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No es una guerra «contra el terrorismo», es una guerra contra la Humanidad

Fuentes: Rebelión

«Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo, quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo, quien domine la Isla Mundo dominará el mundo». Halford MacKinder Lo primero e importante para poder calibrar el escenario de Caos en que nos hallamos es tener en cuenta que enfrentamos una encrucijada en la […]

«Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo, quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo, quien domine la Isla Mundo dominará el mundo». Halford MacKinder

Lo primero e importante para poder calibrar el escenario de Caos en que nos hallamos es tener en cuenta que enfrentamos una encrucijada en la que el capitalismo está cayendo en picado y ya no va a volver a ser lo que fue en los países de su núcleo central (esos que se llamaron a sí mismo «ricos»).

En una u otra circunstancia, las élites mundiales y locales están tomando posiciones de cara a mantener el poder o al menos a no ser del todo desplazadas en el nuevo orden que está por surgir.

Las claves de ese orden vienen fijadas por muchos procesos, pero al menos tres son especialmente importantes para entender lo que pasa:

1/ El primero lo venimos arrastrando desde los años 70 del siglo XX y no ha hecho sino crecer: la financiarización económica, social, política y cultural del capitalismo, como resultado de una obturación que cada vez se muestra más insuperable en la esfera de la producción o de la «economía real».

2/ El segundo es la automatización derivada del trepidante desarrollo de la tecnología (nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial, robótica, neurociencia…).

Estos dos procesos marcan el fin de la era del empleo. El primero por retirar cada vez más fondos de la inversión productiva y destinarlos a la especulación parasitaria. El segundo lo explica por sí mismo.

A ellos hay que sumarle uno más:

3/ El agotamiento de los recursos energéticos y de los materiales básicos para el capitalismo. También de los sumideros que absorben nuestros residuos.

Estos tres procesos interaccionan a veces complementariamente pero a menudo contradictoriamente. Generan profundas divisiones entre las élites locales y mundiales (a veces unas coinciden con las otras), y decantan distintas facciones de la clase capitalista mundial en su cruenta pugna por la ganancia global. Todas esas tendencias están de acuerdo, en cambio, en lo que se refiere a la plusvalía: es decir, en machacar a la población trabajadora de todo el planeta, brutalizando los mercados laborales. Así, la financiarización da oxígeno al proceso productivo automatizado mediante dinero inventado, ficticio. Una y otro atacan frontalmente el empleo, destruyendo también las condiciones sociales: esto marca una Guerra de Clase desde arriba.

Sin embargo, sus dinámicas de interés cortoplacistas divergen en otros puntos.

La Red Financiera Global y el Bloque Imperial-Nacional

El Poder de las finanzas se mueve en redes mundiales que no precisan de los Estados salvo para la coerción de sus poblaciones y para la fuerza militar. La llamaremos Red Financiera Global, que promueve un Imperialismo Global Financiero. Aquí están Wall Street, la City londinense y algunas de las más fuertes plazas financieras mundiales, más, entre otros, la Banca Rotschild, Standard & Poors, con sus piezas clave en la Casa Blanca (el estratega argentino Walter Formento lleva tiempo trabajando sobre esto).

Esta Red se enfrenta a las viejas oligarquías imperiales nacionales, que estaban más vinculadas al capital bancario-productivo, el cual ha ido perdiendo terreno en favor del parasitario-especulativo. Entra también aquí parte del mundo financiero que no logra globalizarse y en conjunto las facciones de las clases dominantes que van perdiendo la carrera capitalista. Al frente de esta facción que va quedando superada están las capas de poder anglo-americanas con anclaje en el Estado imperial clásico. Le daremos el nombre de Bloque Imperial-Nacional. En él se incluyen Warren Buffet, Goldman Sachs, el grupo Rockefeller y el J.P. Morgan (que controla la Esso y la corporación Halliburton), con ejércitos privados como Academi (antiguo Blackwater): son los halcones de Washington. También se vinculan a este Bloque de forma dependiente buena parte de los poderes de la UE, y en especial la Banca franco-alemana-holandesa.

