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Entrevista con el politólogo alemán Ulrich Brand

No se pueden desarrollar alternativas desde un escritorio

Fuentes: La Jiribilla

ENTREVISTA CON EL POLITÓLOGO ALEMÁN ULRICH BRAND «Considero necesario un pensamiento alternativo para criticar el capitalismo y para fomentar un proceso que piensa y realiza un desarrollo hacia una sociedad más justa, libre y sustentable, que es necesariamente una forma de socialización global y poscapitalista». Afirmó el politólogo alemán, uno de los ganadores de la […]

ENTREVISTA CON EL POLITÓLOGO ALEMÁN ULRICH BRAND

«Considero necesario un pensamiento alternativo para criticar el capitalismo y para fomentar un proceso que piensa y realiza un desarrollo hacia una sociedad más justa, libre y sustentable, que es necesariamente una forma de socialización global y poscapitalista». Afirmó el politólogo alemán, uno de los ganadores de la primera convocatoria del Premio Pensar a Contracorriente.


A pesar de la distancia que media entre La Habana y Kassel, el diálogo con Ulrich Brand, vía electrónica, pareció desarrollarse cara a cara. Ayudó a ello su dominio del español, pero sobre todo, la cordial sintonía que se estableció prontamente entre un periodista ávido por registrar algunas de las coordenadas que llevaron a su entrevistado a escribir el ensayo «Hegemonía y espacio para la resistencia: Neo Gramsci, Neo Poulantzas y un perfil de la teoría crítica de las políticas internacionales», trabajo premiado en la primera convocatoria del concurso Pensar a Contracorriente, y la pasión de un joven politólogo que piensa que la práctica revolucionaria es, quizás como nunca antes, una urgente necesidad para afrontar los imperativos del cambio.
Variado e intenso fue el intercambio con el profesor de la Universidad de Kassel. He aquí el núcleo del sostenido y fructífero diálogo.
¿Qué lo motivó a participar en el premio Pensar a Contracorriente? ¿Considera necesario un pensamiento alternativo en el mundo contemporáneo?
Sí, es exactamente esto último. En general, considero necesario un pensamiento alternativo para criticar el capitalismo y para fomentar un proceso que piensa y realiza un desarrollo hacia una sociedad más justa, libre y sustentable, que es necesariamente una forma de socialización global y poscapitalista. La teoría y el pensamiento críticos tienen como una tarea principal analizar las estructuras de dominación, de actuar, de vivir de la sociedad contemporánea. Por qué ciertos actores tienen más capacidad de actuar, de poder formular y realizar sus estrategias, de tener mejor acceso al Estado. El capitalismo se desarrolla, es muy dinámico y por eso el pensamiento crítico tiene que analizar la fase actual del capitalismo, como lo es hoy el imperialismo neoliberal.
Pero quiero destacar un límite muy importante de la teoría, cuando desarrolla de manera aislada los elementos de una nueva sociedad. Fue siempre el deseo de muchos intelectuales diseñar la alternativa desde sus escritorios. Eso no funciona porque la emancipación se desarrolla en las luchas, en procesos de búsqueda, de trial and error, mediante la creatividad y el aprendizaje.
¿Cuál es el registro de esta búsqueda de alternativas al sistema imperante en el medio alemán?
En Alemania los debates sobre alternativas estuvieron muy marginados en los últimos años, especialmente en el mundo académico. En Economía hoy la teoría neoclásica domina casi todas las universidades y el debate público; en Sociología y otras Ciencias Sociales se mantuvo cierto pluralismo, pero esto no significa para nada un pensamiento crítico. Más bien, la diversidad se convierte muchas veces en la creación consciente de modas.
Sin embargo, actualmente y hablando desde Alemania la discusión sobre alternativas está ganando fuerza. Tanto la crisis del neoliberalismo como la crítica de movimientos sociales y de algunos intelectuales causaron una crisis de legitimidad. Pero hay que decir que la crisis hasta ahora no da lugar a un cambio emancipatorio, sino a más violencia a nivel internacional y más represión en Alemania.
También la derecha trata de aprovechar la crisis de legitimidad proponiendo alternativas racistas, exclusivas y violentas. En la izquierda, hasta ahora dominan propuestas que están muy vinculadas con el Keynesianismo de la posguerra, o sea una intervención del Estado más fuerte en la economía y un fortalecimiento de las funciones de distribución del Estado. Eso es importante y politiza a mucha gente. Sin embargo, esta posición intenta promover un capitalismo más igualitario y tiene como punto de referencia el Estado-nación. La integración bastante productiva de la sociedad alemana en el mercado mundial neoliberal, que causa pobreza y violencia en otras partes del mundo, queda afuera de esta perspectiva que no es muy internacionalista.
Cabría preguntar, a partir de lo que acaba usted de referir, ¿qué clase de recepción tiene el pensamiento marxista hoy en Alemania?
Buena pregunta. En general, pienso que la marginalización del marxismo tiene que ver con el auge del neoliberalismo y el pensamiento único. En los 70 había un debate muy vivo acerca del marxismo en Alemania. En los 80, sin embargo, hubo una pérdida de interés y puedo dar solamente algunas razones.
