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Pasos para lograr la unidad de las fuerzas revolucionarias

Fuentes: Rebelion

1. Uno de los problemas más importantes de las organizaciones revolucionarias es el de su relación con otras fuerzas con la que, compartiendo el objetivo final, discrepan en aspectos ideológicos, tácticos e incluso estratégicos. 2. No siempre es posible construir el instrumento político unitario de la revolución desde el principio. Lo habitual que es que […]

1. Uno de los problemas más importantes de las organizaciones revolucionarias es el de su relación con otras fuerzas con la que, compartiendo el objetivo final, discrepan en aspectos ideológicos, tácticos e incluso estratégicos.

2. No siempre es posible construir el instrumento político unitario de la revolución desde el principio. Lo habitual que es que una organización revolucionaria deba actuar en un espacio en el que ya coexisten otras fuerzas de izquierda en las que los militantes de la organización no se sienten representados.

3. Y en ese caso una de las tareas esenciales de una organización revolucionaria debe ser iniciar el camino para lograr la unidad de las fuerzas revolucionarias

1) Las lecciones de Fidel

4. Y en este tema de la unidad de las fuerzas revolucionarias, Fidel tiene mucho que decirnos Veamos a continuación lo que expresó en una conversación con estudiantes chilenos en 197l.

5. «Lo ideal en política es la unidad de criterios, la unidad de doctrina, la unidad de fuerzas, la unidad de mando como en una guerra. Porque una revolución es eso: es como una guerra. Es difícil concebir la batalla, que se esté en el medio de la batalla con diez mandos diferentes, diez criterios diferentes, diez doctrinas militares diferentes y diez tácticas. Lo ideal es la unidad. Ahora, eso es lo ideal. Otra cosa es lo real. Y creo que cada país tiene que acostumbrarse a ir librando su batalla en las condiciones en que se encuentre. ¿No puede haber una unidad total? Bueno, vamos a buscar la unidad en este criterio, en este otro y en este otro. Hay que buscar la unidad de objetivos, unidad en determinadas cuestiones. Puesto que no se puede lograr el ideal de una unidad absoluta en todo, ponerse de acuerdo en una serie de objetivos.

6. «El mando único -si se quiere-, el estado mayor único, es lo ideal, pero no es lo real. Y por lo tanto, habrá que adaptarse a la necesidad de trabajar con lo que hay, con lo real.»

7. A continuación examinaremos las propuestas de Fidel en torno a la unidad entre los cuadros revolucionarios.

a) No partir de las metas máximas sino de las metas mínimas.

8. Es necesario que los dirigentes revolucionarios tengan como preocupación central avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas revolucionarias y para ello no hay que partir de las metas máximas sino de las metas mínimas. Un ejemplo de ello es el Pacto de México entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario.

9. Una vez consolidado el grupo inicial del Movimiento 26 de Julio y materializada su ruptura definitiva con la dirección de la ortodoxia (11 de marzo de 1956), Fidel redobla sus esfuerzos por unir a las fuerzas revolucionarias.

10. Algunos meses después, en septiembre de 1956, éstos culminarán en la firma junto con José Antonio Echeverría, máximo dirigente del Directorio Revolucionario, del documento conocido como el «Pacto de México».

11. En él se expresa que «ambas organizaciones han decidido unir sólidamente su esfuerzo en el propósito de derrocar la tiranía y llevar a cabo la revolución cubana»; se critica a los que, habiendo abogado por elecciones generales y libres, ahora aceptan las elecciones parciales propuestas por la dictadura; y se sostiene que tanto el 26 como el Directorio consideran que existen condiciones objetivas para la revolución en Cuba.

12. En ese momento ambas organizaciones pensaban que el triunfo contra Batista se realizaría a través de «la insurrección secundada por la huelga general.»

13. Este documento es un pronunciamiento que une ideológicamente a la juventud combatiente del 26 de Julio y el Directorio en cuanto a los objetivos de la revolución, pero el proceso unitario no está entonces suficientemente maduro como para poder elaborar una estrategia militar única. Los campos escogidos por cada una de estas organizaciones para librar su lucha son distintos.