Ambas facciones del Poder Mundial, en las que predominan las élites y los Estados de la Triada (especialmente el Eje Anglosajón), más Canadá y Australia, se enfrentan a los Estados con producción y con recursos energéticos y minerales importantes.

El capital productivo está en China. Los recursos están básicamente en Rusia (Siberia) y en general en el este de Asia (China especialmente). Allí es también donde quedan los últimos grandes reductos del capital productivo (además del de Alemania en Europa). Lo llamaremos Bloque Energético-Productivo.

Sigamos.

En Asia central y occidental (desde Irán hasta Siria), los intereses son contradictorios entre las dos facciones del Poder Mundial. Por eso las profundas disensiones en su seno en torno al Acuerdo con Irán o a la colaboración con Rusia en su lucha contra el fascismo asiático (Daesh, al Qaeda, al-Nusra…). Sin embargo, tanto la Red Financiera Global como el Bloque Imperial-Nacional han estado de acuerdo hasta ahora en crear, financiar, entrenar, organizar y dar cobertura operativa a ese fascismo asiático. El objetivo es destruir cualquier forma de poder estatal capaz de oponerse a su apropiación de recursos energéticos y vías estratégicas de trasporte de los mismos. También posicionarse dominantemente en la zona y debilitar en lo posible, estratégica, económica y energéticamente al Bloque Energético-Productivo.

Esto se ha repetido también en África septentrional (Libia, Somalia, Sudán, y ahora Mali y Nigeria), a través de las franquicias africanas del fascismo asiático. De nuevo el mismo objetivo. De nuevo los mismos resultados: dejar países barbarizados, en manos del fascismo transnacional y de señores de la guerra que no ofrecen obstáculo alguno a una y otra facción del Poder Mundial.

El capitalismo siempre ha echado mano del fascismo o del terrorismo, bien cuando se atasca o bien cuando se ve acorralado. Desde hace cuatro décadas está atascado. En la última década y media se siente además amenazado por el Bloque Energético-Productivo. La utilización de una combinación de ambos de aquellos recursos por unas u otras facciones de Poder Mundial es una constante desde entonces.

La UE en la encrucijada

Donde se cruzan los caminos de la lucha entre ambas facciones (la Red Financiera Global y el Bloque Imperial-Nacional) y entre ellas y el Bloque Energético-Productivo es en la UE. Si Alemania (la UE-alemana) se inclina hacia este último, tenemos una Eurasia prácticamente imbatible. La que fue llamada por el primer estratega moderno internacional, Mackinder, «la Isla Mundo», añadiendo que quien la dominara, dominaría el orbe.

Pero hoy por hoy Alemania es parte dependiente o subordinada del Bloque Imperial-Nacional (dominado por el Eje Anglosajón). Pero a una u otra facción del Eje Anglosajón (que lidera el mundo desde 1700), aquella posibilidad de un Bloque Energético-Productivo extendido a Europa le produce terror, por lo que ambas están dispuestas a combatirla a todo coste. He aquí el golpe de Estado en Ucrania utilizando esta vez al fascismo europeo (desde entonces en el poder en ese país), para no sólo separar a Rusia de Europa, sino para establecer un foso particular entre Alemania y Rusia. Además, la Red Financiera Global obliga a la UE a emprender sanciones contra Rusia, profundizando aún más en la recesión económica europea. Para aquélla es una labor preventiva debilitar la UE como macro-Estado poderoso: de ahí sus repetidos golpes contra las deudas soberanas y ahora su intento de imponer el TTIP, contribuyendo al hundimiento de las condiciones sociales y laborales en Europa (la Guerra de Clase). El Bloque Energético-Productivo, en cambio, entró en apoyo de la UE, proporcionando tanto liquidez como energía a su economía.

