desde la centro izquierda e izquierda, se aprestan a contribuir a la configuración de la hegemonía – vale decir según Gramsci – el consenso activo , de corte valorativo y de principios, principalmente anti-neoliberales, en oposición y tensión con el conservadorismo ecuatoriano, el mismo que se expresa en la disputa a la presidencia en el próximo periodo, más allá de la corta coyuntura de año y medio, que vivirá el Ecuador hasta el 2025.
Momento singular –sui generis- que nunca ha vivido el Ecuador en su historia, y que a nivel de la escena, se coloca como elemento principal en la solución del desenlace político, la coartada y/o estrategia de la derecha ligada a promover la bipolaridad correismo/ anticorreismo, y que tiende a expresarse bajo distintas formas y protagonistas. (Lógica estratégica que puede incidir en el NO de la consulta sobre el Yasuni). En su discurso de no aceptación a la reelección, el Presidente Lasso, puso por delante esta estrategia derechista, buscando polarizar desde sus intereses, una vez más la escena, en los términos planteados.
Lo cierto es que junto a la dispersión e incertidumbre, se expresa esta polarización, donde en medio de la confusión reinante no se “atina” (por parte de los analistas) a ubicar en que terreno efectivamente se pisa en la coyuntura.
Al parecer-y formulo como una problemática- hay fuerzas presentes en el escenario actual que advierten que un gobierno de apenas año y medio (noviembre 2023 a Mayo 2025) será en la práctica inviable económica y políticamente, que colocara las condiciones para una participación efectiva ganadora a la presidencia en las elecciones del 2025. Importante punto de vista a discutirse en medio de la confusión en ciernes que calibra la observación y análisis planteado.
IV
Al concluir este artículo, se vuelve necesario comentar, desde aquellas posiciones que proponen la necesidad de la autonomía política, y la disposición al combate desde abajo, atender estas condiciones del momento tomando en cuenta mínimas garantías de independencia y continuidad de la lucha que demanda el movimiento social. Por esto, en plan de enfrentar la nueva situación creada, con la muerte cruzada y las elecciones adelantadas, se debe definir un programa mínimo que enfrente esta situación:
- La reforma a la seguridad social, descartando la postura neoliberal privatizadora
- El cumplimiento de los principales puntos pendientes que quedaron sin resolverse en las mesas de dialogo , entre movimiento indígena y gobierno y que duraron 3 meses,
- La promoción de la agricultura y la aprobación del código agrario
- El anti estractivismo protegiendo, principalmente, las fuentes de agua, y defendiendo la consulta por la no explotación del petróleo en el Yasuni, y la NO minería en la zona del Choco, en Quito y Pichincha.
- Un mayor presupuesto a las universidades públicas que permita ampliar la oferta de carreas y tecnologías.
- Una postura política clara y transparente para combatir la corrupción y el narcotráfico inserto en la acción pública del estado
- Un plan concreto de seguridad por parte del estado, opuesto a la privatización de la seguridad ciudadana.
Sobre esta base programática debe concretarse el llamado a la unidad del movimiento social, y la apertura a un nuevo momento, de movilización y resistencia, como al electoral e institucional, en que se exprese, la tendencia social indígena y ecologista democrática, presente en el campo de la izquierda y centro izquierda, opuesta a la derecha reaccionaria, neoliberal.
Conducta política sugerida, que debe estar atenta al desenlace del proceso político, bajo cualquiera de las formas o fórmulas que pueda darse, que permita la organización y acción de resistencia y movilización en la coyuntura pos muerte cruzada.
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