Recomiendo:
0

Objetividad ejemplar y temáticas complementarias

Fuentes: Rebelión

Sigo con la aproximación de FFB al Sacristán joven y sigo tomando pie en sus apuntes del curso de doctorado de 1993-94. Estábamos en las posiciones y reflexiones del Sacristán joven. El autor de Conocer a Lenin y su obra toma de nuevo la palabra. 1. Objetividad ejemplar. Naturalmente, aquí no hay más que un […]

Sigo con la aproximación de FFB al Sacristán joven y sigo tomando pie en sus apuntes del curso de doctorado de 1993-94. Estábamos en las posiciones y reflexiones del Sacristán joven. El autor de Conocer a Lenin y su obra toma de nuevo la palabra.

1. Objetividad ejemplar.

Naturalmente, aquí no hay más que un esbozo y una sugerencia. El mismo Sacristán dice que se trata de «un tema de filosofía de la historia que no es dable tratar aquí» y de «consideraciones de morfología histórica igualmente ajenas al objeto de este artículo». Pero, a pesar de ello, creo que se puede defender que tanto el tema (la dialéctica histórica, la filosofía de la historia particularmente referida a la crisis cultural o de civilización) como el ángulo de la mirada (la búsqueda de esta «objetividad ejemplar» más allá de apologías y diatribas) adelantan lo que iba a ser más característico, más típico, de la obra filosófica madura de MSL. En una fecha tan temprana como la de 1952 ya la llamada literatura «apocalíptica» sobre la crisis, incluso cuando es auténtica como en el caso de Orwell o de Mann, no atrae a un Sacristán que es demasiado clásico para ver novedades de época en cuestiones de técnica y de moral. Es interesante observar, sin embargo, el radicalismo con que afirma en este artículo el papel de la consciencia, la capacidad de dominar con la mente la dimensión de la crisis. Esto le permite, por otra parte, quitar importancia a lo que representaba Hiroshima, o por lo menos dejar a un lado el problema que suponía la valoración del nuevo tipo de armas. No parece, por ejemplo, que el antimilitarismo militante de aquellos años, tan pujante en Inglaterra y en la RFA y tan vinculado a la reflexión sobre la dimensión cualitativamente nueva de las armas nucleares, le haya interesado al joven Sacristán, que, por cierto, en esas fechas debía estar el curso de alférez de complemento). No tenemos al menos noticia de un interés así.

<>

2. Sobre progresismo/religiosidad/arte

Otras crónicas y reseñas publicadas en Laye permiten perfilar tal vez un poco mejor alguno de los rasgos que acabo de señalar. Por ejemplo, la afirmación del punto de vista «progresista» que aparece en la reseña comparada de Salinas/Orwell/Mann tiene que leerse en polémica con las exageraciones críticas, sobre todo antiliberales, de la época respecto de la supuesta cursilería «decimonónica»; no tienen que leerse, en absoluto, como una manifestación atemporal y general de un punto de vista «progresista» identificable, por ejemplo, con el de la burguesía «liberal» o, también supuestamente, dinámica de la época y del lugar en que escribía MSL.

Así, en la crónica del estreno en el teatro de cámara barcelonés de El deseo bajo los olmos de Eugene O’Neill (Laye 21, noviembre/ diciembre de 1952) MSL, que enjuiciaba aquélla como «una obra perfecta» del teatro contemporáneo, como una obra construida «sobre cuatro planos mentales puros», escribe una crítica durísima del «progresismo» de la burguesía mercantil barcelonesa de la época que vio en El deseo bajo los olmos sólo «un dramón»:

Mercaderes de muelles de Levante frente a cuya «progresiva» cultura hacen muy bien en permanecer sordos los sorianos de Antonio Machado. Hermoso «progreso social» que no consigue abrir los ojos de quienes, a fuerza de cerrar bolsas turgentes, han perdido toda capacidad de apertura ¡Curioso, por cierto, el que a menudo se hable de la religiosidad de nuestra sociedad!

 

El deseo bajo los olmos es una obra que, efectivamente, exige un tipo de empatía que no todo el mundo tiene; exige tomarse en serio, o haberse tomado alguna vez en serio, el mito religioso, haber vivido la religiosidad. Desde luego, éste no era el caso del «progresismo» al uso, cuya religiosidad ha sido siempre (cuando la hubo) superficial, trámite y cumplimiento. Es interesante hacer observar cómo en este Sacristán se daban juntas dos cosas que a primera vista producen contraste: la critica durísima del «progresismo» barcelonés de principios de los 50 y la distancia, muy acentuada igualmente, respecto de las visiones apocalípticas contemporáneas sobre la crisis.

3. Una idea para una filosofía de la historia (1954-1955)

Donde mejor se ve el punto de vista filosófico de MSL durante estos años es tal vez en su conferencia del 3 de diciembre del 54, en la sala de actos del Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona, con el título de Hay una buena oportunidad para el sentido común (reproducida en Pinilla de las Heras, 261-274; y para la contextualización ibid. pág. 123 y ss.).

Pinilla de las Heras dice que no le consta que Sacristán que hubiera leído por entonces A defence of Common Sense de Moore, pero tenía indudable conocimiento de él por otros autores. (ibid. 124). Precisa Pinilla que el «sentido común» del que habla MSL en 1954 no es la propiedad cuasi innata de sentido común que procedente de la filosofía escocesa de Reid entró en Cataluña a través de los hermanos Carreras Artau, sino «una función pragmática del conocimiento reflexivo, social» (una noción más próxima, por tanto, a la de Moore y a la proposición 5.6. del Tractatus de Wittgenstein: «Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo»).

En la conferencia aparece otra noción importante: «el derecho a la continuidad» que, según Pinilla (ibid. 125), Sacristán toma de Jaspers:

[…] la continuidad a la que tenemos derecho es la tradición cultural mediante la cual los individuos se elevan a niveles de conocimiento cada vez más complejos y poderosos; se trata de una tradición creadora, no meramente conservadora.

Pinilla afirma que MSL estaba entonces «en un período de transición entre el personalismo no católico (con algunas dimensiones liberales en lo político) al marxismo». Subraya luego la «prudencia política» y el que «esté aflorando constantemente en su texto la idea de reducir, en lo posible, la política a una técnica».

A partir de ahí Pinilla entra en un tipo de consideraciones tal vez más acordes con sus propias preocupaciones que con las de Sacristán de entonces < >. Finaliza diciendo que ve en la conferencia

[…] una enérgica apelación contra los mesianismos y las cruzadas, y el convencimiento de que la posesión de un lenguaje conceptual adecuado incrementa la seguridad del individuo, le ayuda a percibir con cierto distanciamiento el proceso que de otro modo le sumerge y le trasciende (ibid. 128).

 

Jaspers ha intervenido repetidamente en la vida política alemana (aunque vive en Suiza), con escritos acerca de los problemas políticos de la Europa Central. Mientras en años anteriores propugnó enérgicamente una ideología de cruzada anticomunista, recientemente se ha manifestado con mayor preocupación por las posibles consecuencias del armamento atómico.

Recuérdese por otra parte su reseña de Einführung in die Philosophie, publicada en el número 17 de Laye 17 (ahora en Papeles de filosofía, ed cit, pp. 486-487):

Hablemos ahora de crisis y de filosofía en el joven Sacristán con l ayuda de FFB.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes