Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, Vendrán más años ciegos y nos harán más malos» Rafael Sánchez Ferlosio Leí lo penúltimo de Santiago Alba Rico -penúltimo porque siempre está preparando lo siguiente- durante la primavera de 2014. Como si fueran tres tés verdes, lo leí tres veces consecutivamente. Amargotriste, dulceduro, […]
Vendrán más años malos y nos harán más ciegos,
Vendrán más años ciegos y nos harán más malos»
Rafael Sánchez Ferlosio
Leí lo penúltimo de Santiago Alba Rico -penúltimo porque siempre está preparando lo siguiente- durante la primavera de 2014. Como si fueran tres tés verdes, lo leí tres veces consecutivamente. Amargotriste, dulceduro, suavefuerte, parafraseando a las saharauis. La primera con una fruición imparable, demasiado deprisa ante «un mundo rebañado hasta los huesos», inquieto por la página siguiente, perdido en la balsa de la Medusa de Géricault, arraigadamente esperanzado al final. La segunda, con pausada lentitud, vía apuntes al margen, volviendo atrás para seguir adelante y desde el lápiz gris de tamiz rojo que requería la lectura: como una enmienda a la celeridad de la primera vez y para no perder detalle alguno. Y la tercera -que suerte la nuestra, cabe añadir- militando en la lealtad del traductor durante el último verano, palabra a palabra y verso a verso, para cuidar con mimo la edición catalana de este libro. Agosto, afortunadamente, fue un mes para Santi y sus palabras y el encanto de albergarlo, respetarlo y compartirlo en la lengua de Ovidi y Llach, de Maria Mercè y Estellés, de Blai Bonet y Pere Quart, de Borja i Feliu. Libres los pueblos e iguales las personas.
Pero en la incesante lógica antropológica de la solidaridad, la reciprocidad y el apoyo mutuos, Alba Rico respondió nuestra invitación para ‘poder’ traducir el libro al catalán -que vendrá prontito- con un retorno en forma de petición de prólogo. Por eso, aquí estamos, aquí andamos y aquí seguimos. Preludiando y arrejuntando palabras para un libro tan necesario como imprescindible, bajo estos tiempos tan contingentes y voraces, a caballo entre el miedo y la esperanza y ante un mundo cada vez más injusto, absurdo y desigual.
«¿Podemos seguir siendo de izquierdas?», vayamos directos al grano, es una lúcida reflexión ante el mundo tal cual es, bajo los rigores de un capitalismo senil, sobre las posibilidades -abiertas o cerradas, porque depende de nosotros mismos y aún está en nuestra manos- de revertirlo y ante la urgencia de echar cuánto antes el freno de emergencia si queremos seguir siendo. De izquierdas, entre otras tantas cosas. En si menor, las páginas que vendrán operan tanto de estímulo como de bálsamo como de palanca. Inquietan tanto como desesperan, esperanzan tanto como dilucidan, y conmocionan tanto como tanto denuncian. Y en el ojo del huracán, un sistema, mitad ficción, mitad infierno: el capitalismo.
Por eso, se hace tan difícil prologar este libro, suscrito de pé a pá(h). Son tantas cosas, tan bien dichas y tan bien entretejidas, que apenas uno puede limitarse a presentar a su hacedor. Y, colectivamente, apenas decir «pasen y lean, por favor». Sin tapujos, Alba Rico entra al trapo del indecente cóctel del desierto de lo real; de todas las grietas, abismos y huecos que nos habitan; y de la guerra permanente donde -una vez más- nos han malmetido. Mitad pozo de la infamia, mitad cuartel del dolor.
En 2010, con anticipada antelación y en El naufragio del hombre (Hiru Argilaetxea, 2010), Alba Rico ya acababa escribiendo:
«¿Enseñar humanitarismo, compasión, dignidad, pacifismo? En agosto de 2007 siete pescadores tunecinos fueron detenidos, aislados y procesados, de acuerdo con las leyes italianas y europeas, por haber socorrido a inmigrantes náufragos a la deriva. Ningún discurso humanitario puede ser tan decisivamente pedagógico.
