Cuando escucho esa canción Salsera «A prueba de fuego», escrita desde la cárcel por Jairo Varela, fundador y director del Grupo Niche, uno de lo más grandes compositores musicales, uno de los pocos que positivamente puso en alto el nombre de Colombia en cantidades de países, que hizo bailar, cantar, reír, soñar, enamorarse y hasta llorar de nostalgia a millones.
Cuando la escucho, digo, me pone de frente a la clase dirigente política y económica colombiana, pero también a esa mayoría que como ovejas drogadas la han seguido. Esa clase, eso sí, arrodillada ante el amo del Norte.
A Varela lo juzgaron y enviaron a la cárcel porque, presuntamente, «lavaba» dinero para el cartel de Cali. Eran momentos en que toda la «guerra» de los gringos y la clase política en Bogotá arremetía contra sus ex socios financistas narcos de Cali, esos que les habían ayudado, por ejemplo, a acabar con Pablo Escobar. Y todo les servía para dar escarmiento, para mostrar que eran implacables para servir al «bien». Y ahí cayó Jairo Varela, una persona que era más que imagen, que para los caleños y muchos colombianos era más importante y fructífero que los políticos, que esos señores presidentes.
Como él dijo en la canción, fue con testigos fabricados que lo sentenciaron, pues nunca pudieron probarle algo. Ese golpe para Varela fue tan tremendo que murió poco después de quedar en libertad.
«…por
qué
terminar como yo entre cadenas.
Y un canto de amor
Acaba en
llanto, en tanto, tanto llanto (…)
De
qué valió poner en alto, en lo más alto, mi bandera altanera
Si
el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena.
De
qué valió, me pregunto yo, mi bandera y mi emblema
Si yo soy
parte de la solución, no del problema (…)
Sumo y resto y no he ganao’ y a la cárcel me han mandao’
Con testigos preparaos’
Mis derechos me han violao’ cuando mi único pecao’
Es servir, quien me ha humillao’
Te
mostraste indiferente, sabiendo que era inocente
Por esa acción
indecente, no te va a seguir,
No te va a seguir mi gente
Prueba
de fuego.
Falsa acusación
Truncó mi libertad
Destrozó mi corazón.
Digo que no y siempre lo niego.
Atropello sin razón.
Ay que prueba
De fuego
Así cualquiera sufre del corazón…»
Pero… Si traicionaron a Bolivar que nos dio la libertad, para glorificar al traidor Santader, ¿por qué no a Varela, un simple aunque inmenso artista popular? Si los bravos venezolanos, con Bolivar a la cabeza, que nos dieron la independencia expulsando a los españoles, y ahora muchos colombianos sueñan ahogar a esa bella tierra hermana en sangre, ¿qué no podía esperar Varela? ¿Qué no podía esperar Varela de esas gentes que, en Bogotá y otras ciudades lejanas de Cali, llegaron a prohibir conciertos de Salsa porque despertaba la pasión del pueblo?
¿Qué no podemos esperar nosotros, los simple humanos de semejante clase narco-paramilitar-oligarquica? Esos, que son quienes verdaderamente siguen mandando en ese país desde hace más de 200 años y con la bendición del Norte.
Como salsero que soy hasta el último poro y como colombiano que deseo otro país, solo digo: ¡Jairo, fuiste inmenso!
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