Recomiendo:
0

Entrevista a Michel Husson, economista, miembro de Attac, analiza el gran sismo económico en curso

«No creo en el desmoronamiento del capitalismo»

Fuentes: Insurrectasypunto

Considera, tal como el pensador americano Immanuel Wallerstein, que «el capitalismo se aproxima a su fin»? Yo adoptaría una posición intermedia. Efectivamente, la envergadura de la crisis es tal que pone en tela de juicio la naturaleza del capitalismo. A pesar de eso, siempre critiqué la idea de un desmoronamiento del sistema capitalista. No creo […]

Considera, tal como el pensador americano Immanuel Wallerstein, que «el capitalismo se aproxima a su fin»?

Yo adoptaría una posición intermedia. Efectivamente, la envergadura de la crisis es tal que pone en tela de juicio la naturaleza del capitalismo. A pesar de eso, siempre critiqué la idea de un desmoronamiento del sistema capitalista.

No creo en un escenario de implosión. Mi esquema de interpretación es el siguiente: las ganancias aumentaron, pero las inversiones no los acompañaron. La satisfacción de una parte creciente de las necesidades sociales no le interesa más al capitalismo, porque implica una baja en la rentabilidad. Por consiguiente prefiere no satisfacerlas. De repente, las finanzas representan el sumidero de estos beneficios, que ya no son invertidos en la esfera de la economía real.

El modo de reconocimiento de las necesidades sociales del capitalismo se volvió excluyente, dicho de otra forma, «selecciona» entre lo que es rentable y lo que no es.. De ahí la incapacidad del capitalismo de hoy hacer aquello que hizo durante cerca de treinta gloriosos años, y que le garantizaba legitimidad: la mejoría del poder de compra.

Cuando yo era estudiante, me explicaron que el capitalismo garantizaba el pleno empleo, el aumento del poder de compra y la ampliación del Estado social. Estas pretensiones, hoy, desaparecieron completamente. Son un verdadero elemento de crisis sistémica. Ahora… de ahí a decir automáticamente que esto conduce al «fin del capitalismo», no creo. Eso si, esto fuerza al capitalismo a buscar formas de reproducción cada vez más regresivas a nivel social.

¿La crisis podrá acelerar el aumento de poder de los tres gigantes del Sur, Brasil, India y China?

Efectivamente, está por suceder algo significativo: la inversión de los flujos de capitales. Es una banalidad decirlo, pero todavía es difícil tener en cuenta todo el alcance de este cambio de dirección. El hecho de que el crecimiento mundial, sea aproximadamente del 0% en el Norte y del 6% en los mercados emergentes…

Aún hoy, en materia de raciocinio económico, permanecemos demasiado concentrados en la tríada Estados Unidos/Europa/Japón.

¿Que consecuencias tiene la crisis en los países emergentes?

Esta crisis debería avanzar en el sentido de un crecimiento más auto centrado en los países emergentes. Podemos hacer un paralelo con lo que pasó en América Latina después de la crisis de los años 30. Fue el período de la llamada «substitución de las importaciones»: asistiendo a la disminución de sus exportaciones corrientes, los países se centraron en si mismos. Es posible que lo mismo suceda actualmente. Cuando vemos, debido a su intenso intercambio con los Estados Unidos, hasta que punto México va a sufrir con la crisis…Si este mecanismo de auto centrarse se intensifica, tendrá una importante repercusión sobre el modelo.

China/Estados Unidos: China no podrá seguir garantizando, en las mismas proporciones, los capitales que financian el déficit de los Estados Unidos. Simplificando, en este momento, los Estados Unidos compran a China, y China aplica sus excedentes como una forma de financiar el déficit norteamericano.

Si China se «centra», esta configuración dejará de funcionar, en perjuicio del crecimiento norteamericano. Evidentemente, estos son ritmos largos. Pero es cierto que es en esa dirección que vamos. Tal vez la crisis actual va a acelerar este proceso.

¿El euro amortiguó la crisis en Europa?

Es un poco contradictorio. Sin el euro, habría una especulación de las monedas, lo cual multiplicaría por diez el desorden actual. España, por ejemplo, cuyo crecimiento de los últimos años fue consolidado por el sector inmobiliario, es impactada por un déficit comercial equivalente al 6 o 7% de su PIB. Sin el euro, este país habría conocido una monstruosa especulación.

La contrapartida de esto, es que, desde la explosión de la burbuja de Internet, la zona euro encaró de manera completamente débil la baja del dólar. Desde este punto de vista, las consecuencias varían según los países. Pero, en ciertos casos, el hecho de aceptar sin ninguna reacción las fluctuaciones monetarias puede tener un efecto considerable sobre el crecimiento.