Hemos entregado la infancia a Walt Disney, la salud a la casa Bayer, la alimentación a Monsanto, la universidad al Banco de Santander, la felicidad a Ford, el amor a Sony y luego queremos que nuestros hijos sean razonables, solidarios, tolerantes, «ciudadanos» responsables y no «súbditos» puramente biológicos. El mercado capitalista nos trata como piedras, ratones y calabazas y luego pedimos a los maestros y profesores que nos conviertan en humanos «civilizados». Nada tiene de extraño que cada vez menos gente crea en los discursos y cada vez más gente crea en Dios. Si aceptamos el capitalismo, si no acometemos una verdadera transformación que asegure que a la escuela llegan ciudadanos y no súbditos, el futuro -incluso electoralmente- es de los fanáticos, de los fundamentalistas y de los fascistas. Como ya lo estamos viendo».
Panorama crudo, radiografía dura, cartografía cruel. Y a pesar de todo, de todo lo sabido -sociedad de espectadores, consumidores y electores- y de todo lo grotesco, este libro es una propuesta para romper el ciclo letal -y fatal- de la Historia, para resquebrajar esa invitación nihilista -inherente al poder- de obligarnos a no creer en nada y en nadie, para cortocircuitar el peso muerto de la indiferencia y para volver a empezar otra vez y cada día y todas las veces que hagan falta. Hoy, a tenor del si menor de Alba Rico, ante el tic-tac de un cronómetro en cuenta atrás que nos apremia y que nos advierte que el tiempo -y los recursos naturales y los derechos sociales y las libertades civiles- se va agotando y que estamos en los umbrales turbios de puntos de no retorno. Sin un sólo ribete apocalíptico, sin catastrofismo desesperanzador alguno, el bueno de Santi nos sugiere que éstos no son los últimos bárbaros que puedan venir, que diría Spinoza: «Es un hecho comprobado que el pueblo ha logrado cambiar muchas veces de tirano, más nunca suprimirlo» . Así mal andamos, entre el trasiego de la desazón y la agricultura de la utopía posible. Cuando nunca tan pocos habían robado tanto. A tantos. En tan poco tiempo. Con tanta impunidad. Con tanto desparpajo.
Ante ese dilema permanente, llega Alba Rico y nos sitúa en algo más de 100 páginas ante el espejo de la realidad no ficticia, del mundo tal cual es fuera de internet, facebook o la MTV. Lo hace, claro está, no para paralizarnos absortos ni para dejarnos inmóviles en medio del camino, sino para abrir puertas y ventanas, incitar a la rebelión y revertir lo real que nos golpea cotidianamente, día sí y día también. Sin fórmulas mágicas, sin placebos, sin ucronías. Simplemente a base de humanos parches meditados y remiendos culturales recosidos y desde una más que sugerente, provocativa y fértil propuesta ética, social y política. ¿Qué hacer?
¿Qué hacer ahora, hoy, mañana? Alba Rico sugiere superar la anómica función asocial del capitalismo -robar, matar, mentir- concretando un programa político matricial: que hagamos lo posible (y un trozo de lo imposible) para ser revolucionarios en lo económico, reformistas en lo institucional y conservadores en lo antropológico. Sobra decir que detrás de esa triada subyace el trasfondo insondable de la condición humana -capaz de lo terrible y lo sublime- y, sobre todo, una implacable -impecable- crítica a la izquierda realmente existente. Porque esta crisis es también y sobre todo la crisis de las izquierdas. Por eso también urgía este libro.
Categorizaba el 15M que «la izquierda estaba al fondo a la derecha», cuentan en Latinoamérica «que el poder es como un violín, se toma con la izquierda y se toca con la derecha» y algo bastante se ha escrito -Offe, Wallerstein- sobre la arrogancia, soberbia y prepotencia nacida desde la izquierda y sus errores -y horrores- en socialdemócratas píldoras devastadoras o en proyectos absolutos devenidos absolutistas. Así nos va también. Esta crisis -y este libro- hablan más de la de derrota por incomparecencia de la izquierda descalabrada, de su deserción en teoría y práctica y del olvido de lo que jamás se debería olvidar, que no del arrollador poder demoledor de los plutócratas de siempre, las élites extractivas de moda y los ladrones al uso de la acumulación por desposesión. De te fabula narratur: eso ya lo sabíamos. Que desde la izquierda se alimentara el desaguisado con tanto ahínco, no tanto. Pero ese es el punto concreto donde estamos. Espejos, sombras y linternas.
