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Octubre y la invisibilización del pueblo afroecuatoriano

Fuentes: Rebelión

El primer domingo de octubre es el Día del Pueblo Afroecuatoriano.

Pero esa fecha pasa casi invisible, frente a la algarabía del 9 de octubre,
cuando Guayaquil se viste de luces, comparsas, alegorías y discursos,
celebrando la libertad del puerto principal, sin recordar a aquellos que seguían sometidos a la esclavitud.

Mientras unos desfilan y celebran con banderas, otros seguimos esperando reconocimiento, justicia y desarrollo.

Las necesidades y aspiraciones del pueblo afroecuatoriano, han debido esperar siempre, esperar frente a los intereses de una sociedad dominante
que dicta quién debe ser héroe y quién debe ser olvidado.

En esta misma ciudad, un 25 de julio de 1851, se firmó la Carta de Manumisión que abolió la esclavitud en el Ecuador. Pero la libertad del pueblo afroecuatoriano siguió subordinada, pues se indemnizó al esclavizador y se dejó en la indefensión al esclavizado. Una libertad sin justicia no es libertad, es prolongación del castigo.

En este mes de independencia, nosotros recordamos otro tipo de heroísmo, el de Alonso X, el gran cimarrón, el Palenkero mayor del Palenke Libre de los Zambos, en los territorios de las Esmeraldas. Aquel palenke fue, sin duda, el primer territorio libre en lo que hoy llamamos Ecuador. Ese, señoras y señores, fue el primer grito de libertad en estas tierras.

Pero hay algo más que decir de Alonso X, Alonso nunca pudo llamarse de Illescas, porque no fue propiedad de nadie. El apellido de los amos no le pertenecía. Por eso lo llamamos Alonso X.

La X es símbolo y mensaje. La X es una variable libre, como libre fue su espíritu. La X busca su propio valor, como Alonso buscó el valor de la verdad y el sentido profundo de la libertad.

Alonso X no fue un esclavo fugado: fue un pensador de la libertad,
un estratega del cimarronaje, un hombre que comprendió que la emancipación no se pide, se conquista. Que la dignidad no se otorga se defiende.

Mientras en otros lugares se discutían pactos con la corona,
en el Palenke Libre de los Zambos ya se practicaba la verdadera independencia, la comunidad, la justicia, el trabajo colectivo y la protección de la vida.

Pero nuestra libertad cuántas veces fue subordinada a los intereses de la sociedad dominante.

Haití, la primera patria libre y solidaria, la que derrotó al ejército de Napoleón, apoyó a Bolívar con una sola condición que, al liberar los territorios de la Gran Colombia, aboliera la esclavitud, Bolívar aceptó el compromiso, pero la historia se encargó de mostrar la traición. Mientras se gritaba independencia y se brindaba por la libertad, nuestros cuerpos seguían siendo mercancía, y nuestra libertad, un asunto pendiente.

El maestro Juan García, en su sabiduría profunda de Sembrar pensando y pensar sembrando, nos enseña que:

“El saber afro no se acumula, se comparte; no se impone, se siembra.” Y también nos advierte “Sin memoria no hay futuro y sin futuro no hay libertad.” Por eso, en este octubre de fiestas y desfiles, levantamos la voz:

¡Viva el Día del Pueblo Afroecuatoriano!

Perdón no sólo hoy;

¡Viva el pueblo afroecuatoriano todos los días!

Porque nuestra libertad no se celebra una vez al año
¡se siembra, se defiende y se vive cada día!

Porque una cosa es caminar, y otra muy distinta es andar.
El caminar es cosa de los pies, pero el andar con sentido, es cosa de la cabeza y del corazón de un pueblo que no se rinde.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.