El intenso frío que ha comenzado aquí, y la auténtica escasez de carbón en nuestras casas me obliga -a pesar de ser la más desagradable para mí de todas las cosas del mundo- a presionarte de nuevo. sólo me he decidido a hacerlo como consecuencia de heavy pressure from without [fuerte presión exterior]. Mi mujer […]
El intenso frío que ha comenzado aquí, y la auténtica escasez de carbón en nuestras casas me obliga -a pesar de ser la más desagradable para mí de todas las cosas del mundo- a presionarte de nuevo. sólo me he decidido a hacerlo como consecuencia de heavy pressure from without [fuerte presión exterior]. Mi mujer me ha demostrado que, a causa de un envío de jersey que llegó antes de lo habitual, habrías caído en un error de cálculo y que por eso no enviarías nada este mes, si es que no escribo especialmente a tal efecto; que ha empeñado su shawl, etc etc, y que no sabría qué hacer. En suma, que debo escribir, y por eso lo hago. En efecto, si persiste esta situación, preferiría estar 100 toesas [una antigua medida francesa de longitud] bajo tierra que seguir vegetando de esta suerte. A la larga es insoportable molestar de continuo a los demás, y al mismo tiempo torturarse constantemente uno mismo con la menor fruslería. Yo, en lo personal, me quito la misère, ocupándome intensamente en cuestiones generales. Mi esposa, of course, no tiene los mismos recursos, etc. (Marx a Engels, 28 de enero de 1858)
El comentario de un lector sobre la anterior entrega: «Cuidado con los traductores que citas, querido Salvador. ‘Carbúnculo’ (=pequeño carbón, carboncillo) es un rubí, que brilla como el fuego (carbón encendido). La enfermedad de Marx era ‘carbunco’ que es un ántrax». Tiene toda la razón. Disculpas por el error, por la metedura de pata.
Queda pendiente para la próxima el tema enunciado: el estilo argumentativo de Marx en el MC, en el capítulo II especialmente. Doy cuenta esta semana de algunas novedades «marxistas» de interés. Hay más por supuesto.
Hemos hablado ya del libro de Francisco Fernández Buey, Marx a contracorriente (El Viejo Topo, 2018). Vale la pena. Se recoge en él una reseña de una biografía de Francis Wheen sobre Marx. Les recuerdo algunas de las consideraciones de FFB:
Tal vez no sea ésta la mejor de las biografías de Karl Marx, pero es, desde luego, una biografía oportuna. A Francis Wheen, agudo periodista británico, no le turban en absoluto ni las décadas de historia de marxología, ni las larguísimas contiendas entre marxistas en las que «tu Marx tira de la barba a mi Marx» (Erich Fried). En un par de páginas introductorias, Wheen liquida con contundencia un montón de tópicos difundidos por detractores y discípulos. Esa actitud tiene un peligro: despreciar, ignorar o pasar por alto unas cuantas cosas anteriores, de interés para la interpretación de la obra de Karl Marx. Precisaré.
Su precisión: el Karl Marx de Francis Wheen no tiene pretensión académica; es un libro dirigido al gran público.
Y, en ese sentido, sería puntilloso objetarle que haya prescindido de referencias detalladas a otras biografías anteriores, que no haya en él aparato crítico o que ignore olímpicamente el paciente trabajo de años de los investigadores rusos y alemanes que editaron la mayoría de sus obras. Sólo que, sin ser puntilloso, el lector culto e interesado en la obra de Marx seguramente considerará excesivo el que en un libro así, y a estas alturas, no se haga ni mención de aquellas lecturas que en su momento contribuyeron al mejor conocimiento histórico-crítico de los escritos de Marx. Pienso, por ejemplo, en Korsch y en Rubel, en Lifschitz y en Lukács, en Kägi y en Rossi, en Rosdolsky y en Mandel, en Krader y en Shanin, en Cohen y en Sacristán.
