Todo indica que «Olga», basada en la vida de la guardaespalda y enamorada del líder comunista Luiz Carlos Prestes, será la sensación del cine brasileño este año, por el éxito de taquilla y por alimentar la polémica sobre el rumbo de esta industria artística, en términos de lenguaje, estética y producción. El filme en exhibición […]
Todo indica que «Olga», basada en la vida de la guardaespalda y enamorada del líder comunista Luiz Carlos Prestes, será la sensación del cine brasileño este año, por el éxito de taquilla y por alimentar la polémica sobre el rumbo de esta industria artística, en términos de lenguaje, estética y producción.
El filme en exhibición comercial desde el viernes 20 de este mes en 260 salas a lo largo y ancho de Brasil, un privilegio hasta ahora exclusivo de las superproducciones de Hollywood. La publicidad en la prensa, televisión y otros medios apoya la ambición de atraer millones de espectadores.
La producción y la divulgación costaron 12 millones de reales (unos cuatro millones de dólares), un presupuesto envidiable para producciones de este país.
El director Jayme Monjardim también se estrena en largometraje con «Olga», pero tiene larga experiencia en la televisión, donde dirigió telenovelas de impacto, como «Pantanal» y «El Clon».
Gran parte de las críticas al filme, que discrepan de los aplausos obtenidos en las exhibiciones de preestreno, está relacionada con ese pasado del director. Es una telenovela llevada a la pantalla grande, un melodrama que abusa de imágenes cerradas en el rostro, con exceso de música muy alta, señalaron varios comentarios.
Además se concentra en la historia de amor de los protagonistas, sacrificando el contexto histórico y político en que se pasan los hechos narrados, observaron algunos. La comparación con el libro en que se basó el filme agrava las críticas.
Es un filme que confirma el papel inspirador de los numerosos periodistas que últimamente se han dedicado a rescatar hechos o personalidades de la historia reciente de Brasil, en libros que conquistaron muchos lectores.
En este caso, la fuente fue el libro homónimo del periodista Fernando Morais, una biografía de Olga Benario, judía alemana y militante comunista que vino a Brasil en 1935, acompañando al histórico líder del comunismo de Brasil, Luiz Carlos Prestes, para cuidar de su seguridad.
Un malogrado intento de rebelión militar e insurrección popular fomentadas por los comunistas, en noviembre de ese mismo año, sellaron su destino.
Fue presa algunos meses después por una policía cuyo jefe simpatizaba con los nazis. Brasil vivía entonces bajo el gobierno dictatorial del presidente Getulio Vargas, que se extendió de 1930 a 1945.
Benario fue deportada en 1936 de regreso a la Alemania de Adolfo Hitler, aunque estaba embarazada. Esperaba una hija de Prestes, de quien se enamoró. Tuvo su hija en un campo de concentración y en 1942, a los 33 años de edad, fue ejecutada en una cámara de gas junto con otras 199 mujeres.
Es una historia trágica que deberá provocar muchas lágrimas en los espectadores, a ejemplo de lo ocurrido en las exhibiciones previas del filme.
El caso de amor entre Olga y Prestes fue la prioridad de Monjardim, quién dijo haber pretendido principalmente contar «las emociones» de personajes importantes de la historia de Brasil. «Melodramáticos son las cartas de amor entre los dos», justificó el director.
Esa preocupación deja poco espacio para la situación política de los años 30, en que Brasil vivía una dictadura e intensas transformaciones, y también para Prestes, que se confunde con la propia historia del comunismo brasileño.
Morais se dijo satisfecho por la forma como su libro fue llevado al cine, pero comentó que capítulos enteros fueron resumidos en algunas frases dichas en el filme.
«Olga», el libro, tuvo su primera edición en 1985 y vendió más de 600.000 ejemplares, una hazaña para obras similares.
Otra biografía escrita por Morais, «Cható, el Rey de Brasil», sobre Assis Chateaubriand, el empresario que comandó el primer gran imperio nacional de la comunicación, se está convirtiendo en filme, pero en un proceso conturbado.
La producción de esta otra película fue interrumpida por varios años, a causa de la acusación de desvío de fondos públicos para su ejecución, y ahora se anuncia su finalización de los trabajos para fines de este año.
«Corazones sucios» es otro gran reportaje de Morais, cuyos derechos fueron adquiridos para la producción de otro filme. Cuenta la historia de los inmigrantes japoneses que se negaban a admitir la derrota de Japón en la segunda guerra mundial y crearon una organización secreta que asesinó a decenas de compatriotas «derrotistas».
Además de Morais, son muchos los periodistas que pasaron a dedicarse con éxito a la investigación histórica y biografías que en algunos casos sirven de punto de partida para guiones cinematográficos.
Un ejemplo es Ruy Castro, autor de «Angel pornográfico», sobre uno de los mayores dramaturgos brasileños, Nelson Rodrigues. Su «Estrella Solitaria», biografía del futbolista «Garrincha», héroe de las copas mundiales de 1958 en Suecia y 1962 en Chile, es base de otro proyecto del cine.