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Ponencia del Partido Comunista de Chile a la reunión de los Partidos Comunistas de América Latina y Europa (Porto Alegre, 2005)

Fuentes: Rebelión

  Nuestros intercambios dan frutos. Entre las resoluciones de nuestro encuentro anterior estuvo la de realizar una reunión de fuerzas de izquierda y progresista que promoveríamos los PP.CC. de Bolivia, Perú y Chile para construir desde los pueblos una solución a la cuestión de la mediterraneidad de Bolivia. Esta tuvo lugar en nuestro país, culminó […]

 

Nuestros intercambios dan frutos. Entre las resoluciones de nuestro encuentro anterior estuvo la de realizar una reunión de fuerzas de izquierda y progresista que promoveríamos los PP.CC. de Bolivia, Perú y Chile para construir desde los pueblos una solución a la cuestión de la mediterraneidad de Bolivia. Esta tuvo lugar en nuestro país, culminó con éxito y se decidió continuarlo anualmente. El próximo encuentro tendrá lugar en Bolivia, el siguiente en Perú. La promoción por los comunistas de pasos para evitar las confrontaciones artificiales entre los pueblos, que solo sirven, a fin de cuentas, los intereses de las fuerzas dominantes y en primer lugar del imperialismo, se ha mostrado necesaria y posible. Nuestra reunión no fue todo lo amplia y resonante que hubiésemos querido pero ha abierto el camino. Ya está garantizado que el segundo paso será mas largo.

Comienzo por esta mención porque cualquier proceso de integración nos colocará inevitablemente ante los problemas que heredamos de una larga historia de conflictos entre nuestros países los que han sido alentados por las potencias imperiales en distintas épocas y que en todo momento han servido al fortalecimineto de su dominación y la limitación de las soberanías nacionales. Nadie ignora que la guerra de Chile con Bolivia y Perú fué obra determinante del entonces potente imperialismo inglés.

Los planes de dominación imperial habían previsto que en estos días el ALCA estuviese impuesto. No lo consiguieron. La oposición definida de Venezuela, la resistencia de Brasil y de los países del Mercosur y otras naciones abortó el proyecto.

Sin embargo, en la otra vertiente, Cuba y Venezuela han abierto el camino alternativo: el de la integración fundada en la equidad, un acuerdo entre iguales, sin imposiciones ni privilegios, potenciando las propias capacidades y utilizándolas en beneficio mutuo, teniendo presente los niveles distintos de desarrollo y concibiéndolo como un asunto centrado en los seres humanos y no en el incremento de la tasa de ganancia del gran capital.

Esa es la línea general del tipo de integración que debemos impulsar las fuerzas democráticas y progresistas.

Bush logró imponer su reelección. Interpreta ese resultado como un mandato para continuar su política de guerra infinita. Poco antes de su reinstalación afirmó :»Tuvimos un momento para rendir cuentas y fueron la elecciones… el pueblo escuchó diferentes valoraciones sobre los que estaba sucediendo en Irak…. y me eligieron a mí». Manoseando el concepto de libertad repitió lo mismo en su discurso oficial. Continuará por tanto la pretensión de dominación mundial, la violación descarada de la Carta de la ONU, el fin de la no intervención en los asuntos internos de los estados, la relativización o simple desaparición del concepto de soberanía. Continuará la política de guerras llevadas adelante en nombre de la lucha contra el terrorismo y por la «democracia», guerras que despliegan el peor terrorismo, el terrorismo de estado con crueldad extrema. No es casual que el Gobierno de Bush exija a nuestros países que excluya a sus soldados, así sea que ingresen para maniobras en nuestros territorios, de la posibilidad de ser incriminados ante la Corte Penal Internacional, cuyas potestades se niega, por cierto, a reconocer. Es un mérito el de los pueblos que han evitado que tales leyes se aprueben.

La victoria de Bush es la peor confirmación de la persistencia y gravedad de las amenazas que impone a la humanidad entera la globalización neoliberal.

Es claro que esa globalización y la política del imperialismo norteamericano es el principal obstáculo a los procesos de integración regionales.

