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Pacto con el diablo

Fuentes: Porlalibre

Comenzar el año hablando del Diablo no me parece lo más apropiado. Pero la política chilena está en un nivel… Ahora resulta que si Michelle Bachelet gana el próximo 15 de enero, nos habremos transformado en un país demoníaco. Es el pensamiento de Antonio Garrido, alcalde de la Comuna de Independencia, en la Región Metropolitana, […]

Comenzar el año hablando del Diablo no me parece lo más apropiado. Pero la política chilena está en un nivel… Ahora resulta que si Michelle Bachelet gana el próximo 15 de enero, nos habremos transformado en un país demoníaco. Es el pensamiento de Antonio Garrido, alcalde de la Comuna de Independencia, en la Región Metropolitana, para los extranjeros que no sepan de nuestra distribución administrativa. Don Antonio no es teólogo, tampoco es especialista en demonología. Sólo un militante de la derechista Renovación Nacional, evangélico, ex boxeador profesional, e hizo sus declaraciones cuando estaba presente el ex candidato presidencial Opus Dei Joaquín Lavín, en una ceremonia comunal. Seguramente consideró que la advertencia era un buen apoyo para su camarada de Partido y candidato a la presidencia de la República, Sebastián Piñera.

Uno puede tomar estas cosas con sentido del humor. Más vale. Otros, como Lavín y Piñera, tomaron distancia. Se desligaron del hombre y sus dichos. Cómo no comprenderlos. Cuando las elecciones son estrechas, cualquier desliz puede costar votos. Y seguir discutiendo sobre el demonio a estas alturas de la campaña, parece peligroso. Para qué decir que estamos en el siglo XXI y todas esas cosas baladíes, en este país tan inserto en la globalización, en un mundo que ya camina en el futuro.

A pesar de la distancia que tomó Piñera de los dichos de don Antonio, uno sabe que los slogan políticos son como bolas de nieve cayendo de la montaña. Comienzan chiquitas y luego se transforman en aludes. Fueron los creativos de la campaña de Piñera quienes orientaron sus definiciones hacia el Humanismo Cristiano. Una forma muy explícita de intentar restar votos democratacristianos a la candidata de la Concertación de Partidos por la Democracia, la socialista -y agnóstica- Michelle Bachelet. Como el señor Garrido no parece contar con filtros publicitarios que lo apuntalen, echó toda la carne al asador. Para qué andar con cuentos de Humanismo con apellidos. Había que ir directo al grano. El que votara por Michelle Bachelet estaría haciendo un pacto con el demonio, porque ésta y el presidente Lagos son hijos de aquel, según su aguda percepción. Estaba todo dicho.

No creo que sea necesario caer en recuerdos que nos lleven a la Edad Media. Me basta sólo con las campañas del terror que tantas veces vivimos en Chile. Hace sólo treinta años aún se sostenía públicamente que los comunistas arrebataban a los niños del regazo de sus madres -quizás con qué objetivo aberrante, aunque la olla de la pedofilia aún no se destapaba. Por ello, que el alcalde de Independencia sea un anacronismo, no me preocupa por él. Tiene todo el derecho a ubicarse en el lugar que le parezca de la Historia y desde allí lanzar sus dardos. Lo que me inquieta es que tenga el cargo edilicio. Que sea el más genuino representante de la ciudadanía. Y si la gente comparte con él sus aproximaciones a la política, me resulta difícil pensar en la sociedad chilena como un conglomerado humano abierto, aceptador de la diversidad. La vería más cercana al lema de nuestro escudo patrio: «Por la razón o la fuerza», que «Por la fuerza de la razón». Una diferencia nada sutil. Es lo que separa al fundamentalismo, al dogmatismo, de la mente abierta que requiere un mundo en cambio constante.

Pero estos deslices a veces hacen bien. Permiten sincerar las cosas. Lo que la derecha, encabezada por Piñera, pretende hacer creer al electorado es, en el fondo, lo que el señor Garrido se atrevió a decir. No fue muy elevado. Su mensaje resultó más bien ríspido. Pero se sabe que el hombre no es un intelectual. Si lo hubiera sido, tal vez hubiese recurrido al expediente del Humanismo. O, también es posible, podría haber entrado en graves contradicciones. Quizás habría conocido algo de la historia del Egipto Antiguo, por ejemplo. De ser así, seguramente se inclinaba por el concepto del Ma’at para asemejarlo a su líder. Ma’at representaba la rectitud, el equilibrio, la bondad repartida de manera altruista.

Esta concepción se impone hasta que los hicsos logran someter al faraón. Civilización dualista, la egipcia concebía en el otro extremo a Isfet, que encarnaba el egoísmo, la falsedad y la injusticia. Los hicsos consideraron que la decadencia del imperio egipcio sólo podía explicarse por su adscripción a la serenidad del Ma’at. Emprendedores, individualistas, guerreros sanguinarios, adoptan como su sello civilizatoria a su opuesto y el rey hicso toma el nombre de Apofis, un dios serpiente maligno, que era la representación de Isfet. Occidentalizando, el mismo Diablo.

Garrido intelectual tendría que haber sido riguroso en los contenidos de su cita. El egoísmo, el individualismo, la frialdad del guerrero ante la muerte, lo habrían hecho dudar. Los atributos de Isfet y las características de Apofis no cuadran bien con Michelle Bachelet. Se acercan más a un empresario exitoso, individualista, frío y guerrero despiadado en la arena de los negocios.

Conclusión: Para bien del señor Garrido, él no es intelectual. Y en Chile no se necesitan pactos con el maligno para ser Presidente de la República, creo.