El proyecto que hice en memoria de Luis Carlos Prestes es, en mi opinión, una obra especial que vale la pena explicarla un poco. Hoy, recordando los días de descanso que el fin de año nos asegura, siento que algo me fue posible realizar. No tenía ningún programa preestablecido. Mi aniversario, una semana antes, había […]
El proyecto que hice en memoria de Luis Carlos Prestes es, en mi opinión, una obra especial que vale la pena explicarla un poco.
Hoy, recordando los días de descanso que el fin de año nos asegura, siento que algo me fue posible realizar.
No tenía ningún programa preestablecido. Mi aniversario, una semana antes, había sido muy movido, y centenas de amigos llegaron para abrazarme en mi casa de Canoas. Mi deseo era evitar todo eso, festejar un centenario me parecía ya demasiado pesado. No es que el pasado me entristeciese, pero es como que el pasado me trae a la memoria las viejas amistades perdidas para siempre…
Como esperaba, los amigos insistieron y terminé quedándome todo el día allí, donde, sin fiesta ni música, recibiría a los que apareciesen. Y pasado todo eso, me fui a mi departamento de Ipanema y me dejé estar, un poco cansado de lo ocurrido, aunque sorprendido al constatar que, como si hubiese estado en el escritorio, había proyectado el memorial de Prestes y leído dos libros extraordinarios.
El primero es una novela del poeta portugués Manuel Alegre, «Caô como Nós» (Perro como nosotros), que me conmovió mucho. Una historia simple de un cachorro que acompañó a su narrador por muchos años y con él se entendía tan bien que solo le faltaba hablar. Es en esa búsqueda de comunicación, de comprenderse mejor, que el texto se desarrolla en un lenguaje de calidad literaria tan extraordinario que le pedía a Vera, mi mujer, repetir fragmentos por el placer de escucharlos otra vez.
El otro libro, que recibí como regalo de mi amigo Fernando Balbi, es una recopilación de artículos de José Luis
Sin embargo, no fue sólo la lectura la me ocupó, sino principalmente el proyecto que hice en memoria de Luis Carlos Prestes, a ser construido en el sur del país. Es, en mi opinión, una obra tan especial que vale la pena explicarla un poco.
Un trabajo que no se basó, como de costumbre en un programa de construcción, sino en la idea de crear un elemento principal y único: una pared que, plena de curvas y rectas inesperadas, atravesando en diagonal un rectángulo de vidrio del edificio (de lado a lado), pueda recordar a los visitantes las etapas fundamentales de este gran brasileño. La fachada simple y rectilínea del edificio marcaría, con la pared interna tan móvil, el contraste que la buena arquitectura busca muchas veces exhibir.
Junto a la entrada, la pared, con textos e imágenes comienza a mostrar a los visitantes los inicios de la vida de Prestes, cuando siendo oficial del Ejército, estaba encargado de acompañar las obras de construcción en Río Grande do Sul. Ahí comienza Prestes – ya a los 26 años – severo como siempre fue, a reclamar por la manera poco correcta en que los trabajos eran realizados.
Al no recibir respuesta a las denuncias que hacía, fue poco a poco sintiendo que una solución burocrática a nada conducía, por lo que los problemas del país tenían que ser resueltos por medio de una revolución. Y la Columna Prestes apareció como la única manera de enfrentar las cuestiones políticas y sociales existentes.
Paso a paso, los visitantes van tomando conocimiento de esa marcha extraordinaria, del coraje de ese grupo de patriotas dispuesto a resistir durante tanto tiempo las fuerzas represivas. Luego, Prestes es obligado a exiliarse en Bolivia y después en la Argentina, siguiendo más tarde a la Unión Soviética, cuando ya había sintonizado con el pensamiento de Marx, con el de la revolución en un sentido más amplio y universal.
La pared se va oscureciendo y, en un ambiente más cerrado y sombrío, aparece el período de la prisión, en el que permanece nueve años incomunicado. Y, como para agravar tanta tristeza, en 1936, su mujer, Olga Benário, presa y embarazada es criminalmente enviada a un campo de concentración en Alemania, donde la mataron en una cámara de gas en 1942; su hija, Anita, tras una gran campaña internacional lanzada por la madre de Prestes, es finalmente entregada a sus abuelos.
¡Cuanta maldad! Impresionados con tanta violencia, los visitantes se detienen consternados: es la lucha política con sus momentos de gloria y horror. La guerra termina. Victoriosos, los soviéticos entran en Berlín. Un clima de optimismo se irradia, En Brasil, Prestes es amnistiado y el Partido Comunista Brasileño conquista la legalidad. Es la época de los grandes comicios, de la campaña por la Constituyente.
La pared roja, que, de acuerdo con los acontecimientos, va cambiando de color, se oscurece otra vez. Ante ella, conmovidos, los visitantes constatan que el momento de euforia pasó. En 1947, el TSE (Tribunal Supremo Electoral) cancela el registro del PCB y, enseguida, anula los mandatos de los parlamentarios comunistas, entre ellos, el de Prestes. Era la reacción anticomunista que se reiniciaba, implacable.
Prestes pasa a actuar en la clandestinidad. Con el golpe militar de 1964, sus derechos políticos son anulados. La historia camina a su fin.
Atentos, los visitantes siguen el relato emocionante. Comienza un nuevo exilio, que se extiende hasta 1979; a su regreso apoya las «Directas Ya», solidarizándose con la candidatura de Tancredo Neves. El tiempo pasa y, altivo y con el mismo coraje de siempre, muere en 1990. Póstumamente Prestes es amnistiado por el Ejército y promovido a coronel.
Como arquitecto, veo, satisfecho que mi proyecto va a contribuir a mantener viva la memoria de Luis Carlos Prestes, un brasileño que luchó a favor de su pueblo, contra la miseria y la desigualdad social, que, desgraciadamente, todavía persisten en nuestro país.
Releo este texto y siento que no es suficiente exaltar el pasado. Lo importante es continuar esa lucha por un mundo mejor que el imperio de Bush procura en vano destruir.
Oscar Niemeyer , uno de los arquitectos más relevantes del siglo XX. Creador de Brasilia y con obras notables en Brasil y en otras partes del mundo, adhirió al comunismo en 1945.
Traducción para www.sinpermiso.info : Carlos Abel Suárez
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La Folha de Sao Paulo, 11 enero 2008