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Nuevos avatares de las eternas y fructíferas paradojas zenonianas

Fuentes: Rebelión

Ser cuna de gigantes como Epicuro, Aristóteles y Zenón, a cuyas espaldas nos seguimos aupando, tiene numerosas ventajas (y ningún inconveniente). Una de ellas: repensar de nuevo lo muchas veces pensado, reflexionar y vivir de otra manera las paradojas clásicas. No podrán salir ustedes de la habitación donde están ahora por mucho que lo intenten. […]

Ser cuna de gigantes como Epicuro, Aristóteles y Zenón, a cuyas espaldas nos seguimos aupando, tiene numerosas ventajas (y ningún inconveniente). Una de ellas: repensar de nuevo lo muchas veces pensado, reflexionar y vivir de otra manera las paradojas clásicas.

No podrán salir ustedes de la habitación donde están ahora por mucho que lo intenten. Para llegar a la puerta, tendrá que recorrer la mitad de la distancia que les separa de ella. Cuando lo hayan hecho, tendrá que recorrer la mitad del camino restante. A continuación la mitad de esta última mitad y así sucesivamente, sin poder acabar nunca, sin descanso… a no ser que lo dejen estar y acepten la situación. Están atrapados, como en el ángel exterminador y buñuelesco, condenados a acercarse tanto quieran y deseen pero sin poder alcanzar su objetivo. Lo que hay.

Pero, ¿pinta así la cosa de hecho (o incluso de derecho)? ¿Es ésta una ley inexorable de la naturaleza… y de nuestra propia naturaleza y nuestra forma de pensarla? Nada de eso como saben. Depende. Depende de cómo pensemos el tiempo y el espacio, y cómo concibamos una serie decreciente infinita que, como en este caso, puede ser y es convergente. La mirada, nuestra perspectiva espacio-temporal y nuestro hacer matemático, son la clave.

También ahora. En la Grecia que ha dicho basta, que quiere seguir diciendo basta, el punto esencial es la perspectiva (liberadora) de análisis y acción. No están, no estamos condenados a vivir encerrados y sin salida. Sin ninguna esperanza emancipadora.

Para Frau AMB [Angela Merkel Bundesbank], para sus secuaces y colaboradores y representados la cosa no tiene vuelta de hoja: hay un solo camino y todos los senderos conducen a él. No hay alternativas. Ni sueñen con ellas. La salida es única -¡no es la UE un territorio para viejos ni para rebeldes!- y el sentido del vector está marcado. Hacia las cuentas abultadas de los amos insaciables de siempre. Sin piedad, sin compasión, con mano y puño de hierro.

Pero para la ciudadanía crítica la situación tiene más perspectivas, otra mirada rebelde, activa y digna. La paradoja puede ser disuelta, y puede ser superada de manera muy distinta. El camino no es único y los vectores no apuntan hacia el mismo lugar. Los ciudadanos y ciudadanas que se manifestaron el pasado jueves en Atenas en apoyo de las posiciones de su gobierno expresaron con meridiana y profunda claridad su opción: «We are not Merkel’s colony», no somos, no queremos ser una colonia de la señora Merkel… ni de nadie. Ni ellos, el pueblo griego, ni tampoco nosotros. Han calculado mal. Lo quieren todo y sin que nadie rechiste. Parten de postulados político-geométricos que no vamos aceptar. De ninguna manera.

La paradoja está servida: conformarse con ser una colonia servil, con las correspondientes élites colaboradoras, sin apenas aire para respirar y sin lucha por llegar a ser un pueblo soberano y alcanzar una situación justa, equitativa. El gran clásico, el padre de Tussy Marx, lo apunto así: Hic Rodhus, hic salta. Nunca dijo que la tarea fuera fácil.

Recuérdese, por otra parte, que el compañero de Jenny hizo su tesis doctoral sobre Demócrito y Epicuro. Este último, este creativo y libre materialista, planteó otra paradoja que ha recorrido la historia de la filosofía: ¿cómo conciliar la omnipotencia y benevolencia divinas con la presencia del mal social y natural? Lo de la libertad humana como causa del mal social es un cuento estúpido para mentes sumisas. Lo del mejor de los mundos posibles para justificar el mal natural es una funcional idea del Leibniz más cortesano. La Troika representa ese Dios, sin límites en su fuerza, que, supuestamente, así se anuncia, desea y procura el bien de todos. El desastre, el sufrimiento del pueblo griego más desfavorecido se atribuye a su responsabilidad. No queda otra que seguir alimentando el minotauro global, dicen mal copiando al ministro Yanis Varoufakis. Es de justicia añaden.

