La traducción al castellano del libro de Owen Jones, Chavs: la demonización de la clase obrera, por la editorial Capitán Swing ha vuelto a poner la lucha de clases sobre el tablero y se ha convertido en un imprescindible para cualquier debate serio sobre la clase trabajadora hoy. El periodista Owen Jones es, para […]
La traducción al castellano del libro de Owen Jones, Chavs: la demonización de la clase obrera, por la editorial Capitán Swing ha vuelto a poner la lucha de clases sobre el tablero y se ha convertido en un imprescindible para cualquier debate serio sobre la clase trabajadora hoy.
El periodista Owen Jones es, para entendernos, el Pablo Iglesias del Reino Unido. Activista incansable, es capaz de defender a ultranza los derechos de «los de abajo» en los grandes medios de comunicación. «Esta obra monumental que es Chavs», como acertadamente la califica el Nega, es el libro que le dio a conocer. Un best-seller aclamado por la crítica que es leído y re-leído cada vez más a la luz de los nuevos acontecimientos que Jones -aun sin saberlo- ya profetizaba.
El objeto de estudio de Jones son los llamados chavs, hijos de obreros y obreras inglesas caricaturizados con ropa de marca barata, violentos, desempleados o en trabajos muy precarios y aprovechados del Estado del Bienestar. Esta demonización de la clase obrera rebasa fronteras en un mundo capitalista. En Madrid se les llama quillos, en Catalunya, garrulos, y así se pueden encontrar infinidad de variantes de los llamados canis. Pese a las diferencias, hay un común denominador: ser el objeto de burla de las clases medias.
Con esta intuición, Jones emprende una «crítica despiadada de todo lo existente» en los medios de comunicación (prensa, publicidad, televisión…). El libro empieza con un capítulo dedicado a una niña de clase baja que desapareció en 2008 y no recibió ni una infinitésima parte de la publicidad de la famosa Madeleine. Los ejemplos de odio de clase se multiplican: desde un gimnasio que enseña a «¡dar una buena patada a los chavs!», hasta una compañía de viajes que asegura unas vacaciones «libres de chavs», pasando por la célebre protagonista de la sitcom Little Britain, esa caricatura de madre soltera y desempleada cuyo único objetivo es ser escarnio de las clases medias apoltronadas en sus sofás.
Bien entrado en el libro, Jones busca las raíces históricas de la demonización de la clase obrera inglesa y topa con el Thatcherismo. El período desde 1979 hasta 1990 en que Margaret Thatcher fue Primera Ministra acometió la ofensiva más despiadada hacia la clase trabajadora. Aparte de la austeridad, las privatizaciones y los salvajes ataques a los sindicatos, el individualismo thatcherista consiguió cambiar la misma visión de la clase trabajadora: de representar «la sal de la tierra» se pasó a «la escoria de la tierra».
Estas son las raíces del odio de clase hacia los chavs y el legado en el que David Cameron, Primer Ministro tory desde 2010, se apoya para dirigir su política de ricos, pese a la hipócrita promesa de que «todos estamos en el mismo barco». Pero Jones no pretende dejar títere con cabeza y es consciente de la deriva hacia la derecha del Partido Laborista. No en vano fue un laborista, y no un tory, quien pronunció el famoso mantra de nuestra generación: «todos somos clase media ahora».
No nos debe sorprender que el último capítulo de Chavs esté dedicado al auge del fascismo. Es la consecuencia lógica a la demonización que los dos principales partidos han dirigido hacia los y las trabajadoras, así como al vacío de lo que Jones llama una «política de clase». Y es que al final, Thatcher aplastando a la clase obrera en los 80 y Blair dándole la espalda veinte años más tarde son dos caras de la misma moneda. La gran tesis de Chavs es que la clase dominante ha sido muy hábil al plantear a las y los obreros un falso dilema: o se identifican con los denostados chavs o se resignan a ser clase media. ¡A cual peor!
El objetivo último de esta estrategia está claro para Jones: borrar la clase obrera de la ecuación, de la lucha de clases, negándole cualquier tipo de conciencia de clase. Por eso hoy en la izquierda sufrimos un problema de identidad sin precedentes. De ahí también el brillante debate entre Pablo Iglesias y el Nega sobre qué es la clase obrera hoy. Y es que ya no lo sabemos (o se nos ha olvidado), tras 30 años de neoliberalismo escuchando sin parar que «todos somos clase media» y que quienes no, son chavs o canis. Nos hemos desprovisto de nuestro orgullo de clase, tenemos que recuperarlo.
Por eso, sea cual fuere la repuesta a qué es la clase obrera hoy, una cosa está clara: esta debe pasar inexorablemente por dialogar con Chavs de Owen Jones.