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Ni en broma ni en serio

Fuentes: Rebelión

Todo lo malo, lo feo y lo absurdo que hizo, hace o va a hacer EEUU se explica con el decir «así es América», pero ni ese decir justifica sus actos aberrantes actuales. Así, las sanciones a Rusia por incumplir los acuerdos de Minsk son un galimatías que ni el más ducho en jeroglíficos podría […]

Todo lo malo, lo feo y lo absurdo que hizo, hace o va a hacer EEUU se explica con el decir «así es América», pero ni ese decir justifica sus actos aberrantes actuales. Así, las sanciones a Rusia por incumplir los acuerdos de Minsk son un galimatías que ni el más ducho en jeroglíficos podría discernir. Fueron firmados en una cumbre en la que se discutió la implementación de un plan para evitar la desastrosa derrota de las tropas de Ucrania en su guerra contra el pueblo del Dombás. Asistieron el Presidente ruso, Vladímir Putin, el Presidente ucraniano, Petró Poroshenko, la Canciller alemana Angela Merkel, el Presidente francés, François Hollande, el líder de la RPD, Alexánder Zajárchenko, y el líder de la RPL, Ígor Plótnitski. Luego de largas y difíciles negociaciones acordaron, entre otros puntos, un incondicional alto al fuego, la retirada de las armas pesadas del frente de combate, la liberación de los prisioneros de guerra, la reforma de la Constitución de Ucrania… Fueron garantes de estos acuerdos Rusia, Francia y Alemania. Desde entonces, cada vez que el gobierno de Poroshenko incumple este pacto, lo que sucede muy a menudo, sólo Rusia, que no debe cumplir estos acuerdos, pues sólo es garante, es acusada de no cumplir los acuerdos de Minsk y es castigada con nuevas sanciones; no son tomadas en cuenta ni Francia ni Alemania, que tienen la misma responsabilidad que Rusia, y a Kiev ni siquiera se le llama la atención. Como reza el dicho: pagan justos por pecadores.

Pero eso no es todo, resulta que Arsén Abákov, Ministro del Interior de Ucrania, declara, con toda desfachatez, que los acuerdos de Minsk no existen, que sólo fueron una trampa que se le tendió a Putin para detener el avance de los tanques del Dombás, al borde de derrotar a las tropas de Kiev. Ahí sí, cójanme este trompo en la uña: ¿cómo así se castiga al que no debe cumplir los acuerdos, que además no existen? Pues si no hay acuerdos, no debería haber castigo y si hubiere acuerdos, se debería castigar al que los incumple, es decir, Ucrania.

Ya que se habla de Ucrania, llama la atención que su patriarca Filaret viajara a Washington para que el Senador MacCain gestionara conseguir que EEUU suministre a su país armas letales para derrotar a los patriotas del Dombas. ¡Atención!, no se habla del ministro de defensa ni del comandante de las fuerzas armadas sino del jefe espiritual de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana -no reconocida por ningún patriarcado de la Iglesia Ortodoxa del mundo-, de alguien llamado a fomentar la paz y no la guerra. Pero se trata de Ucrania, país donde su presidente piensa llamar a un referéndum para preguntar acerca de si a los ucranianos les gustaría o no ser miembros de la UE y que Ucrania ingresara en la OTAN, referéndum que según las encuestas va a tener el 73% de aprobación, pese a que las autoridades de ambas organizaciones declaran que dicho país no cumple con ninguno de los requisitos que se exigen para ingresar tanto a la OTAN como a la UE. Todo esto pasa porque en la actual Ucrania es posible incluso que los gallos pongan huevos y los hipopótamos bailen ballet.

Algo parecido pasa con el General Michael Flynn, exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, acusado de hacer al FBI, a sabiendas y con conocimiento de causa, «declaraciones falsas, ficticias y fraudulentas» acerca de la conversación que mantuvo a fines de diciembre del 2016 con el entonces embajador ruso en EEUU, Serguéi Kisliak, en la que trató sobre la necesidad de evitar una escalada de tensiones entre Washington y Moscú como consecuencia de las sanciones que Barack Obama había impuesto a Rusia y de la que no informó al Vicepresidente Mike Pence, por lo que debe ahora testificar contra el Presidente Trump, los miembros de su familia y otras personas de la Casa Blanca, en la investigación federal que dirige el fiscal Robert Mueller sobre la supuesta intervención rusa en las elecciones presidenciales de EEUU de noviembre del 2016. El cargo de mentir al FBI es de grueso calibre, por lo que Flynn podría ser castigado hasta con cinco años de prisión. El tema es tan candente que incluso provocó una baja de los precios de las acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York, porque, aparentemente, Trump habría solicitado a Flynn ponerse en contacto con los rusos, cuando era candidato a la presidencia.

Se pregunta: ¿Cuál es el delito de Flynn?, porque no rompió ninguna ley y, más bien, es digno de alabanza conversar con el embajador ruso para evitar una escalada de tensiones entre entre EEUU y Rusia y, como Rusia no es todavía enemiga de EEUU, es estúpido que esto sirva de pretexto para amenazarlo con cinco años de prisión. ¿Cómo se enteró el FBI del contenido de esa conversación? Evidentemente, escuchándola. ¿Acaso no es delito escuchar conversaciones sin la autorización correspondiente? Sí. El hecho de que escuchen y graven miles de millones de conversaciones privadas no atenúa la seriedad de este delito. ¿Por qué no juzgaron al General Colin Powell cuando para pedir que se aprobara la guerra contra Iraq blandió en la ONU un recipiente con «azúcar impalpable»? Podrían responder que le mintió al mundo y no a EEUU. Se podría replicar que Clinton mintió a EEUU cuando afirmó no haber tenido sexo con su asistente en el salón oral, perdonen, se quiso decir oval, le contestarían que expresidente no mintió porque, pese a que tuvo este tipo de experiencias con cuanta hembra que se le cruzara por el camino, estaba seguro de que no era sexo lo que practicaba con Mónica, y habría que tragarse esta rueda de molino. Y a cualquier aventajado leguleyo que les replicara que ni Rusia ni Flynn ni Trump cometieron delito alguno, porque intervenir no sólo en elecciones ajenas es lo que EEUU practica en el mundo entero, le responderían con toda cachaza: «Nuestra regla es haz lo que te digo que hagas, no meterte en mis asuntos, y no lo que yo hago, entrometerme en los tuyos».

¿Y qué decir del pobre Rex Tillerson, tal vez el mejor preparado para ocupar la Secretaría de Estado de EEUU, donde sólo ha podido cambiar al 20% de los funcionarios de alto rango, los demás son una herencia de la triste época de la Sra. Clinton?, que tiene un pie adentro y otro afuera de su alto cargo y que no es culpable del silencio cómplice que sobre las elecciones en Honduras guarda EEUU, pues este ministerio está manejado por los mismos burócratas que dieron el golpe de Estado contra el Presidente Manuel Zelaya y que ahora aúpan al Tribunal Supremo Electoral para que manipule los datos que favorecen al actual presidente Juan Orlando Hernández frente al candidato de la Alianza de Oposición, Salvador Nasralla.

Para muestra basta un botón. Se ha mostrado algunos de los muchos que adornan la camisa del imperio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.