El francés François Burgat es uno de los especialistas más prestigiosos en islam político. Su libro El islamismo cara a cara generó debates y críticas. Porque Burgat denuncia el choque de las civilizaciones, la «criminalización del islam por regímenes dictatoriales respaldados por Occidente», y considera que los islamistas pueden jugar un papel político clave.
Sus reflexiones son el fruto de su experiencia sobre el terreno. Investigador del Instituto de Investigación y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán de Aix-en-Provence, Burgat vivió 18 años de su vida en Argelia, Egipto y Yemen. Se encontraba en Madrid para dar una conferencia, organizada por la Casa Árabe, sobre la sociedad yemení, mientras espera a que las autoridades francesas le nombren para un importante puesto en Oriente Medio.
Un grupo de paquistaníes fue detenido en Barcelona. Nadie olvida el 11-S ni el 11-M. ¿Cómo explica la aparición de esos grupos ?
Los grupos radicales son el producto de tres fracasos políticos. El primero es el unilateralismo de Estados Unidos; el segundo es el conflicto arabo-israelí, y el tercer fracaso es el de cada régimen árabe, que tiende a reprimir en vez de representar. En 1996, se reunieron en Sharm El Sheij [Egipto] Bill Clinton -en pleno embargo contra Irak-, Boris Yelsin, inmerso en el conflicto checheno, y Yasser Arafat, en el moment en que la resistencia palestina empezaba a radicalizarse e islamizarse. También estaban los representantes de los regímenes autoritarios de la zona. Su discurso era sencillo: estamos unidos y nuestro enemigo es el terrorismo islámico. Se consideró entonces también terroristas a los iraquíes que estaban en contra del embargo, los chechenos y los palestinos que criticaban los acuerdos de paz. Se intenta deslegitimizar las resistencias con un vocabulario dominante para describir un fenómeno que se basa en el rechazo de esa dominación. El vocabulario de los actores produce radicalización; ahí fundaron Al Qaeda.
¿Está diciendo que escuchar a esos grupos resolvería el terrorismo ? ¿A Occidente no le interesa la paz?
La máquina de destrucción masiva del terrorismo existe, pero es demasiado cara. Nadie quiere ni siquiera pronunciar su nombre. La máquina de destrucción masiva del terrorismo se basa en una sola palabra : compartir. ¡Para acabar con el terrorismo, hay que compartir! Debe haber un funcionamiento más multipolar frente al unilateralismo de EE UU. Es necesario un reparto de los recursos políticos a nivel internacional, a nivel arabo-israelí, y un reparto de los recursos políticos y económicos en los regímenes árabes. Aunque no es suficiente. También debe haber un reparto simbólico; es importante admitir que Occidente no tiene el monopolio de lo universal. Y no será fácil.
Los regímenes autoritarios de la zona tendrán su parte de responsabilidad.
Es el mayor problema. Son sistemas autoritarios que no toman en cuenta las opiniones políticas. Eso produce situaciones con actores que no se identifican con la política de su Estado, individuos que actúan en la escena internacional desconectándose de los Estados que consideran que ya no les representan.
¿Qué explica esa desconexión?
El problema es la falta de representación. Esos grupos llevan a la práctica la política que consideran que su Estado debería tener. Si éste acepta un grado de hostilidad hacia Occidente, no se generan esos grupos, como en Irán. Son el reflejo de un problema en sus Estados, el reflejo de un desequilibrio.
¿Por eso utilizan la violencia en sus propios países?
Cuando las elites árabes se expresan en la escena internacional, piden justicia y una mejor repartición de los recursos, algo que son incapaces de hacer en su país. No es lo religioso lo que está enfermo, sino lo político. La islamología es una ciencia apasionante mientras no se busca en ella el origen de las turbulencias políticas del mundo actual. El Corán no puede explicar las acciones de Osama Bin Laden.
¿Cuál es la importancia de la guerra en Irak?
Alimenta la radicalización. La guerra en Irak es el arquetipo de la mala respuesta política americana. La invasión se hizo en nombre de la lucha antiterrorista. La invasión de Irak, la represión política y la binladenización de las resistencias es un mecanismo retórico que lleva a criminalizar las resistencias, cuyo discurso político no quiere verse. Y es el corazón del problema.
Los islamistas están cada vez más presentes en política.
Si se entiende por islamismo movimientos de resistencia a la hegemonía occidental o al autoritarismo de sus regímenes, entonces el islamismo tiene un magnífico futuro.
¿Se adaptarían a un contexto político democrático ?
El islam político puede ser violento o pacífico, democrático o autoritario, conservador o modernizador; depende del contexto social y político. Cada vez que los islamistas participaron en la vida parlamentaria, lo hicieron sin problemas, como en Líbano o Kuwait. El problema viene cuando una ideología más fuerte revela la debilidad del régimen. Las autoridades cierran a las fuerzas políticas el acceso al sistema institucional y prefieren la represión a la representación.
¿Qué papel representarían entonces los islamistas ?
Pueden participar en la transición democrática que Occidente desea tanto mientras apoya a las peores dictaduras. En un contexto mundial más justo, los extremistas no podrían expresarse y ganarían los moderados.
¿Por qué atentar en Europa ?
Los grupos radicales tienen una visión mundializada del conflicto. Responden a lo que ven todos los días en la televisión, como la situación en Palestina, que, según ellos, no conmueve lo suficiente la opinión pública. En su imaginario político, hacen en Europa lo que hacemos nosotros o lo que dejamos hacer en sus países.
La verdad es que no mucho. No estamos respondiendo al proceso de radicalización ; lo alimentamos más que resolverlo. Me temo lo peor.