Las palabras de cierre. De interés por la perspectiva que señalan:
Hay, por último, en el libro Whenn un punto que me parece particularmente apreciable: su manera original, casi insólita, de introducir la lectura de El capital. Wheen empieza polemizando con las opiniones de Harold Wilson (el que fuera primer ministro británico), con Karl Popper, con Paul Samuelson o con Laszek Kolakowski, para sugerir a continuación que El capital no se tiene que ver como el resultado de una hipótesis científica, ni siquiera, hablando con propiedad, como un tratado de economía, sino que conviene leerlo como una obra de imaginación, como si fuera un melodrama victoriano o una inmensa novela gótica cuyos héroes están esclavizados y consumidos por el monstruo que han creado. Apoyándose en el crítico literario Edmund Wilson, quien un día alabó el talante satírico de Marx, Wheen va más allá. Compara El capital con lo mejor de Swift y lo relaciona, acto seguido, con una de las lecturas más apreciadas por el propio Marx: Tristram Shandy. He aquí su explicación: «Para hacer justicia a la desquiciada lógica del capitalismo, el texto de Marx está saturado, y a veces incluso anegado, de ironía; una ironía que se les ha escapado a casi todos los lectores durante más de un siglo».
Wheen, admite Fernández Buey, exagera en esto. Sin duda. «Pero hay exageraciones sugestivas que incitan a leer a los clásicos de otra manera. He aquí un caso».
El Topo, otra vez el Topo, ha publicado un libro más que curioso: G. Tridon (de), Espiando a Marx. Informes de la policía secreta y otros documentos sobre Karl Marx. El traductor es Juan Vivanco. Garantía asegurada. Contando entrevistas a Marx y alguna carta, 24 apartados en total,breves o muy breves, todos ellos muy anotados (en exceso en algún caso en mi opinión). Les recomiendo el «Informe de la policía prusiana desde Londres», de 1850. También la «Nota informativa de sir Elphinstone Grant-Duff para la princesa Victoria» de 1879. Las palabras finales de esta nota:
En conclusión, mi impresión, teniendo en cuenta que Marx tiene ideas totalmente contrarias a las mías, no ha sido nada desfavorable. Es más, me agradaría volver a verle. Al fin y al cabo, no será él, lo quiera o no, quien ponga el mundo patas arriba.
Querida señora, tengo el honor de declararme devotísimo y fidelísimo siervo de Vuestra Alteza Imperial.
Hay mucho más por supuesto. Estas observaciones del editor por ejemplo:
¿Cómo puede defenderse el movimiento revolucionario de la infiltración policial? Serguéi Mijáilovich Stepniak-Kravcinski escribe que en la década de 1880-1890 algunos revolucionarios rusos llegaron a la conclusión de que uno de los mejores sistemas era infiltrarse a su vez en los cuerpos policiales. Los más hábiles en esto fueron los bolcheviques, que lograron ingresar en la policía secreta y obteenr las listas de los agentes infiltrados y los espías. Solo en San Petersburgo, en la época de la revolución de marzo, las listas de la Ojrana incluían más de 35.000 agentes infiltrados, provocadores y espías, una masa numerosa que operaba desde hacía al menos veinte años.
También esta:
En Moscú, en 1912, había 55 agentes especiales de la policía secreta en las organizaciones revolucionarias, repartidos así: 17 entre los socialistas revolucionarios, 20 entre los socialdemócratas (mencheviques y bolcheviques) y 3 entre los anarquistas; los demás eran falsos estudiantes cuyo cometido era controlar, involucrar, perjudicar y tratar de llevar a la cárcel a verdaderos estudiantes. R.V. Malinovski, «buen amigo» de Lenin y dirigente de la fracción bolchevique de la Duma, era un informador de la policía (lo revelaron sin lugar a dudas en 1917 los documentos descubiertos en los archivos de San Petersburgo).
