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Neltume, la memoria combatiente

Fuentes: Punto Final

Las tradicionales jornadas conmemorativas organizadas por el Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume junto con el Comité Memoria Neltume, incluyeron este año una serie de actividades orientadas al rescate testimonial del proceso de autogestión popular desarrollado en el Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli durante el periodo de la Unidad Popular, como asimismo para […]

Las tradicionales jornadas conmemorativas organizadas por el Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume junto con el Comité Memoria Neltume, incluyeron este año una serie de actividades orientadas al rescate testimonial del proceso de autogestión popular desarrollado en el Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli durante el periodo de la Unidad Popular, como asimismo para la reconstrucción de la memoria de la resistencia llevada adelante por el MIR entre septiembre y diciembre de 1973 y del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro a inicios de los años ochenta.

La jornada reunió a más de un centenar de participantes, en las afueras del Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, para salir en caravana a recorrer algunos puntos del Sendero de la Memoria. El primer punto fue en Choshuenco, donde se ubica el Memorial de Miguel Cabrera Fernández («Paine»), jefe del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro, muerto en combate el 15 de octubre de 1981. En ese lugar se entregaron diversos testimonios, destacando el de Jaime Castillo Petruzzi, sobreviviente de la guerrilla del 81, quien volvía a reencontrarse con estos lugares después de 36 años.

Jaime Castillo Petruzzi manifestó: «Nuestros compañeros caídos son nuestras grandes fortalezas, pues ellos son los que han nutrido nuestra resistencia. Y en eso el compañero Paine nos dejó un legado fundamental, pues era un jefe de una humanidad y convicciones admirables (…) Por eso el homenaje a los compañeros y compañeras caídas no puede ser una cosa abstracta, tiene que ser un compromiso, un llamado a la lucha, un llamado a la organización, un llamado a avanzar, honrándolos con nuestra práctica… ese es el mejor homenaje».

Conmovidos por los testimonios escuchados, los participantes continuaron con el recorrido del Sendero de la Memoria dirigiéndose hasta el sector de Molco, en las vecindades de Choshuenco, lugar en donde fueron asesinados en una emboscada, el 23 de diciembre de 1973, los militantes del MIR Hugo Rivol Vásquez Martínez y Mario Edmundo Superby Jeldres, quienes habían continuado resistiendo el golpe de Estado en las montañas de Neltume. Por primera vez estuvo presente en esta ceremonia Pedro Vásquez, hermano mayor de Hugo, que reside en Australia.

La caravana se desplazó hasta el cementerio de Punahue, en las vecindades de Choshuenco, para recordar a «Víctor», Próspero del Carmen Guzmán Soto, y «Camilo», José Eugenio Monsalve Sandoval, muertos el 20 de septiembre de 1981, quienes permanecen sepultados en una misma tumba. En esta ocasión se pidió a «Mariela», Aminie Calderón Tapia, que entregara su testimonio pues compartió con ellos. En su relato manifestó que «(…) me enteré que ellos hicieron todo su recorrido juntos, la infancia, la adolescencia, el exilio y posteriormente el retorno a luchar en contra de la dictadura (…) A ‘Víctor’ le decíamos ‘El grande’. Era una persona muy tímida, no hablaba mucho, pero actuaba (…) ‘Camilo’ fue mi compañero de trabajo y desde el primer día que lo conocí fue un compañero con muchas cualidades y, si bien es cierto tenía un carácter fuerte, un poco mal genio de repente, conmigo fue una excelente persona, muy preocupado de todos nosotros».

También en este lugar entregó su testimonio Jaime Castillo Petruzzi recordando a «Víctor». En parte de su intervención manifestó : «Compartí con los compañeros en los preparativos de la montaña poco más de un año, desde inicios de los ochenta hasta junio del 81. ‘El grande’ era bastante adusto, muy serio, pero era un niño grande. Con un sentido del humor perfecto, exacto, tenía la talla a flor de labios y, para gran sorpresa mía, era un músico popular. Andaba siempre con su armónica y en las noches tocaba despacito canciones de Violeta Parra, Víctor Jara, los Inti, Illapu».

Por otra parte, Ibar Leiva, refiriéndose a «Camilo» contó que era un gran observador. «Siempre estaba por fuera del grupo, se ubicaba en un lugar alto y observaba (…) tenía un manejo impresionante del monte (…) yo sufría siempre de la columna vertebral y ‘Camilo’, cuando estábamos en vida de campamento, me calentaba piedras y cuando me tocaba irme a la carpa, me decía: ‘Viejo, aquí están tus piedras’. Tenía esa preocupación y así con todos los que necesitaran algo (…) yo sueño todavía con una sociedad llena de Camilo, de Víctor, de Paine y de tantos compañeros caídos».

Desde el cementerio de Punahue nos desplazamos hasta el sector de Quebrada Honda en Puerto Fuy, donde se instalará el Memorial en recuerdo de «Pequeco» (Juan Angel Ojeda Aguayo) el último integrante del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro asesinado en esta zona, en una emboscada el 28 de noviembre de 1981. «Pequeco» quedó separado de la columna debido a la emboscada ocurrida en la tarde del 27 de junio de 1981; logró sobrevivir en la montaña, que conocía muy bien ya que era originario de esta zona, refugiándose finalmente en casa de familiares. Cuando el MIR supo de su presencia en ese lugar, organizó una escuadra para ir en su rescate, pero llegó un día después que las fuerzas represoras lo asesinaran.

Regresamos a Neltume para asistir al lanzamiento del libro Sangre de baguales , escrito por Pedro Cardyn, quien participó en la guerrilla y en las actividades en el Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli (ver pág. 20).

El domingo 5 de febrero nos reunimos en el frontis del Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, para visitar el lugar del campamento donde fue emboscado el Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro, en medio de un bosque nativo de coigües, raulíes y quilas. Accedimos hasta el sector en donde se alza un magnífico árbol, el cual es denominado «el coigüe amigo» o el «guardián de la memoria». Es el punto de referencia para adentrarse por el sendero que conduce hasta el lugar en donde se encuentra uno de los tatús o refugios subterráneos. Marchando en columna y en silencio para escuchar los sonidos del bosque, nos internamos hacia el campamento, siendo saludados a nuestro paso por el canto del chucao. En el lugar del campamento, reunidos junto al Memorial, confeccionado con una lámina de madera nativa en la cual están inscritos los nombres de los caídos, pudimos conocer, a través de testimonios entregados por distintos sobrevivientes de esta experiencia, parte importante de lo que fue esa epopeya, logrando así unir pequeños trozos de rompecabezas que nos permiten avanzar en la construcción de la memoria popular.

Desde que comenzaron estas actividades conmemorativas en Neltume, este año ha sido cuando ha habido mayor concurrencia, elevándose el número de asistentes a más de un centenar. Destaca el gran porcentaje de jóvenes, muchachas y muchachos, que alcanzó una cifra cercana al 70%

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 870, 3 de marzo 2017.

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