Recomiendo:
0

«Nadie se ha muerto de amor» o ¿violencia cruzada?

Fuentes: Rebelion

«Nadie se ha muerto de amor», dijo ella, «por eso lo que no entiendo es porque sigo con él»… «Han sido 20 años. 10 estuve aguantándole hasta que un día me defendí. Cuando comenzó a pegarme me arranqué, agarré la tranca de la puerta y le puse un palo… La segunda vez que le pegué […]

Mostrando mujer1 - victoria aldunate.jpg

«Nadie se ha muerto de amor», dijo ella, «por eso lo que no entiendo es porque sigo con él»…

«Han sido 20 años. 10 estuve aguantándole hasta que un día me defendí. Cuando comenzó a pegarme me arranqué, agarré la tranca de la puerta y le puse un palo… La segunda vez que le pegué él me había tirado contra la puerta para patearme, pero como tengo fuerza lo empujé, él se cayó y se pegó en la cabeza. Le quedó un chichón y yo no tenía nada visible. Los vecinos habían escuchado la pelotera y llamaron a los carabineros. Uno de los policías me dijo: «Esto es violencia intrafamiliar, señora, podemos detenerla por agredir a su marido». Pero el otro carabinero le dijo: «¡No hombre, la señora se defendió no más!». Yo estaba callada, no podía ni hablar y él les decía: «¡Miren cómo me dejó esta mujer, y yo no le hice nada!». Pero los carabineros no me denunciaron. Después de eso le pedí disculpas a él y a su familia. Su mamá estaba muy enojada conmigo y la hermana hasta el día de hoy no me habla… Su madre dice que a lo mejor él toma por culpa mía. Dicen que yo soy la violenta, que lo humillo… Y lo reconozco: le grito y si tengo que pegarle, le pego. Lo hago cada vez que llega metiendo boche y me quiere golpear… Me da vergüenza decir esto… me puse como él… En el consultorio me dijeron que era violencia cruzada«…

«Antes yo pensaba que la culpa era del trago porque cuando llega curado, que es como cada dos o tres semanas, llega agresivo, tirando las cosas al suelo, gritando, insultándome… diciéndome cosas terribles… (A veces creo que me duelen más las cosas que dice que las cosas que hace). Es tanto, que mi hijo mayor se ha agarrado con él y lo ha echado de la casa… Su familia y él mismo, dicen que yo pongo a sus hijos contra él. Y yo no hago eso, es que los niños ya no aguantan, están desesperados, no quieren más… Mi hija de 15 el último tiempo se ha enojado mucho conmigo. Me dice que «por qué sigo con su papá», que soy «una tonta»… Yo también me lo digo, pero no quiero que me lo diga ella… Ha habido momentos en que he tenido ganas de pegarle a la niña cuando me recrimina … Ella parece que se da cuenta y me dice: «¡Ya señora, no quiero pelear con usted!», y se va a su pieza… Yo me quedo pensando en cómo responderle su pregunta: ¿Por qué estoy con él…? ¿Por qué?… Parece que lo quiero, puede sonar estúpido, pero lo quiero… ¿Qué le quiero? A lo mejor lo que quiero es todo lo que hemos pasado juntos porque nos hemos querido mucho nosotros… Nos juntamos a los 15 años. En realidad yo tenía 17 porque era mayor que él. Fue mi primera pareja sexual y eso pesa. ¿Usted no lo cree?… A mí me importa mucho eso… En el tiempo que comencé con él yo estaba sola en Santiago. Me había venido del Sur arrancando también de la violencia. Mi padre le pegaba todo el tiempo a mi mamá. Yo ya no quise ver eso y me fui de la casa… ¡No quiero que le pase eso a mi niña! ¡No quiero que se vaya de mi lado antes de tiempo!.. Es estudiosa, una buena niña, inteligente, sé que va a ser una profesional porque me conseguí una beca para ella en un colegio privado. (Un colegio donde las niñas son muy señoritas). Ella no va a tener que trabajar limpiando la mugre de otros como yo…»…