Manuel Martínez Llaneza, un marxista-comunista competente que nunca habla por hablar, ha escrito un artículo interesante (fechado el 14 de abril) para Mundo Obrero. Lo ha titulado «La vigencia de Marx». Les hago un resumen. Empieza a lo clásico:
Un artículo me pide MO sobre la vigencia actual de Marx y en mi vida me he visto en tal aprieto. Marx son muchos personajes según la ingente literatura que hay sobre él. ¿Se trata, pues, de la vigencia del joven o del viejo Marx? ¿O tal vez la distinción es entre el humanista, el hegeliano o el estructuralista? O, ¿nos interesa el teórico riguroso o el luchador incansable? ¿Tal vez debamos expurgar su legado para quedarnos con lo útil hoy y relegar todo el resto? Pero, en todo caso, el intento de determinar qué es útil y por qué nos llevaría de nuevo, en un proceso circular, a la reconsideración de su vida y de la vigencia de su obra.
Marx, señala MMLL, como muchos personajes importantes, era poliédrico, lo que no quiere decir, nos advierte, «que sus múltiples caras fueran incoherentes, pero es cierto que sus diferentes facetas se han aprovechado en muchas ocasiones para defender posturas contradictorias». Más allá de estas consideraciones,
Marx ha permanecido siempre en la conciencia social con distintos niveles de presencia y de valoración de sus aportaciones. Ha sido el referente de muchas revoluciones y luchas de liberación en todo el mundo, y, aunque ha pasado por periodos de menor atención, en todas las dictaduras el término «marxista» ha sido utilizado como el mayor insulto civil y político, y siempre ha recobrado su fuerza en los labios de los oprimidos, solo o junto a nombres de otros libertadores. Ninguno de sus competidores ni seguidores ha sido capaz de sustituirlo como referente capaz de hacer entender la sociedad, porque es la figura que mejor representa, tanto en el terreno teórico como en el práctico, la lucha por un mundo en el que la libertad de cada uno sea la condición de la libertad de todos.
Entre esas dictaduras, la franquista. MMLL propone a continuación un «desarrollo cartesiano». Muy bien pensando:
Para entenderlo mejor, tal vez sería bueno seguir el método de la duda cartesiana y empezar por buscar al Marx con el que hay mayor acuerdo. Yo destacaría tres aportaciones básicas, que son los pilares sobre los que descansa su edificio teórico y su práctica política. La primera es el descubrimiento del mecanismo básico del funcionamiento del capitalismo: la extracción de plusvalía, que explicó en su aspecto económico y caracterizó como una relación social que se refleja en la ordenación jurídica de todos los países capitalistas. La producción que técnicamente se obtiene por confluencia de trabajo humano y capital (máquinas, instalaciones y materias primas) da lugar a mercancías que son propiedad exclusiva del capitalista que compra los factores, incluida la fuerza de trabajo humana que genera el valor.
La segunda es la concepción de la lucha de clases como motor de la historia, como el mismo Marx comentó en su famosa carta a Weydemeyer de principios de los cincuenta. La tercera es la que tiene que ver con aquello de la «determinación en última instancia»:
De una manera muy esquemática, estas dos se remitirían al aspecto objetivo y al subjetivo de la situación. Y la tercera, la consideración de la estructura económica como condicionante de la organización social y su superestructura ideológica, y las complejas relaciones que tienen ambas, lo que nos guarda de todo dogmatismo y nos lleva al análisis concreto. La valoración de estos factores define la lucha política de las organizaciones revolucionarias, entendidas éstas en su sentido más genuino y radical, el de aspirar a sustituir el capitalismo por una sociedad socialista, el mundo de la necesidad por el de la libertad.
Esas bases conducen a una nueva concepción del materialismo, un asunto no siempre bien comprendido y presentado en la tradición (también en otras tradiciones filosóficas), especialmente en los manuales de divulgación.
Estas bases marcan una concepción materialista diferente a todos los socialismos utópicos -bienintencionados, pero irreales- y a los socialismos retóricos de alternativas líquidas demasiado reales. Sólo a partir de este planteamiento pueden entenderse en su verdadero sentido de clase -y así depurarse o combatirse- los significantes turbios (innovación, responsabilidad social, emprendimiento, economía colaborativa, ciertas formas de ciudadanía) que surgen constantemente en la fábrica ideológica del capitalismo, como también integrarse significantes limpios (feminismo, ecología…) en un proyecto verdaderamente emancipador. Pero eso ya nos corresponde a nosotros hacerlo.
Por eso, señala MMLL, hoy Marx sigue vigente y es necesario su estudio y su ejemplo, conocimiento y política, ciencia y praxis.
No hay más que ver las condiciones de trabajo (paro, precariedad y explotación), o la de las libertades civiles o las de las relaciones internacionales para entender que, a pesar de los muchos innegables cambios habidos, seguimos en el capitalismo.
No son válidos, en su opinión (tampoco en la mía) ni los caminos apologéticos (religiosos) ni las aproximaciones académicas «altamente sofisticadas».
Es cierto que demasiado frecuentemente se ha presentado a Marx de forma casi religiosa como un sabio intemporal y un profeta de inapelables sentencias y tajantes predicciones, cosa que nunca fue. También lo es que ha habido excesos académicos que han llevado a sectarismos sin sentido o exégetas que han creído encontrar una clave oculta que explicara lo que no se encuentra en miles de páginas escritas.
Y una buena recomendación de despedida, no marginal. No es posible entender bien la obra de Marx, como ocurre con algunos otros autores, sin tener muy en cuenta su biografía:
Un buen antídoto contra estas deformaciones es ver la película «El joven Karl Marx» que lo presenta como un ser vivo, inmerso en su entorno, y da que pensar que, por su capacidad de lucha y convicción, debió ser joven siempre. Otro es la praxis política, sobre todo, la no institucional. Y siempre debemos recordar su famosa tesis: «Los filósofos han intentado explicar el mundo de varias formas; sin embargo, lo que hay que hacer es transformarlo».
Otra novedad importante: se anuncia la biografía de un gran estudioso que, desgraciadamente, apenas conozco: Michael Heinrich. El título de su biografía: «Karl Marx y el nacimiento de la sociedad moderna». Una nota sobre este marxista alemán:
En su libro Die Wissenschaft vom Wert (La Ciencia del Valor, publicado en Alemania en 1991, una nueva edición ampliada en 1999) Michael Heinrich ya ha analizado a fondo el desarrollo de la crítica económica de Marx. Su obra Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx (Escolar y Mayo Editores, 2008) se tradujo ya a seis idiomas y es probablemente la introducción más popular a la teoría económica de Marx. Con ¿Cómo leer El Capital de Marx? (el primer tomo se publicó también en Escolar y Mayo Editores, 2011) presentó un comentario detallado sobre los primeros cinco capítulos del primer tomo de El Capital.
La presentación de su biografía de Marx (es un texto suyo):
Las distintas crisis económicas y financieras de los últimos años han puesto una vez más de manifiesto, señala MH, que la teoría de la crisis marxiana no está en ningún caso obsoleta. Hace ya más de cien años que «la crítica del capitalismo de Marx representa tanto un punto de referencia para diversos movimientos sociales como motivo de controversia para los defensores del estatus quo».
Marx es en aquella época testigo de la implementación de aquellas «modernas» estructuras sociales y económicas -el capitalismo industrial, el parlamentarismo, los medios masivos y las organizaciones masivas- que siguen, aun cuando hayan cambiado de apariencia, dominando nuestra vida social. Sus análisis y críticas siguen enfocando los puntos neurálgicos de nuestra sociedad.
