Durante el mes de febrero del año 2013 en el influyente sitio de internet Al Jazeera se despertó un debate, a raíz de un texto de Santiago Zabala sobre la obra del filósofo esloveno Slavoj Zizek, en donde en lo «superficial», el teórico decolonial / pos-colonial Walter Mignolo discute sobre los rasgos coloniales de la […]
Durante el mes de febrero del año 2013 en el influyente sitio de internet Al Jazeera se despertó un debate, a raíz de un texto de Santiago Zabala sobre la obra del filósofo esloveno Slavoj Zizek, en donde en lo «superficial», el teórico decolonial / pos-colonial Walter Mignolo discute sobre los rasgos coloniales de la obra Zizek.
En lo «superficial» pareciera una discusión académica sin sentido alguno para la vida cotidiana, para la práctica política o para la militancia de izquierdas aquí, o en otros lados del planeta. Sin embargo, ambas posturas parecieran ser un reflejo de ciertos lugares comunes al interior de la izquierda, en los movimientos juveniles, en las luchas cotidianas o por demandas parciales con las que muchos nos hemos topado en diversos movimientos. El segundo, el texto de Mignolo, titulado Nosotros también podemos critica la obra de Zizek como naturalmente eurocéntrica y critica su opción de salida comunista a países que «no requieren el comunismo, sino que requieren una salida distinta.» Con lo que se critica, con la veta posmoderna del pasado, la idea homogeneizante, totalizadora y universal del comunismo.
Entonces, si Mignolo critica a Zizek, por su salida comunista a la crisis capitalista, el filósofo esloveno responde con una crítica de la disolución del problema en la lucha aniticapitalista en el plano decolonial, según respondió en una conferencia en la Universidad de Birkbeck cuyo audio está disponible en internet. En resumen, Zizek responde «A la mierda Mignolo, ¿Qué tanto me puede sorprender los teóricos de otras partes del mundo.?» Ambas respuestas/concepciones se ponen a prueba, su toque de batalla, el escenario convulsivo nuevo periodo de luchas en este periodo histórico.
El texto de Zabala despertó, por lo menos, la crítica de uno de los más notables intelectuales de tradición poscolonial: Walter Mignolo. El primero, el texto de Zabala, elogiaba a Zizek por su compromiso intelectual en el presente (lo considera como uno de los principales filósofos de occidente junto a Judith Buthler, en los Estados Unidos, Jean-Luc Nancy en Francia, Chantal Mouffe en Belgica ) y valora la importancia y pertinencia de «declararse y defender la idea de comunismo» en este fin de ciclo en el que surgen un sin número de movimientos sociales y de ideas libertarias, en la época en la que declararse comunista es todo un desafío.
Mirando de una forma más amplia el panorama puede uno encontrar dos cuestiones políticas clave, que se pueden leer y discutir en este intercambio poco amistoso entre ambos académicos (uno más renombrado que el otro, con lo cual se valida la crítica a la universidad occidentalocéntrica de Mignolo) para este nuevo periodo de crisis del capitalismo: sobre la pertinencia o no del comunismo como alternativa, crítica realizada por las corrientes decoloniales en particular por Walter Mignolo, como un regreso al «universalismo totalizante de occidente», y sobre la posibilidad o no de concebir un proyecto decolonial que no derive fundamentalmente en una visión fragmentaria en la lucha anticapitalista, como critica Zizek a los teóricos poscoloniales y los autonomistas del Occupy Wall Steet o de Plaza Tahrir.
Ambas posiciones han derivado en dos tipos de intervención en los fenómenos políticos más dinámicos del último periodo, por un lado la convulsiva Grecia, por el otro en el complejo entramado de los Estados Unidos en el movimiento Occupy Wall Street. Tales hipótesis para cambiar el mundo han mostrado cierta ineficacia, por una parte se diluyen las cuestiones centrales de enfrentamiento contra el capitalismo, por otra se reproduce la forma de dominación colonialista al interior de la izquierda.
