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No somos idiotas: ¡hace rato estamos en crisis!

Fuentes: Rebelión

Breve lectura para algunos economistas sin vergüenza

 
«No hay tal mesa servida, entiendo que todo eso fue consecuencia de mucho trabajo y mucho esfuerzo por reinstitucionalizar el país; pero, por favor, creo que se podía haber sido un poquito más mesurado al momento de dejar cuentas en mejores condiciones».

Licenciado Lenín Moreno,
Presidente del Ecuador, 12 de julio de 2017
 
 ¿No que la mesa estaba servida ? ¿No que «académicamente» no había crisis ? ¿No que «la historia sabrá reconocer» lo bien que se hicieron las cosas ? Resultó ser que el propio licenciado Lenín Moreno, flamante presidente de la República, contradiciendo a su antecesor y promotor, reconoció que la situación económica del país es «sumamente difícil» . En una inmediata respuesta el PhD en economía, Rafael Correa, insistió que sí habría una mesa servida «cuando no se es desleal ni mediocre» . Allá ellos con su pelea.

El caso es que tuvieron que pasar años para que el discurso oficial se atreva a decir lo obvio: la economía ecuatoriana vive una situación en extremo compleja, para no ser innecesariamente alarmistas. Tuvo que darse una aparente confrontación política al interior de Alianza País para que oficialmente se reconozcan los problemas. ¿Cuánto tiempo se perdió ocultando lo inocultable? ¿Cuánta planificación se pudo armar si se reconocía los problemas desde un inicio? Sin duda, tal pérdida de tiempo es una vergüenza.

Pero esa no es la historia completa. No es que la crisis se descubrió apenas Correa tomó su avión a Bélgica. No es que el gobierno de Moreno se dio cuenta de que «la mesa no estaba servida» recién al llegar al poder. El Ecuador ha vivido una grave situación económica que venía complicándose desde antes de la caída de los precios del petróleo, registrada desde 2015. Hemos sido varios quienes, en reiteradas ocasiones y desde distintas vertientes ideológicas, hemos presentado evidencias de todo tipo para mostrar que el Ecuador vive una crisis estructural y que la -prolongada- contracción de los precios del petróleo únicamente develó una crisis que, tarde o temprano, se iba a desnudar.

A fin de demostrar cuán sin-vergüenza ha sido el discurso correísta para ocultar la crisis, tomemos la declaración completa de Correa sobre su tal «mesa servida»:

«Parece que hay memoria frágil, total desconocimiento, mala fe, o todo junto: a inicios de 2016 nuestro petróleo bajó hasta un impensable $15 por barril. Luego sufrimos un terremoto cuyas pérdidas económicas superan 3% del PIB, y tuvimos que pagar a OXY y Chevron -por espurios arbitrajes fruto de aún más espurios «tratados»-, más de 1,2% del PIB. Además, hemos tenido que soportar dos inviernos extremadamente fuertes. Ni el mercado internacional ni la naturaleza han tenido «mesura», y ESAS son verdaderas dificultades económicas. Pese a todo ello, en el primer trimestre de 2017 crecimos 2,6%, la segunda tasa más alta de la región, ya tenemos superávit comercial, y el inevitable déficit fiscal se haya financiado. Es la «mesa servida», cuando no se es desleal ni mediocre.» (Rafael Correa, julio 12 de 2017)


A partir de estas palabras Correa intenta mostrar que las «verdaderas dificultades económicas» han sido solo exógenas, es decir, externas a la estructura económica ecuatoriana. Y eso no es así. Vamos, de forma rápida, a revisar punto por punto cómo el argumento correísta es insostenible e impresentable.

Precio del petróleo


Es verdad que el precio del petróleo cayó a un mínimo en 2016 (específicamente en febrero), pero tengamos presente que esa no fue la primera vez que dicho precio caía drásticamente. Basta recordar cómo, durante el largo gobierno de Correa, mientras que a mediados de 2008 el crudo WTI llegó a cotizar casi 140 dólares por barril, para inicios de 2009 el precio se hundió a alrededor de 40 dólares. Es decir, era claro que en algún momento ese precio podía volver a caer (¿o acaso el correísmo esperaba siempre tener un barril por sobre los 70 dólares?). A pesar de conocer cómo evoluciona el mercado petrolero, nunca se tomaron las medidas adecuadas de estabilización como, por ejemplo, un fortalecimiento de las reservas internacionales (obvio que sin caer en aberraciones como el FEIREP).

Además, notemos que en la década 2007-2016 el sector público no financiero obtuvo más de 84 mil millones de dólares nominales en ingresos por exportaciones petroleras, equivalentes a aproximadamente 66 mil millones a precios de 2007. Si de esos recursos se hubiera ahorrado apenas el 10%, se hubiera podido contar con un fondo de más de 8 mil millones de dólares (6,6 mil millones en precio de 2007) disponibles para enfrentar la situación.
Tal fondo se hubiera obtenido incluso sin siquiera tocar los subsidios a los combustibles, cosa que se debió hacer hace años de forma focalizada (compensando su eliminación con un subsidio al sistema de transporte público de pasajeros de forma planificada).