Pero claro… ¿cómo traducir, hoy, ese triple programa postcapitalista a nuestras realidades cotidianas? El primer favor que nos podríamos hacer -no hay peor ni mayor mentira que el autoengaño- es reconocer que la respuesta se está construyendo, se está repensando, se está redefiniendo, se está repolitizando. Que la andamos buscando todavía a la intemperie. Y es en esa búsqueda inacabada, con mil microalternativas que ya van siendo por todas partes, cuando este libro acompaña. Aún así, en la escasa aportación práctica que podamos hacer en este prólogo, atrevámonos con una primera propuesta de mínimos de cómo al menos, por estas lares catalanas, estamos intentándolo hacerlo. Y de como traducimos, aquí y ahora, la propuesta de Alba Rico. De cómo estamos intentando seguir siendo de izquierdas hoy, ahora y aquí: desde el cooperativismo, el municipalismo y el feminismo. Esto es, traslación práctica albarriquiana: cooperativistas en lo económico, municipalistas en lo institucional y feministas en lo cotidiano. No es la respuesta entera, por supuesto: sólo una parte, en el rigor del directo y porque algo todavía es algo. Seguimos, sí, desde abajo a la izquierda; en la escuela liberadora de los movimientos sociales -asamblea, autogestión, autorganización- y bajo un esquema catalán de lucha por la autodeterminación, por la plena recuperación de la soberanía política -frente a un Estado demofóbico- , económica -frente a los mercados globales- y popular -frente a las élites cleptómanas. Autorganizaciones cotidianas, soberanías constituyentes y autodeterminaciones democráticas, regadas desde ya y desde el ahora con humildad, generosidad y memoria; con el amparo de la ética, la cultura y la consciencia de clase; y sin renunciar a nada y sobre todo a nadie.
En tantos correos cruzados entre Gracia y Túnez, Santi nos compartía que «vivir es achicar agua en un naufragio» y que al fin y al cabo, hay que asumir que tendremos que estar siempre limpiando los cristales, regando los árboles y cuidando las vidas. Es una de les tesis más sólidas, coherentes y consecuentes del libro: la abierta invitación -dialéctica de la realidad y la necesidad- de prescindir de la triada platónica «lo bueno, lo bello, lo verdadero» , para afirmar y vindicar «lo regular, lo bonito, lo aproximado» . «Lo bueno» , escribe Alba Rico, » si no es generalizable, es malo; lo bello, si cuesta la vida a mucha gente, es feo; lo verdadero, si es injusto, es falso».
¿Cómo avanzar? Ética del retroceso -del freno de emergencia benjaminiano- y mirada de retrovisor, mirando atrás para poder seguir adelante. Rehaciendo, retejiendo, reconstruyendo aquello que -finalmente- más ha devaluado, degradado y pulverizado el neoliberalismo: los vínculos sociales comunitarios. Por algo será que Alba Rico recurre a la Grecia clásica y apela al sentido de pudor -el aido– y al de justicia –diké– para recomponer cualquier proyecto de izquierdas. Que sea útil, fértil y emancipador, cultivado desde la Razón y con un arado que es esa «chapuza» llamada Derecho, que debería contener todo Poder y procurárselo -un poco ni siquiera- a quienes jamás lo han tenido. Aunque hoy suceda lo contrario: del Estado de Derecho al Estado de Derechas. Del golpe de Estado al golpe de Mercado 1 . De la siniestra razón de Estado -y sus crímenes planificados y sus terrorismos olvidados y sus dominaciones vigentes- a la siniestra razón de Mercado -y sus delitos corporativos y sus violencias diarias y sus impunidades consagradas. En esos entresijos y entre visillos subyace algo más que el libro plantea abiertamente. Lo políticamente alternativo, lo socialmente resistente, ha desarrollado una vasta teoría y práctica contra el Poder, contra sus abusos infinitos, pero andamos escuetos de una teoría y práctica sobre como debería ser en el siglo XXI -¿redistribuido socialmente, democratizante, en red, como sugiere Zibechi?-, cuando la soberanía de los estados y los mercados ya no tienen nada que ver con la soberanía de los pueblos y la dignidad de las personas. Más. En Adiós, capitalismo 2 , el cooperativista Jordi García Jané sugiere una matriz de tránsito altamente compatible, coordinable y compartible con lo propuesto por Alba Rico: triple democracia cohabitante (conviviendo democracia directa, participativa y representativa), economía ‘a tres patas’ (pública, cooperativa-social y de mercado fuertemente regulada) y las vías socio-políticas y ético-culturales para ‘poder’ llegar: desobediencia civil, activación popular, construcción de alternativas y vía institucional.