«Cuando me vine del Sur yo era bien joven y me puse a hacer aseos porque era el trabajo que había para las chiquillas como yo. Desde ese tiempo que limpio casas y oficinas. Ahora además hago bolsas de papel para boutiques que me compran en una imprenta (me pagan $10 por bolsa). Yo siempre he trabajado… Ni siquiera estoy con él por la plata. Yo soy fuerte, siempre me las he arreglado en la vida… con un hijo, con dos, y ahora con tres porque tengo uno de 2 años que nació después de una reconciliación. Yo digo que mi chiquitito es un regalo del cielo, pero no quiero tener más hijos porque no me va alcanzar la plata. El me dice que tengamos otro, yo le digo que no y se pone furioso, me dice que es porque a lo mejor yo quiero meterme con otro hombre… Pero nada que ver, si con todo lo que he pasado con él no quiero buscarme más problemas. El me dice que si me meto con otro nos va a matar a los dos… Mi hijo grande no dice nada de eso y mi hija me dice que yo tengo que ser libre y que si quiero tener otra pareja ella me va a entender. Pero con una niña en la casa una no puede estar metiendo a un hombre extraño a la familia, ¿me entiende? Si alguna vez me separo de él y tengo a alguien más, va a ser por fuera… Pero no creo que nos separemos, él nunca me va a dejar, dice que soy de él… algo así como su propiedad, y hasta yo misma me siento así, como si fuera parte de él, no me imagino la vida con otro hombre…».

«Cuando lo conocí, me gustó al tiro. Me trataba bien. Lo empecé a querer rápido. No me importó que fumara marihuana. Pololeamos dos años, luego nos fuimos a vivir juntos y todo fue tan bonito al principio. Siempre recuerdo ese tiempo… Pero como al año de estar juntos comenzó a mostrarse distinto. No quería que saliera de la casa, no quería que siguiera trabajando y yo le decía qué cómo pensaba que íbamos a vivir si él no siempre trabajaba… Vinieron las malas caras, los celos, los gritos, los empujones. Comenzó a tomar más y más, y de ahí casi no me di cuenta cuando ya se habían instalado los golpes y los moretones… Yo llamaba a mi mamá al Sur para contarle y ella me decía que él era mi marido, el que yo había elegido, el que yo quería… «Yo aguanté hija», me decía… Ahora hace poco le conté que quería sacarlo de la casa y me dijo que yo no tenía que hacer eso, que no era correcto, que él es el padre de mis hijos… La verdad es que siento culpable por pensar en echarlo, me da pena imaginarlo solo, sin familia… El tuvo una infancia muy dura. Siempre me dice que él sufrió mucho y que por eso toma… Y yo sé lo abandonado que fue cuando niño… Tal vez por eso se porta tan infantil todo el tiempo, como que se quedó pegado. Cuando comenzamos, eso me gustaba, que fuera más inocente que otros chiquillos, como más bueno y cariñoso, ahora no tanto, a veces lo siento como un peso para mí… Igual todavía es cariñoso cuando estamos bien… Sí, yo sé que igual después trata de pegarme… Antes yo creía que él problema era sólo el trago, pero entendí que cuando no está curado igual me controla y me amenaza… y apenas comparte su plata con nosotros porque dice que yo para eso trabajo. Cuando tiene trabajo, me da unos 5 mil diarios y cree que con eso está listo. Dice que él mantiene la casa… «¡Y la plata que te doy, que la hiciste!», me grita cuando le reclamo que no alcanza… ¡Y es que no alcanza!… Luz, agua, gas, dividendo, locomoción, vestirnos, cuadernos, libros, materiales del colegio, pagar cuotas de tiendas, en fin, tanta cosa… Yo saco unas 150 lucas con mis trabajos e igual no me alcanza… Y más encima cuando él no trabaja porque anda tomando, hasta tengo que pasarle yo de mi plata… Muchas veces pienso que los niños y yo estaríamos mejor sin él, pero otras veces no me lo puedo imaginar sin mí…»…

«Sé que nadie se ha muerto de amor, pero lo más difícil de comprender no es eso, si no por qué, a pesar de todo, siento este amor…»…

*Testimonio real de una mujer atendida, llevado a relato por victoria aldunate, terapeuta feminista.