¿Cuántos miles de millones de dólares más se necesitaban para evitar la desaceleración de 2015 y la caída de 2016?  

Terremoto y otros problemas naturales
 
Si bien el terremoto (al igual que cualquier otro desastre natural) complica la situación económica , sin embargo debemos recordar que los problemas ya estaban descubiertos desde 2015, cuando la economía del país apenas creció en 0,2%. Además, sabemos que a los pocos días del terremoto el gobierno de Correa tomó una medida vergonzosa: se incrementó el impuesto al IVA de 12% a 14%. Es decir, se prefirió usar un impuesto regresivo y recesivo en vez de apelar a un impuesto progresivo como pudo haber sido, por ejemplo: un incremento drástico del Impuesto a la Renta para todas aquellas compañías que forman parte de algún gran grupo económico y para quienes ganen más que el presidente de la República; una contribución especial a las elevadas utilidades de la banca y de las empresas que obtienen ganancias extraordinarias; el establecimiento de un límite a los ingresos de los funcionarios públicos de nivel directivo; entre otras medidas que las hemos propuesto una y otra vez para enfrentar la crisis .  

Pagos por OXY y Chevron
 
Es verdad que los mecanismos de arbitraje internacional -así como los juzgados de los países del norte- velan más por los intereses de los capitales transnacionales antes que por los intereses del sur. Sin embargo, en el caso de OXY el mismo correísmo dio espacio a que se pierda el caso con el precedente que dejó con Petrobras, vinculado, además, al atraco de Palo Azul . Respecto a Chevron es hasta una vergüenza los niveles de entreguismo con los que manejó Correa una situación tan delicada, llegando incluso a presionar para que las víctimas de la transnacional petrolera desistan de cobrar lo que por sentencia les correspondía, con el fin de poder continuar con el endeudamiento agresivo en el exterior…

Crecimiento en el primer trimestre de 2017

  Es hermoso jugar con las cifras, ¿verdad? Sí, los datos oficiales (asumiendo que son fidedignos) indican que en el primer trimestre de 2017 el PIB ecuatoriano creció 2,6% en comparación al primer trimestre de 2016. Sin embargo, también señalan que dicho PIB del primer trimestre de 2017 sufrió una contracción de -0,6% comparado con el cuarto trimestre de 2016. Es decir, entre el último trimestre de 2016 y el primer trimestre de 2017 se dio una contracción, pero esa contracción se muestra como crecimiento si se la compara con el primer trimestre de 2016 (que, por cierto, fue precisamente cuando el precio del petróleo llegó a un mínimo histórico). Estos movimientos muestran que el «crecimiento» de 2017 es más bien tibio e incierto.

Además, tomemos en cuenta que cualquier expansión floja a inicios de 2017 se logró al mismo tiempo que el país vivió una expansión agresiva de la deuda externa pública especialmente vía bonos y «facilidades de liquidez» otorgadas por el Banco Central del Ecuador (que, como bien saben desde adentro del gobierno, representan flujos directos de liquidez). Solo entre diciembre de 2016 y abril de 2017 el correísmo inyectó a la economía ecuatoriana alrededor de 6 mil millones de dólares con dichos mecanismos (aproximadamente 6 puntos del PIB) . Si con semejante empuje de liquidez -entendible para construir la imagen de bonanza económica durante el proceso electoral- la economía no crecía, hubiera sido el colmo. Y, de hecho, reiteremos que entre fines de 2016 e inicios de 2017 no crecimos sino que seguimos cayendo…

Y ya que nos gusta hablar de primeros trimestres, ¿cómo fue el primer trimestre de 2017 en términos de empleo? ¿Por qué no se dice que el empleo adecuado de marzo de 2017 mostró la proporción más baja de toda la época correísta? A marzo de 2017 apenas 38,5% de la población económicamente activa tuvo un empleo adecuado, la tasa más baja desde 2007. Es estúpido -o cínico- creer que hay una recuperación en donde el desempleo y el verdadero subempleo (oculto bajo esa etiqueta de «empleo no adecuado») alcanzan las proporciones más altas de la década.
Para completar la idea, cabe mencionar que precisamente en el año de contracción, es decir en 2016, se observó una situación aberrante: mientras que la mitad de la población vivió con 5 dólares o menos al día (monto estancado desde 2015), en cambio apenas 30 compañías obtuvieron más de 1.500 millones de dólares en utilidades. Es decir, mientras que la crisis ya ha golpeado a las clases populares, los grandes grupos económicos consolidados en el correísmo siguieron ganando millones de dólares.

Ya tenemos superávit comercial


En una economía altamente dependiente de las importaciones (tanto de bienes de consumo pero, sobre todo, de insumos y medios de producción) un saldo comercial positivo -que no se explica por el incremento de las exportaciones- podría indicar una contracción severa de la demanda. Solo tomemos en cuenta que, en todos los años entre 2009 y 2015 (incluyendo los años «dorados» del gobierno de Correa) el saldo comercial fue negativo y más bien en 2016 (con contracción económica) el saldo fue positivo.