Desde esta perspectiva ¿Podemos seguir siendo de izquierdas? constituye en sí mismo un acto álgido de resistencia política, desobediencia intelectual y decencia común. De las tangentes de donde venimos, en los márgenes de lo precario donde hemos crecido, hay algo que aprendimos años ha. Finitudes y fragilidades, el tajo del cambio político y social requiere el mismo cuidado que regar una planta. No hay -ni habrá y tal vez ni haya que esperarlo- día D ni hora H, no hay nunca «un final del cuento», porque cada día es el día y como recordara Howard Zinn 3 , aunque parezca estresante, en cada gesto cotidiano nos la jugamos y todo cambio político o social es la suma agregada, finalmente multiplicación geométrica, de miles de microgestos coherentes. No hay otra. El único territorio liberado del que realmente disponemos -hoy, ahora y aquí- donde demostrar, demostrarnos, que es posible ‘seguir siendo de izquierdas’ son nuestras vidas cotidianas. Donde harán falta redes y nodos y, a partes iguales, una persistente perseverancia, una paciencia fértil, una autocrítica sólida y una insistencia desbordante. Lugares comunes y paraguas compartidos desde donde urdir en el «norte» -caballito de Troya- la urgente complicidad internacionalista con todos los sures del cambalache del mundo.
Obvio. No es lo mismo mirar a otra parte que interceder ante una detención arbitraria y racista; no es lo mismo bajar la escalera ciego que abrir los ojos ante el desahucio de nuestra vecina; no es lo mismo hacerse el sordo ante el ruido sórdido que traspasa la pared por una paliza machista que tirar la pared abajo; no, no es lo mismo. Ya no debería ser más lo mismo. Nunca más. Desde una perspectiva olvidada que atraviesa todo el libro: la ética humanista. Ahí empieza hoy cualquier proyecto de izquierdas con la base mínima que el autor reclama: un anticapitalismo ético y antropológico que deviene político, económico, ecológico, social y cultural ante un capitalismo genéticamente irreformable y contenible sólo, y a penas, a ratos. Esos ratos en que nos da por ser buenas personas, pensar en común y poner cerco a lo injusto.
¿Podemos seguir pues? Esa es la reflexión más pertinente del presente ‘panfleto en si menor’. Porque para poder seguir siendo de izquierdas cabrá garantizar primero que podamos seguir siendo, sin más, habida cuenta de las tensiones ecológicas, las desigualdades insostenibles y la pornografía neoliberal, «fruto de una codicia insaciable y de una corrupción omnipresente y sistémica, la máscara económica y social de un egoísmo letal, voraz y carroñero». Son palabras y reclamos del querido Xavier Antich 4 : «denunciarlo y enfrentarse a él no es ingenuidad ni buenismo ni superioridad moral ni radicalismo, sino, a estas alturas, una necesidad: es oponerse a la deriva letal del sistema económico contemporáneo; es cumplir aquello que Emmanuel Lévinas consideraba el ejercicio propio de la razón: ‘Prever y ganar por todos los medios la guerra’. Porque esto, ahora no hay duda, es una guerra. La guerra». ¿Demasiado severo, tal vez? Demasiado real, en todo caso. Pero entonces, ¿cómo se para una guerra? ¿Cómo se grita en silencio? ¿Cómo se acalla la omertá? ¿Cómo se desmercantiliza la vida misma? Para quién no se dé por satisfecha con citas cómplices, allá va la que soltara en 2010 Warren Buffet -la tercera fortuna del planeta, ese planeta donde 80 personas acumulan la misma riqueza que 3.000 millones de personas, la mitad de la humanidad- en medio de la financiarización de la crisis: «claro que esto es una guerra; de clases; y la estamos ganando nosotros» . O Henry Ford años ha: «Si la gente entendiera como funciona el sistema financiero, creo que habría una revolución antes de mañana» . Ni lo decimos -ni lo decidimos- nosotros. Lo espetan ellos con meridiana y mafiosa claridad amenazante. Al Capone no lo diría mucho mejor.
