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Penumbras de Peldehue

Fuentes: El Siglo

Están en algún sitio, nube o tumba, Están en algún sitio, estoy seguro. Allá en el sur del alma…» (del poema «Desaparecidos», de Mario Benedetti) El solo anuncio esta semana del hallazgo de restos humanos en los terrenos militares de Peldehue conmocionó con razón a vastos sectores de la opinión pública del país y en […]

Están en algún sitio,

nube o tumba,

Están en algún sitio, estoy seguro.

Allá en el sur del alma…»

(del poema «Desaparecidos», de Mario Benedetti)

El solo anuncio esta semana del hallazgo de restos humanos en los terrenos militares de Peldehue conmocionó con razón a vastos sectores de la opinión pública del país y en primer lugar a los familiares de los detenidos desaparecidos cuyos dirigentes se movilizaron de inmediato. La circunstancia de que poco después los peritos del Servicio Médico Legal estimaran, lo que deberá confirmarse, que se trataba de restos de más antigua data no invalida la justa preocupación.

Porque nadie tiene derecho a olvidar que en esos campos de contingentes de paracaidistas del ejército, los militares asesinaron en 1973 a varios de los compañeros del entorno inmediato del Presidente Salvador Allende, añadiendo en esas primeras matanzas a algunos de sus propios camaradas de armas, dos boinas negras incluidos, por el «delito» de negarse a disparar contra el pueblo desarmado.

Luis Rivera Matus, Ricardo Weibel, Enrique Huerta, son algunos de los nombres de entrañables camaradas cuyos cuerpos emergieron años más tarde desde las penumbras de Peldehue.

Es la gran tragedia del cono sur provocada por dictaduras militares corruptas y serviles que en su cobardía optaron por hacer desaparecer a miles y miles de ejemplares patriotas latinoamericanos. Sólo en Argentina son 30 mil los desaparecidos, que en el caso de Chile suman más de 2 mil. Nada puede lograr que sus nombres se olviden y nada puede impedir que sigamos luchando por verdad y justicia. Ni la derecha canalla, ni los comandantes que siguen negando la verdad, ni algunos jueces temblorosos, ni la prensa a sueldo de los de arriba, ni aquellos que prefieren «dar vuelta la hoja y mirar al futuro».

No lo logrará ninguno de estos despiadados, llámense como se llamen, que pretenden darnos clases de amnesia colectiva para reconciliaciones imposibles, como si así pudieran borrarse años de lágrimas, de dolor, de justo rencor. El mismo ya citado gran exiliado y desexiliado uruguayo, Mario Benedetti, proclamó en su tiempo que «el olvido está lleno de memoria» y que «la única verdad es que no hay olvido».

Una prueba más de lo que decimos: esta semana se cumplieron 63 años desde la liberación del campo de concentración de Auschwitz y nada se ha olvidado. Menos cuando el genocidio de Gaza nos muestra las paradojas crueles de la historia.

Pero hay que darle continuidad al combate para que sea el insomnio eterno de los verdugos y no el olvido lo que perdure. Exigir ahora mismo, es un ejemplo, que la Corte Suprema ponga fin al juego doble y perverso de una minoría de jueces pinochetistas que intentan volver a aplicar amnistía y prescripción como en tiempos de la dictadura, y a veces lo logran.

En esa dirección, el anuncio de los 4 candidatos de la izquierda chilena de su compromiso de programa único y candidato único, fortalece sin duda el empuje del pueblo por verdad, por justicia y por los cambios sociales de fondo que ya son impostergables.