14. A pesar de estas diferencias ambos dirigentes tuvieron la sabiduría de llegar a acuerdos unitarios en el terreno en que éste era posible en ese momento y se concedieron libertades mutuas para desarrollar los planes que estimasen convenientes en el aspecto táctico, aunque cada fuerza tenía una tarea dentro del plan general. Fidel reiniciaría la lucha armada antes de finalizar 1956 como lo había prometido, desembarcando en Cuba con un contingente armado y abriendo un frente guerrillero en las montañas orientales. El Directorio Revolucionario desarrollaría simultáneamente una insurrección armada teniendo como centro la Ciudad de La Habana, precediendo ésta por acciones que produjeran un estado de conmoción pública. De este modo, las fuerzas de la tiranía tendrían que dislocarse en diferentes puntos del territorio nacional. Por su parte, los militantes del 26 de Julio que se encontraban en Cuba debían promover acciones de toda índole para desconcertar al enemigo a lo largo del país pero, principalmente, en Oriente.

15. El proceso de vertebración de las fuerzas revolucionarias representadas por el 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular fue madurando lentamente y sólo se logró en forma definitiva dos años después del triunfo de la revolución, en 1961, cuando se constituyen las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).

b) Demostrar en la práctica que se tiene una estrategia correcta

16. Una de las cosas que más ayuda a la unificación de las fuerzas revolucionarias es la puesta en práctica de una estrategia que demuestre ser la más correcta en la lucha contra el enemigo principal. Si produce frutos satisfactorios se irán plegando a ella durante la lucha, en el momento del triunfo o en los meses o años posteriores, el resto de las fuerzas verdaderamente revolucionarias.

c) No tratar de obtener unidad a fórceps, no apurarla

17. Si la unidad a todo nivel se gesta prematuramente, antes de que estén suficientemente maduras todas las condiciones para ello, lo que puede ocurrir es que, o se llegue a conformar una unidad puramente formal que tiende a caer hecha trizas ante el primer obstáculo que aparezca en el camino, o puede producir la inhibición de estrategias correctas representadas por grupos minoritarios que, en pro de la unidad, se deciden a renunciar a ellas para someterse al criterio de la mayoría, con las consecuencias negativas que ello tendrá para el proceso revolucionario en su conjunto.

d) Valorar el aporte de todas las fuerzas revolucionarias sin fijar cuotas

18. Algo muy importante para lograr la unidad perdurable de las fuerzas revolucionarias -de lo que Fidel fue siempre el máximo promotor-, valorar en forma correcta el aporte de todas las organizaciones revolucionarias sin fijar cuotas de poder ni en relación a su grado de participación en el triunfo de la revolución, ni en relación a la cantidad de militantes que tenga cada organización, es decir, establecer la igualdad de derechos de todos los participantes, combatiendo cualquier «complejo de superioridad» que pudiese presentarse en alguna de las organizaciones que conforman la unidad.

19. Los más ricos aportes de Fidel sobre este tema se producen en su lucha contra el sectarismo, especialmente en el llamado primer proceso a Escalante, en marzo de 1962, cuando Aníbal Escalante, secretario de organización de las ORI -primer esfuerzo por institucionalizar la unidad de las fuerzas revolucionarias después del triunfo de la revolución- empieza a copar todos los puestos y funciones con «viejos militantes marxistas», lo que en Cuba no quería decir otra cosa que ser militante del PSP, único partido marxista antes de la revolución.

20. Y al respecto sostiene:

21. , «La revolución está por encima de todo lo que habíamos hecho cada uno de nosotros: está por encima y es más importante que cada una de las organizaciones que había aquí, Veintiséis, Partido Socialista Popular, Directorio, todo. La revolución en sí misma es mucho más importante que todo eso.

22. «¿Qué es la revolución? La revolución es un gran tronco que tiene sus raíces. esas raíces, partiendo de diferentes puntos, se unieron en un tronco; el tronco empieza a crecer. Las raíces tienen importancia, pero lo que crece es el tronco de un gran árbol, de un árbol muy alto, cuyas raíces vinieron y se juntaron en el tronco. El tronco es todo lo que hemos hecho juntos ya, desde que nos juntamos; el tronco que crece es todo lo que nos falta por hacer y seguiremos haciendo juntos.

23. «[…] lo importante no es lo que hayamos hecho cada uno separado, compañeros; lo importante es lo que vamos a hacer juntos, lo que hace rato ya estamos haciendo juntos: y lo que estamos haciendo juntos nos interesa a todos, compañeros, por igual.»

24. Ese mismo día dirá en otro discurso, refiriéndose a su caso personal: «yo también pertenecí a una organización. Pero las glorias de esa organización son las glorias de Cuba, son las glorias del pueblo, son las glorias de todos. Y yo un día -agrega- dejé de pertenecer a aquella organización. ¿Qué día fue? El día [en] que nosotros habíamos hecho una revolución más grande que nuestra organización; el día en que nosotros teníamos un pueblo, un movimiento mucho más grande que nuestra organización; hacia el final de la guerra, cuando teníamos ya un ejército victorioso que habría de ser el ejército de la revolución y de todo el pueblo; al triunfo, cuando el pueblo entero se sumó y mostró su apoyo, su simpatía, su fuerza. y al marchar a través de pueblos y ciudades, vi muchos hombres y muchas mujeres; cientos, miles de hombres y mujeres tenían sus uniformes rojo y negro del movimiento 26 de julio; pero más y más miles tenían uniformes que no eran rojos ni negros, sino camisas de trabajadores y de campesinos y de hombres humildes del pueblo. Y desde aquel día, sinceramente, en lo más profundo de mi corazón me pasé, de aquel movimiento al que queríamos, bajo cuyas banderas lucharon los compañeros, me pasé al pueblo; pertenecí al pueblo, a la revolución, porque realmente habíamos hecho algo superior a nosotros mismos.»

25. Algunos revolucionarios latinoamericanos aprendieron las lecciones de Fidel. Como ejemplo tenemos al Frente Sandinista que logró unir en un solo haz las tres tendencias existentes en ese momento. Todo el sandinismo se pone de acuerdo en una concepción que afirma el carácter insurreccional de la lucha, la necesidad de una política de alianzas flexible, la necesidad de una programática amplia, etcétera. Ese asidero programático, político, ideológico permitió rápidamente ir coordinando cada vez mejor sus estructuras de trabajo hasta lograr volver a la un idad del sandinismo. Y esa unidad atrajo al resto de las fuerzas de izquierda a una lucha común.

26. Allende, en cambio no logró la unidad de la izquierda. Aunque conformó la Unidad Popular reuniendo a Comunistas, socialistas, radicales y cristianos de izquierda, nunca logró que el MIR se incorporara y la Unidad Popular, eficaz para lograr el triunfo electoral en las elecciones presidenciales, se desgarró en una pugna interna entre los partidarios de avanzar más rápido y radicalmente aun a costa de perder el apoyo de los sectores medios y los que, buscando el apoyo de estos sectores, trataban de ralentizar el proceso, aun a costa de perder apoyo en los sectores populares.

27. La ausencia de una estrategia común hizo inviables las estrategias individuales de cada partido, conduciendo a una parálisis que fue aprovechada por los sectores reaccionarios y el imperialismo para terminar brutalmente con la experiencia.

2) Construcción entre todos de espacios democráticos que prefiguren la nueva sociedad

28. Si bien hasta hace muy poco la estrategia para construir la unidad parecía centrarse en la necesidad de llegar a acuerdos ideológicos y orgánicos hoy ha aparecido otro camino para construir la unidad relacionado con la forma en que los sectores neoliberales ejercen su dominación como ya lo señalábamos en un artículo anterior citando al sociólogo chileno, Carlos Ruiz. Este sostiene que en la actualidad existen «nuevas formas de dominación del capitalismo que van mucho más allá del ámbito económico y estatal y se infiltran en todos los intersticios de la sociedad cambiando las condiciones de la lucha.