Singular anécdota final antes de empezar a acabar, meses después de publicarse el libro resulta que llegó la NASA a darle la razón al autor. La agencia espacial norteamericana -curioso compañero de denuncia- advertía en marzo pasado del «colapso de la civilización industrial» -en formato declive, derrumbe y agonía del imperio romano- como consecuencia de la plena usura y nula voluntad de las élites de ponerle remedio, de «la explotación de los recursos y de unas insoportables desigualdades entre ricos y pobres» 5 . Muy recientemente, repensando un mundo común, Marina Garcés apuntaba: «el sistema no funciona, triunfa porque se impone. Por eso la actual crisis no es una disfunción o una excepción. Es la ofensiva de todo un sistema de poder que para afirmarse no puede dejar de combatirnos» 6 .
Forma y fondo, proyecto y proceso, contenido y metodología, el qué y el cómo que son claves, un breve apunte final en rojo. Traducir a Santiago Alba Rico al catalán es también la buena suerte lloviendo de poder traducir también al barbudo Marx y al preso político Gramsci, a la mística Simone Weil y al católico Chesterton, al fugitivo Walter Benjamin y al lúcido Fernández Líria. Las maletas, la mochila y el bagaje -la memoria resistente, la decencia común acumulada- desde donde seguimos comprometidos. Porque este es un libro, en todo caso, sobre la otra historia: la que ha resistido a pie de vida huyendo contra la Historia necrófila en mayúsculas. Si nos dijeran que la resumiéramos sintéticamente diríamos que obliga a pensar y recurríamos a Steinbeck en Las uvas de la ira con su radical vigencia: «Tengo que pensar. Todos tenemos que pensar. Tiene que haber una manera de parar eso. Esto no es igual que un tornado o un terremoto. Eso lo han hecho los hombres, y es malo».
Este libro invita a pensar e incita a actuar. Como concluyese el movimiento afroamericano por los derechos civiles en Estados Unidos, el problema no es lo que haga una minoría -particularmente cruel o singularmente poderosa o brutalmente racista- sino lo que hacemos o dejamos de hacer la inmensa mayoría. Con nuestra indolencia o con nuestra exigencia. Sumisas o desobedientes. Esa es la interpelación fundamental del libro: una apelación abierta a la decencia común, a la dignidad humana y a la insumisión fértil. Ellos siempre tendrán el reloj dominante de la imposición, sí, pero nosotros tenemos aún el tiempo resistente de la libertad.
Con los códigos antiguos que hemos reaprendido, aprehendido, nuevamente, en las calles, los barrios y los arrabales: juntas podemos, nunca más solas, si tocan a una nos tocan a todas. De esto va esta esperanza real hecha palabra. Este libro cuenta, salta y canta por un tiempo de vida fuera del capitalismo, que todos y todas necesitamos y merecemos.
Resuena Levi: «¿sino ahora, cuándo? ¿y sino nosotros, quién?» . Desde los compases de la antigua proclama, casi juramento añejo, afónico grito cansado, condensado un 8 de mayo de 1945 ante las puertas del infierno de Mauthaussen:
Nunca más. Contra nadie. En ninguna parte.
Gràcies, Santi. Per tot.
T’estimem, amic.
