Los comunistas, por regla general, han simplificado las relaciones entre los partidos políticos y las clases sociales. Se plantean las cosas así: por un lado, está el partido capitalista que representa a la clase capitalista, y por otro lado, está el partido comunista que representa a la clase obrera. Si las cosas fueran así de […]
Los comunistas, por regla general, han simplificado las relaciones entre los partidos políticos y las clases sociales. Se plantean las cosas así: por un lado, está el partido capitalista que representa a la clase capitalista, y por otro lado, está el partido comunista que representa a la clase obrera. Si las cosas fueran así de fácil y de transparentes, mañana mismo, al ser la clase obrera la mayoritaria, los partidos comunistas y partidos obreros en general ganarían las elecciones en toda Europa y en Estados Unidos. Por el contrario, la burguesía presenta a los partidos políticos como representantes de los intereses de los ciudadanos, no de las clases sociales, y la única diferencia que establece entre ellos es de tipo ideológico. Así que el error en torno a la relación entre partidos y clases se reparte entre la izquierda y la derecha, la primera por simplificar la igualdad entre los partidos y las clases, y la segunda, por reducir las diferencias de clase a diferencias ideológicas y por presentar la sociedad, no como una sociedad dividida en clases, sino como un conjunto de ciudadanos.
Lo cierto es que una buena parte de la base social de los partidos de la derecha, como la del partido popular en España, está constituida por miembros de la clase obrera. Esto parece dar la razón a la burguesía: los partidos políticos representan a los ciudadanos en función de su determinada concepción de la vida. Y parece quitarle la razón a los comunistas: hay muchos obreros cuyos intereses están representados por los partidos de la derecha. Algunos dirán que los obreros no tienen una conciencia clara de sus verdaderos intereses y que por eso se dejan atrapar en las redes de los partidos de la derecha, y otros dirán que los obreros, al estar bajo el dominio de la ideología capitalista, representan los intereses de la burguesía en vez de sus intereses propios. Como quiera que sean las razones que se esgriman, lo cierto es que una buena parte de la base social de los partidos burgueses está constituida por miembros de la clase obrera.
Marx, en su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, nos proporciona una hermosa luz dentro de tal confusión, una visión que no es simple como la de los comunistas ni superficial como la de la burguesía. Entremos, pues, de lleno en la materia. Expondré las ideas de Marx no al completo sino por parte, que las pondré entre comillas, y a las cuales añadiré pequeños comentarios. Marx nos habla del partido socialdemócrata, una coalición de pequeños burgueses y obreros. Primera idea: «El carácter peculiar de la socialdemocracia se resume en el hecho de exigir instituciones democrático-republicanas, no para abolir a la par los dos extremos, capital y trabajo, sino para atenuar su antítesis y convertirla en armonía». Esta es la actitud que caracteriza al Partido Socialista Obrero Español, cuya crítica al capital es prácticamente inexistente, creyendo que por medio de los impuestos se puede armonizar los intereses del capital y del trabajo. También es la ilusión de la clase media, que piensa que los pobres pueden ser salvados y los ricos conservados. La izquierda radical no debería exigir de entrada acabar con todas las relaciones capitalistas, pero sí proponer que los grandes bancos y grandes empresas en general sean de propiedad pública. Todas las pequeñas empresas saben que los grande bancos y las grandes empresas los explotan, los ahogan y los asfixian. Con una adecuada propaganda el pequeño y mediano capital sería un aliado firme de las políticas económicas socialistas.
Segunda idea: «Por mucha que difieran las medidas propuestas para alcanzar este fin, la armonía entre capital y trabajo, por mucho que se adorne con concepciones más o menos revolucionarias, el contenido es siempre el mismo. Este contenido es la transformación de la sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro del marco de la pequeña burguesía». Para la izquierda radical se trata igualmente de transformar la sociedad por la vía democrática, pero dentro de los marcos de la clase obrera. Sucede a los partidos de la extrema izquierda, aunque se reclamen representantes de la clase obrera, que los marcos de su visión del mundo se encuentran dentro de la pequeñas burguesía. Si leemos atentamente esta última idea de Marx, podemos observar que hay partidos que adornan sus políticas con concepciones revolucionarias pero se mueven en los marcos de la pequeña burguesía. Cuando Marx crítica de pequeño burgués a los partidos que teóricamente representan los intereses de los trabajadores, no sólo debemos mirar a la izquierda reformista sino también a la izquierda radical. La mentalidad pequeña burguesa es todavía una huella profunda dentro del amplio abanico de la izquierda radical.
Tercera idea: «No vaya nadie a formarse la idea limitada de que la pequeña burguesía quiere imponer, por principio, un interés egoísta de clase. Ella cree, por el contrario, que las condiciones especiales de su emancipación son las condiciones generales fuera de las cuales no puede ser salvada la sociedad moderna y evitarse la lucha de clases». Esta es una virtud de los representantes políticos de la gran burguesía y la de la pequeña burguesía: expresar los intereses particulares de la gran y pequeña burguesía como los intereses generales de la sociedad. Esto explica por qué una parte de los obreros se refleja en los partidos de la derecha, porque éstos expresan los intereses particulares del capital como los intereses generales de la sociedad. Y hoy buena parte de los obreros no sólo están preocupados por sus intereses especiales de clase, sino por los intereses de la sociedad en su conjunto. La izquierda radical, por el contrario, se muestra incapaz de expresar los intereses especiales de la clase obrera como los intereses generales de la sociedad. Y a su vez esto explica por qué el sector mayoritario de la clase obrera está distanciado de los partidos de la izquierda radical.
Cuarta y última idea: «Tampoco debe creerse que los representantes socialdemócratas son todos tenderos o gentes que se entusiasman con ellos. Pueden estar a un mundo de distancia de ellos, por su cultura y su situación individual. Lo que los hace representantes de la pequeña burguesía es que no van más allá, en cuanto a mentalidad, de donde van los pequeños burgueses en sistema de vida; que, por tanto, se ven teóricamente impulsados a los mismos problemas y a las misma soluciones a que impulsan a aquéllos, prácticamente el interés material y la situación social. Tal es, en general, la relación que existe entre los representantes políticos y literarios de una clase y la clase por ellos representada». Observamos en primer lugar que atendiendo a la cultura y la situación de vida individual, puede haber un mundo de distancia entre los representantes políticos de una clase y la clase representada. Esto es un flanco que cualquier otro partido puede aprovechar a su favor. Debe ser un aspecto muy a tener en cuenta en la elaboración de la política parlamentaria por parte de la izquierda radical. En segundo lugar, observamos que las clases sociales en la vida práctica se enfrentan a los problemas de un modo determinado y le dan una solución determinada. Y los partidos políticos se convierten en sus representantes porque en el terreno teórico se enfrenta a los problemas y le dan una solución del mismo modo en que aquellos lo han hecho en el terreno práctico. Por lo tanto, la relación entre los partidos políticos y sus representantes tiene mucha complejidad, y exige de los analistas averiguar que el modo en que un determinado partido político enfoca los problemas y los soluciona coincide con el modo en que en la práctica una determinada clase enfoca los problemas y los soluciona.