La globalización, el racismo, las guerras, las migraciones revelan que 137 futbolistas de Catar 2022 jugaron por países en los que no nacieron.
La consagración de Argentina como campeona del mundo en una final inolvidable ante Francia, quizá la mejor en la historia de estos torneos, fue acompañada por la sorpresa de Marruecos, que tras eliminar a Bélgica, Alemania y España, puso al fútbol africano entre los cuatro mejores del mundo
“Argentina se sintió país en Qatar gracias al fútbol. País unido, feliz e ilusionado. Por supuesto que abrazados al héroe providencial que siempre hemos necesitado, un Messi(as) al que hemos terminado adorando solo después de comprobar que era adorado por el mundo. Somos raros”, dice Jorge Valdano, campeón del mundo (1986).
El mundial de Catar llegó a su fin, llenando de alegría a 47 millones de argentinos (y millones de simpatizantes de Bangladesh e India), haciendo olvidar a los Neymar (el amigo de Jair Bolsonaro) y Cristiano Ronaldo, a quienes ya se le vencieron la oportunidades. Argentina se llevó la Copa de Mundo y los galardones al mejor jugador, al mejor guardavalla, y al mejor jugador menor de 23 años (Messi, Dibu Martínez y Enzo Fernández), y Francia al del mejor goleador, el magistral Killyan Mbappé.
La globalización, el racismo, las guerras, las migraciones revelan que 137 futbolistas de Catar 2022 jugaron por países en los que no nacieron. En concreto, 28 de los 32 equipos presentaron futbolistas nacionalizados, salvo. Argentina, Brasil, Corea del Sur y Arabia Saudí. Si bien las selecciones que tuvieron más jugadores nacidos en otro país son Marruecos, Túnez, Senegal, Qatar, Gales, Australia y Camerún, es interesante que la nación que más futbolistas exporta sea Francia, con 36 deportistas repartidos en equipos de África, Asia y Europa.
El Mundial es organizado por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), acusada e investigada desde hace años por corrupción, sobornos y otros delitos, cuyos directivos se encuadran en las políticas occidentales. (Es bueno recordar las variadas denuncias que, en diversas oportunidades, formulara Diego Armando Maradona, en esa dirección, recomienda Juan Guahán)
A pesar de ello cual no pudieron evitar que la sede de este Mundial, por el poderío económico (y los sobornos) de Catar, le fuera birlado a Estados Unidos, que tenía previsto realizarlo, lo que motivó que tomara represalias penales contra algunos de esos directivos, aprovechando las reiteradas sospechas y denuncias en el sentido que éstos fueron partícipes en hechos de corrupción.
Ese predominio occidental, ya manifestado otras veces, encontró en el enfrentamiento entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) una nueva oportunidad de expresarse. Fundados en ese hecho, la FIFA excluyó arbitrariamente a Rusia de este Mundial, beneficiando a Polonia “a dedo”.
Locura
¿Globalización o locura? Cientos de miles de fanáticos del fútbol en Bangladesh, país asiático de 170 millones de habitantes, corearon «Messi, Messi» entre lágrimas de alegría y bailaron en las calles de ciudades y pueblos para celebrar la victoria de Argentina en el Mundial de Qatar. Ondeando la bandera albiceleste y luciendo la icónica camiseta con el número 10 de Messi, jóvenes y veteranos marcharon de manera improvisada para festejar el triunfo sobre Francia.
Mario Gotze, autor del gol con el que Alemania le ganó 1 a 0 la final del Mundial 2014 a Argentina, se mostró festejando a través de sus redes sociales la coronación argentina.
Algo ha cambiado, tras tantas frustraciones. Ya al final de su carrera, en verdad éste es otro Messi, ya no el monosilábico adolescente de sus primeros años. A sus 35, La Pulga, El Enano, se ha convertido en líder, dentro y fuera de la cancha, mandando callar a cualquier prepotente europeo que se le atraviese o quiera manchar a la albiceleste. Demostró que es el mejor del mundo, imponiéndose al genio que ya era.
El 42,3% de los futbolistas que representaron a las cinco selecciones africanas en Qatar 2022 nació en Europa. Hubo algunas excepciones, como el español Iñaki Williams, que juega en el Atlético de Bilbao y escogió ir con Ghana en este Mundial. Muchos países europeos se están nutriendo de lo que fueron las migraciones por factores económicos o bélicos. Así como hay fuga de talentos de médicos, también ha habido fuga de talentos de futbolistas.
Fuera de la cancha, cada vez es más frecuente que los hinchas elijan burlarse del origen de algunos jugadores, en muchos casos con connotaciones racistas. “Su vieja es nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento, nacionalidad francés”, dice el vergonzoso cántico que varios aficionados argentinos entonaron la semana pasada en la transmisión en vivo de un canal de televisión. La canción racista también tiene referencias transfóbicas por la supuesta relación entre Mbappé y la modelo transgénero Inés Rau.