Pero no, no es de justicia y queda otra: no creerse el mal cuento teológico de que la fuerza divina es omnipotente y mucho menos que es bondadosa. En el principio tal vez fuera el Verbo, falaz y falsario en la mayoría de las ocasiones, pero inmediatamente vino la Acción y la resistencia. 

PS1. El primer ministro griego, Alexis Tsypras ha aceptado la invitación del presidente Vladimir Putin. Viajará el próximo 9 de mayo a Moscú. La fecha, por supuesto, no es casual. ¿Recuerdan que se celebra ese día? La victoria soviética y aliada sobre el nazismo, como habían adivinado. Otro frente para disolver o anular la paradoja.

PS2: Queda Aristóteles. En el capítulo IV -«Conversión de dinero en capital. Apartado 1: La fórmula general del capital»- del Libro I de El Capital apuntaba al padre de Freddy: «La circulación simple de mercancías -la venta para la compra- sirve de medio de un fin último situado fuera de la circulación, el cual es la apropiación de valores de uso, la satisfacción de necesidades. La circulación del dinero en cuanto capital es, por el contrario, fin de sí misma, pues la valorización del valor no existe mas que dentro de este movimiento constantemente renovado. Por eso el movimiento del capital es desmedido, carente de medida». Pues bien, en la nota 6, una de sus mejores anotaciones, el amigo del gran Engels rendía este homenaje al nieto de Sócrates:

«Aristóteles contrapone la economía a la crematística. Su punto de partida lo constituye la primera, en la medida en que el arte de adquirir se circunscribe a la obtención de los bienes necesarios para la vida y útiles para la casa o el estado. «La verdadera riqueza se compone de tales valores de uso, ya que no es ilimitada la medida de este tipo de posesión suficiente para una vida buena. Existe, empero, otro tipo de arte de adquirir, al que preferentemente y con razón se denomina crematística, a causa del cual la riqueza y la posesión no parecen reconocer límites. El comercio de mercancías [significa literalmente comercio al menudeo, y Aristóteles adopta esta fórmula porque en ella predomina el valor de uso] «no es privativo, de por sí, de la crematística, pues aquí el intercambio sólo concierne a lo necesario para ellos mismos» (el comprador y el vendedor). Por eso, expone más adelante, la forma originaria del comercio era el trueque, pero con su expansión surgió necesariamente el dinero».

Y al inventarse el dinero, prosigue Marx, el trueque hubo de desarrollarse hasta llegar a ser, tráfico de mercancías, y éste, en contradicción con su tendencia originaria, se convirtió en crematística, en el arte de hacer dinero. «La crematística sólo se distingue de la economía en que «para ella la circulación es la fuente de la riqueza. Y parece girar en torno del dinero, porque el dinero es el principio y el fin de este tipo de intercambio. De ahí que también la riqueza que la crematística trata de alcanzar sea ilimitada. Así como es ilimitado, en su afán, todo arte cuyo objetivo no es considerado como medio sino como fin último -pues siempre procura aproximarse más a ella, mientras que las artes que sólo persiguen medios para un fin no carecen de límites, porque su propio fin se los traza-, tampoco existe para dicha crematística ninguna traba que se oponga a su objetivo, pues su objetivo es el enriquecimiento absoluto. La economía es la que tiene un límite, no la crematística… La primera tiene por objeto algo que difiere del dinero mismo, la otra persigue el aumento de éste… La confusión entre ambas formas, que penetran una en otra, induce a algunos a considerar que el objetivo último de la economía es la conservación y aumento del dinero hasta el infinito». (Aristóteles, «De Republica», ed. por Bekker, libro I, caps. 8 y 9 y pássim.)».

De eso se trata pues: de economía o de crematística, de la vida buena o de la hybris irresponsable.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.