Sin embargo, prosigue MH, estudiando la obra marxiana se destaca que se trata de una serie de proyectos iniciados y suspendidos, ninguno de los trabajos mayores fue terminado. Una de sus tesis que a mí me parece más que razonable:
Sin conocer la vida de Karl Marx, sus conflictos y pugnas, es imposible comprender el desarrollo de su obra. Por otro lado, su obra, por la que fue atacado y perseguido, es clave para comprender su vida y trayectoria. Si bien existen más de 25 biografías amplias de Marx, ninguna se centra en su vida y obra a partes iguales. Esta nueva biografía es el intento de llenar este vacío. La única forma de describir adecuadamente la historia de su vida y obra es al no reducir las discusiones en las que estuvo envuelto en su momento a meros escenarios como tampoco sus amigos y enemigos a meros «extras». Si bien todas las biografías se propusieron estudiar Marx en el «contexto histórico», lo lograron de forma muy precaria y sólo puntualmente.
Su predicción: «Un análisis más pormenorizado acabará con una u otra leyenda que hasta ahora ha sido divulgada sin cuestionamiento alguno»
Esta nueva biografía de MH comprenderá tres volúmenes.
El primero se publicará en 2018, bicentenario del nacimiento de Karl Marx. Concentrará su estudio más exhaustivamente en la juventud de Marx en Tréveris, en la época de sus estudios en Bonn y Berlín, y sus actividades como redactor en el periódico liberal «Rheinische Zeitung» en Colonia y editor de los «Deutsch-Französische Jahrbücher» («Anuarios germanofranceses»). Es durante este tiempo cuando se manifiestan los primeros problemas biográficos así como un quiebre en su desarrollo intelectual, los cuales lo llevarán a abandonar ciertos proyectos y a reflexionar nuevamente sobre su empresa crítica.
Otra de sus tesis: «Incisos teóricos» (las rupturas epistemológicas de hace años, los cortes o inflexiones demarcadores a la Bachelard, los cambios de paradigma en el decir de Kuhn) no se desarrollan solamente entre el «Marx joven» y el «Marx viejo». Son demasiado complejos para ser representados en un simple modelo de dos o tres fases en su opinión.
La dicotomía popular de «continuidad» e «interrupción» para referirse al desarrollo de su obra resulta demasiado esquemática. El que El Capital llegue a constituir su obra principal no fue el resultado de un desarrollo intencional. Marx no comienza con la crítica política ni termina con la crítica económica. Aun cuando nunca llegó a escribir su libro sobre el Estado y, durante los últimos 30 años de su vida, se centró en elaborar la crítica de la economía, la crítica política está presente en cada momento y se desarrolla esencialmente al igual que su noción del comunismo.
El segundo volumen se publicará en 2020 y el tercero en 2022. Salvo error por mi parte, el primero ya está publicado en Alemania. Por el momento, no ha sido traducido a ninguna de las lenguas españolas.
Otra novedad importante es un ensayo de una joven y muy documentada germanista, Clara Ramas San Miguel, Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política de Marx. Ha sido publicado recientemente por Siglo XXI, con prólogo de Michael Heinrich, acabamos de hacer referencia a su biografía marxiana (Clara Ramas ha sido alumna y acaso es discípula suya), y epílogo de Carlos Fernández Liria. Fetichismo y mistificación serían dos conceptos centrales en la crítica a la economía política de Marx.
Un comentario de Fernández Liria:
Una lectura imprescindible que nos obliga a repensar el lugar del fetichismo de la mercancía y la mistificación del capital en la obra de Marx.
Otro del prologuista:
Clara Ramas ha aportado un importante avance al desarrollar, partiendo del fetichismo y de la teoría de la apariencia, un materialismo marxiano que se diferencia de forma radical del tradicional concepto de «materialismo dialéctico».
Volveremos sobre este importante ensayo de Clara Ramas. No lo olvidaremos.
En la próxima semana damos cuenta de este estilo argumentativo marxiano en el MC al que queremos hacer referencia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.