Lo obvio, el contenido de la discrepancia
En febrero, Zizek respondió a Mignolo en una conferencia en Londres en el Instituto de Humanidades de Birkbeck en donde expone su crítica al proyecto decolonial y que resumió en un «vete a la mierda» sarcástico y duro. Zizek en esta conferencia desarrolla lo que a su parecer son los problemas que se han expresado a raíz del surgimiento de las grandes movilizaciones en Plaza Tahrir o en el movimiento Occupy en Wall Street, muy ligados a la crítica que desarrolla a la hipótesis autonomista de la construcción de una sociedad anticapitalista. Citamos en extensión la diferencia de Zizek ante Mignolo y con él del pensamiento decolonial:
a lo que dice Mignolo, está bien, vete a la mierda. ¿Quiénes son esos intelectuales mucho más interesantes? […] A diferencia de lo que abrazan los teóricos como Mignolo, sobre la necesidad de abrazar una multiplicidad de soluciones locales a la sociedad capitalista y mientras nos dicen que en lugar de volver a la lucha comunista como abstracto universal (pues tiende a recrear la opresión), yo les digo que todas las soluciones posibles se basan en que el problema está fundamentalmente causado por el capitalismo y no en fragmentadas prácticas coloniales. Más bien, para responder al capitalismo es necesario y urgente la comprensión de su universalidad. El problema con esta perspectiva es que en la fragmentación de la solución se fragmenta el problema.1
Como sabemos el pensamiento poscolonial y decolonial ha reproducido la idea de que el marxismo y el comunismo fue también una imposición de matriz occidental en los países coloniales. La crítica al marxismo como ideología eurocéntrica ha sido una crítica mordaz a la perspectiva «universalizante de occidente.» Mignolo, en otro texto importante pero breve, reproduce la visión negativa del marxismo muy acorde con la hipótesis posmoderna de los años noventa, pero bajo una crítica «decolonial» emancipatoria:
Karl Marx es fundamental para entender el capitalismo, como lo son John Maynard Keynes y Milton Friedman. Pero por cierto no podemos privilegiar a ninguno de ellos como única manera «de entender la realidad». […] La opción decolonial se afinca en la formación histórica de la matriz colonial de poder en el siglo XVI (y se enfoca en la gestión de la economía, de la autoridad, del género y la sexualidad; de la subjetividad y el conocimiento), y hace del control del conocimiento el instrumento fundamental de dominio y control de todas las otras esferas. […] En fin, y en breve, en la medida en que el marxismo mantiene, al igual que el «capitalismo global» el horizonte universal, y cambia el contenido de la opresión a la emancipación, la opción decolonial se desprende de todo proyecto totalitario, aunque este sea un proyecto totalitario de liberación (sea marxismo o filosofía de la liberación o islamismo fundamentalista). En resumen, los argumentos de los límites del marxismo para enfrentar «al capitalismo global» son conocidos aunque frecuentemente olvidados. El líder ideológico de la revolución iraní, Ali Shariati, publicó en 1974, en su regreso de Francia a irán, su célebre Del Marxismo y otras falacias occidentales. 2
Zizek: «salvar» la idea de comunismo, del rizoma al apoyo a Siriza en Grecia.
Por un lado Zizek, junto a un grupo de intelectuales europeos, han realizado una valoración mayor del comunismo como idea (con el variopinto crisol de personalidades que va de Alain Badiou, Susan Buck Mors o Toni Negri). Podríamos resumir la pertinencia de reactualizar la idea potencia del comunismo por este grupo de intelectuales que en el año 2009 realizaron una inusual asamblea en la universidad londinense de Birkbeck para discutir sobre la necesidad de un «nuevo comienzo» (reactualizar la hipótesis comunista) en un «momento» de «negatividad: crisis financiera, ecológicas y ambientales».