Los gobiernos que se someten a las orientaciones del imperio entraban todo esfuerzo en esa dirección. Constatamos con cierta verguenza que el gobierno de Chile está en primera línea de esa tarea desintegradora.

La Heritage Foundation ha calificado recientemente a Chile como el país más neoliberal de América, mas incluso que USA. Eso fue recibido jubilosamente por el bloque dominante. Tal contentamiento hace recordar un dicho campesino: » Dile al tonto que es forzudo y empujará mas fuerte». Así se comportan los neoliberales chilenos.

Vale la pena tener presente que hace un tiempo el Presidente Lagos le planteó al senador norteamericano Grassley ( entonces presidente de la Comisión de Finanzas) que el mundo pasa por un momento único en los últimos 4 siglos al contar con un superpoder capaz de liderar el hemisferio y el mundo. «El liderazgo de los EE.UU., aseguró Lagos, será decisivo para trazar el mapa de las próximas décadas.»

En correspondencia con esta orientación Chile fué el primer país de América Latina en firmar el TLC con EE.UU.. Hizo caso omiso de las demandas de gobiernos como el brasilero, cuando lo encabezaba Cardoso, de retener las negociaciones y realizarlas al menos por un conjunto de países latinoamericanos.

En esas negociaciones el gobierno de Chile aceptó todas las concesiones exigidas por el imperio, las mismas que fueron rechazadas en Puebla por una mayoría de países latinoamericanos y que en definitiva han impedido hasta hoy la imposición del ALCA.

Tenemos conciencia que Chile es presentado como el paradigma del sistema neoliberal, la prueba de su éxito. Los bloques dominantes en nuestro país actúan con esa convicción. Su autocomplacencia es infinita, como la guerra de Bush. Es nuestra deuda, de las fuerzas progresistas y de izquierda chilenas, que no se conozca la verdad.

Chile es el país con una de las peores distribuciones del ingreso en el mundo. El 20% mas rico toma para sí mas del 57% del ingreso nacional mientras el 20% mas pobre recibe menos del 4%. Somos un país con un 10% de cesantía medida oficialmente, cifra que se dobla en la realidad. El neoliberalismo instaló la privatización del sistema de pensiones con el resultado de que jamás recibirán una pensión el 50% o más de los afiliados al sistema. La educación y la salud han dejado de ser derechos para convertirse en mercancías. El déficit de viviendas es de 700.mil para una población de 15 millones. La sindicalización de los trabajadores ha sido reducida de un 35% tradicional a menos del 12%. Y se podría seguir.

Pero, hay por cierto, otra cara de la moneda.

En nuestro país el proceso de jibarización del Estado por la vía de privatizaciones y la desnacionalización de nuestra economía ha tenido como resultado que el 53% de la propiedad del capital que opera en Chile sea extranjera.

Chile es el único país en que las transnacionales no pagan royalty por los recursos no renovables y el único en que la mayoría de las empresas mineras transnacionales no pagan impuestos. Como resultado de esta «generosidad» la deuda externa ha crecido desde 1991, inicios de los gobiernos de la Concertación, de 21 mil millones a cerca de 45 mil millones de dólares, por lo que la relación deuda-producto es de las más elevadas del mundo.

La causa principal de esta situación está en el hecho que el neoliberalismo ha convertido a nuestra patria en un mero abastecedor de materias primas o productos con bajo valor agregado. Ello nos ha llevado a una situación en que la sobreexplotación de recursos naturales degrada el ecosistema de modo extremado en tierra como en el mar y el aire. No existe en Chile un proyecto nacional de desarrollo económico. La orientación y organización de nuestra economía queda a merced de las decisiones del mercado internacional, es decir, de los poderes imperiales.

Esos son los resultados tangibles de la neoliberalización instalada por la dictadura y continuada y profundizada por los gobiernos de la coalición actualmente gobernante. Nosotros vemos los procesos de integración como una posibilidad de romper, o al menos debilitar, esta tendencia.