Alemania, será bueno recordarlo, no es solamente la parte occidental sino también la oriental. Allá el marxismo-leninismo había sido instaurado como ideología del Estado, pero también se registraron ciertos desarrollos teóricos marxistas en las márgenes del sistema. Después de la caída del muro, las fuerzas dominantes se consagraron a delegitimizar cualquier marxismo, también lo no-dogmático, vivo, en pleno desarrollo.
Hablo de Alemania occidental. Pero creo también que muchos marxistas eran parte de la marginalización. Por un lado había una dogmatización de ciertas corrientes que no veían la necesidad de argumentar y demostrar, porque daban por sentado que este tipo de análisis es a ultranza superior, de modo que se convirtió en una cosa de creerlo o no. Estas corrientes tampoco querían ver que a partir de los 80 se desarrolló una nueva fase del capitalismo y un nuevo ritmo de movimientos de emancipación. Por ejemplo, el movimiento feminista no era fácilmente reducible a la lucha de clase.
Por otro lado, debido el crecimiento de las universidades en los 70 muchos jóvenes profesores, también marxistas, accedieron a estos centros de estudio. A lo largo de estos últimos treinta años, esto aseguró la presencia de un mínimo de pensamiento marxista que todavía existe. En los 80, la teoría de la regulación tuvo cierta influencia porque era capaz de entender la nueva fase del capitalismo como una especie de posfordismo. En los 90, le recepción de Gramsci se intensificó. La traducción de los Cuadernos de la cárcel fue importante. Elmar Altvater analizó la crisis medioambiental desde una perspectiva marxista y logró una buena recepción. Enfoques teóricos feministas, la psicología crítica, el análisis de la cambiante estructura de clases y de relaciones de producción, trabajos sobre las relaciones Norte-Sur: siempre hubo contribuciones importantes desde una perspectiva marxista.
Finalmente, esta generación de profesores cometió algunos errores, puesto que en muchos casos no lucharon en favor de una nueva generación que desde las universidades fuera continuidad a esa producción teórica con fines prácticos. Tiene que ver con falta de estrategias, con falta de discusiones vivas.
¿Quiere decir con ello que existe una especie de orfandad de pensamiento transformador en las universidades alemanas?
Hoy pienso que las universidades en Alemania están perdiendo su posición privilegiada de desarrollar un pensamiento marxista o crítico en general. Las universidades en Alemania fueron siempre muy conservadoras; se puede decir que la fase de los 70 fue una excepción. Hoy en día como marxista en la mayoría de las universidades te quedas marginado. Por eso, desde hace un año estamos creando una red para discutir los problemas actuales y estrategias para mantener un pensamiento marxista no-dogmático y renovado.
Sin embargo, en los últimos años el pensamiento marxista está ganando influencia en los movimientos sociales. Esto tiene que ver con una percepción más grande que se llamó globalización. De repente una cita del Manifiesto Comunista explicó algo. Los libros de Holloway o de Negri y Hardt son muy discutidos, la primera reedición de la Teoría del Estado, de Nicos Poulantzas (2002) se agotó en poco menos de un año. El libro Límites a la globalización, de Altvater y Mahnkopf, es uno de los clásicos del debate más allá de la discusión marxista.
Pero hay que decir que muchos otros trabajos marxistas corren el peligro de centrarse en «lo fundamental» de la globalización neoliberal que es para ellos lo económico, el Estado y las relaciones con los asalariados. Así se tiende a perder una perspectiva de la diversidad de relaciones de dominación y se devalúan importantes contribuciones como las feministas o socioambientales.
Me gustaría saber cómo aprecia la actual situación mundial, con el delirio bélico expansionista de EE.UU. bajo el pretexto de la guerra contra el terrorismo.
Es muy difícil de predecir algo. Pienso que los EE.UU. tienen enormes problemas en Iraq y lo saben bien. Pero por las elecciones y por los intereses económicos, Bush no puede retirar el ejército. Y Kerry tampoco lo haría. Si se analiza bien el programa de Kerry, no existen tantas diferencias en comparación con Bush. Una victoria de Kerry es solamente deseable para frenar las fuerzas neoconservadoras y ultradogmáticas cerca de Bush y abrir espacios para fuerzas más progresistas dentro del Partido Democrático (que no son representados por Kerry) y al nivel de la sociedad.
Es importante que los EE.UU. y sus aliados no ganen esta batalla. Un último aspecto: desde mi perspectiva y partiendo de las contribuciones de Gramsci, no existe una «hegemonía imperial norteamericana» precisamente por el hecho de que los pueblos de los países del Sur no aceptan más la forma actual de dominación global, como fue el caso en la posguerra en que se mantuvo viva la promesa de un «progreso» global. Y si la hegemonía tiene que ver con la capacidad de las fuerzas dominantes de estructurar los terrenos en los cuales los intereses conflictivos pueden negociar, esto puede tener sus límites. Lo vimos en Cancún hace un año ante la reunión de la Organización Mundial de Comercio, se ve en las contradicciones internas en el seno de la OMC y el acuerdo TRIP sobre propiedad intelectual. Además, los EE.UU. no son capaces ni quieren tomar el liderazgo global, sino confían en su poder militar. Podemos observar cómo más y más gobiernos del Sur critican los procesos. Por eso, yo hablaría de una hegemonía fragmentada: en el Norte sí existe, pero no con respecto al Sur global.