Badiou resume el espíritu de esta curiosa empresa intelectual: «La hipótesis comunista continua siendo la buena hipótesis, no veo ninguna otra. Si tenemos que abandonar esta hipótesis, ya no vale la pena hacer nada en absoluto en el campo de la acción colectiva. Sin el horizonte del comunismo, sin esta idea, no hay nada en el devenir histórico y política que tenga que ver con un filósofo.»3
Zizek después de una larga cita de Lenin en 1922 sobre los desastres de la economía antes de la aplicación de la Nueva Política Económica planteó, en un par de líneas, lo que a nuestro parecer resume y sintetiza la visión «comunista» de Zizek: «volver a empezar, desde el principio, una y otra vez» o «inténtalo de nuevo, fracasa de nuevo, fracasa mejor.» Las luchas del presente requieren una orientación, una idea a seguir en este periodo de des/orientación.4
En la intervención a dicha asamblea, Zizek planteó que los cuatro antagonismos intensos que impiden la reproducción indefinida del sistema capitalista, es decir las contradicciones fundamentales, que deben ser atendidos en la lucha «comunista» son: «la creciente amenaza de una catástrofe ecológica, la inadecuación de la noción de propiedad privada aplicada a la propiedad intelectual; la implicaciones socio/éticas de los nuevos desarrollos tecnocientíficos, y las nuevas formas de apartheid»5 y que las transformaciones de la sociedad capitalista en la diversificación en el bloque los explotados requiere la construcción de un nuevo sujeto totalizador universal en la lucha contra el capitalismo. A pesar de criticar al marxismo occidental en su búsqueda de otro sujeto (intelectuales, estudiantes) Zizek enuncia que la integración de este nuevo sujeto universal proletario es en sí mismo ya una victoria.
En relación a la cuestión del «cómo» (entre la relación del Estado y la política) sugiere que la combinación de luchas no debería de concentrarse en la lucha por el poder el «Estado», aunque como veremos es parte de la contradicción no resuelta por el filósofo esloveno, y hay que concentrarse en la unificación del universal opositor a la sociedad capitalista actual. En dicha intervención planteó la diversificación de la «clase trabajadora» en tres fracciones en la época post 1989 (fundamentalmente) en las sociedades desarrolladas, una triada que compone la «universalidad hegeliana» que necesariamente debe unificarse en un sujeto totalizador: los trabajadores intelectuales, la vieja clase de los trabajadores manuales y los proscriptos (los desempleados, los que viven en los barrios precarios y en los límites del espacio público). 6
Hasta aquí podríamos resumir la hipótesis «comunista» de Zizek: una idea general, un movimiento que reacciona a los antagonismos de la sociedad capitalista, un sentimiento que debe ser arrebatado en una época en la que se comienza a quebrar el dique del capitalismo como «triunfante» en el periodo post-soviético.
Zizek, con esta idea general de la hipótesis comunista, ha intervenido en un sin número de ocasiones sobre las cuestiones políticas de actualidad. Esto fue el origen del reconocimiento de Santiago Zabala en su artículo en inglés en Al Jazeera. De las muchas intervenciones políticas de Zizek, es decir de su intervención en la esfera de lo «político», queremos resaltar tres en particular para discutir sobre las cuestiones del poder y la representatividad, cuestión que como decimos arriba, no están resuelta en el «heterodoxo» comunismo del filósofo esloveno: la primera la intervención crítica sobre el movimiento de Plaza Tahrir y el movimiento Occupy Wall Street (que surgió a raíz de la polémica con Mignolo), la intervención en relación a la presentación a la candidatura de Siryza en Grecia en el 2012 y el último homenaje del autor a la «dama de hierro» Margaret Tchatcher hace poco más de un mes.