Mario Balotelli, futbolista italiano de origen ghanés lanzó un reto a todos los futbolistas africanos “a juntar dinero conmigo para dejar la Europa racista y construir estadios en África y desarrollar a nuestros jóvenes. Tenemos dinero, podemos construir al menos cinco estadios de clase mundial en cada país y firmar una petición para que ningún jugador vuelva a ser exportado a Europa”, dijo.
“Aquí en África, jugarán bajo el amor de sus hermanas y hermanos, sin nadie cantando cantos racistas en las gradas contra ellos. Somos más talentosos, podemos hacer que nuestra liga de campeones sea de calidad y nuestras ligas. Tenemos un gran talento que nunca es apreciado en el extranjero», añadió
También están los comentarios de racismo inverso, que es otra forma de discriminación: «los negros cantan, bailan, corren mejor» es el más conocido y el más peligroso. La idea de que «mientras nos entretengan, todo bien». Los problemas surgen cuando se atreven a hablar y denunciar desigualdades.
Mientras que el Washington Post publicó una nota editorial preguntándose «¿Por qué Argentina no tiene más jugadores negros en el Mundial?», por otro lado, se percibió un incremento en la cantidad de convocados negros en selecciones europeas, siendo la francesa la que mayor número evidencia.
La razón contiene varios factores, pero su principal es la expansión e incorporación de territorios de África y otros enclaves estratégicos a Francia, comenzado con gran énfasis a partir del siglo XIX, con la conquista de Argelia. 17 de los 26 jugadores tienen raíces africanas. De ellos hay tres que nacieron en otros continentes: Steve Mandanda en la República Democrática del Congo, Eduardo Camavinga en Angola; y Marcus Thuram, nacido en Parma, Italia.
Racismo europeo
¿Por qué a Killyan Mbappé, máximo goleador del Mundial de Catar, nacido en París, el racismo instalado en Francia, no lo considera francés? Se piensa que el francés tiene que ser definitivamente blanco y no se tiene en cuenta las grandes migraciones que hay por el imperialismo, tanto francés como europeo en general, que viene oprimiendo desde hace siglos a las naciones africanas, expoliando sus recursos naturales y dejando en la pobreza a grandes comunidades. Eso hace que muchos tengan que migrar, en condiciones infrahumanas.
“Dije: ‘No puedo jugar para la gente que piensa que soy un mono. No voy a jugar”, reveló Mbappé a “Sports Illustrated”, aunque luego reculó. “Rendirse no era un buen mensaje. Esta es la nueva Francia […]. Por eso no renuncié a la selección”.
“No son franceses, son africanos», «es una selección africana» o «los únicos franceses son Griezmann, Giroud, Lloris y un par más«. Son algunas de las tantas frases que se leen y se escuchan en las redes sociales.
Veamos la lista de los “franceses”: Kylian Mbappé (padre camerunés y madre argelina), Ourmane Dembelé (padre maliense y madre senegalesa), Mattéo Guendouzi (ambos padres de Marruecos), Jules Kounde ( padre de Benin), Aurélien Tchouaméni y William Saliba (padres de Camerún), Ourmane Dembelé (padre maliense y madre senegalesa), Ibrahima Konaté y Youssouf Fofana (padres de Mali), Axel Disasi y Randal Kolo Muani (padres de Congo), Dayot Upamecano (padres de Guinea-Bisáu).
Alemania y Francia lograron sendas Copas gracias a jugadores negros en sus selecciones. En 2006, Gerald Asamoa, nacido en Ghana, hizo historia al convertirse en el primer alemán nacido en África que jugó con la selección en un Mundial de fútbol. Hoy, el equipo nacional germano resulta inconcebible sin jugadores como Serge Gnabry (Costa de Marfil), Antonio Rüdiger (Sierra Leona), Thilo Kehrer (Burundi), Likay Gundogan (Turquía) o Leroy Sané (Senegal), entre otros.
Ese camino lo allanó el 22 de diciembre de 1974 un jugador llamado Erwin Kostedde, el primer jugador negro que integró la selección. «El entrenador nacional, Helmut Schön, me dijo que en las entrevistas debía asegurar que no había racismo en Alemania. Pero eso no era verdad. Se lo dije y se enfadó conmigo”. recordó. Y tenía razón: en 2019, Jordan Torunarigha, del Herta, fue atacado durante un partido desde las tribunas con cánticos racistas y abandonó la cancha con lágrimas en los ojos.
El Mundial de Alemania 2006 marcó un punto inicial en la lucha contra la discriminación, ya que fue la primera vez en la que se pudo observar la frase say no to racism (dile no al racismo). En 2004, dos años antes del Mundial, en un entrenamiento de la Selección española, el entrenador Luis Aragonés le pidió a su jugador José Antonio Reyes que hablara con Thierry Henrry, el francés que era su compañero de equipo en el Arsenal inglés: “Dígale al negro de mierda que usted es mejor, dígaselo de mi parte”.
En las vísperas de ese Mundial, el político francés de ultraderecha Jean-Marie Le Pen, criticó a Raymond Domenech, entrenador de Francia, por llevar a muchos jugadores negros, alegando que por eso muchos franceses no se sentían identificados con esa Selección. También criticó a Zinedine Zidane -de padres argelinos que emigraron a Francia a causa de la guerra colonial de Argelia- por no cantar el himno. Asimismo, pidió públicamente que Karim Benzema, musulmán hijo de argelinos, dejara de jugar para Francia.
