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Nuevo escenario geoestratégico, estamos entrando en una nueva guerra fría

Fuentes: Rebelión

La intervención rusa solicitada por el Gobierno sirio develó sin lugar a dudas que el «Estado Islámico» fue un engendro de Occidente con EE.UU. e Israel a la cabeza, para llevar a cabo en el escenario sirio una guerra híbrida utilizando como bandera falsa a «ejércitos libres» compuestos por mercenarios de al menos 80 países. […]

La intervención rusa solicitada por el Gobierno sirio develó sin lugar a dudas que el «Estado Islámico» fue un engendro de Occidente con EE.UU. e Israel a la cabeza, para llevar a cabo en el escenario sirio una guerra híbrida utilizando como bandera falsa a «ejércitos libres» compuestos por mercenarios de al menos 80 países.

Hoy esos grupos terroristas armados y financiados por determinadas potencias occidentales y monarquías del Golfo Pérsico, en especial Arabia Saudita, están siendo derrotados, por lo que frente al fracaso de esa inicial estrategia, el servil Erdogan inicia bombardeos a territorio sirio, las monarquías saudita y catarí amenazan con enviar tropas e invadir Siria y se espera también un mayor involucramiento de la OTAN en ese ajedrez caliente. Si persisten y se concretan más acciones ofensivas, se producirá un escalamiento de la guerra siria a la cual se sumarán otros países aumentando el riesgo de un enfrentamiento directo entre EE.UU. y Rusia, que indirectamente ya están confrontados, lo que inevitablemente provocará el alineamiento geopolítico de las naciones de la comunidad internacional a favor o en contra de ese juego geoestratégico.

La pregunta clave es, ¿por qué Occidente y sus aliados se muestran indiferentes a una escalada imprevisible del conflicto en Próximo y Medio Oriente? Ensayamos la siguiente respuesta: la derrota de los grupos terroristas en Siria es también la derrota de un concepto estratégico, el de la guerra global e infinita contra el terrorismo que permitió a EE.UU. después de la desaparición del cuco comunista y del 11-S (cada vez crecen las sospechas que fue un sofisticado auto-atentado con apoyo saudita) justificar e implementar su política imperialista. La guerra siria ha demostrado la falsedad e hipocresía de EE.UU. y sus aliados en esa supuesta guerra contra el terrorismo y los ha develado como los innegables auspiciadores tras bastidores del terrorismo, como lo ha sido durante varias décadas sin que esto pueda ser comprendido claramente por el ciudadano común. Si el falso enemigo terrorista ya no permite llevar a cabo una creíble estrategia de confrontación con fines de sostenimiento de lo que le queda de hegemonía imperial, es necesario provocar un cambio de concepto estratégico y crear un nuevo enemigo, uno que permita justificar su enorme gasto militar y su permanente intervencionismo.

China y Rusia habían anunciado que no permitirán que se repita el guion libio en Siria. Ambas naciones están obligadas a frenar la doctrina del «caos constructivo» que busca provocar zonas de inestabilidad, violencia y balcanización para lograr lo que lo romanos promovieron para mantener su imperio, el conocido «divide et impera». China y Rusia están decididas a defender el actual orden multipolar producto de la evolución geopolítica que inició con la caída del muro de Berlín. Aquí encontramos una primera dificultad para EE.UU. ¿cómo fomentar una nueva guerra fría cuando han surgido nuevas potencias económicas y políticas y existe un complejo reparto del poder mundial? Este es precisamente el problema al que aspira resolver los EE.UU. provocando una guerra que obligue al involucramiento de Rusia y China y otras potencias medianas como Irán con la aspiración de debilitarlas, lo que a todas luces es una apuesta riesgosa, pero que se comprende en el marco de la crisis mundial del capitalismo y de frenar su menguante poderío, de otro modo, la tendencia es a la gradual declinación de EE.UU. como única súper potencia.

¿Esta situación cómo afecta a la CELAC? Se anuncia que Rusia estaría negociando la instalación de bases militares en Cuba, Venezuela y Nicaragua que tienen el propósito básico de la disuasión frente a la creciente presencia militar pentagoniana en determinados países de la CELAC, y en previsión de que el fracaso de la estrategia desestabilizadora y continua acción erosiva contra los gobiernos nacional-populares o progresistas, haga que el potencial siguiente paso sea provocar conflictos entre países hermanos, como ya se ha intentado hacerlo entre Colombia y Venezuela.

El objetivo de EE.UU. es recuperar el absoluto control de su «patio trasero» destruyendo el nuevo proceso integrador de Nuestra América, elemento esencial para sostener su hegemonía mundial. Sin enemigo comunista y sin enemigo terrorista, ¿cómo piensa EE.UU. disciplinar geopolíticamente a Nuestra América? Nuestra región ha crecido en estatura estratégica y los nuevos procesos de integración tienen un buen nivel de consolidación. Como se ha señalado, eso es lo que se intenta demoler, pero tenemos la confianza que la experiencia histórica, la madurez geopolítica alcanzada y el reconocimiento de que tenemos intereses comunes que defender, nos permitirá sortear todas las presiones y emboscadas para seguir construyendo nuestro autónomo destino por fuera de juegos geoestratégicos hegemónicos y violentos. EE.UU. ha entrado en una fase de peligrosa irracionalidad y al parecer no dilucida que hoy existen variables geopolíticas cualitativamente distintas al escenario de la primera Guerra Fría.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.