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Pessoa, Lacan y el estado de excepción mediático o las manifestaciones anti-Copa en Brasil

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Luis Carlos Muñoz Sarmiento

1.

«Somos todos quienes nos asumimos», anuncia, en verso, Álvaro de Campos, heterónimo del poeta portugués Fernando Pessoa, en el poema Pecado original, que comienza así: «Ah, ¿quién escribirá la historia de lo que podría haber sido?/ ¿Será esa, si alguien la escribiera/ la verdadera historia de la Humanidad?» Si, parafraseando un verso del poema, somos quienes dejamos de ser, es preciso hacer antes dos preguntas sencillas: ¿por qué estamos condenados a fallar? ¿Qué es fallar?

2.

A la primera pregunta, sería posible responder literalmente: sí estamos condenados a fallar y lo estamos porque no podemos dilatar nuestras potencias expresivas en sociedades oligárquicas, limitadas por el poder de los soberanos. Estos, en diálogo con Schmitt, de Teología política (1922), pueden ser definidos así: «El soberano y aquél que decide el estado de excepción» (Schmitt, 2009: 15), lo que significa decir que estamos condenados a fallar porque vivimos bajo el signo de sociedades marcadas intrínsecamente por el estado de excepción sobre el conjunto de la Humanidad, incluso sobre los oligarcas o igual sobre el soberano en persona, sea cual sea el rostro que asuma en una época u otra.

3.

Aunque todos estamos en el interior de los estados de excepción, independientemente de si somos ricos o pobres, blancos o negros, hombres o mujeres, heterosexuales o gays, occidentales u orientales, es necesario dejar claro: el estado de excepción siempre pesa antes de todo en las espaldas de las alteridades de clase, de modo general, en los pobres; de género, las mujeres y las sexualidades no heterosexuales; étnicas, los negros, los marrones, los asiáticos, los latinos; las epistemológicas, las que no siguen el patrón de pensamiento ni el régimen de valores de Occidente y muchas otras más.

4.

Son, pues, las alteridades las que estamos condenadas a fallar, siendo quienes nos asumamos, nunca lo que somos o podremos ser, hasta la línea del horizonte. No es necesario ejercicio alguno de imaginación para saber el motivo por el cual el estado de excepción, siendo para todos, lo es antes de todo para las alteridades, pues son estas las que sustentan las oligarquías, en la relación inversa de sus diferencias inferiorizadas, razón suficiente para afirmar que el estado de excepción pesa sobre las mujeres, para que puedan garantizar el valor agregado de su sexo para los hombres, así como pesa sobre los negros, los indios, los asiáticos, los marrones, para que éstos y otros tantos se metan en un pozo sin fondo de un valor agregado étnico para los blancos; valiendo igualmente así para los pobres que lo son porque son literalmente robados por los ricos.

5.

Existe, por otro lado, u n motivo adicional, más allá de lo evidente expresado antes, para que el estado de excepción imponga el signo del fracaso al conjunto de la Humanidad, y principalmente a las alteridades. El psicoanalista francés Jacques Lacan, principalmente con su Seminario XX, más, todavía (1972-73), nos ofreció un importante punto cuando escribió sobre la mujer: ella es, decía Lacan, el no-todo con relación al hombre, que se presenta como el mismo todo, pronto como el soberano que decreta el estado de excepción sobre el no-todo (las mujeres) porque se concibe en si mismo como el todo.

6.

Aquí, por tanto, emerge el perfil de la figura del soberano y el motivo inconsciente por el que se halla en el derecho divino de decretar el estado de excepción, imponiendo el fracaso como condición existencial y ontológica para las mayorías: el soberano siempre se concibe, a sí mismo, como el todo, el omnipotente. A partir de ese lugar fálico y despótico no designa apenas el lugar de las alteridades como impotente y errado, sino que también impone un juego de cartas marcadas: el no-todo, las alteridades, debe buscar el todo, desearlo, reverenciarlo, encarnarlo.

7.

Se llega así al diálogo con la segunda pregunta de este ensayo: ¿Qué es fallar? Bajo el punto de vista del estado de excepción, fallar es no seguir el delirio del todo; y no buscarlo, desearlo, reverenciarlo, encarnarlo, teatralizarlo, razón por la cual el éxito del estado de excepción dependerá siempre de la búsqueda colectiva del todo, considerando principalmente las alteridades. Estas alimentan el estado de excepción (antes de todo sobre ellas mismas) cuando buscan ser el todo, el soberano.