Después de la final, en la que Italia le ganó a Francia por penales (5-3) tras haber empatado 1 a 1, el exministro italiano, Roberto Calderoli, criticó la presencia de jugadores de diversos orígenes en el equipo francés. “La de Berlín ha sido una victoria de nuestra identidad, donde un equipo que ha alineado a lombardos, calabreses, napolitanos y vénetos, ha vencido a una formación que ha perdido, sacrificando por el resultado, su propia identidad, al alinear a negros, musulmanes y comunistas”, dijo.
Argentina
En Argentina existe la idea de que los quechuas que nacen en Jujuy son bolivianos o los mapuches que habitan en la Patagonia son chilenos y los afrodescendientes de Buenos Aires son uruguayos o brasileños. Los apellidos de los futbolistas de la selección argentina no son precisamente de pueblos originarios (aparecen nombres originarios como Lautaro o Nahuel), pero al cumplir con esa visión europeísta blanca nadie dice que tiene una selección repleta de italianos o españoles.
Nadie duda de que efectivamente son argentinos: Argentina, país receptivo a los inmigrantes desde su Constitución, no escapa al racismo. Entre los goles de Lionel Messi, la gloria de Diego Maradona y tantos otros fenómenos, Alejandro Nicolás de los Santos tiene un sitio privilegiado en la historia del fútbol argentino: es el primer y único jugador negro que jugó en la Selección. Sus padres nadaron hasta el cansancio para alcanzar un barco que los liberó de las peores vejaciones en la actual Angola. Cruzaron el océano Atlántico y llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX.
Los problemas económico-sociales se juegan en otra cancha, como se pudo comprobar esta semana cuando gigantescas movilizaciones callejeras –en diversos puntos del país-, expresaron su bronca con el vergonzoso bono repartidos por mitades en dos pagos. Bien saben los argentinos que un título mundial no puede eliminar la pobreza que alcanza a más del 40 por ciento de la población, pero sí mejorar la autoestima del pueblo.
Y la alegría y el entusiasmo multitudinario por la obtención de la Copa Mundial de Fútbol generan incomodidad y desconfianza entre los sectores oligárquicos de la Argentina; un profundo fastidio asociado a una recóndita incomprensión del festejo. ¿Qué podrían celebrar los cabecitas negras, desarrapados, los sin nada, los nadies, los choriplaneros, los kukas?
Temen lo colectivo en formato popular, sobre todo cuando los humildes cuentan con poco para perder, pero mucho para celebrar, señala el sociólogo Jorge Elbaum. Para los ojos del poder, esa comunión es amenazadora: es lo más semejante a un «aluvión zoológico» dispuesto a generar desbordes, rebeldías temerarias o desafíos puntuales al statu quo. Estos recelos se hacen más explícitos cuando converge la identidad con el universo futbolístico.
Cuando el grupo bonaerense de ska La Mosca viralizó su tema musical relativo al mundial de Catar, «Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar«, la referencia a los jóvenes muertos en la guerra de Malvinas cumplió con el cometido de articular los colores con una de las grandes causas nacionales, ligada también a la referencia de los dos goles de Diego Maradona a los ingleses en el mundial mexicano de1986. Y eso no le gusta al neoliberalismo.
Messi fue catalogado de vulgar por uno de los medios hegemónicos, por atreverse a ridiculizar al técnico holandés y por decir la frase [al jugador holandés que lo había marcado en el partido y con quien tuvo varios roces] “¿Qué mirás bobo? Andá p’allá, bobo…”, que había desvalorizado al argentino en los días previos al partido. Su gesto [del Topo Gigio] fue leído en clave solidaria respecto a otro de los futbolistas argentinos despreciados por Louis Van Gaal: Juan Román Riquelme, “sospechado” de populista. En Colombia, ya comenzaron a fabricar jeans con la inscripción “Qué mirás bobo”.
Lo que exasperó a los propagandistas de la derecha local disfrazados de periodistas no fue el gesto de Messi, sino que remitió al expresidente neoliberal Mauricio Macri desafiado con el gesto del Topo Gigio por Riquelme, jugador de Boca Juniors, del cual Macri era presidente. (Hoy Riquelme es vicepresidente del club).
Quizá sea cierto que los argentinos no logran festejar sin sufrir. Y en este Mundial, que comenzaron perdiendo con Arabia Saudita, sufrieron hasta el cuarto penal después del alargue de 30 minutos en la final. Luego, todos los argentinos, millones y millones, en todos los rincones del país y en todo el mundo, salieron a las calles a festejar: ¡al fin una alegría!
El título mundial no pudo eliminar la pobreza, pero eso sí, mejoró la autoestima y el humor del sufrido pueblo argentino.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Como periodista y analista deportivo, cubrió los mundiales de fútbol de 1970, 1978 y 1986 y los Juegos Olímpicos de Atlanta.