Francia es la báscula de la UE. El gozne entre los países deficitarios y los superavitarios. Su economía real comienza a hundirse y pierde más y más ritmo frente a Alemania. Pero su economía financiero-especulativa es de gran peso en Europa. Es el país por excelencia que representa al «Estado nacional» centralizado y fuerte, el país europeo con más proyección militar-imperialista. Esto hace que Eje Anglosajón le haya escogido para derrocar regímenes laicos en Asia y África y sustituirlos por fascismo disfrazado de Islam. Debilitar Francia es golpear la facción Imperial-Nacional europea y dejar a Alemania más débil, tirando sola de la UE.

La clase capitalista alemana se debate entre seguir con el proyecto UE subordinado al Eje Anglosajón o romper lastre e inclinarse definitivamente hacia Eurasia.

¿Cuál va a ser el próximo paso?

La Red Financiera Global dejará a Israel a su suerte. También a Arabia Saudí y a Turquía. Por eso todos estos países se dan prisa por afianzarse en la zona a través de su instrumento: el fascismo asiático. Al no tener nada que perder representan un enorme peligro, capaz de cualquier locura para obligar al Bloque Imperial-Nacional estadounidense («los halcones») a intervenir directamente contra Rusia. La Red Financiara Global no está interesada en un enfrentamiento directo con Rusia y ahora, merced al golpe de París, la parte europea del Bloque Imperial-Nacional puede que esté cambiando también de posición. Francia se ha visto atrapada en la discrepancia de intereses entre las dos facciones en Asia Occidental y África septentrional. De hecho, está virando a toda prisa hacia una posible coincidencia con Rusia en la zona, para atacar ahora realmente al fascismo asiático. Pero quiere arrastrar a Alemania consigo, lo cual cambiaría el sino del Bloque Imperial-Nacional europeo.

Con todo ello el tablero de guerra se complejiza enormemente.

Ese que he llamado «fascismo asiático» tiene poco que ver con el Islam. La religión se usa como coartada y para reclutar dementes dispuestos a inmolarse. En realidad, aquél está integrado ante todo por restos del antiguo ejército iraquí, más ejércitos privados que ya estuvieron en la invasión de Iraq, más mercenarios de numerosos países. Se trata ahora de extender este tejido cancerígeno (con mismos o diferentes nombres) a lugares de Rusia donde haya importantes poblaciones musulmanas. También a las exrepúblicas soviéticas, así como a Irán, India e incluso a la propia China.

Por eso India está empezando a ver la necesidad de apoyar a Rusia (con China también detrás en la sombra) en su lucha contra el fascismo asiático. Su postura será decisiva de cara al fortalecimiento o no del Bloque Energético-Productivo.

Frente a la decadencia ya imparable del Eje Anglosajón, sus recesiones y sus firmes pasos hacia la Guerra de Clase (barbarie laboral y social), del Eje China-Rusia puede asentarse un capitalismo de Estado a contrapelo del actual capitalismo salvaje. El Bloque Energético-Productivo está, en cualquier caso, mucho mejor preparado para la Gran Transición post-capitalista hacia sociedades algo más razonables y sostenibles. Sus alianzas con otros Bloques Energéticos menores, como el del ALBA, pueden ayudar a ello.

Pero eso no quiere decir que se vaya a dar tal resultado porque sí. Las luchas de clase en el interior de este Bloque serán decisivas.

Para las sociedades europeas, como para las de todo el mundo, es vital ayudar a ello. Y para eso es imprescindible recuperar la conciencia y las luchas de clase de cara a iniciar procesos constituyentes que paren el Caos (la Guerra de Clase y la Guerra Militar).

Por eso es importante no dejarse «distraer» demasiado por elecciones «nacionales» que cada vez deciden menos los destinos de las gentes y del mundo. Aquéllas tienen su importancia relativa, pero sin procesos constituyentes no podremos transformar el escenario de Caos en el que estamos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.