El derechista y ultracatólico presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE), el holandés René van der Linden, aseguró el martes que Turquía podría ser expulsada del organismo paneuropeo si obliga a sus ciudadanas a llevar el pañuelo islámico. Turquía es Estado miembro del Consejo de Europa desde su fundación en 1949. El […]
El derechista y ultracatólico presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE), el holandés René van der Linden, aseguró el martes que Turquía podría ser expulsada del organismo paneuropeo si obliga a sus ciudadanas a llevar el pañuelo islámico.
Turquía es Estado miembro del Consejo de Europa desde su fundación en 1949. El gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de tendencia demócrata musulmán, presentará la próxima semana el borrador de una nueva Constitución que sustituirá a la vigente, implantada por el ejército tras el golpe de Estado de 1980.
Uno de los puntos que podría incluir el nuevo texto constitucional es el levantamiento de la prohibición de llevar el türban en las universidades estatales, lo que amplios sectores nacionalistas en Turquía han interpretado como un primer paso para que todas las mujeres del país euroasiático sean forzadas a portarlo siempre.
Haciéndose eco de esta interpretación, el presidente de la APCE invitó a las turcas que se vean obligadas a ponerse esta prenda a denunciar su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Doble rasero
Curiosamente René van der Linden, que se define como «un católico devoto» aunque sin permitir «que la religión interfiera en la política», impidió el pasado mes de julio que se debatiera en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa un informe sobre los peligros de la enseñanza del creacionismo, ya que él defiende el respeto a esta teoría.
Probablemente no le gustó que en la resolución se afirmara que quienes combaten la teoría de la evolución son «extremistas religiosos próximos a movimientos políticos de extrema derecha», y que el creacionismo «puede ser una amenaza para los derechos humanos» pues se basa en una teoría sustentada en «afirmaciones puramente dogmáticas» y en la «utilización deformada de frases científicas». Pues al igual que los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, van der Linden considera que la teoría de la evolución «no es más que una hipótesis».
Parece que el presidente de la APCE tiene un doble rasero sobre determinados derechos humanos y sobre el modo en el que la religión puede influir, o no, en la política.
Polémica e hipocresía en España
Al mismo tiempo se ha desatado una viva polémica en el Estado español con respecto a Shaima, la niña musulmana vetada en un colegio público de Girona, por acudir a clase con un pañuelo en la cabeza.
Algo que no sucede, por ejemplo, con el cura que da clase de religión en el mismo centro escolar por llevar una larga sotana negra con alzacuello, las monjas que se cubren la cabeza y todo el cuerpo con el hábito o los miembros del Opus Dei que portan vistosos crucifijos en la pechera.
Para el presidente de la Junta Islámica Española, el cordobés Mansur Escudero, y su vicepresidente, Abdelkarin Carrasco, es lamentable que este tipo de «incidentes se saquen del contexto religioso». Para ellos la decisión de llevar pañuelo «es un derecho constitucional, el derecho a la propia imagen. En el islam es una opción personal. No se puede imponer el velo, pero tampoco se puede prohibir».
La cuestión es saber si hay libertad para vestir como se quiera, en pie de igualdad, o si hay fundamentalismos buenos y malos. El derecho a la diferencia religiosa es algo que aún no se asume con normalidad en el territorio español. En 2002, otro episodio ocupó gran espacio en las televisiones. Las imágenes recogían a la directora de un centro escolar -una monja concepcionista- argumentando por qué en su colegio de El Escorial (Madrid) se negaba la entrada a la niña Fátima por ir con pañuelo a clase. Lo curioso es que esta monja expusiera su alegato vestida con cofia y largo hábito. El colegio era concertado -privado pero subvencionado con fondos públicos-, y el desenlace fue que el Gobierno de la Comunidad de Madrid, en manos del PP, cambió a la adolescente a otro colegio, esta vez público.
Otro caso más reciente se dio en una comisaría de policía en Granada. Dos jóvenes musulmanas de nacionalidad española acudieron a sacarse el carné de identidad. Mas los uniformados dieron el ultimátum de que o se quitaban el velo, o no había DNI. Decenas de monjas lo habían obtenido allí mismo sin problema, vestidas con impolutas cofias.
Por el momento el Gobierno español descarta legislar contra el velo islámico, que muchas veces no es más que una convención cultural, porque según su lógica tampoco se hace con los crucifijos que aún hoy penden en las aulas de muchas escuelas. La Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid, sin ir más lejos, ha pedido reiteradamente la retirada de símbolos religiosos de un colegio por considerar que violan la libertad de conciencia, pero hasta el momento sin éxito.
En el debate parlamentario que tuvo lugar el miércoles, Carme García, portavoz de Educación de Izquierda Unida en el Congreso afirmó que la prohibición de símbolos religiosos en los colegios «debería aplicarse a todos». Pero como esto no es así «y en las escuelas hay crucifijos y profesores que dan clase con el hábito, entonces deberíamos actuar sin hipocresías, y dejar a la niña [Shaima] que puede hacer sus clases con el pañuelo sin problema. De hecho, hasta hace cuatro días las mujeres lo llevaban en España». Añadiendo por último: » Lo más importante es que la niña esté escolarizada; dejemos que crezca y que reflexione sobre si quiere seguir llevando esta prenda o no».
* Antonio Cuesta es corresponsal de Prensa Latina en Turquía