En las críticas sobre el movimiento Occupy o los movimientos que se desenvolvieron en Plaza Tahrir, Zizek desarrolla la idea del cansancio natural de los que participan de una red de acciones sin horizonte estratégico claro. A decir del filósofo esloveno los movimientos emancipatorios actuales y sus reclamos de horizontalidad y de celebración de tipo rizomática, en el sentido en lo que lo planteó Gilles Deleuze8, son también y se convierten en un mecanismo difuso de opresión. Es decir del éxtasis de la participación hay una difusa y compleja opresión, la acción permanente, de emancipar todos los órdenes y las prácticas que terminar por constituirse como un obstáculo epistemológico de la confrontación adecuada contra el sistema capitalista. Según Zizek:
La gran mayoría de la gente, cuidado yo no estoy aquí presentando la versión en la que el 99% de las personas son idiotas, me incluyo a mí mismo en esa mayoría, quiere ser pasiva y sólo quiere depender de un aparato estatal eficiente. Siento decirlo, pero no me gustaría vivir en un estado de participación y compromiso permanente que pasa y pasa y así sucesivamente. Me gusta mucho más ser un ciudadano pasivo y así es la mayoría de la gente, existe una maquinaria de Estado o de los servicios sociales, que funciona sin problemas en su trabajo, y menos mientras menos sepa sobre él, mejor. Con ello no quiero despreciar a la gente común. Hay que convencerle de otra cosa.7
Siguiendo con esta línea temática Zizek escribió, a raíz de la muerte de Tatcher, un curioso homenaje en donde plantea que él está en contra de la concepción en la cual:
La gente sabe lo que quiere, son capaces de descubrir y formular cuestiones, pero sólo a través de su propio compromiso y actividad continua. Así tenemos una democracia participativa activa, no sólo la democracia representativa, con su ritual electoral que cada cuatro años se interrumpe la pasividad de los votantes, necesitamos la auto-organización de la multitud, no un «partido leninista centralizado con el Líder, etcetera. Bla, bla.» Las protestas populares en curso en toda Europa convergen en una serie de demandas que, a debido a su propia espontaneidad y obviedad, forman una especia de obstáculo epistemológico para la confrontación adecuada al sistema político y al capitalismo. A eso llamo el mito de la falta de representatividad y de auto-organización directa que es la última trampa, la ilusión más profunda que debe caer y a la que es más difícil renunciar. Sí, hay momentos de éxtasis revolucionario y procesos de solidaridad grupal, cuando miles, o cientos de miles de personas, en conjunto ocupan un lugar público, como en la Plaza Tahrir hace dos o tres años. Sí, hay momentos de mucha actividad y de una intensa participación colectiva en las comunidades locales para debatir y decidir, es cuando las personas viven en una especie de estado de emergencia permanente, tomando las cosas en sus propias manos, sin líder guiándolos. Pero esos estados no duran y el cansancio no es aquí un hecho psicológico simple, no, es más una categoría social.8
Y la vez que crítica la concepción autonomistarizomáticaindividual emancipatoria el autor plantea la necesidad, en este curioso homenaje a Tatcher, de que la izquierda anticapitalista requiere una Tatcher, un líder, un maestro que tire de las personas para salir del atolladero de su inercia y motivarlos hacia la auto-trascendencia emancipatoria en la lucha por la libertad. La crítica autonomista a estas líneas serán obvias, aun con ello la defensa a la idea del cansancio multitudinario en la escala nacional no está resuelta aun por ningún teórico autonomista que conozcamos. Es fácil mantener el poder social de una comunidad aislada, una fábrica, un pueblo en Bolivia o en las comunidades indígenas en la que las formas comunitarias emiten organización propia. Por ejemplo pensamos, sin tener una idea si es verdad, que para Zizek los casos la fábrica Vio.Me en Tesalonica en Grecia ocupada hace unas semanas bajo control obrero o en Egipto en las textiileras de All Mahalla permiten pensar la cuestión que E.P Thompsón detalló durante la revolución industrial en la que la fábrica era vista como un centro potencial de rebelión política. Con ello y sin decir palabra sobre estos procesos, Zizek resuelve el tema del cansancio como categoría política y lo lleva a la idea de una representación política dentro de la actual democracia occidental degradada motivo por el cual no hay posible salida a la idea comunista por fuera de las instituciones de la Europa capitalista.