Este es un resultado muy paradójico, pero con una explicación clara: si hay crisis y el aparato productivo dependiente de compras externas de medios de producción e insumos se estanca, entonces es claro que las importaciones van a caer. A eso sumemos la medida -desesperada- de aplicar salvaguardas a las importaciones, las cuales terminaron golpeando aún más a una producción importadora (que debía transformarse, pero no se lo hizo).

Financiamiento

Entre enero de 2007 y abril de 2017 la deuda externa pública ecuatoriana creció de 10 a casi 27 mil millones de dólares (aumento de 20% a 26,7% del PIB), mientras que la deuda interna aumentó de 3,2 a casi 14 mil millones de dólares (aumento de 6% a 14% del PIB).

Es decir, el gobierno de Correa terminó con una deuda pública externa e interna mucho mayor a aquella con la que empezó (tanto en monto como en proporción) y en un proceso en donde la transparencia estuvo ausente… en contra de lo que había sido el objetivo de la comisión de auditoría de la deuda con la que se inició el gobierno del propio Correa. Y, por cierto, ante la falacia de que se puede adquirir cualquier monto de deuda, debemos mencionar que no es lo mismo adquirir sobre todo deuda en moneda local a adquirir deuda en dólares…

Una sinvergüencería mayor

  Quizá el tema de mayor preocupación (que no está en la declaración de Correa) es la fallida «transformación de la matriz productiva». Si se hubiera avanzado con dicha transformación, muchos de los problemas actuales no golpearían con la gravedad que lo están haciendo. Pero no, esa transformación quedó solo en el papel, y será recordada como la mayor estafa política del correísmo .

A modo de ejemplo, si la caída del precio del petróleo afecta con fuerza al país en gran parte se explica porque la oferta exportadora ecuatoriana sigue dominada por productos primarios, cuya valoración está sujeta a vaivenes extremos en el mercado mundial.

En la década correísta se perpetuó la condición primario-exportadora: en 2007 el peso de los productos primarios en el total de exportaciones fue de 74,3%, mientras que en 2014 -el clímax de la expansión- la proporción de productos primarios en las exportaciones se incrementó gravemente a 83,5%. Incluso en 2016, ya con la caída de los precios del petróleo, el peso de los productos primarios en el total de exportaciones fue de 76,7%. Así vemos que existió una reprimarización de las exportaciones pues, incluso con precios del petróleo deprimidos, la condición primario-exportadora del Ecuador al final del gobierno de Correa fue más acentuada a cuando empezó.
Si a esa reprimarización de las exportaciones sumamos que el Ecuador de la década correísta no fue capaz ni siquiera de promover una mayor industrialización (el peso de la manufactura en el PIB real se mantuvo entre 11,9% a 11,7%), entonces es obvio que una caída del precio del petróleo (previsible) iba a causar problemas a una estructura productiva sin transformar.

¿Por qué Correa y los correístas no nos hablan de cómo le fue a la «transformación de la matriz productiva»? Pues porque saben que fue un fracaso. Basta medirla desde las propias metas que el correísmo se puso en el famoso Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017 (objetivo 10). De las 13 metas previstas, 10 metas no se cumplieron. Ni siquiera la generación hidroeléctrica cumplió las expectativas (por la mezcla de retrasos, sobreprecios y corrupción).
Pero para gastar miles de millones en proyectos como la invisible Refinería del Pacífico , la producción de rábanos y de vehículos eléctricos en Yachay o de escuelas del milenio con forma de elefante , ahí si el gobierno de Correa no falló…

Vemos pues que el gobierno de Correa no solo que «no dejó la mesa servida» sino que, incluso, ¡se llevó hasta la vajilla! Para conocer con más claridad la cuenta que dejó el festín del despilfarro correísta bastará ver cómo los casos de Odebrecht , Caminosca , Petrobras y otros se empiezan a comer a los «correístas ovejunos».

Víspera de nuevos ajustes sin vergüenzas

Mientras que un economista sin vergüenza se fue, otros economistas sin vergüenza (incluso actores de segunda línea en el correísmo) preparan un golpe malévolo: quieren seguir haciendo pagar la crisis a los estratos populares, sobre todo a los trabajadores.

Que no se nos olvide que el gobierno del licenciado Moreno heredó el legado correísta, sintetizado en el enorme beneficio otorgado a los grandes grupos económicos, los principales beneficiarios de su gestión. Grupos que, ahora, están directamente presentes en el nuevo gobierno de Alianza País , quienes parecería que estarían preparando el terreno para un ajuste mayúsculo.

Una breve -pero clarísima- muestra de esa pretensión es la irresponsable propuesta de «aliviar» el aporte patronal al Seguro Social , acompañado de un incremento del IVA, o la idea misma de » flexiseguridad laboral «, con la que se retomará la senda de la flexibilización laboral y demás políticas neoliberales impulsadas en la última etapa del correísmo .

En estas circunstancias, no podemos permitir que la pugna dentro de Alianza País nos distraiga de los nuevos golpes que se preparan para las clases populares del país. Cada día es más evidente que el camino no es con «Correas» ni con «Morenos» -menos aún con «Lassos»-, el camino hacia la transformación estructural se construirá con la lucha y la organización popular.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.