La carga que soportan nuestros pueblos no es solo responsabilidad de las transnacionales y sus estados-madre sino también de los estados nacionales y los gobiernos que renuncian o son incapaces de enfrentar la dominación.

El avance inicial de las fuerzas antineoliberales, al que nos referiremos mas adelante, es reacción a esta realidad de subordinación. No obstante, estamos concientes que la resistencia popular a estas políticas es aún débil. No cabe duda que en ello influye aún el efecto brutal de la represión dictatorial en la destrucción del movimiento popular y sus organizaciones, partidos y movimientos sociales. Sin embargo, pesa también decisivamente la masiva mutación de parte importante de la izquierda que formó parte de la Unidad Popular hacia el neoliberalismo los que ha sido determinante para la estabilización del sistema impuesto por la dictadura de Pinochet. El Presidente Lagos fué un hombre de izquierda y hoy su política es la que hemos descrito.

No habrá integración en interés de los pueblos si no conseguimos que los gobiernos asuman la defensa de nuestras soberanías y de los intereses nacionales con proyectos país que pongan en el centro las necesidades de las grandes mayorías. Si el punto de mira es el privilegio de la relación con los centros imperiales no habrá integración con los países hermanos.

Esta actitud tiene efectos negativos en toda América Latina. Cuando las fuerzas de izquierda obtienen arduas victorias que las llevan al Gobierno con el compromiso de realizar cambios de fondo, que un gobierno como el chileno, que se dice de izquierda, lleve adelante las políticas neoliberales de sumisión plena al FMI, a la OMC, al Banco Mundial no ayuda a resistir las presiones de que esos nuevos gobiernos serán inevitablemente objeto. Dar las espaldas a la integración es un lastre para todos los pueblos.

Con tales concepciones es normal que surjan dificultades con los países limítrofes. Es el recurso empleado para presentarse como defensores de la soberanía. La imagen de patriotismo se construye así. Una actitud arrogante niega la apertura de conversaciones con Bolivia sobre el problema marítimo, se tensan las relaciones con Perú, se exhibe un país insolidario con el resto de América Latina. La no firma del Tratado que conforma la Comunidad de países de Sudamérica, corrobora esta realidad.

Hay otra dimensión que no puede ser ignorada. La globalización neoliberal está marcada por el empleo de la fuerza armada por los EE.UU. y sus aliados.

Intelectuales reunidos en Caracas en Diciembre denunciaron que «Las nociones de «guerra preventiva» y «cambio de régimen», proclamadas en la doctrina del gobierno de los EE.UU. se alzan amenazantes frente a todo país que no se pliegue a los intereses imperiales o que tenga importancia estratégica». Y agregaron. » Condenamos el terrorismo (pero)… rechazamos que se llame terrorismo a las luchas de resistencia de los pueblos y guerra contra el terrorismo a las agresiones». Nuestro compañero Volodia Teitelboim estuvo entre los redactores de ese manifiesto.

Hay que constatar que las argucias imperiales todavía influyen. Pero millones se han hecho parte del repudio a la guerra. Decenas de miles de ellos estarán en Porto Alegre en estos días y unidos con ellos, en toda su diversidad, debemos enfrentar la política de guerra, levantar la lucha por la paz. Conquistar la paz es vía de construcción del nuevo sujeto capaz de abrir paso a un nuevo ordenamiento social.

El drama que vive el pueblo de Irak es el mas doloroso testimonio de la barbarie posmoderna. La resistencia del pueblo iraquí, sus acciones para expulsar a los invasores son, por ello, un importante factor para la contención de otras agresiones imperiales. En la situación caótica creada por la invasión y el daño inmenso heredado de la vieja dictadura, pueden ocurrir y ocurren hechos repudiables que la verdadera resistencia condena. Muchas de las acciones terroristas no son ajenas a la acción de los servicios de inteligencia de los propios agresores en el afán de confundir y dividir al pueblo iraquí y confundir a otros. Pero, lo esencial es la resistencia popular que pone en jaque la «guerra preventiva». Esta debe contar con la solidaridad de todas las fuerzas democráticas y progresistas. Falluja es la Guernica de este tiempo y debemos hacer mas para que ese genocidio termine.

