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Entrevista a Federico Gallego Ripoll, teólogo, poeta y dibujante español

«No soy en absoluto nacionalista, siempre me hallaré cerca de quienes quitan fronteras y no de quienes las ponen»

Fuentes: Rebelión

Federico Gallego Ripoll (Manzanares, Ciudad Real, España, 1953-) es teólogo, poeta y dibujante. Entre 1981 y el 2022 ha publicado unos 22 libros. Su obra literaria ha sido incluida en unas 14 antologías entre 1983 y el 2022. En 1985 fue premiado por su obra en dos ocasiones, fruto de lo cual son Crimen en la plaza roja (1986) y Escrito en no (1986). Entre el 2000 y el 2019, su trabajo creativo ha sido premiado en unas 10 ocasiones. Estudió Turismo en Madrid, España, y Teología en Barcelona, España. Vive en las Islas Baleares, España. Gallego Ripoll ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace poco publicasteis La lentitud de la deriva (2022). ¿De qué trata o tratas en este poemario y cómo recorres entre la literatura y la realidad o no ficción? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

– Federico Gallego Ripoll (FGR, en adelante) – La poesía no es un propósito, sino una aceptación. Escribo desde la inevitabilidad de preguntarme qué hago aquí, intentando hallar una respuesta coherente a lo absurdo del mero hecho de vivir. La literatura, y más aún la poesía, no es ficción, sino vida elegida o aceptada frente a tanta impostura como asumimos sin reservas a diario. Sobre la inercia de una realidad inexplicable, el propio suceso de la vida se intenta responder desde la verdad o desde la anestesia, o desde ambas, pues es precisa una cierta dosis de analgesia para afrontar lo cotidiano.

– WRS –¿Qué relación tiene La lentitud de la deriva con vuestro trabajo creativo anterior y hoy?

– FGR – Todo es un camino sosegado en el que cada día se recorre su propia distancia. En poesía, yo recojo la fruta del tiempo, la que madura en cada momento. No hay un propósito acotado de escritura sino una ordenación posterior de lo ya acaecido o escrito, la forma de reflexionar sobre las experiencias, las pérdidas, el gradual deterioro de la esperanza, la constatación de que el margen de maniobra es mínimo. Pero me siento impelido a, existencialmente, encender una pequeña luz en mi ventana, para que los muchos yo que soy en los otros adviertan que aquí hay otro yo igualmente solo.

– WRS – Si compara su crecimiento y madurez como persona, teólogo y escritor, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo o no inicial con el de hoy?

– FGR – Desde el primer paso todo ha sido regreso y, por lo tanto, paulatina desnudez, aligeramiento. Desde las poderosas (y ficticias) palabras iniciales del fuego y la tierra, cuando hacía inventario de los tesoros que acumulaban los sonidos y las ideas, a las más sutiles del agua y el aire que son, en definitiva, el origen y el fin de nuestro ciclo. He recorrido todas las canciones del mundo, todas las religiones del mundo, todas las filosofías del mundo para, al final, concluir en que ninguna canción, religión o filosofía es más verdadera que el arrullo de mi madre durmiéndome en sus brazos.

– WRS – Federico, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en España y fuera?

– FGR – Mantengo intacta mi curiosidad, y siempre me he sentido contemporáneo de cada voz que habla desde la verdad. Varían las vasijas, pero no el líquido que se trasvasa de unas a otras. El accidente es pura anécdota. Los tiempos son la razón en que la crítica embosca su inoperancia. Se reflexiona sobre los elementos que sostienen el poema, lo externo a su razón; pero la poesía es lo que permanece cuando se van todas las palabras, un temblor que no varía entre generaciones ni entre idiomas. Creo que todos los poetas nos nutrimos a través de raíces que acceden a un núcleo único, esencial, cuya savia luego moldeamos según nuestras propias vivencias o nuestras limitaciones. No sólo para cuantos viven, yo escribo para todos cuantos vivieron y cuantos vivirán, y de ellos continúo aprendiendo. Cada vez que leo a un gran poeta, de cualquier época o cultura, sé que lo estoy leyendo por primera vez, porque ahora mismo no soy el de hace una hora.