8.

A partir de ese último argumento, emergen dos consideraciones. La primera es: el estado de excepción es general, incluso sobre las oligarquías, simplemente porque el delirio de todo es lo que es, un delirio, porque no existe el todo. El punto de vista del soberano, que es el del Todo, aunque nos sea presentado como el lugar del éxito, constituye, en verdad, el lugar del fracaso inevitable, toda vez que nunca lo alcanzaremos. Cuanto más intentamos alcanzarlo, más nos condenamos al fracaso colectivo. Más nos matamos.

9.

La segunda consideración, por otro lado, es: fallar es buscar el Todo, desearlo, dramatizarlo. Toda la Humanidad ha fracasado porque ha buscado el Todo, que es el delirio del soberano: delirio de ser como Dios, el propio Dios. Por eso mismo, ahora bajo el punto de vista del no-todo (el punto de vista de las alteridades), es posible decir: si no buscamos el Todo, no fracasamos, lo que es igual a decir que, si no buscamos el Todo, si seremos quienes asumimos.

10.

¿Y qué hemos asumido, bajo el punto de vista del no-todo? La respuesta, por más difícil que parezca, es simple: la eterna invención de nosotros mismos, fuera de cualquier parámetro basado en la figura del Todo, pronto en la figura del soberano, será lo que asumamos.

11.

Para las alteridades, el peor de los mundos posibles se inscribe en la búsqueda del Todo pues tal búsqueda alimenta el estado de excepción, que pesa antes que todo sobre ellas mismas. Fuera de cualquier lógica victimaria, queriendo o no, son las alteridades mismas las que alimentan el estado de excepción contra ellas mismas y lo hacen siempre que buscan ser como el Todo, el soberano.

12.

Es a partir de ese último argumento que es posible definir la lógica del estado de excepción contemporáneo. Primero, es la propia civilización burguesa la que se presenta como el Todo, el propio fin de la Historia. Segundo, el que define el estado de excepción de la civilización burguesa, o esta como estado de excepción, en la actualidad es: poner las alteridades del mundo bajo la condición del fracaso colectivo de querer ser burguesa o como el burgués.

13.

Si el burgués, de acuerdo con Marx, puede ser definido como aquel que es propietario de los medios de producción, este es su lugar del Todo: la propiedad privada, razón por la que el estado de excepción actual está íntimamente relacionado con la creencia de que el individuo aislado o la propia alteridad, aisladamente, pueda ser su propia propiedad privada.

14.

Y es precisamente de eso que nos habla la publicidad del capital por todos lados: ¡Sea usted mismo, sea diferente! El estado de excepción contemporáneo realizó una vuelta curiosa: él funciona, supuestamente, a partir del punto de vista de las alteridades aisladas o divididas en grupos de identidad, lo que significa que él disimula rechazar el Todo a partir de la afirmación/reconocimiento del no-todo.

15. La estrategia del estado de excepción contemporáneo funciona como el personaje Mr. Smith del filme Matrix (1999), de los hermanos Wachowski. No es circunstancial, a propósito, que Smith sea el nombre común dado a todos los Agentes del sistema Matrix.

16.

Como es posible notar en el propio modo de vestir, trajes y corbatas a rayas, gafas oscuras, los señores Smith de la serie Matrix pueden ser descritos como la encarnación del estado de excepción neoliberal. Son los neocons, los agentes del sistema mundial rendidos al dólar, a la especulación financiera, perfil que emergió en la era del presidente gringo Ronald Reagan, razón suficiente para llamarlos Agentes de la Reaganomics o nueva economía. Son, pues, el propio lugar del Todo a ser buscado, deseado, reverenciado, por todas las alteridades del mundo.

17.

Lo que importa, entretanto, en lo que respecta a los personajes señores Smith de Matrix no dice apenas respecto al perfil de ellos, el todo encarnado, sino al siguiente atributo: ellos pueden asumir cualquier perfil humano, tal como el diablo hace. Lo importante a señalar, por tanto, es: ellos asumen sin cesar el perfil del no-todo, de las alteridades.

18.