Nuestra situación en América Latina no es ajena a esas realidades. La «guerra preventiva» fue instalada en Haití de un modo más hipócrita y artificioso que en Irak o Afganistán pero con el mismo resultado: garantizar dominio y aventar el riesgo de la emergencia de un gobierno nacional y popular. Lo novedoso es que la ocupación inicial de fuerzas imperiales es reemplazada por fuerzas militares latinoamericanos que se hacen cargo del trabajo sucio. Las proporcionan gobiernos como el chileno y el brasileño que gozan de una imagen de gobiernos democráticos y que no facilitaron la aventura en Irak. El papel de cónsul no lo ejerce un representante del gobierno norteamericano sino en este caso un chileno. El Viceministro de Defensa de nuestro país, militante socialista, justifica esa presencia diciendo «En este camino no hemos estado solos, en especial con la mayoría de los países del Mercosur avanzamos en la misma dirección. Por eso estamos en Haití. No precisamente para defender inversiones de empresas o ciudadanos de nuestros países. No, porque no existen. Estamos para que nuestro barrio sea lo más ordenado posible en términos de seguridad.» Mayor candor y sumisión es difícil. En verdad, están defendiendo las inversiones y empresas y sobretodo dominio norteamericanos y eso lo satisface.

La globalización neoliberal impone la necesidad de la internacionalización de las luchas de los pueblos. Nuestra convicción es que la posibilidad de conquistar victorias para las fuerzas populares depende hoy más que antes de su capacidad de insertar sus luchas nacionales en el movimiento mundial antiglobalización. Las fuerzas progresistas debemos avanzar en la construcción de la solidaridad más activa para la integración y la movilización coordinada en general y, en nuestro caso, en primer lugar en América Latina y el Caribe. Tenemos la obligación de unir y enlazar nuestras luchas para golpear concertadamente las políticas neoliberales militaristas y anexionistas que se nos trata de imponer.

Sin embargo, es claro también que el escenario nacional de las luchas continúa siendo un espacio ineludible y, en último término, en que las fuerzas políticas y sociales deben hacer su contribución principal al cambio, a la construcción de otro mundo posible.

Hace un año les informamos de los primeros pasos de un proceso de convergencia de fuerzas políticas y sociales de izquierda y progresistas que nos agrupamos en el movimiento PODEMOS definiendo una clara posición antisistémica. Concurrimos unidos a las elecciones municipales de Octubre y obtuvimos casi un 10% de los votos. Es el más importante triunfo de la izquierda desde el término de la dictadura. Ha hecho renacer la esperanza. Lo valoramos como un primer escalón en la construcción de una alternativa a los bloques que administran el sistema: la derecha y la Concertación.

Esa victoria, fruto de una unidad largamente perseguida, ha promovido la disposición de fuerzas progresistas, renuentes hasta hoy, a hacerse parte del proceso de construcción de una alternativa anti-neoliberal. Nuestra posición es de decidida apertura. Trabajamos para lograr la unidad de todos los anti-neoliberales. Unidad que se exprese en las luchas cotidianas de cada sector social, en grandes batallas por causas nacionales e internacionales y, ante la inminencia del proceso electoral presidencial y parlamentario del fines de este año, nuestro llamado es a construir entre todos una Plataforma Programática común que dé base a la nominación de un solo candidato presidencial y una sola lista de senadores y diputados en los marcos de una confrontación política y social con el neoliberalismo en toda la línea. Eso es parte del camino para realizar la conformación del nuevo sujeto histórico por los cambios.

Los avances alcanzados en nuestro país son un capítulo, quizá no el más relevante, de una nueva situación que se forma en América Latina.

En Uruguay, la victoria de Tabaré Vázquez a la cabeza de una amplia coalición construída por el Frente Amplio, es una gran victoria que genera grandes expectativas en la región. En Nicaragua la recuperación y avance del Frente Sandinista en las elecciones municipales lo han posicionado como la principal fuerza política del país. En Bolivia, las turbulencias sociales, pese a discrepancias de los actores, impulsan el ingreso en escena de fuerzas políticas y sociales que vinculan sus reivindicaciones a las transformaciones nacionales pendientes, para mencionar algunos.