– WRS – ¿Cómo concibes la recepción a su trabajo creativo dentro y fuera de España, y la de sus pares, bien sean escritores de poesía u otro género?

– FGR – Insisto en lo ya dicho: encendemos una luz en la ventana para que quien quiera mirarla sepa que hay alguien más que se pregunta por los mismos temas, que duda y se desvela y no alcanza a advertir la razón última de las cosas. Hablamos, escribimos, cantamos, susurramos, componemos… porque nos da miedo el silencio. En el silencio se halla la verdad, y un instante antes de acceder al silencio es donde acontece la poesía. Por ese instante vivo; de ese temblor procuro alimentarme. Yo hago mi trabajo: si un poema es capaz de llegar a una única persona, habrá cumplido su objetivo, y yo con él.

– WRS – Sé que vos es de España. ¿Se considera un autor español o no? O, más bien, un autor de literatura, sea esta española o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

– FGR – No soy en absoluto nacionalista; siempre me hallaré cerca de quienes quitan fronteras y no de quienes las ponen. No me encasillo ni siquiera en mi lenguaje. He nacido en el centro de España, en La Mancha, ese territorio -mítico más que geográfico- de Don Quijote y su hermosa locura: es lo primero que vi y aprendí. Escribo en castellano porque es en castellano como comencé a formularme preguntas, y escribo fundamentalmente poesía porque no puedo elegir no hacerlo. Tengo amigos en todo el mundo y no me siento más distante de ellos que de quien vive en mi mismo edificio.

– WRS – ¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo?

– FGR – Cada cual ha de luchar por mantener limpio su pedacito de verdad, que no será nada si no lo es junto a la verdad de los otros. Somos pequeñas teselas en un mosaico esférico que viaja a la deriva dentro de un engranaje más complejo. Las identidades o las ideologías que se erigen frente a otras no son mi forma de entender el mundo. Ninguna persona me es ajena. Pertenezco a muchas minorías que sufren, y siempre estaré al lado de quien reivindica su propia dignidad, porque siempre me están matando en algún sitio. Siempre me están matando en algún sitio, lo repito. Muchos, que han sido oprimidos, oprimen. Muchos, que han sido asesinados, asesinan. Yo escribo en defensa propia, para intentar entenderme como especie lesiva y como individuo sorprendido, y no acepto supremacías étnicas, económicas o culturales.

– WRS – ¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor hoy?

– FGR – Son una misma cosa. Aún me despierto en ocasiones a mitad de la noche con una palabra o una idea en los labios que he de escribir de inmediato si no quiero perderla. Ser poeta es habitar en la perpetua vigilia. Procuro ser coherente; en lo pequeño de cada circunstancia es donde se halla el material de mi literatura, y de mi vida.

– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

– FGR – Una trayectoria larga te permite valorar los muchos y valiosos compañeros de viaje que has ido teniendo o tienes. Pero todo es relativo. Para hacer “carrera literaria”, para situar la propia obra en un contexto más extenso o valorado, hay que estar también dotado para un tipo de confrontación para el que reconozco no valer. Escribir con honestidad y respeto, no conspirar, no es suficiente. Aunque objetivamente haya conseguido reconocimientos y premios de un cierto nivel dentro de la poesía española y una continuidad de publicación digna en buenas editoriales, son precisos otros resortes institucionales o académicos, incluso políticos, que reconozco no pretender, para emplazarse en los escaparates de lo más conocido. La poesía forma parte de ese pequeño mundo que Nuccio Ordine sitúa en “la utilidad de lo inútil”. Y está bien que sea así. La pequeñez te permite mucha más libertad.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

– FGR – Trabajo dando forma a una nueva serie de poemas ya posteriores al ciclo que culminé en “La lentitud de la deriva”, y también corrijo una traducción de una antología extensa de poemas al portugués, que será publicada próximamente en Portugal en edición bilingüe.

Entrevista realizada en octubre de 2022. 

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.