Para los países del este de Europa mas afectados por la crisis, el hecho de no haber todavía adoptado el euro aparece hoy como una oportunidad…

Estructuralmente, los países del este de Europa tienen tendencia a tener inflación. Por razones de recuperación de su economía, aumentan la productividad, pero continúan sufriendo de inflación. Para estos países, el euro habría sido un corsé que los habría bloqueado.

Pero más allá de eso, hay un tema, que no es nuevo, pero que se volverá cada vez mas importante: las economías europeas, desde que adhirieron al euro, comenzaron a divergir, en vez de convergir. En contra de los criterios de convergencia de Maastricht. Hablamos de nuevo, recientemente, de la política económica alemana, que en gran medida vuelve a alimentarse de parte de los mercados de los países emergentes, así como de sus vecinos europeos…

¿El tratado de Maastricht está muerto, enterrado en la avalancha de planes de relanzamiento nacionales en Europa?

Por ahora, estamos contra-reloj. La cuestión es saber si los países europeos volverán a estos criterios mas tarde. Constatamos la incapacidad de definir una estrategia de relanzamiento coordinada en el plano europeo, y también su negativa a llevarlo a cabo. Asistimos a un retorno a los Estados Nación.

Los países europeos hacen, uno por uno, planes de relanzamiento. Pero hay una renuencia a ir más lejos y utilizar herramientas europeas para hacerlo. Es una cuestión de personas?

No. Creo que hay un sesgo ideológico en la manera en como construimos Europa, que se traduce, por ejemplo, en el rechazo en principio a toda política industrial coordinada. Seria muy útil en el período que se avecina, que un presupuesto europeo un poco más consecuente fuese destinado a la implementación de programas de inversión pública. Y eso no colocaría en tela de juicio los fundamentos de la economía capitalista…

¿Será que reinvirtiendo los beneficios de forma mas masiva en la economía, quedaremos protegidos contra la formación de una nueva burbuja?

Pero si el dinero que es distribuido actualmente a los bancos del sistema, es el dinero de la próxima burbuja!

Actualmente, los dirigentes americanos y europeos hacen exactamente aquello de lo que acusaron a Alan Greenspan (ex presidente de la Reserva Federal estadounidense de 1987 a 2006) de haber hecho. O sea, de haber inundado el mercado de liquidez, de haber bajado las tasas de intereses. Si no modificamos verdaderamente la estructura que alimenta la burbuja financiera, volvemos al mismo circuito.

¿Apoya las demandas para la implementación de un «nuevo Bretton Woods»?

Yo estoy de acuerdo con la idea de que es necesario reorganizar las finanzas mundiales. Sin embargo, la idea de que eso se pueda hacer en las condiciones actuales me parece errónea. Desde luego, porque soy mas que escéptico en relación a todos estos discursos sobre la regulación. Es preciso recordar que los recientes planes de protección de los bancos fueron hechos, en la mayor parte de los casos, sin que se pusiera a estos establecimientos la menor condición para la obtención de los fondos.

Las medidas concretas para regular las finanzas, ya sea que se trate de la limitación de la titularización, o de la interdicción provisoria de los mercados de productos derivados, no fueron impuestas, en caliente, en plena crisis, esta ocasión era perfecta.

Segunda razón. Solo podemos imaginar dos sistemas monetarios posibles: un sistema que repose sobre una moneda dominante (por ejemplo, el dólar), o un sistema que repose en una moneda mundial (como el Bancor que Keynes había imaginado en el momento de Bretton Woods). Claro, estas dos vías están hoy cerradas. ¿Por qué? Porque el grado de cooperación entre los países que intentan, durante esta crisis, librarse a tiempo de un negocio arriesgado, transfiriendo para los otros los efectos de la crisis, es nulo. O, en todo caso, es insuficiente para imaginar la implementación de una moneda mundial, con reglas precisas. Simultáneamente, ya no podemos reconducir el dólar en su función de moneda marco.

La última gran consulta de este tipo data de 1985, con los acuerdos de Plaza, en Nueva York. En la época, los Estados Unidos impusieron, por la fuerza, la desvalorización de su moneda al resto del mundo, con el objetivo de apoyar sus exportaciones. Ahora esta relación de fuerzas ya no existe más.

Digamos que estamos en una situación que no tiene condiciones suficientes para que podamos deducir que tipo de acuerdo monetario internacional se podrá imponer.

Lo que es impresionante es que las personas en torno de Dominique Strauss-Kahn, que ponen en marcha el nuevo papel del Fondo Monetario Internacional, no tienen ninguna otra propuesta que no sea esta. No se entiende lo que proponen concretamente.

————————————

Traducción: Insurrectasypunto

Version en español: www.insurrectasypunto.org

Versión original: http://www.mediapart.fr/journal/economie/111108/michel-husson-je-ne-crois-pas-a-l-effondrement-du-capitalisme