Parte inseparable de esa nueva situación es Cuba que sigue resistiendo con éxito. Durante 2004, .Bush, dictó medidas que agravaron todavía mas el bloqueo ilegal que el imperio ha impuesto por decenios y explicitó sus intenciones de agresión directa. No obstante, Cuba logró crecer y mejorar la vida de su pueblo. Tomó medidas audaces para impedir el chantaje cambiario e hizo claro que resistirá cualquier agresión armada. En ese cuadro, la Comunidad Europea normalizó sus relaciones con la Isla contradiciendo la agresividad norteamericana.

La República Bolivariana de Venezuela consiguió derrotar los intentos de despojar al Presidente Chavez del poder en el plebiscito propinando una aplastante derrota a la oposición reaccionaria que se confirmó en la elección de gobernadores estatales.. Fortalecido por esas victorias, se profundiza el proceso de cambios de la estructura política, económica, social y cultural del país.

¿Qué hace falta para abrir posibilidades a los pueblos y las fuerzas alternativas? Lo que entraba la construcción de una salida a la crisis que provoca el capitalismo salvaje es ante todo la falta de unidad en torno a proyectos democráticos que enfrente la política imperialista, la guerra y el neoliberalismo. Eso es el proceso que empezó en nuestro caso.

PODEMOS es un espacio de fuerzas políticas y sociales que incluye comunistas, humanistas, cristianos, miristas, corrientes socialistas, ecologistas junto con agrupaciones sociales variadas. Fué la unidad la primera causa del avance logrado.

Un segundo factor es la elevación significativa de la movilización de los trabajadores, a lo que contribuyó el viraje en nuestra forma de hacer política: colocamos en el centro la necesidad de promover la organización y lucha de los trabajadores, para constituirlos en la base de la construcción del sujeto por los cambios, elevando la sindicalización, abordando la organización de los llamados trabajadores «desregulados», trabajadores sin patrón definido, eventuales, subcontratados, víctimas de la flexibilidad laboral que impone el sistema.

Pero tenemos claro si «son todos los que están, no están todos los que son».

El avance nos demanda trabajar para reunir a todos los que soportan las agresiones de la globalización neoliberal. Los pueblos originarios, los movimientos feministas, de la diversidad sexual, los pobladores, los estudiantes y jóvenes, las fuerzas de la cultura, los movimientos por verdad y justicia, los defensores del medio ambiente, de los valores democráticos, de la soberanía de las naciones, de la paz en el mundo, los pequeños y medianos propietarios, en un frase, la diversidad y pluralidad de nuevos movimientos que levantan reivindicaciones asociadas a problemas que adquieren una nueva dimensión con los estragos del neoliberalismo.

Para avanzar hemos debido hacernos de la relación dialéctica de acuerdos y diferencias, de unidad y lucha que existe entre actores que deben ser Sujetos capaces de enfrentar, resistir y transformar el capitalismo.

Un tema debatido en el proceso de formación de PODEMOS fue el de la violencia. Era un asunto central para algunos de los potenciales integrantes: cristianos y humanistas. Proponían el compromiso excluyente con la denominada no violencia activa como única forma de lucha. Hicimos valer que nuestra lucha de comunistas tiene como uno de su nortes poner fin a la violencia entre los seres humanos. Porque rechazamos la violencia, consideramos un deber enfrentarla cuando no queda otro camino para ponerle fin.(Fidel). Concordamos un compromiso: en las actuales condiciones existentes en el país, el movimiento se ceñirá a las formas de no violencia activa que incluirán todas las formas de lucha que excluyan el uso de las armas. La vida resolverá el resto.

Desechamos la pretensión de privilegiar a los partidos sobre los movimientos sociales. Ni vanguardias predefinidas ni privilegiados, sino junto a todos y todas los que aspiran a otro mundo posible, aprendiendo de la práctica con los movimientos y conjugando teoría y práctica. El partido transformador se hace educando y educándose desde la experiencia viva.