La actual etapa del estado de excepción planetario de la civilización burguesa es aquel a partir del cual las alteridades del mundo están capturadas por los «señores Smith», inscribiéndose como sus principales agentes cuanto más se afirman como alteridades aisladas, en un contexto en que la civilización burguesa es la Matrix, el señor Smith, el todo a decretarnos el siguiente estado de excepción: alteridades del mundo, afírmense e invéntense dentro de este todo: la civilización burguesa. ¡Sea su propiedad privada, un burgués, siendo usted mismo!

19.

Sin el control de las corporaciones mediáticas, incluso de Internet, la civilización burguesa actual no iba a conseguir jamás realizar su actual modelo de estado de excepción, que es aquel en el que el soberano, el señor Smith, ocupa el lugar del no-todo: las alteridades de género, de clase, étnicas, lingüísticas y un sinfín de otras. Es por eso que el verdadero soberano contemporáneo es la Industria Cultural; son las corporaciones mediáticas; es también la Red Mundial de Computadores, pues son el Todo, la propia civilización burguesa, dentro de la cual producimos la ilusión de expresar el horizonte sin fin de nuestro no-todo , como sucede, por ejemplo, en las redes sociales, en las cuales nos expresamos «libremente», como «no-todo» dentro del Todo, deseando ser reconocidos por ese Todo mediático, no siendo circunstancial, a propósito, que las redes sociales se hayan vuelto un verdadero campo de batalla en las periferias del Brasil hoy, pues es a través de ellas que los niños y las niñas de la periferia buscan fama haciendo fiestas, disputando quién consigue más reconocimiento por número de seguidores en Facebook.

20.

La «creativa» novela [producida por TV Cultura y] transmitida por la Red Globo Mi pedacito de suelo [Meu pedacinho do chão, no ceu, cielo], de Benedito Ruy Barbosa, constituyó una demostración interesante sobre el estado de excepción del Todo mediático, pues en la alteridad lingüística del interior de Brasil (si aún existiera) se expresa libremente en su Todo, como literalmente un pedacito de su cielo. En verdad, de su infierno.

21.

El juego del estado de excepción contemporáneo es, pues, como siempre fue: entre el todo y el no-todo en un contexto en el que este debe seguir a aquel. A diferencia del actual, por otro lado, está la ilusión (fabricada o editada) de que el Todo no existe (no existen los señores Smith), de modo que podemos expresarnos libremente como no-todos, obviamente, dentro del Todo: la civilización burguesa.

22.

Es ese escenario el que explica el despotismo de un Joaquim Barbosa, como presidente del Supremo. El señor Smith Joaquim Barbosa, el supremo, solo impone un estado de excepción cobarde y despiadado sobre José Dirceu y José Genuíno porque sabe que tendrá el apoyo irrestricto del verdadero supremo soberano, el sistema mediático brasileño y su Señor Smith-mor: la TV Globo.  

23.

A propósito, como el tema de actualidad es la justicia, es posible pensarla siempre bajo dos puntos de vista: la justicia del Todo, bajo el nombre del estado de excepción sobre las alteridades; y la justicia del no-todo, a inventarse fuera del Todo. Teniendo en mente esa descripción, el Poder Judicial brasileño (existen excepciones), comparado con el Poder Legislativo y con el Ejecutivo, es el más prestado al Todo mediático, a TV Globo, pues, actuando a partir del punto de vista de la justicia del Todo, sabe muy bien que el Todo es el Todo mediático, razón por la que sigue su pauta.

24.

El mismo argumento sirve para la Policía Federal. Si el poder de policía lo es antes de todo del y para el Todo y si este en la actualidad es el Todo mediático de la civilización burguesa, no es circunstancial que la Policía Federal de Brasil, de modo general, siga igualmente la pauta mediática de la cadena TV Globo.

25.

Para terminar, si el gran reto de cualquier época histórica, para superar el estado de excepción impuesto por el Todo soberano, se inscribe en la invención de otros mundos posibles e imposibles, fuera del Todo soberano, solo superaremos el estado de excepción actual si, con mucha disciplina, seguimos dos caminos simultáneos: 1) expresarnos como alteridades, pronto como no-todo , inventándonos fuera del todo de la civilización burguesa; 2) fuera, por tanto, de la pauta de las corporaciones mediáticas.

26.

Esa es la razón por la cual no creo en las manifestaciones de calle del Todo clase media (anti-Copa) en el Brasil: ellas siguen las pautas (Todo) mediáticas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.