En resumen, y ante la inexistencia de una hipotética Tatcher (sic) al interior de la extrema izquierda, Zizek ha manifestado su optimismo por las representaciones políticas anti-asuteridad en partidos políticos surgidos al calor de la crisis capitalista como, en el caso de Grecia, Siriza. Siriza, cuyo mando carismático es Alexis Tsipras, concitó el apoyo popular de por lo menos un 25% de los electores, bajo un programa anti-austeridad moderado lo que lo habilitó como la principal fuerza opositora al interior del parlamento dirigido por el gobierno de coalición por Nueva Democracia y el PASOK. Durante la campaña electoral, Zizek participó de la euforia que convertiría a Siriza en el nuevo modelo de constitución de la izquierda en toda Europa:
Vosotros, Syriza, el auténtico milagro, movimiento de izquierda radical, que ha salido de la cómoda posición de resistencia marginal y se ha dispuesto valerosamente a tomar el poder. Este es el motivo por el cual debéis ser castigados. Este es el porqué de un reciente artículo escrito por Bill Freyja en la revista Forbes bajo el título «Darle a Grecia lo que se merece: comunismo». Cito: «Lo que el mundo necesita, no lo olvidemos, es un ejemplo contemporáneo del comunismo en acción. ¿Qué mejor candidato que Grecia? Échesela de la Unión europea, interrúmpase el flujo libre de euros y devuélvasele al viejo dracma. Después, ved que ocurre durante una generación». En otras palabras, Grecia debería ser castigada de modo ejemplar para acabar de una vez por todas con la tentación de una solución radical de izquierda a la crisis.9
Si bien el programa político de Siriza tiene elementos obviamente criticables y moderados, pues no plantea ningún tipo de alternativa radical a la problemática de uno de los países más destruidos y mancillados por la crisis capitalista, y probablemente mantenga un peso menor en las luchas que la coalición de extrema izquierda anticapitalista Antarsya, lo que es un hecho es que para Zizek los partidos anti austeridad representan una solución al problema no resuelto del «cansancio» de las masas en el país de los más de 30 edificios incendiados, con más de 30 Huelgas Generales y con por lo menos tres o cuatro importantes fábricas ocupadas bajo control obrero (Vio.Me, Elpheterotehpya y el Embros tan sólo de las que tenemos información). Y es en este punto nodal en el que el «comunismo» de Zizek muestra su principal contradicción y el problema no resuelto de la cuestión estratégica para la revolución anticapitalista en occidente. La cuestión del poder y del factor subjetivo en las fuerzas de acción política revolucionaria. No importa cuanta disposición a la lucha exista entre los miles de trabajadores y sindicalistas en cada huelga general que enfrenta al Estado capitalista griego, la salida propuesta por el comunismo de Zizek es votar a la perspectiva más a izquierda dentro del parlemento griego existente. Si bien concordamos en el potencial de la idea comunista en este periodo histórico, consideramos que el planteamiento de Zizek carece de perspectiva estratégica revolucionaria, y este se desprende de su rastreo de las contradicciones fundamentales del capitalismo contemporáneo. Que asociamos a la ofensiva de la década de los noventa y es aquí en donde el comunismo de Zizek adolece de una teoría precisa del poder político. Es decir el comunismo de Zizek no pasa de una idea, no tiene un contenido estratégico.
