Nuestra lucha ya no es sólo por la libertad, justicia y democracia, es, de hecho, por la vida misma
(Pablo González Casanova)[2]
“Apúrate porque tengo que llegar al trabajo”, dice una madre toda enojada a su hijo, a quien lo lleva de la mano, casi jalándolo, como si fuera cualquier animal doméstico. “Si seguís así te voy a dar”, dice la madre a su hijo, mientras le pega con las manos en la cabeza. “Dejá de estar jodiendo vos o te voy a dar unos cinchazos”, dice el padre a su hijo o hija, mientras está viendo su programa de futbol por la televisión. “No seas tonto o tonta”. “Pura india/o sos, mirá por dónde caminas”, le dicen a las niñas o niños cuando se caen.
Así como el Estado expulsa trabajadores a los centros urbanos y a Estados Unidos, las familias expulsan hijos e hijas a las calles o los deja para que los cuide la televisión, el celular, los videos juegos. Aunque les va un poquito mejor cuando son cuidados por la señorita o señora que trabaja en la casa y años atrás cuando iban a la escuela, colegio e iglesia.
Estas últimas instituciones ahora desacreditadas, dejaron de ser lugares inseguros para niños, niñas y mujeres: “Comunitarios de la Sierra de Las Minas, desde el 2015 han presentado denuncias en contra de maestros por acoso y abuso a niños y niñas y ni uno ha prosperado, al contrario siempre se recurre al dialogo entre padres de familia, maestros y ministerio de educación, con la consabida excusa de que si los maestros se van, será difícil enviarles otros”3. En otros centros educativos, todavía utilizan la forma de castigar antigua “la regla” y saben que no tiene efectos educativos, al contrario; los niños y las niñas terminan traumados4. En otros lugares los maestros y maestras se consideran con poder para dominar y domesticar a los niños, en vez de educar y enseñar.
Si bien es cierto, que las investigaciones científicas, nos han demostrado que hace 13,000 años que el Homo Sapiens, se convierte en la única especie humana. De aquí para adelante, el Homo Sapiens, sigue evolucionando, aparece el trabajo agrícola, domestican de alimentos y de animales. Inician los asentamientos humanos. Aparece el idioma como medio de comunicación. Las diferentes formas de gobierno como la monarquía, etc. Hace 500 años o un poco más, inicia las conquistas, invasiones, como la llegada de europeos a América. Inicia el capitalismo y con ella las guerras, la Revolución Francesa, la Revolución Industrial. La primera y segunda guerra mundial. Familias, sustituidas por el mercado y el Estado. Con este último inicia la destrucción masiva del ambiente: destrucción de bosques y montañas, animales, agua, etc. El hombre se convierte como su mismo lobo (Hobbes) o el hombre es explotado por el mismo hombre (Marx). El Sapiens, sustituido por la idea de “super hombres”.
La carrera armamentista y la guerra tecnológica. El feudalismo, la modernidad, el neoliberalismo. La colonización. La invasión. El sistema hacienda/finca. El militarismo, las dictaduras. Las imposiciones religiosas (católica-evangélicas). Todos estos acontecimientos se suceden en tiempos y espacios determinados, transforman y se apropian de nuestros cuerpos, mentes y espíritus y provocan en la humanidad una rivalidad y competencias profundas que nos está llevando hasta ahora a la muerte colectiva, individual o selectiva.
El nivel de violencia que hay en América Latina y principalmente el triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y el Salvador), está marcado por los acontecimientos históricos que traemos arrastrado desde la invasión español hasta hoy. La dicotomía “militarismo y sistema finca”, han dominado el cuerpo, la mente y el espíritu de las personas de esta región. Sumado a la pobreza, la extrema pobreza y miseria.
El pensamiento español-criollo-patrón-militar, se introdujo en América y particularmente en Guatemala, como poder corrupto e impune. Un poder salvaje y criminal y como propio de la mentalidad capitalista, es un poder acaparador y sin sentimiento común. Un poder indolente5. Un poder que es capaz de envolver con sus discursos populistas a las víctimas y damnificados, como el ofrecimiento de reactivar la pena de muerte, cuando saben que primero es imposible por los compromisos de Guatemala en el seno de la comunidad mundial y porque no es la solución para terminar la violencia.