Vila de Gràcia, octubre de 2014,
a las puertas de otro invierno en crisis
Postdatas en do mayor
Antes de acabar, disculpadnos un abuso de paréntesis obligado, en forma de larga posdata, sobre el autor. Rizando el rizo, cuadrando el círculo y albergando esperanzas a la intemperie, sólo tres apuntes finales: a propósito de vínculos sólidos, hemerotecas duras y autodefensas imprescindibles.
(1) Vínculos. En líquidos tiempos digitales, conocí analógicamente a Alba Rico hace nada. Apenas cinco meses atrás. Corría el mes de abril y le invitamos a abrir las jornadas sobre corrupción que celebrábamos en Sabadell. Su intervención, a propósito de «La Mafia como estado superior del capitalismo», fue tan sublime e impactante que también va camino de la imprenta. Más libros, más libres. Pero no sólo eso. Nos ayudó después a preparar la intervención parlamentaria ante el icono de todo un sistema integral de poder, Jordi Pujol y el pujolismo. Y allí estaban sus citas impagables, sus reflexiones dolorosas, sus retazos italianos de Falcone, Borsellini o Scarpinato. Santi es y Santi está.
(2) Hemerotecas. Aún así, como tantos compañeros que sin conocernos hacemos lo mismo en diferentes rincones del planeta, conozco a Alba Rico al menos desde el año 2000. Desde entonces lo leo, lo subrayo y lo releo. Su prosa lírica, su poética política, su pedagogía del oprimido y su tacto humanista, acompañan, abrigan y refugian. Calmas en tiempos de urgencias. Pausas contra la civilización acelerada de la prisa. Desde Torres más altas, hasta Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos, pasando por el El naufragio del hombre y Dialéctica del hambre y la mirada y hasta El pequeño Roquefort. Personas que te hacen crecer por dentro y darte por fuera.
(3) Y autodefensas. En base a esos vínculos y a esas hemerotecas y, desde de la decencia común, este prólogo también quiere ser una apasionada defensa de Santiago Alba Rico desde nuestro comunismo antropológico compartido. Lo decimos porque los principios sólo están para demostrarlos en tiempos difíciles: lo demás es siempre el vacío. Y hay cosas que hay que dejar dichas por escrito. Tal vez esto sea la más importante y acuciante de este prólogo. Conocedor de los entresijos del mundo árabe, de cada contradicción vergonzante del mercado global o de cada crueldad de la geoestrategia, Santiago Alba Rico ha sido blanco de injustos ataques, feroces mentiras y algunos linchamientos inaceptables. ¿Desde la derecha derechona derechista? No. El club mediocre de Lynch, digámoslo así, también existe a la izquierda. Y así nos va también. Pero porque queremos seguir siendo de izquierdas, a puño y letra también, decimos amablemente a esos algunos que, por favor, nos pongan siempre al lado de Santi en su manía mccarthista por la lista negra, por la pureza de los inmóviles y por la inquisición inútil. Vamos que con Santi estamos y con Alba Rico nos quedamos. A viva voz y palabra impresa también. Que lo sepan ellos. Y, sobre todo, que lo sepa él. Que ya forma parte imprescindible de nuestros espacios liberados y del fardo antiguo de nuestras esperanzas.
1 Rivera Beiras, Iñaki (coordinador), Delitos de los Estados, de los Mercados y daño social, Antrophos, 2014, Barcelona. Proyecto «Utopías del control y Control de las Utopías» de l’Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans (OSPDH) de la Universitat de Barcelona.
2 García Jané, Jordi: Adiós, capitalismo. 15M-2031, Icaria, 2012, Barcelona
3 Zinn, Howard, Nadie es neutral en un tren en marcha, Hiru, 2001, Hondarribia.
4 Antich, Xavier; La voracidad de los carroñeros, 13 de octubre de 2014, La Vanguardia.
5 Proyecto de investigación ‘Human and Nature Dynamical (HANDY), coordinado por el matemático Safa Motesharri. The Guardian, 26 de marzo de 2014.
6 Garcés, Marina; Un mundo común; Edicions Bellaterra, 2013, Barcelona. Marina propone precisamente «un paso atrás: descubrir el mundo común en el que ya estamos, queramos o no, implicados».
Editorial http://pol-len.cat/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons , respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.