29. «Hoy debemos enfrentar más que antes no sólo los aparatos de coerción política de las clases dominantes sino su hegemonía sobre importantes sectores populares, su dirección cultural sobre la sociedad, la subordinación ideológica de las clases dominadas. […] No sólo tenemos que distinguir la coerción de la fuerza estatal, la intervención legislativa y la represiva, sino los mecanismos e instituciones presentes en la sociedad civil que generan una aceptación popular del orden social capitalista. Como dice Chomsky: la propaganda es a la democracia burguesa lo que la cachiporra al estado totalitario

30. Por ello los bellos discursos acerca de una sociedad alternativa no bastan. La mayor complejidad que asume la dominación exige que la izquierda demuestre en la práctica aquello que prédica. .

31. Nuestro desafío es, entonces, elaborar una estrategia revolucionaria en condiciones de una democracia burguesa que goza de un nivel suficiente de lealtad de masas como para poder mantenerse sin tener que recurrir a la represión; es más, extensos sectores populares aceptan de buen agrado la conducción capitalista del proceso.

32. Esto sólo es posible si desarrollan procesos de construcción popular alternativos al capitalismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones que ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas, en territorios y espacios que se mantengan en manos de la izquierda; impulsando luchas que no se reduzcan a la simple demanda economicista aunque necesariamente la tienen que incorporar sino que avancen en el desarrollo de un proyecto social alternativo; gestando auténticos grados de poder y de democracia populares, que sean tangiblemente superiores a la democracia burguesa. Es necesario luchar por un nuevo tipo de democracia, desde abajo y para los de abajo.

33. 130. Sólo una estrategia de este tipo genera una lucha permanente y creciente, que permita superar la complicada dinámica de las victorias «episódicas».

34. Más que una utopía propagandizada, que se intenta estérilmente introducir en forma pasiva en la cabeza de los hombres y mujeres del pueblo, como enseñanza iluminista sin una práctica de construcción concreta, se trata de construir espacios referenciales donde se practiquen los valores democráticos que se enuncian. Entre los espacios a considerar están: los gobiernos locales, comunidades rurales, frentes laborales, poblacionales, universitarios que, por reflejar prácticas diferentes, tienden a atraer a nuevos sectores.

35. Por otra parte, sólo a partir de esas prácticas es como los diferentes actores sociales comienzan a entender que para expandir sus proyectos humanistas y solidarios es necesario terminar con el sistema capitalista, que con su lógica del lucro plantea enormes dificultades a cualquier tipo de construcción alternativa.

36. 488. Urge, entonces, terminar con el «tacticismo» de los atajos, con el coyunturalismo, con los brotes agitativos pasajeros, y enhebrar una práctica centrada en el impulso de luchas democráticas de base, en la construcción local de formas de poder y de democracia popular, que permita definir el sentido y la oportunidad de la lucha electoral, de la lucha violenta o de otras formas de lucha. De lo contrario, éstas últimas prácticas no superarán el largo hilo de inmediatismos de los últimos años.

37. 489. Pero también urge superar el basismo, el localismo, el apoliticismo, el corporativismo, que limita la lucha de los sectores populares a horizontes gremiales o luchas económicas.

38. 490. Concuerdo con Carlos Ruiz en que esta nueva estrategia facilita enormemente la articulación de todos los sectores de la izquierda, tanto de los militantes de partidos como de los militantes sociales, porque permite hacer un tipo de convocatoria diferente. Para militar no hay que adherir necesariamente a un partido, a un frente, a un movimiento, se puede militar colaborando en la puesta en práctica del proyecto de construcción alternativa. Por ejemplo, cuando la gente se involucra en las diversas instancias participativas en un gobierno local que se propone construir un proyecto de ciudad humanista y solidario; o cuando el estudiante participa en un proyecto de democratización de su federación estudiantil; o cuando el campesino participa en la construcción de un asentamiento o polo de asentamientos de acuerdo a un modelo que prefigure la nueva sociedad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.