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XII Festival Internacional de Teatro de La Habana

No todos los caminos conducen a Roma…

Fuentes: Rebelión

«Ibericus. No todos los caminos conducen a Roma», comedia de fuerte contenido político enraizada en las concepciones artísticas del actor y dramaturgo italiano Dario Fo, creador teatral desde la izquierda, transpira el compromiso del teatro contemporáneo signado por Bertold Brecht que caracteriza el XII Festival Internacional de Teatro de La Habana, ya tradicional foro de […]

«Ibericus. No todos los caminos conducen a Roma», comedia de fuerte contenido político enraizada en las concepciones artísticas del actor y dramaturgo italiano Dario Fo, creador teatral desde la izquierda, transpira el compromiso del teatro contemporáneo signado por Bertold Brecht que caracteriza el XII Festival Internacional de Teatro de La Habana, ya tradicional foro de resistencia cultural contra la entronizada mercantilización.

Entre los 150 teatristas de 26 países que asisten al festival se destaca el chileno Álvaro Solar con su afamada obra: «Ibericus. No todos los caminos conducen a Roma», del director Peter Kaempfe.

El uso creativo del lenguaje corporal, el perfecto guión, la utilización de la guitarra, la percusión y un atinado juego de luces, junto a la impecable actuación de Álvaro Solar componen la magistral puesta en escena de «Ibéricus…».

Las tres funciones repletaron el escenario del teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Al culminar las actuaciones los espectadores reflejaron su conmoción en vítores a Álvaro Solar que por más dos horas descubre a través de un trazado en el tiempo las características comunes del imperialismo romano y el imperialismo yanqui.

«Ibéricus. No todos los caminos conducen a Roma» cuenta las travesías de un músico de la provincia de Hispania, 80 años después de Cristo, que aspira a alcanzar la riqueza y la fama en el centro del imperio romano. «La historia la relata él desde Roma, en el Coliseo», anuncia Álvaro Solar al inicio del espectáculo, y añade «dos horas y quince minutos después de que comienza a relatar su historia lo tiran a los leones».

El protagonista para alcanzar su deseo, atraviesa Dalmacia, va a Delos, en Grecia, después es legionario, lucha en Germania y termina rescatado del Coliseo de Roma por fuerzas rebeldes opuestas al César.

El músico a la búsqueda de la fama se lanza a la aventura de la emigración. Es atrapado por contrabandistas, vendido como esclavo, Roma lo convierte en legionario, prometiéndole la ciudadanía si lucha al lado de las milicias romanas, en contra de las civilizaciones «inferiores» a semejanza de las tácticas utilizadas hoy día por el ejército norteamericano: les prometen a los latinos la ciudadanía norteamericana si integran las filas armadas y los envían a morir a cualquier país «bárbaro». Si regresan vivos, entre justificaciones engañosas, les embargan el sueño anhelado de sobreponerse a la discriminación en la tierra prometida.

En una de las situaciones más hilarantes de la puesta en escena, su creador propone un recorrido sin precedentes por los ritmos españoles modernos y las canciones de protesta de la época romana, hasta finalizar sensacionalmente con un repaso de las principales creaciones musicales convertidas en diferentes iconos de los movimientos antihegemónicos: desde la Internacional, pasando por los Beatles, hasta la mítica producción The Wall de Pink Floyd.

Al tomar Roma como escenario el autor desplaza las reflexiones hacia la contemporaneidad y hacia la hegemonía de la administración Bush.

La obra, aclamada en el festival habanero, es un reflejo de la irracionalidad del Imperialismo Romano. El César lanza ataques preventivos a otras tierras. Nombra «bárbaros» a todos los que no dominen su lengua. Contrata soldados en tierras extranjeras para expandir su poderío a todas partes.

 

El autor reflexiona sobre la identidad y diversidad cultural de los seres humanos y la necesidad de preservarla y da nuevos bríos a los teatristas. Los invita a buscar la forma de hacer un teatro profundo y reflexivo, dirigido a plasmar sobra la escena lo mejor de nuestras raíces populares.

Según palabras del Álvaro Solar a una publicación digital «Nos encontramos en un mundo totalmente dominado por una potencia, después que cayó el bloque en el este de Europa -que yo saludo que haya caído porque era atroz lo que había ahí- pero la situación no es mejor. Culturalmente, nos está absorbiendo a todos. Sin darse cuenta, todos quieren transformarse en norteamericanos. En Europa esto es muy fuerte, en Alemania también: la americanización de la cultura, los Mc Donald, los hot dogs y todo este asunto».

La obra se ha presentado en Suiza, España, Alemania, Chile, Bélgica, Dominicana y diversos países donde ha obtenido importantes reconocimientos del público y la crítica especializada.

 

Entre los principales premios que acreditan el trabajo de Álvaro Solar se destacan, entre otros, el Primer Premio Festival de Teatro Westfalia del Norte, el Premio de Teatro de la ciudad de Lüdenscheid, el Primer Premio del Festival Internacional de Schwerte, Alemania y Primer Premio de Teatro Libre de la Baja Sajonia.

«Ibéricus…, por su forma, su mensaje, podría sentar pautas en el gusto estético de un público cubano siempre atento a las últimos aires que revitalizan el teatro contemporáneo y se esgrime como denuncia ante lo que Dario Fo, premio Nobel de literatura llamara «La bestia feroz del capitalismo y sus grandes especuladores que chapotean dentro de una economía que mata cada año a millones de personas con la miseria»