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Nos unimos o nos hundimos

Fuentes: Rebelión

Los reclamos de fraude van a surgir con fuerza contra un CNE totalmente desprestigiado y acusado de abusos descarados.

Los resultados de las elecciones del domingo pasado nos dejan varias conclusiones y grandes desafíos. La votación se concentró en 4 partidos políticos sobre 16, que suman 96% de los sufragios. Esto significa un rechazo al método elegido de abrir las puertas a un sinnúmero de partido que dispersa los votos y fragmenta la Asamblea Nacional. Hay que destacar también el triunfo rotundo de la Revolución Ciudadana que, sin la participación ni la presencia de su líder Rafael Correa, logra una diferencia superior de 12 puntos sobre los siguientes candidatos. Estos siguientes candidatos son, por una parte, el banquero Guillermo Lasso apoyado, o más bien desapoyado, por el Partido Social Cristiano y, por otra, Carlos Yaku Pérez apoyado, o tal vez no tanto, por la Unión Popular (ex MPD) que se sube siempre a la camioneta del que puede ser el mejor postor. Los grandes perdedores de estas elecciones son la Alianza CREO de Guillermo Lasso con el Partido Social Cristiano (PSC) de Jaime Nebot. Juntos no llegan ni 20% de los sufragios: un derrumbe nunca visto para los 2. Pachakutik (PK), el partido de los indígenas, logra su mayor apoyo, pero ‘se les roban el pan en la puerta del horno’. En cuanto a los Bucaram han sido sepultados sin siquiera unas notas fúnebres. En cuarta posición aparece el nuevo candidato neoliberal recién nacido en la Izquierda Democrática. Los demás 12 binomios no llegan siquiera a sumar 5% de sufragios, como es el caso de la lista 35 del gobierno traidor, cuyo presidente fue elegido por 38% de los electores en la primera vuelta en 2017.

Otra característica de estas elecciones es el regionalismo. La Revolución Ciudadana de Arauz-Rabascal gana en todas las provincias de la Costa, Lasso en Pichincha que votó por el tradicionalismo racista anti-indígena, y Pérez ganó en la mayoría de las provincias de la Sierra y la Amazonía, menos Sucumbíos. Eso deja temer que se vayan despertando los viejos demonios del racismo y del regionalismo. Aparece también la fuerza pujante de la juventud que habría promovido a Xavier Hervas de la Izquierda Democrática, demostrando que quiere caras nuevas para superar tanto las oligarquías tradicionales con su neoliberalismo, como igualmente la Revolución Ciudadana que no ha ganado puntos sobre las anteriores elecciones. Las Iglesias y sus grupos religiosos se quedaron rezagados al optar por visiones conservadores que poco interesan las nuevas generaciones.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) acaba de dar la victoria pírrica al cansado banquero Guillermo Lasso que supera a Pérez por unos 1.300 votos. Esto dejar pensar que los reclamos de fraude van a surgir con fuerza contra un CNE totalmente desprestigiado y acusado de abusos descarados por muchísima gente y una falta total de responsabilidad y patriotismo. Las luchas internas revelan que sus miembros están más interesados en hacer ganar los candidatos de su partidarios de CREO, PSC e PK. Esta derrota inesperada por el PK puede obligar al Movimiento Indígena a corregir la distancia que existen en sus dirigencias tanto la de la CONAIE (Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador) como la de Pachakutik para acercarse a sus bases, dejar de ser “los de ponchos dorados” que se benefician de proyectos y privilegios, unificar los miembros de sus Movimientos donde aparecen grupos significativos muy favorables al neoliberalismo de Guillermo Lasso, ideología totalmente opuesta a la cosmovisión indígena. La Asamblea legislativa tiene representantes de la mayoría de los 16 partidos políticos, lo que va exigir alianzas interesadas y los vaivenes del “hombre del maletín”. La Revolución Ciudadana debe sentirse más segura de volver a vencer al banquero neoliberal, rechazado masivamente por la gran mayoría de los electores.

De toda esta fanesca electoral queda el sabor amargo del racismo, regionalismo e de la intolerancia que pueden propiciar una desintegración nacional fatal para enfrentar la pandemia, volver a encarrilar la economía, dar motivos de esperanza a los numerosos desempleados en particular entre los jóvenes, reconstruir una seguridad social… Sí, la patria está demasiado herida por estos 4 años de traición, odio, saqueo, persecución, humillaciones y… desorganización social. “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz”. Hace falta unirnos más allá de nuestras diferencias y divisiones, más allá de nuestras oposiciones y enfrentamientos, con nuestras riquezas ancestrales y nuestros valores humanos y cristianos, si no queremos hundirnos “a las puertas del infierno”. No hay más alternativa: o nos unimos decididamente o seguramente nos hundimos todos.