En nuestra América, con la propuesta socialista, con el proyecto de sociedad socialista, ha pasado lo mismo que con la revolución: Su pertinencia tiene bases reales en la existencia del capitalismo y su crisis, en la cada vez más dramática explotación, exclusión y empobrecimiento de una gran parte de la sociedad, en la degradación moral […]
En nuestra América, con la propuesta socialista, con el proyecto de sociedad socialista, ha pasado lo mismo que con la revolución:
-
Su pertinencia tiene bases reales en la existencia del capitalismo y su crisis, en la cada vez más dramática explotación, exclusión y empobrecimiento de una gran parte de la sociedad, en la degradación moral y perversión institucional que genera su dominación.
-
Su posibilidad fue drásticamente negada por los efectos circunstanciales de la caída de la Unión Soviética y del llamado campo socialista y por el predominio temporal del «discurso único» neoliberal, que impuso en la conciencia colectiva la idea de la imposibilidad de nuevas revoluciones y nuevas alternativas al capitalismo realmente existente.
En ese periodo la crisis del capitalismo continuó y se agravó, mientras que su reestructuración dentro de las coordenadas neoliberales y los cambios tecno-científicos, ha provocado grados de concentración de la propiedad, de los ingresos, de las riquezas y del poder sin precedentes; dramáticamente contrastantes con el empobrecimiento de las sociedades y el deterioro y saqueo de sus recursos naturales.
Las penosas condiciones de exigencia de pueblos y naciones y su tendencia a agravarse y extenderse, en un sub-continente con una larga tradición de luchas sociales, democráticas y patrióticas como América Latina y el Caribe, provocó nuevas modalidades de resistencia, protesta y rebeldía desde los sujetos sociales mas golpeados, empobrecidos (o en vía de empobrecerse), súper-explotados y excluidos; aun en medio de las disgregaciones, modificaciones y fraccionamientos sociales provocados por el neoliberalismo.
La globalización neoliberalizada generó progresivamente, paso a paso y dolor a dolor, su contrapartida socio-política en una parte de los países recolonizados de nuestra América.
Las luchas sociales se politizaron.
Las protestas fueron de más en más acompañadas de propuestas.
Y así la sociedad capitalista neoliberal creó las condiciones para que se pensara en una alternativa a ella que detuviera el genocidio y el ecocidio, y devolviera la confianza en la posibilidad de una vida digna para los pueblos.
La conciencia anti-neoliberal comenzó a crecer, a profundizarse y potenciarse al compás de la resistencia.
2
Y esa conciencia anti-neoliberal ha llevado en sí mismo, con fuerte tendencia a favorecer su desarrollo, la conciencia antiimperialista y anticapitalista.
El neoliberalismo es la nueva modalidad del capitalismo, su ideología actual y los resultados de su proceso de restructuración en las últimas décadas.
Por eso la lucha contra sus efectos perversos, devela, saca a la superficie, su matriz capitalista y estimula el pensamiento y la conciencia en favor del cambio revolucionario y de un nuevo proyecto de sociedad, de una alternativa al capitalismo neoliberal, dado que no es posible separar el neoliberalismo del capitalismo y del imperialismo actual.
Por eso además desde hace años se comenzó a hablar de la necesidad de un proyecto anti-neoliberal o de una sociedad pos-neoliberal, que viene siendo una especie de transición a una sociedad poscapitalista.
El auge el pensamiento contestatario, ha cruzado y acompañado -cruza y acompaña- las luchas contra el orden capitalista neoliberal. ¡Acción y pensamiento combinados!
Pensamiento y acción, una veces en paralelo, otras veces uno detrás y otro delante, con desniveles y desproporciones significativas, o con avances ascendente de ambos. Y así la idea dominante de la imposibilidad de los cambios y opciones alternativas, aunque perduró muchos años, se fue debilitando; primero poco a poco y, luego, más aceleradamente.
Cierto que el golpe al ideal socialista había sido contundente.
Cierto que la defensa del socialismo quedó reducida a sectores políticamente marginales o minoritarios. Pero perduró, y eso fue de gran valor e indudable trascendencia.
Y perduró con las siguientes modalidades:
-
La testimonial, nostálgica del pasado, anclada en gran medida en el proyecto socialista fracasado y en la interpretación dogmática del marxismo.
-
La innovadora, de corte revolucionario, que implica la superación del llamado socialismo real y la renovación, recreación, y/o refundación de la propuesta socialista.
Ambas corrientes han actuado a contracorriente del discurso único neoliberal.