El asesinato de Sharon y Hillary y una gran cantidad de mujeres, además de la cantidad de niñas, niños y mujeres6, tiene su explicación en esa historia pasada y presente, que en vez de humanizarnos no deshumaniza. Una historia de sometimiento y miedo. Una historia donde el patriarca, el patrón, el militar, el sacerdotes, el maestro y ahora el narco es quien manda, es quien decide sobre nosotros. Una historia en donde ha podido más tener que ser.
Una historia de corrupción e impunidad, una historia de muerte individual y colectiva, historia en donde ha podido más la idea “en algo está metido”, que ponernos a pensar que lo que hay que cambiar el sistema el modelo. Ese modelo heredado de la Europa moderna. Pero también una historia de alienación y enajenación, porque es un modelo que nos ha negado el derecho a tener dignidad. Por eso, es que aguantamos la situación difícil en la que vivimos. Vemos como normal no solo la muerte física, sino también la muerte espiritual, emocional. Aceptamos como normal, la pobreza y la extrema pobreza. Como normal hemos asumido que se nos echen del trabajo y no se nos paguen salarios caídos, prestaciones laborales, etc. Hemos aceptado como normal que en cualquier centro comercial, en las calles o cerca de centros escolares, haya hombres armados, jóvenes consumiendo cualquier tipo de droga, etc.
Para el contexto actual, debemos pensar que urge una revolución cultural, es decir, desaprender lo que nos ha obligado a aprender el sistema. Lo que estamos viviendo no es lo normal, es la forma y los medios de cómo el sistema se va fortaleciendo. Porque mientras estamos hundidos en la miseria y la pobreza de todo tipo, nos ofrece una libertad ficticia. La libertad que ofrecen es el consumismo, es ir a perder tiempo a los centros comerciales. Es ir a desear lo que no podemos comprar, porque no tenemos y nunca tendremos la capacidad económica y cómo no lo tenemos, es cuando asumimos la mentalidad de “militar-finquero”, para quitárselo a los demás.
Entonces, estamos aún a tiempo para retomar el camino. El camino de la humanización. La respuesta no está en la pena de muerte. El camino está en la construcción de un modelo más humano y más justo. En donde todos y sobre todo, los medios de comunicación, la escuela y las iglesias como centros ideológicos, asuman el reto de inculcar en todos la idea de la humanización. A retomar el rol de la familia y la sociedad. Que el Estado no sea un nido de corruptos, criminales y sinvergüenzas. Que la instituciones del Estado asuman su compromiso, que la policía ya no sea corrupta, que los militares se vayan a sus cuarteles, que el sistema de justicia deje de promover la impunidad, que luchemos para que el próximo congreso ya no lleguen corruptos o gente vinculado al crimen organizado.
“No se olviden que estamos a las puertas de elegir una nueva Corte de Constitucionalidad, es tarea de todos vigilar que no lleguen otros corruptos”
Notas:
2 Roitman Rosenmann, Marcos; https://www.jornada.com.mx/2021/02/14/opinion/013a1pol
3 Memorias de reuniones con comunitarios de la Sierra de las Minas, miembros del Consejo de Comunidades en Resistencia de la Sierra de Las Minas, año 2015.
4 Colegio el MESON en San Cristóbal Verapaz.
5 http://www.albedrio.org/htm/articulos/k/kbt-212.html
6 No pongo cifras, porque no hay datos oficiales, una información maneja como siempre el gobierno y la institucionalidad para la defensa de la niñez, la adolescencia y mujeres y otra información tienen las organizaciones que velan por los derechos de la niñez, la adolescencia y mujeres, como CIPRODENI.
Kajkoj Máximo Ba Tiul. Maya Poqomchi de Guatemala, antropólogo, filósofo y teólogo.