El grupo mexicano Los Tigres del Norte, conocido mundialmente por sus narcocorridos gracias al escritor español Arturo Pérez-Reverte, vendrá por tercera vez a Chile, esta vez será en febrero y como una de las atracciones centrales del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. Cuando estos cinco artistas oriundos del norteño estado de […]
El grupo mexicano Los Tigres del Norte, conocido mundialmente por sus narcocorridos gracias al escritor español Arturo Pérez-Reverte, vendrá por tercera vez a Chile, esta vez será en febrero y como una de las atracciones centrales del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar.
Cuando estos cinco artistas oriundos del norteño estado de Sinaloa se presenten en el escenario de la Quinta Vergara, sede del festival, serán seguramente ovacionados por un público chileno que desde hace unos 70 años se viene identificando culturalmente con la música mexicana desde sus raíces campesinas hasta sus actuales manifestaciones urbanas.
«Son igualitos a Jorge Negrete y a Pedro Infante», dijo a IPS Luzmira Gallardo, una vendedora de 38 años que rememora a los íconos del cine y de la música de México de mediados del siglo pasado a través de los finos bigotillos y pobladas cabelleras que muestran los cuatro hermanos Hernández en las carátulas de sus álbumes.
Jorge, Hernán, Eduardo y Luis Hernández, junto a su primo Oscar Lara, crearon Los Tigres del Norte en 1968, cuando la necesidad los obligó, como a tantos mexicanos, a emigrar desde su natal Tierra Morada, en el municipio sinaloense de Mocorito, a Estados Unidos.
Cuentan que luego de tocar en la ciudad fronteriza de Mexicali fueron contratados para actuar durante el desfile del Día de la Independencia en San José, en el occidental estado estadounidense de California, y que allí fue un oficial de Migración quien inadvertidamente los bautizó al llamarlos «little tigers», para agregar «the tigers of the North», sabedor de que viajaban hacia el norte.
A ellos les vino bien eso de tigres del norte, por la condición geográfica de Sinaloa, un estado mexicano fronterizo con Estados Unidos de tradición campesina, que con los años se transformaría en uno de los enclaves neurálgicos del cultivo de marihuana y del tráfico de drogas.
Establecido en San José, ciudad que mantiene como su residencia, el grupo cultivó inicialmente un repertorio tradicional hasta que a comienzos de los años 70 fue contratado por una emergente empresa disquera llamada Fama Records, que gracias a esta decisión se convertiría en la principal firma grabadora de la costa oeste de los Estados Unidos.
Por sugerencia de los ejecutivos de Fama Records introdujeron innovaciones en su estilo, con instrumentos eléctricos que modernizaron un sonido que mantuvo como base de creación musical las ejecuciones en acordeón de Jorge Hernández, director y también vocalista del grupo.
La base tradicional del corrido del norte se amplió a otros ritmos, como el bolero, la cumbia, el rock y el vals, pero en lo esencial, Los Tigres del Nortr mantuvieron como eje central la música folclórica mexicana con letras que incorporaban paulatinamente problemas y conflictos sociales, en sintonía con la migración.
Así fue que en 1971 compusieron el tema «Contrabando y traición», que habla de Camelia La Tejana y Emilio Varela:
«A Los Ángeles llegaron, a Hollywood se pasaron/en un callejón oscuro las cuatro llantas cambiaron/ahí entregaron la hierba y ahí también les pagaron.
Emilio dice a Camelia: ‘Hoy te das por despedida./Con la parte que te toca, tú puedes rehacer tu vida./Yo me voy pa’ San Francisco, con la dueña de mi vida’..
Sonaron siete balazos: Camelia a Emilio mataba./La policía solo halló una pistola tirada./ Del dinero y de Camelia nunca más se supo nada».
Este fue el tema inspirador varios años más tarde para que Pérez-Reverte escribiera «La reina del sur», una de las novelas más notables del periodista y escritor español nacido en 1951, que lanzó sucesivas ediciones desde su aparición en junio de 2002.