La primera forma parte de la crítica, del combate, de la impugnación al capitalismo neoliberal, pero no genera ni fuerza ni propuesta alternativa atractiva, creíble, convocante; menos aun contrapoder, poder desde abajo, subversión innovadora, capacidad transformadora…
Es una especie de semilla que alimenta pero no germina.
3
Las fuerzas tradicionales de la izquierda que la representan no vanguardizan, están incapacitadas de encarnar estrategia de ruptura del viejo orden y de creación del nuevo.
Están considerablemente limitadas para captar los cambios provocados por el nuevo capitalismo, los nuevos actores sociales, los nuevos fenómenos, las nuevas rebeldías. Mas aun para proponer algo esencialmente diferente al «socialismo» o al «tránsito revolucionario» que fracasó.
La segunda es otra cosa y por eso ha venido convirtiéndose en la negación del capitalismo realmente existente y en la negación del «socialismo» que se derrumbó.
Se ha empeñado en pensar y actuar en función transiciones revolucionarias de nuevo tipo, en función de nuevas revoluciones populares y democracias alternativas, en procesos que unen inseparablemente la democracia participativa e integral a la nueva propuesta socialista.
Tuvo el valor de ajustar cuenta con las causas del derrumbe y/o de desarrollar un pensamiento revolucionario distante de aquellos dogmas; un conjunto de ideas y métodos heréticos, innovadores, ecuménicos, abiertos a todas las fuentes y actores capaces de contribuir a la derrota de la actual dominación.
Es una semilla que alimenta y germina, que potencia e inocula conciencia y organización a las justas rebeldías y a las luchas espontáneas, a los combates clasistas y no estrictamente clasistas de la actualidad.
Un pensamiento que se ha reproducido de lo pequeño lo grande, sin prisa pero sin pausa, hasta expandirse y multiplicarse.
Que supo captar que el seudo socialismo, el llamado socialismo real (más bien irreal), había desacreditado al socialismo liberador y le facilitó a los ideólogos del capitalismo neoliberal implantar temporalmente en las masas la idea de su muerte.
Y -sobre todo- que supo diferenciase de aquel gran revés, comenzando por hablar de la posibilidad de un socialismo diferente, distante y distinto esencialmente en sus contenidos y en sus formas.
Insistió en renovar, en recrear el proyecto revolucionario, rescatando todos los valores del socialismo original que fueron pervertidos; incorporando otros aportes históricos valiosos, inspirándose en diversas fuentes y nuevas reflexiones surgidas de la crítica al capitalismo actual y de las nuevas y diversas rebeldías contra él: de clases, etnias, generaciones, géneros, defensores del ambiente, pueblos originarios…
Y esa diferenciación incluyó inteligentemente la denominación de la propuesta de nueva sociedad.
Porque en tales condiciones, hablar a secas del socialismo no resolvía el problema de la credibilidad popular respecto a la nueva propuesta. Lo ingenioso en materia de
4
Propaganda y comunicación fue distanciarse de lo que fracasó, porque ello facilitó y facilita a cambiar favorablemente la percepción popular sobre las posibilidades del socialismo
El nombre necesitaba de un sello diferenciador del llamado socialismo real y de la socialdemocracia. Y entonces comenzó a hablarse de nuevo socialismo y del socialismo del siglo XXI o para el siglo XXI.
El honor a la verdad esto no fue un invento del comandante Chávez, ni es de factura estrictamente venezolana.
De todo esto, tanto en cuanto nuevos contenidos y a nuevas formas, viene hablándose desde que comenzaron a analizarse las causas del derrumbe aquel, e incluso desde antes de esos acontecimientos.
Son innumerables los seminarios, foros, publicaciones, ensayos, libros que han abordado de esa manera los nuevos desafíos para las fuerzas del cambio.
El gran mérito de Chávez en ese aspecto, después de contribuir extraordinariamente a recobrar la confianza en la posibilidad de nuevas revoluciones, es haber hecho suya la propuesta general del nuevo socialismo, del socialismo del siglo XXI, proyectándola a escala continental y mundial, ampliando extraordinariamente el debate en torno a ella, y generando más y mejores ideas…A eso ayudó haberla lanzado sin una camisa de fuerza, abierta a la discusión.
Y no solo. Algo que no tiene precio es iniciar el proceso de cuestionamiento del capitalismo y de transición al socialismo en Venezuela (que no es lo mismo que decretar el socialismo) en forma sumamente original y en el marco de una democracia participativa e integral y de un desmonte progresivo del neoliberalismo, independientemente de que resten muchas cosas por definir, crear, desarrollar, profundizar y enriquecer.
Algo que estamos obligados a llevar a cabo, promoviendo una amplia participación popular, un rico debate y un esfuerzo teórico práctico colosal.