Nuestra experiencia nos dice que los partidos que propugnamos el cambio de sociedad seremos incapaces de materializar esos ideales si no contribuimos al surgimiento de luchas e interactuamos con los movimientos sociales que demandan la superación de las carencias que impone la sociedad que debe ser cambiada. Por otra, los movimientos sociales pueden desarrollar luchas potentes y lograr triunfos, pero estos serán efímeros si no se proponen y logran resolver el problema central de toda transformación de fondo, que es el problema de la modificación del carácter de la sociedad en que emergen.

Por ello, es necesario unir todas las fuerzas consecuentes, sociales y políticas, en primer lugar con el movimiento político antisistema, con la izquierda. El enemigo es poderoso, y para enfrentarlo, el único y mejor camino es el acuerdo y la unidad.

Este es un problema no definitivamente resuelto. Con motivo de la presencia de Bush en Chile para tomar parte en la reunión de APEC tuvo lugar una poderosa manifestación de protesta convocada por el Foro Social Chileno. La manifestación unió a fuerzas sociales y políticas en un solo haz. Los dirigentes del Foro concordaron con nosotros, y en nuestro local, aspectos del desarrollo y la seguridad de la marcha. Trabajamos juntos. Pero luego de ella persistió la exclusión de las fuerzas políticas como tales.

La exclusión de las fuerzas políticas transformadoras es, mas allá de la voluntad de unos o de otros, una concesión al sistema neoliberal. Llega necesariamente el momento en que la realización de los cambios de fondo implica decidir quién y para quién se dirige la sociedad.

El ejercicio de esa dirección, es decir de ese poder no es un asunto solo de la política, ni menos solo de los partidos políticos, o remitida solo al gobierno y al Estado. Asumiendo nuestra historia con sus luces y sombras, debemos pensar y crear formas nuevas de democracia participativa y directa en conjunto.

En ese esfuerzo estamos empeñados.

Tenemos clara conciencia de la necesidad de ampliar nuestros espacios, de crecer. La coalición de gobierno mantiene cautivos a millones de chilenos que votan a izquierda para ver enseguida llevar a la práctica políticas de derecha. El argumento del mal menor es una falacia pero no exenta de complejidades. Hemos decidido que no debemos ceder al chantaje. Lo que ha producido esta práctica de hacer campañas de izquierda para realizar gobiernos de derecha es un profundo desprestigio de la política. Si se suman los dos millones de jóvenes no inscritos (80% de los jóvenes) a los que se abstienen o votan nulo la participación electoral supera apenas el 50% de los ciudadanos. Esa degradación de la democracia es producto del neoliberalismo y no nos proponemos ser cómplices de ello.

Desde esta unidad en desarrollo afrontaremos los procesos electorales por venir a fin de año en directa relación con las luchas sociales en curso.

Nos proponemos llevar adelante la elaboración de la plataforma programática con la contribución de todos los integrantes de PODEMOS pero también invitando a todos los que deseen aportar ideas y propuestas aunque no se integren al espacio unitario. Interactuaremos con las organizaciones gremiales y sindicales para considerar sus demandas y planteamientos.

La definición del candidato presidencial único y en la lista parlamentaria común será abierta a todos los antineoliberales, sean o no de integrantes de PODEMOS.

Nuestra victoria es antes que nada una señal muy potente para todos los que están por cambiar el sistema neoliberal, es una victoria política e ideológica sobre el sistema que tiene repercusiones más allá del ámbito puramente electoral.

No podríamos terminar esta ponencia sin dar una palabra sobre la salud de nuestra Presidenta. Gladys se encuentra de nuevo en Santiago y todo hace prever que no volverá a La Habana en donde le dispensaron una atención médica y humana que la ha fortalecido. Agradecemos al pueblo y gobierno de Cuba y en especial al compañero Fidel Castro por todo lo que han hecho por su salud y por darle una atención esmerada y de gran fraternidad durante sus meses de estadía en la Isla.

Enero de 2005