A pesar de que ha planteado en diversos textos la cuestión de la dictadura del proletariado en la cual la clase trabajadora se constituye como clase dirigente y a pesar de que advierta qué «el proletariado es la única clase que se neutraliza en el acto de neutralizar a su opuesto» 10 en la forma estado en la que se consigue transformar su naturaleza de clase y mientras critique la forma estado asumida por el estalinismo cuando éste aseguró la idea de la «del fin de la figura de clase» Zizek se pregunta con firmeza como se llega a tal dictadura. «el proletariado ha quedado dividido en tres partes, cada una de las cuales enfrenta a otra […] no es que esté planteando la autodisolución del capitalismo pero […] la unidad de los tres sectores es ya su victoria» 11 En estas palabras, en el cómo de la nueva sociedad, encontramos un atolladero profundamente utopista que ha fortalecido la ilusión de que por la vía de la votación a gobiernos anti austeridad se podría combatir más eficazmente al sistema capitalista. El origen de la pertinencia del comunismo, consideramos es correcta, sin embargo adolece del regreso a las discusiones cada vez más precisas de la discusión estratégica dentro de la tradición del marxismo revolucionario del Siglo XX.
Por otro lado los dardos en el pensamiento modernidadcolonialidad (con personalidades tan dispares como Silvia Riveira Cusicanqui en Bolivia, Enrique Dussell en México o Ramón Gosfroguel y Walter Mignolo en los Estados Unidos) avispan el debate latinoamericano sobre los nodos de emancipación y re-plantean la cuestión colonial como un nudo central de la lucha en América Latia, Asía y África. Sin embargo esa es otra historia.
Ambas posiciones son una suerte de expresión bisagra de un «tiempo», de una «etapa» posterior a la ofensiva neoliberal pero en un momento muy distinto: del fin de la ofensiva neoliberal, de crisis capitalista y del inicio de nuevas luchas y confrontaciones entre las clases de gran envergadura (como la tunecina o la egipcia) pero que no han superado el problema crucial del ¿cómo? para los nuevos tiempos. Daniel Bensaid consideraba a este tipo de pensamientos como «de la ilusión utópica» en el que se rechaza un tipo de sociedad y se quiere otro mundo todavía indeterminado en cómo se consigue». Si bien Zizek declara su intensión comunista y en el caso de Mignolo o en Gosfroguel (por hablar de un exponente de la tradición decolonial con el que tuvimos oportunidad de dialogar no sin fricciones) se declara su intención de una sociedad pluriversal, también está sujeto al ¿cómo?» Ahí, en ese rincón de la idea, a la realidad posible, está ni más ni menos que la acción política. Por ahora nos quedamos aquí en estas líneas. Las notas siguen.
Notas:
1 Zizek, Slavoj, A reply to my critics, audio disponible en: http://backdoorbroadcasting.net/2013/02/slavoj-zizek-a-reply-to-my-critics/
2 Mignolo, Walter, La idea de América Latina (la derecha, la izquierda y la opción decolonial) en Crítica y emancipación Año I, No. 2. Semestre 2009. p. 263.
3 Badiou, Alain, De quoi Sarkozy est il-le nom?, París, Lignes, 2007, pág. 153
4 Zizek, Slavoj, p. 232.
5 Zizek, Slavoj, Cómo volver a empezar desde el principio, Paídos, Madrid, 2010. p. 234
6 Zizek, Slavoj, Ob. Cit. p. 249.
7 Para analizar la obra de Deleuze en una perspectiva marxista recomendamos. Garo, Isabelle, Foucault, Deleuze, Althusser & Marx, Demopolis, París, 2011.
8 Zizek, Salvoj, Ob. Cit. Reply to my critics, audio disponible en: http://backdoorbroadcasting.net/2013/02/slavoj-zizek-a-reply-to-my-critics/
9 Zizek, Salvoj, The simple courage of decision: a leftist tribute to Thatcher, en http://www.newstatesman.com/politics/politics/2013/04/simple-courage-decision-leftist-tribute-thatcher
10 Zizek, Slavoj, Grecia nos salvará, en Rebelión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151135
11 Zizek retoma un texto de Bulent Somay. Vease. Zizek, Slavoj, Cuando volver a empezar… desde el principio. Ob. Cit. 243.
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