La obra, que narra la historia de Teresa Mendoza, una modesta sinaloense que se involucra muy joven con narcotraficantes y luego de escapar de una muerte por ajuste de cuentas logra huir a España, donde se convertirá en la principal operadora de contrabando de hachis y cocaína en el estrecho de Gibraltar, que une las aguas del mar Mediterráneo con el océano Atlántico.
A Pérez-Reverte le llevó dos años la investigación que se cristalizó en esta novela, escrita a dos veces, donde las vivencias de la protagonista se alternan con el formato de un largo reportaje periodístico, presentado con tal rigor que para muchos Teresa termina siendo una mujer real y no el personaje de ficción que realmente es.
Como dijo el propio Pérez-Reverte, «La reina del Sur» terminó siendo un narcocorrido de 541 páginas, en un texto donde se contabilizan referencias a 25 canciones mexicanas, cinco de ellas de Los Tigres del Norte, que ese mismo año 2002 lanzaron el álbum titulado igual que el libro, que les abrió camino para ser conocidos en Europa y Asia.
Los narcocorridos, este novedoso subgénero de la creación popular del norte de México, no son apologías de los narcotraficantes, sino relatos musicalizados que cuentan peripecias, anécdotas y tragedias en torno al tráfico de drogas al mejor estilo de una suerte de narrativa épica, descriptiva, que no incursiona en tópicos éticos ni moralistas.
Esa misma condición se da en «La reina del Sur», como señaló a IPS Jaime Santelices, un universitario de 24 años, entusiasta lector de Pérez-Reverte: «Teresa Mendoza no es buena ni mala, es la protagonista de sus propias circunstancias y accidentes y del entramado de poderes corruptos que se mueve en torno al narcotráfico», comentó.
Se cuenta que cada narcotraficante que se precie en México anhela ser personaje de un narcocorrido, pero tiene que merecérselo sin apelar al dinero ni a la coacción, al menos en lo que respecta a Los Tigres del Norte.
«Nos sentimos muy orgullosos de ser un grupo que ha llevado una carrera sana, limpia, durante la cual hemos logrado mantenernos imparciales. Nadie puede decir ‘es que a esos les pagan’. Quizás no siempre cantemos aquello que nos sucede personalmente, pero sí nos interesa estar al tanto de lo que le preocupa a la mayoría de la gente», dijo Hernán Hernández en una entrevista con el diario El Mercurio de Santiago.
«Somos cronistas de historias que vienen del pueblo y que el pueblo luego hace suyas», agregó a propósito del repertorio de este grupo, que incluso ha sido objeto de censuras por parte de autoridades mexicanas.
Así ocurrió con «Las mujeres de Juárez», tema incluido en el álbum «Pacto de Sangre», donde se denuncian los asesinatos de mujeres no aclarados en esa ciudad, en los versos «Humillante y abusiva, la intocable impunidad/ las muertas de Ciudad Juárez son vergüenza nacional…».
El alcalde de Ciudad Juárez le pidió a las emisoras locales que no difundieran esa canción, que Hernán definió como «una expresión de solidaridad con las víctimas».
Luzmira Gallardo fue una de las 80.000 personas que en diciembre de 2004 repletaron el Estadio Nacional de Santiago en la noche de clausura de la Teletón, la cruzada solidaria con los discapacitados que organiza cada año el animador de televisión Mario Kreutzberger, más conocido como Don Francisco.
«Fui sobre todo para ver y escuchar a Los Tigres del Norte. Fue la primera vez que vinieron a Chile. Este año, en noviembre, fui otra vez a verlos en el Teatro Monumental», agregó, aludiendo a la segunda visita del grupo, que cantó ante unas 5.000 personas en ese local situado en el centro de esta capital.
«Por ningún motivo me pierdo ir a verlos al Festival de Viña. Estoy juntando el dinero», agregó la mujer, que viajará a presenciar el certamen que tendrá lugar en el balneario situado 120 kilómetros al oeste de Santiago entre los días 22 y 27 de febrero. (FIN/2005)