Alberto Arce es licenciado en Ciencias Políticas, pero su alma y sus ojos son de periodista, de periodista empotrado en un conflicto para contar ‘desde dentro’ la noticia. En diciembre de 2008 este gijonés de 33 años se encontraba en Gaza para filmar el bloqueo que estaba imponiendo Israel, pero mientras relaizaba una entrevista ocurrió […]
Alberto Arce es licenciado en Ciencias Políticas, pero su alma y sus ojos son de periodista, de periodista empotrado en un conflicto para contar ‘desde dentro’ la noticia.
En diciembre de 2008 este gijonés de 33 años se encontraba en Gaza para filmar el bloqueo que estaba imponiendo Israel, pero mientras relaizaba una entrevista ocurrió algo inesperado. «Ese sonido es un poco raro, ¿no?», le preguntaba Arce a su interlocutor. «Si, si, es muy raro». A los pocos segundos estaban tirados en el suelo. La operación ‘Plomo Fundido’ había comenzado. El ataque lanzado por Israel sobre la Franja de Gaza duró 21 días. El resultado: 1.400 civiles palestinos muertos y la ciudad arrasada.
Arce, quien se infiltró en territorio palestino con un grupo de extranjeros, comenzó a mandar sus crónicas para EL MUNDO.es al tiempo que recorría en ambulancias de la Media Luna Roja, libreta y cámara en mano, las maltrechas calles repletas de heridos en busca ayuda.
Así nació ‘To shoot an elephant’, un documental reivindicativo que se ha convertido en todo un fenómeno en internet. Una vez montado, sus creadores no encontraban manera de distribuirlo, todo eran trabas. Nadie se lo quería distribuir por los medios convencionales, y no hubo quien les prestara la ayuda económica necesaria.
Alberto y los suyos se liaron la manta a la cabeza y decidieron distribuirse a sí mismos, con una licencia libre a través de la organización Creative Commons. «Queremos romper barreras. Luchamos contra el ‘todos los derechos reservados’, nuestro lema es ‘ningún derecho reservado’, porque la cultura se difunde compartiéndola, no restringiéndola», asegura un Arce cansado de lidiar con el cerrado y hostil mundo de la distribución y el circuito comercial.
Desde la página web www.toshootanelephant.com comenzó su reivindicación de la cultura libre. Arce ofrece su documental en ‘streaming’ y en versión descargable de forma gratuita. El propósito: «vélo, pásalo, proyéctalo». Quieren compartir su película con todo el mundo, por eso emprendieron la iniciativa de organizar, a través de internet, una proyección simultánea en todo el planeta, coincidiendo con el aniversario del fin del bombardeo. Y el lunes se superaron todas las expectativas.
La proyección simultánea y sin ánimo de lucro tuvo lugar en más de 260 ciudades de 34 países diferentes. Con tal éxito a sus espaldas, ahora, más seguro que nunca, afirma que el Gobierno y la SGAE están equivocados al ver internet como un enemigo, ya que «no se puede poner barreras al compartir archivos».
A contracorriente pero con beneficios
Comenzaron su andadura en los más prestigiosos festivales (ganaron el de Florencia), pero a medida que les pedían exclusividad de difusión, se negaban a participar. «Con lo que estamos haciendo hemos demostrado que colgar un contenido en internet no es incompatible con su participación en un festival de prestigio ni tampoco con venderlo en DVD».
Distribuyen su documental por la red e instan a que la gente realice proyecciones al tiempo que venden, a precio de coste, tarrinas de DVD’s con su película, para que los que compran sigan la cadena de distribución entre amigos, conocidos y demás revendiéndolo y obteniendo el margen de beneficio que quieran sacarle. «Con esta manera de distribuir ‘To shoot an elephant’ hemos conseguido cubrir los gastos de producción, aunque todavía no podemos vivir de ello».
Alberto Arce sigue con su lucha, y el siguiente paso es organizar proyecciones continuas y gratuitas en medio mundo. Mientras tanto, ya prepara su nuevo trabajo, un montaje multimedia para el que se ha recorrido Iraq él solo en coche realizando entrevistas y filmando el pulso de la vida desde dentro, siempre con alma de periodista.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/19/cultura/1263925818.html